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La Izquierda debate

El frente principal y la cuestión de las alternativas.

Ponencia presentada por el escritor portugués Miguel Urbano Rodrigues en el VIII seminario «Los partidos y una nueva sociedad», promovido por el Partido del Trabajo de México.

Ciudad de México, 5 de marzo de 2004.

La crisis que la humanidad enfrenta es más compleja, profunda y peligrosa que cualquiera de las anteriores.
El capitalismo, base de un sistema de dominación casi planetária, vive en su bastión principal, los EE UU, una crisis estructural. Como la acumulación no funciona como antes, el estado imperial optó por una estrategia agresiva de guerras «preventivas» y de saqueo de recursos naturales de otros pueblos.
Dos conferencias internacionales en La Habana iluminaron bien en las últimas semanas la gravedad de esa crisis: el III encuentro anti-ALCA y el de los economistas sobre la globalización neoliberal.
La gran mayoría de la humanidad rechaza el monstruoso proyecto de sociedad que pretenden imponerle. Los Forums Sociales de Porto Alegre y Mumbai y los forums sociales continentales y nacionales confirman que el sistema inspira una repulsa creciente. Sin embargo, de esas grandiosas protestas se extrae la conclusión de que no existe consenso sobre las formas de lucha contra el imperialismo y los objetivos de las fuerzas que lo condenan, así como en lo concerniente a la cuestión de las alternativas.
El tema es tan amplio que me propongo tratar aquí solamente dos puntos fundamentales: el del polo principal de la lucha y el de las alternativas.
En eventos realizados en América Latina dirigentes políticos y científicos sociales han localizado en este hemisferio ese polo.
No comparto la opinión.
El frente principal en la confrontación con el imperialismo es aquel en el cual el enemigo –el sistema de poder estadounidense- concentrando grandes fuerzas, actúa con mayor agresividad e invierte más recursos humanos y materiales- el frente donde los golpes recibidos y los retos le causan más problemas, cuestionando el mito de su invencibilidad, afectando su imagen y prestigio.
Ese frente se sitúa hoy en el Medio Oriente y Asia Central, en el triángulo Iraq- Afganistán-Palestina.
Es transparente que la estrategia de los EUA en la región fracasó. Una aplastante superioridad militar permitió a sus fuerzas armadas ocupar en pocas semanas Afganistán e Iraq. El presidente Bush, en discursos triunfalistas, anunció al mundo el fin de esas guerras. En ambos casos los EUA las están perdiendo. La resistencia de la población ha impedido la ejecución de los planes llamados de reconstrucción, en realidad de recolonización. Cuando esperaba recoger los frutos de la victoria y desarrollar ambiciosos proyectos que le garantizarían el control de reservas de petróleo y gas natural suficientes para asegurar el consumo del país hasta la mitad del siglo, la administración militar estadounidense nombrada para Iraq enfrentó situaciones para las no encontró solución, lo que acentúa peligrosamente la crisis del sistema capitalista como totalidad. El balance de la resistencia alarma el Pentágono. Y no solo por más de 550 soldados muertos (y miles de heridos) solamente en Iraq. Lo peor es la desmoralización resultante de los ataques diarios, la incapacidad de prevenir acciones de una resistencia cada semana más organizada y eficaz. El desprestigio del Consejo de gobierno marioneta es inocultable, así como el desprecio de la población por cuantos colaboran con los invasores. Así lo prueban los ataques a los cuarteles de la policía. El desgaste psicológico de las fuerzas de ocupación es tan grande que hasta finales de mayo está prevista la sustitución integral de los 110 000 soldados que constituían el núcleo del ejército que quedó en el territorio después que el presidente Bush proclamó el término de la guerra. Tal como ocurrió en Vietnam, la resistencia ha destruido la moral de ese ejército. Cada soldado, al tomar conocimiento de la muerte diaria de compañeros, piensa que el próximo puede ser él. Más de mil militares evacuados del país han sufrido tratamiento psiquiátrico; el total de suicidios confirmados es de 27; veinte militares, al regresar a los EE UU, asesinaron a sus mujeres o hijos.
Las entrevistas de militares a periódicos y emisoras de televisión estadounidenses coinciden en la aspiración común de regresar a casa inmediatamente. Ellos son casi unánimes en la condena de una guerra absurda que no entienden y desaprueban.
En Washington ese estado anímico genera algo semejante al pánico. Si no se encuentra una salida a la caótica situación creada por la agresión estadounidense, el ejército que está llegando a Iraq se pudrirá tan rápidamente como el que se trata de desmovilizar.
Pero, ¿cuál salida? Los dirigentes de la mayoría chiíta exigen elecciones directas antes del 30 de junio. Mas no puede haber elecciones libres en un país ocupado. La soldadesca invasora sigue desde luego cometiendo crímenes abyectos denunciados por organizaciones internacionales. La tortura de prisioneros es rutinaria, tal como las violaciones de mujeres y el asesinato de niños y niñas. Las anunciadas elecciones indirectas, fiscalizadas por los fusiles americanos y británicos, serían una farsa.
