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Opiniones

Con la ayuda de Job Toni Negri arriba a la posmodernidad
-La lectura que Negri hace del libro de Job-

Rubén Dri

"En Job lo posmoderno se presentaba como una contaminación positiva. Y este fantástico libro bíblico ofrecía en el fondo una suerte de cosmogonía posmoderna. ¿Puedo, entonces, concluir que yo he vivido el pasaje –revelado a través de Job- de lo moderno a lo posmoderno?". Antonio Negri

En sus años de cárcel, Negri busca en el análisis del sufrimiento una clave para resistir. Es natural, en consecuencia, debido a sus antecedentes cristianos, que se haya encontrado o reencontrado con el libro bíblico del sufrimiento por excelencia, el libro de Job. Hasta allí, ninguna sorpresa. Es un buen texto para reflexionar sobre el sufrimiento y la manera de enfrentarlo.

Pero la fértil imaginación de Negri, que muchas veces vira hacia el delirio, siempre nos presenta sorpresas. ¿Quién hubiera pensado que en ese texto, escrito unos cinco o seis siglos aC ya se encontraba el pasaje de la modernidad a la posmodernidad? Más aún, ¿quién hubiera pensando que allí se refutaba a Hegel y su perniciosa dialéctica, sin vuelta de hoja? Bueno, pues, todo eso y mucho más es lo que Negri descubre en dicho texto bíblico.

Diversos caracteres de la posmodernidad descubre Negri en el libro de Job, como el fin de los grandes relatos, la destrucción de toda medida y la inutilidad de todos los razonamientos filosóficos, pero, en contra de la teoría del "pensamiento débil", nacido en Italia, en Job, asegura Negri, no hay absolutamente nada que sea muelle. ¡Menos mal!, porque decirnos a nosotros oprimidos por el duro sujeto del mercado, que debemos formarnos como sujetos débiles, es decirnos directamente que nos dejemos esclavizar.

Negri nos aclara, y en eso es necesario estar agradecidos, que no es su intención interpretar a Job, sino revelar lo que todas las interpretaciones ocultan: "la centralidad de una cosmogonía creadora, en la cual el hombre y Dios se enfrentan y se identifican. La creación se prolonga en el Mesías, el trabajo se realiza en la construcción de un ser nuevo del mundo". ¿La cosmogonía creadora? ¿Cómo? ¿No es que los grandes relatos han muerto? .

El hombre que se enfrenta a Dios no es un singular, sino Job-Adam, el proletariado comunista, la potencia universal, la inteligencia general, es decir "la multitud" que estalló en el mayo francés del 68 llevándose por delante todas las medidas del mundo: "Es sólo en 1968 que he percibido con deslumbramiento que era posible una grande mutación de la fortuna del hombre y del destino y podía echar por tierra todas las medidas del mundo".

El enfrentamiento entre el hombre y Dios no es dialéctico, es inmediato, como el de la multitud y el imperio. En esta cosmogonía creadora no tiene lugar la dialéctica sino la más desbocada desmesura. La filosofía, y sobre todo la filosofía moderna, ha hecho un verdadero culto de la medida, "una cultura de la medida, un trabajo de la medida, una pasión mesurada de la razón de Estado", culto que fue adoptado por el marxismo del partido comunista italiano, en el cual militó Negri.

Cosmogonía creadora, enfrentamiento e identidad del hombre y Dios, potencia absoluta, inteligencia general, desmesura, multitud, "visión" de Dios, es decir, contacto directo, sin mediación alguna y, en consecuencia, sin dialéctica, revolución, experiencia de lo sublime, son conceptos que se llaman mutuamente, que se refieren a una misma realidad, el infinito poder del hombre. A Negri lo que no le falta es imaginación.

Así como los jóvenes hegelianos y, entre ellos Marx y Engels, pensaban que para la revolución era necesaria la fusión de la práctica política francesa y el pensamiento alemán, Negri piensa que el asalto de la multitud se apresurará mediante la práctica política italiana y el pensamiento francés, es decir, el de Foucault, Deleuze y Guattari. Es sobre todo el Deleuze de "Mil Mesetas" el que le ayuda a pensar la nueva y deslumbrante realidad que ya está entre nosotros.

"Desmesura" es uno de los conceptos centrales. Todo lo que suena a medida tiene que ver con paralización, encorcetamiento, para terminar en la vampirización del mundo mediante el sistema hegelian. Menester es, pues, que nos detengamos en su consideración. Negri, en el texto que comentamos, parte de la desmesura del sufrimiento de Job, para afirmar la desmesura de la revolución o la revolución como desmesura realizada por la multitud. Así fue en el mayo 68 y así fue en la revolución francesa. Pero a ésta le siguió la constitución y con ella, la medida, es decir, la muerte de la revolución.

Esta concepción no puede ser calificada más que como delirio, pues supone una realidad informe y, en consecuencia, monstruosa. Es, nada menos que "la noche en la que todos los gatos son pardos" según decía Hegel, refiriéndose al absoluto schellinguiano.

La verdadera realidad es la de los sujetos que siempre constituyen la totalidad sujeto-objeto. Ahora bien, el sujeto como tal es universal, está abierto a la totalidad, pero lo es en potencia, para usar esta categoría aristotélica. Hegel dice "universal abstracto", es decir, no concretizado, no realizado. Puede ser todo, pero no es nada hasta que comience a ponerse.

Para ser ese universal que es en potencia no tiene más remedio que limitarse. Es la única manera de darse un contenido. Yo puedo ser escritor, filósofo, sociólogo, obrero, ingeniero y mucho más. La única manera de que esa universalidad que soy en potencia, pase a ser realmente, se concretice, es limitándome. Aparece la medida, pero no para aprisionarme, sino para que me pueda expandir. Todo límite siempre señala un más allá. El sujeto se realiza como ingeniero, para rebasar inmediatamente esa medida. Como sujeto siempre será más que ingeniero.

