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Opiniones

11 de marzo del 2003

La crisis del sistema capitalista imperialista aboca al fascismo. La última esperanza

Malime

Pienso que no estamos valorando suficientemente el futuro inmediato que nos espera, después del dominio que el imperio norteamericano va a provocar al controlar la zona estratégica de producción petrolífera. La dependencia que el mundo desarrollado tiene de esa fuente energética, va a determinar graves enfrentamientos violentos, que pueden ser de carácter internacional o social, o de ambas magnitudes a la vez.
Es evidente que el formalismo democrático en el ámbito nacional e internacional está dando paso a las formas fascistas de poder. Ya no son las constituciones o resoluciones de los organismos internacionales o de los países las que conforman las reglas del juego político del capitalismo. Son todos estos ingredientes político-represivos los que apuntan ya y serán los que determinen e impongan la forma de dominio: el poder de los tanques, las armas nucleares y los aviones o cohetes con las que lanzarlas, más la capacidad represiva de los hombres vestidos de azul, los servicios de inteligencia detectadores de la subversión, así como los auxiliares judiciales con los que legalizar la represión fascista, todo unido con el apoyo mediático. Estas son las formas de relación entre los dominadores y los dominados que están funcionando ya y que se agudizarán si no somos capaces de rebelarnos y actuar consecuentemente contra ellas..
Hasta cuando, hasta donde podrán resistir los imperialismos dependientes, las consecuencias provocadas por el más poderoso de los imperialismos, del imperialismo norteamericano, sin arrastrarnos a su aventura. Hasta cuando podrán aguantar, el imperialismo europeo tan dividido por la acción de los gobiernos de Reino Unido, España e Italia; el imperialismo asiático capitaneado por Japón; los emergentes imperialismos de China y Rusia, no tanto por su poder económico, sino por su potencial militar, geográfico y humano..
Las migajas norteamericanas no podrán paliar las ansias de las oligarquías británicas, españolas e italianas. Está por ver si la unidad represiva de Estados Unidos, Reino Unido, España e Italia, podrá garantizar el aplastamiento de las posibles subversiones nacionales en esos países europeos..
Qué va a pasar cuando las Naciones Unidas ya no tengan ningún sentido de existir, cuando los protocolarios saludos públicos del yanqui y del francés no se realicen por no existir el espacio internacional donde realizarlo. Cuando las intrigas de los diferentes bloques imperialistas se materialicen en intentos de recuperar los bienes energéticos tan necesarios para su supervivencia económica..
Qué va a pasar cuando la crisis económica, derivada de la crisis energética afecte al conjunto de la población, cuando se materialice en recortes sociales y económicos, en despidos masivos, en situaciones de desesperación..
Los dominados ¿seremos capaces de enfrentarnos al grave reto, futuro, inmediato?. Hoy más que nunca cobra fuerza la denuncia ¡Socialismo o barbarie!. La respuesta no puede esperar, hay que organizarla ya. Antes de que las fábricas despidan, hay que organizar los bastiones de respuesta y de lucha, los comités de fábrica; los comités en los servicios públicos, de asistencia social y transporte público; los comités en los centros financieros capaces de controlar la evasión de capitales y de asegurar los intereses de los pequeños ahorradores y pensionistas; los comités que permitan la actividad de los pequeños comercios y de las pequeñas industrias que tantos puestos de trabajo absorben y atienden las necesidades más cercanas a la población..
Pero antes tiene que organizarse la izquierda, y mucho antes la organización revolucionaria capaz de una interpretación correcta del marxismo y del leninismo, que nos permita explicarnos la situación de hoy e influirla positivamente..
Deberíamos preguntar a los trabajadores de los diferentes sectores laborales, a esos jóvenes despistados de la política, que viven la precariedad laboral, si prefieren ser empleados de la empresa privada capitalista o funcionarios del estado, con los deberes, derechos y seguridad que actualmente les ofrece cada forma de empleo. Por no pretender que comprendan que los deberes, derechos y seguridad del nuevo funcionario en el estado sin clases sociales, serían mucho mayores, porque el nuevo estado sería diferente, porque no sería algo ajeno, no sería el poder de la clase dominante ejercido a través de la clase política, sino poder directo del conjunto del pueblo. Poder ejercido directamente desde los propios centros de producción, controlados y administrados directamente por los propios componentes de cada centro de actividad económica, social, educacional, cultural, deportiva o de ocio..
Funcionarios seriamos todos, pero no como ahora, seríamos funcionarios productivos, sociales y solidarios. No solo los de los ministerios, sino los de todo tipo de actividad. Todos podríamos tener asegurado el puesto de trabajo, las pensiones, los servicios sociales. Ello sería posible, porque, los tantos millones que tienen unos pocos oligarcas, guardados en sus cajas negras, y los medios de producción que disponen, los tendría el conjunto de la sociedad y serían administrados racionalmente por el conjunto de la sociedad en beneficio de todos. Porque las relaciones entre los seres humanos serían humanas, en vez como ahora sucede basadas en la insolidaridad y la competencia. Por fin, una vez superados esos tremendos condicionantes materiales, nos permitirían liberarnos del instinto primitivo de supervivencia animal, para dar paso a la capacidad racional del ser humano dotado de un prodigioso cerebro, capaz de manifestar la sensibilidad afectiva humana y de plasmarla material y creativamente hacia los demás seres de nuestra especia y de las demás especies anímales, así como del conjunto de la naturaleza en la que convivimos y de la que somos parte material inseparable..
Socialismo y ecologismo cogidos de la mano indivisible de la racionalidad objetiva, materialmente aplicable, que nos permita el desarrollo sostenible posible, sin contradicciones entre el ser humano y la naturaleza. Un desarrollo, donde superado el consumismo estúpido del viejo capitalismo, nos permita el gran consumo espiritual de la creatividad humana compartida y provocada en la gran ágora del pensamiento colectivo.