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Opiniones

O se pide Asamblea Constituyente o se impulsa un nuevo Argentinazo

LA IZQUIERDA ELECTORALISTA SIGUE
A LA BURGUESÍA DEMOCRATISTA
En la Argentina contemporánea, la consigna de la Asamblea Constituyente fue planteada por Carlos Menem y Raúl Alfonsín como parte del Pacto de Olivos de noviembre de 1993. Se llevó a cabo supuestamente para "modernizar" la Constitución y darle un mayor "contenido progresista y del derecho social". Incluso se pavoneó con que pondría límites al excesivo presidencialismo. Los resultados de la Constituyente de Santa Fe fueron plasmados en la Reforma de 1994, jurada con pompa y circunstancia en el palacio Urquiza de Entre Ríos. Las consecuencias fueron el segundo mandato de Menem que casi terminó en un tercero, más el récord de decretos de necesidad y urgencia.
Esa fue una experiencia. En el campo de la izquierda, la consigna de Constituyente fue planteada recientemente por el Partido Obrero. En junio de 2001 el dirigente Christian Rath, producida la pueblada de General Mosconi, propuso en "Prensa Obrera" un argumento sorprendente: se podía exigir su convocatoria al gobierno del represor Juan Carlos Romero porque la Constitución de Salta facultaba las constituyentes en los departamentos de más de 10 mil habitantes. O sea que el alumbramiento de esa consigna no pudo ser más errónea: legalista al extremo y propuesta en el departamento San Martín, cabecera de las puebladas más combativas que estaban por abrir una situación revolucionaria a nivel nacional.
La consigna del PO no era original. En la última década, recurrentemente, varios partidos de la izquierda y centroizquierda la habían desempolvado.
No bien el PO repuso esa mercadería en el mercado, el Partido de la Liberación la rechazó demostrando que no era válida para dar salida a la crisis política argentina (ver en
www.pl.org.ar la "Carta Abierta a Jorge Altamira", nunca contestada). Seguramente zamarreado por la crítica de gente combativa, incluso del Bloque Piquetero Nacional, Altamira modificó en parte la iniciativa. Pasó a presentarla como "Asamblea Popular Constituyente", sobre todo luego del Argentinazo de diciembre de 2001 que pasó totalmente al costado de esa consigna y recorrió otro camino muy distinto, el de rebelión popular. Dicho sea de paso, el valor de las consignas hay que apreciarlo en la práctica. ¿acaso la Asamblea Constituyente significó algún aporte a las masas populares que lucharon heroicamente en Plaza de Mayo para derribar a De la Rúa?.
El monstruito revivido por ese partido trotskista fue retomado en su versión original, democratista, por Elisa Carrió, el ARI, sus socios del Frenapo, CTA, etc. Según éstos, era la forma de "fundar" otro sistema "capitalista serio" y verdaderamente "democrático, no mafioso". Todo este espectro, que tiene sus prolongaciones también en fracciones del PJ, la UCR, el Frente Grande, el Episcopado, cámaras empresarias como la UIA, Abappra (bancos públicos), etc, entrevió en la Constituyente una salida al actual marasmo. Hasta Eduardo Duhalde amagó en un primer momento con llamar a una Constituyente y no tuvo número para imponerla, cuando Carrió y la UCR se opusieron en el Congreso.
Como quedó dicho, el PO empezó a registrar las taras de su criatura y quiso diferenciarla. Le puso agregados para poner distancia con otras similares: además de llamarla "Asamblea Popular Constituyente", redundó con que debía tener "poder". Otros partidos reformistas trotskistas le añadieron más atributos y hasta pidieron que sea "revolucionaria".