La realización del sujeto siempre es la superación dialéctica del universal y el particular, del momento de universalidad del sujeto como tal y del momento de particularidad que exige su realización o su concretización. Un estallido como el del mayo francés o de las jornadas del 19-20 de diciembre de 2001 de Argentina, son el momento del universal que exige realizarse. Negri pretende que ese estallido es la realización, que de allí en más la ruptura de todas las medidas, el "que se vayan todos" se realice en una especie de revolución permanente.

Si a la revolución francesa le siguió la constitución, al mayo francés la Francia de De Gaulle y a la pueblada del 19-20 diciembre de 2001 en Argentina, el gobierno de Duhalde y luego el de Kirchner, es porque ese sujeto colectivo para realizar lo que proclamó en su estallido necesita limitarse, darse contenidos o, en otras palabras, organizarse.

El problema es si la organización o las organizaciones que siguieron a los estallidos responden a los valores, a los reclamos, a las exigencias que se expresaron. En Argentina las asambleas, nacidas al calor de las jornadas del 19.20 de diciembre que no lograron un mínimo de organización, desaparecieron.

Tal vez sea mejor expresar esto con las categorías de utopía y proyecto. En el estallido una multitud logró conformarse momentáneamente como sujeto colectivo y expresar su gran utopía, la cual de por sí siempre es desmesurada. La utopía destruye todo límite, siempre quiere más. Es lo imposible. Para que no quede en eso debe dar lugar a proyectos, los cuales siempre son limitados. Para llevarlos adelante se requiere organización, articulaciones. Sin ello las revoluciones siempre serán "traicionadas" y su desmesura será un puro sueño. Bueno, a Negri le gusta soñar, lo cual no tiene nada de malo, siempre que se sepa que se trata de sueños y no se lo quiera hacer pasar por realidad.

A todo lo largo del texto Negri no cesa de volver una y otra vez sobre la dialéctica exorcizarla, pero muchas veces uno queda desorientado, porque no se sabe bien qué es lo que entiende por dialéctica. Leamos: "Las protestas, las invectivas de Job constituyen el lugar privilegiado de un ataque contra la dialéctica que no deja espacio para ninguna solución lógica del drama de la existencia, y que instaura, por el contrario, la realidad del sujeto en la oposición y a través de la lucha".

¿De dónde saca Negri que la lucha no es dialéctica? Para hacer esa interpretación, aunque hable de sujeto se desliza del sujeto al objeto, e interpreta a lucha como un choque de objetos. Está claro que en ese caso no hay dialéctica. Dos automóviles que chocan no constituyen un movimiento dialéctico. Distinta es la cuestión si se trata de sujetos. Negri no supera la concepción dialéctica del estalinismo.

Negri, cuando habla de la dialéctica se ubica en el materialismo prefeuerbachiano, del cual dice Marx: "El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad ´civil´; el del nuevo materialismo, la sociedad humana o la humanidad socializada" (Tesis 10ª, sobre Feuerbach). El antiguo materialismo sólo ve individuos, átomos que forman la sociedad civil, o la multitud. Toda lucha es un choque de átomos. No hay dialéctica. El nuevo materialismo, dice Marx ve "la sociedad humana". Los individuos no son sólo eso, individuos, sino sujetos que necesariamente son intersujetos, "ensamble de relaciones sociales" (Tesis 6ª).

Sólo con esta visión de la sociedad civil puede explicarse que Negri nos hable de la "potencia" que escapa a toda dialéctica. Entonces puede decir "La potencia humana se sustrae al poder". En su ayuda viene el Mesías: "La idea del mediador es la de una potencia que puede librarse del caos sin repetir el destino del poder. La idea del Mesías es la tentativa de vivir la relación hombre-Dios fuera de toda determinación, fuera de toda teleología; el Mesías es una liberación puesta sobre el borde de la nada, sobre el margen de la destrucción, es la necesidad que se ha transformado en acontecimiento, la urgencia ontológica de un fundamento, de un valor que se transforma en presencia".

Intento una traducción. Según la horrible concepción dialéctica, derivada del perverso Hegel, el sujeto que pretende afirmarse, lo cual es imposible sin construir poder, éste entra en relación dialéctica con otro poder, es decir con otro sujeto que también se afirma. Al considerar al individuo como un ser aislado, cambiamos el concepto de poder por el de potencia y vemos cómo ésta se desarrolla sin entrar en relación dialéctica.

Hay afirmación pura, afirmación sin negación "al borde de la nada", es decir sin historia, sin memoria. Precisamente la "multitud" no tiene memoria, como lo tiene el "pueblo". Desde la nada surge la potencia. Un verdadero milagro. Así la multitud insurgirá contra el imperio y "la necesidad" se transforma en "acontecimiento", palabra sagrada, todos los fundamentos ansiosamente buscados por la filosofía será "presencia", realidad deslumbrante.

La concepción de Negri expresada en este y otros textos nos llevan a la derrota del movimiento popular, pues nos proponen despreciar todo tipo de organización como dominio de la medida que no hace otra cosa que encorsetar al movimiento revolucionario de la multitud. Los sueños son buenos, son necesarios, pero Negri nos los propone como la realidad y ello nos lleva a una confusión que los esfuerzos de nuestros pueblos por liberarse lo pagan demasiado caro. .

Buenos Aires, 24 de septiembre de 2003

Negri, Antonio :Job, la force de l´esclave. Traduit de l´italien par Judith Revel, Bayard, 2002.