El procónsul Paul Bremer informa ahora que no habrá elecciones de ningún tipo antes de mayo del 2005. Después, claro, de la elección presidencial en EE UU. Lo previsto es el nombramiento, en junio, de otro gobierno iraquí, tan subalterno como el actual.
Kofi Annan, que ha jugado un papel más que ambiguo en todo el proceso, se esfuerza en involucrar la ONU en los planes de Washington, no obstante las humillaciones infligidas a la Organización por George Bush y sus consejeros. Pero la tarea instrumental que ellos esperan de las Naciones Unidas transciende la capacidad decisoria del sumiso secretario general.
En ausencia de una solución política a corto plazo, que nadie vislumbra, los generales del Pentágono, olvidando lecciones del Vietnam, apuestan a la carta de la guerra. En el equipo presidencial no falta quien crea en cuentos de hadas militares. En la práctica eso significaría sustituir decenas de miles de soldados estadounidenses por tropas de la «coalición» ampliada. El Presidente Bush, cuyo nivel de inteligencia no supera el de su incultura, se siente reconfortado cuando le estimulan el hambre de reelección, prometiéndole el regreso masivo de los boys del pantano iraquí.
No le recuerdan que la coalición es un fantasma. Eventualmente Washington conseguirá convencer a algunos gobiernos latinoamericanos y de Europa del Este para aumentar sus contingentes en la caldera iraquí. Pero el desembarco en Mesopotamia de más polacos, húngaros, búlgaros, rumanos y checos no cambiará en lo más mínimo el cuadro de la guerra. Aznar y Berlusconi encontrarán dificultades para mandar más españoles e italianos a la región. Por su parte, los centroamericanos y dominicanos, exportados como carne de cañón con la tarea de luchar en la ridícula Brigada Iberoamericana bajo las órdenes de oficiales españoles, constituyen una fuerza militar de opereta. Esos infelices jóvenes se quejan desde luego del abandono en que se encuentran; algunos pelotones ni siquiera disponen de transportes ni de armas modernas.
La esperanza del Pentágono de atraer a Iraq, como cómplices, a unidades de tres ejércitos europeos –el francés, el alemán y el ruso- que les inspiran respeto y admiración por su profesionalismo y capacidad, esa no pasa de ser un sueño.
Chirac, Schroeder y Putin han dado en los últimos meses pruebas de oportunismo y duplicidad que desaconsejan previsiones sobre sus relaciones con Washington. En febrero y marzo se opusieron a la guerra, impidiendo que el Consejo de Seguridad cediera a las presiones y chantaje de Bush y Colin Powell. Pero, ocupada Bagdad, cambiaron de posición y, en brusco giro, capitulador, aprobaron la resolución que permitió a la ONU instalarse en Iraq (con las trágicas consecuencias conocidas), legitimando con su presencia la agresión. Iban en busca de migajas en los contratos para la «reconstrucción» de un país destruido por los EE UU.
No cabe analizar aquí las complejas contradicciones que condicionan las metamorfosis de los gobernantes de los tres países, dos de los cuales son miembros permanentes del CS con derecho de veto.
Mientras, la agravación constante de la situación militar y política en Iraq y la incapacidad demostrada por el alto comando estadounidense para enfrentar la resistencia explican el rechazo categórico de los referidos dirigentes a los insistentes pedidos de EE UU en cuanto al envío de tropas. Los tres son además sensibles a la crecida de la ola de sentimientos antinorteamericanos en Iran, Síria, Paquistán y Turquia.
En Afganistán el caos crece. Las fuerzas de la OTAN solamente controlan Kabul, Kandahar y unas pocas ciudades más. La constitución aprobada por una Loya Jirgah (gran asamblea) montada por los EE UU es un papel sin valor, una payasada institucional. La solidaridad popular con la resistencia aumenta. Algunas de las tribus pachtunes de la frontera con Pakistán son hoy orientadas militarmente no por talibanes, sino por antiguos dirigentes del Partido Democrático del Pueblo, la organización marxista que gobernó el país durante la revolución afgana. Son por lo tanto fantasiosas las noticias que atribuyen sistemáticamente a la Al Qaeda y al Mullah Muhamad Omar los ataques a las fuerzas de ocupación.
Es en este contexto que la guerra en Iraq y Afganistán pesa decisivamente en las próximas elecciones de los EE UU, tal como los acontecimientos de Palestina, donde el pueblo resiste al fascismo sionista –instrumento del imperialismo en la región.
El funcionamiento del engranaje político estadounidense obedece a reglas tan peculiares que la valoración de las grandes cuestiones relacionadas con la guerra en Iraq es condicionada por el calendario electoral. Durante meses, el hecho de Bush invocar como causa primera de la invasión del país la supuesta posesión de armas de exterminio masivo no había sido, hasta el inicio de las primarias, tema de gran interés. Se sabía que el Presidente mentía conscientemente porque las armas no habían sido encontradas.
Pero el asunto mereció una atención discreta. Sin embargo, la proximidad de las elecciones hizo de esa mentira el arma principal de la campaña de los aspirantes a la candidatura demócrata, causando grandes problemas a Bush. Los crímenes cometidos contra el pueblo iraquí no son materia de interés para Kerry o para Edwards, ni para los media. Las acusaciones de conducta no ética dirigidas al presidente se limitan al retrasado «descubrimiento» de que, finalmente, mintió al pueblo.
El episodio refleja bien el farisaísmo del mundo político estadounidense.