Carrió, Kirchner, Ibarra, De Genaro y lamentablemente Luis Zamora (subido a ese tren "reformador democrático"), más la populista Corriente Patria Libre, mantienen la actual matriz parlamentaria del planteo constituyente. Ellos dicen que se han presentado en el Congreso varios proyectos para que éste convoque a una Asamblea y ahora el pueblo debe apoyarlos para hacerlos realidad. Estos sectores plantean al pueblo que se arrastre por la cloaca del sistema captialista dependiente en crisis para echarle un chorro de criolina o lavandina, y lo adecenten. Carrió ya tiene experiencia en esto porque fue la principal espada de Raúl Alfonsín y la UCR en la Constituyente de Santa Fe (de esa convención se retiró asqueado el obispo progresista Jaime de Nevares).
El PO y en mucho menor medida Izquierda Unida, si bien no se sienten representados a cabalidad por esos proyectos de Diputados, caen en el terreno de lo estéril. Es que ¿por qué hablan de una Asamblea con poder si no han tomado el poder ni tienen vocación ni línea para tomarlo?.
El punto clave de esta polémica es quién convoca a una Asamblea Constituyente y tiene el poder también para hacer respetar sus resoluciones favorables al pueblo. Este es el punto de la revolución en la Argentina y de la historia de la revolución socialista proletaria mundial.
Por ejemplo, Lenin afrontó esta polémica en su trabajo "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática", escrita en junio-julio de 1905. Por entonces imperaba el zarismo, la situación de masas marchaba hacia la insurrección de diciembre de ese año en Moscú y el vasto campo de la oposición en Rusia reclamaba una Constituyente, pero con dos planteos muy diferentes.
La burguesía monárquica y liberal, los kadetes, acompañada por los mencheviques, pedía esa instancia al propio zarismo o bien confiaba en los forcejeos con éste para lograrla. En cambio el partido bolchevique sintetizaba su propuesta en tres puntos encadenados y sucesivos, en este orden: primero la insurrección, luego la instauración del gobierno provisional revolucionario y por último el llamado a una Constituyente.
El dirigente de la revolución rusa lo sintetizó así: "Para establecer un nuevo régimen que exprese efectivamente la voluntad del pueblo no basta con dar a la asamblea representativa la denominación de constituyente; es preciso que dicha asamblea tenga poder y fuerza para "constituir". Conciente de ello, la resolución del Congreso (del III Congreso del POSDR bolchevique) no se limita a la consigna formal de "asamblea constituyente" sino que enuncia cuáles son las únicas condiciones materiales que permitirán que esa asamblea cumpla su misión. Es una necesidad imperiosa especificar las condiciones en que una asamblea constituyente nominal puede convertirse en auténtica asamblea constituyente (…). La resolución del Congreso dice que sólo un gobierno provisional revolucionario, a condición de que sea el órgano de la insurrección popular victoriosa, es capaz de garantizar una amplia libertad de agitación durante la campaña electoral, de convocar una asamblea que exprese realmente la voluntad del pueblo(…). Sólo un gobierno revolucionario, órgano de la insurrección, puede querer con absoluta sinceridad la convocatoria y poseer fuerzas que le permitan recurrir a todos los medios para llevarla a cabo".
El leninismo es muy claro. Si se quiere de verdad la Asamblea, hay que pelear fervientemente por la insurrección popular y un gobierno provisional revolucionario. ¿Esos son los objetivos políticos y organizativos de la táctica y la estrategia de la izquierda parlamentaria que clama por la Constituyente?. No. Estas organizaciones están haciendo lo de Zamora: renuncian a la perspectiva inmediata del Argentinazo y la apertura de una lucha seria por el poder político, y se amuchan en torno a Carrió y sus socios legislativos. Para colmo de males, la dirigente del ARI puede en cualquier momento retomar explícitamente la campaña presidencial llamada por Duhalde y postergar, para después de un eventual triunfo suyo, la convocatoria a la Constituyente. No hace falta aclarar cuáles serán los límites de la misma, si el Argentinazo y la rebelión popular no barren antes con todas esas maquinaciones del democratismo.
SERGIO ORTIZ
Secretario General del PL