EL POLO DE AMÉRICA LATINA.

Compañeras y compañeros:.

Cuando un poder imperial, incapaz de concretar sus objetivos en el ámbito de una estrategia ambiciosa, es obligado por el desarrollo de la historia a reformular su táctica y adaptar la misma estrategia a la realidad, el escenario en el cual acumula fracasos emerge también como aquel en que es prioritaria la solidaridad con las fuerzas que lo combaten. Y ese escenario se ubica hoy en paises de Asia musulmana.
La opinión es polémica. Sin embargo, Colin Powell ha sido muy claro al declarar en febrero que por el momento América Latina no es una prioridad en la política externa de los EE UU. A confirmarlo vino un recorte de 11 % en las asignaciones del Presupuesto federal destinadas a iniciativas en la región.
Pese a ello, sería imprudente extraer de esa actitud cualquier conclusión que subestime la importancia del frente latinoamericano en la gran batalla mundial contra el imperialismo. El hecho de que en la perspectiva militar y política el polo principal se localice en zonas de Asia --donde EE UU se encuentran empatanados en guerras con efectos desmoralizantes– no debe implicar, al contrário, una subvaloración del polo latinoamericano.
Washington persiste en una política muy agresiva en la región. El triángulo Colombia- Venezuela-Cuba concentra la atención de la Casa Blanca y del Pentágono. Ambos identifican en su aliado Álvaro Uribe --un fascista que no puede asumirse públicamente como tal--, una versión latinoamericana del israelí Sharom. El Plan Colombia está en ejecución y no obstante la ausencia de condiciones para una intervención directa – inviable por el momento- los EE UU no renuncian a la idea de crear una fuerza interamericana que actuaría contra las guerrillas de las FARC y del ELN, acusadas de ser organizaciones terroristas. La detención en Ecuador del comandante Simón Trinidad de las FARC confirmó la existencia de complicidades profundas de los varios servicios de inteligencia con la CIA.
Desestabilizar Venezuela, sabotear su economía e incentivar allí todas las maniobras golpistas es otra línea de ataque en la región. La firmeza de Hugo Chávez y sobre todo la participación masiva del pueblo en la resistencia a la escalada contrarrevolucionaria han sido factores determinantes en la derrota del lock out petrolero y de las tentativas de la oligarquía, apoyadas por el imperialismo, de derrocar al presidente y destruir la Revolución bolivariana.La intervención en Haiti es de alguna manera un test para evaluar la reaccion de los pueblos latinoamericanos Región a la presencia de tropas estadounidenses y de otras nacionalidades en un país latinoamericano.
Cuba es el tercer vértice del triangulo latinoamericano que preocupa a los estrategas estadounidenses. Cuba no se somete. No abdica del derecho de construir y defender el socialismo. En la perspectiva de Washington, la sobrevivencia de su revolución, después de más de cuatro décadas del más largo y cruel bloqueo de la historia, ofrece un ejemplo peligroso para América Latina. Prueba que es posible resistir. Cuba es el único país del hemisferio donde el derecho a la vida, a la educación, a la salud son pilares de un concepto revolucionario de los derechos humanos.
A nivel continental, la lucha contra el ALCA es objetivo fundamental. Los EE UU desarrollan un gran esfuerzo para que el acuerdo por ellos concebido sea implementado a inicios de 2005. Ante las resistencias encontradas, el proyecto anexionista cambió de forma y procedimiento, pero mantiene intacta su esencia, como afirmara en La Habana Osvaldo Martínez.
La ambigüedad de la posición brasileña suscita aprehensiones. La nueva política de alianzas de Lula, al reforzar el núcleo neoliberal de su gobierno, es impuesta por el ministro de hacienda, Palocci, que mantiene como presidente del Banco Central a un banquero estadounidense, Meirelles, enmascarado de brasileño. No sorprende que el gobierno reivindique al Congreso más autonomía para el BC que la de que goza el Banco Central de los EE UU.
Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra, afirma con fundamento que «el gobierno de Lula solo puede tener éxito si el pueblo brasileño se moviliza» exigiendo los cambios que le prometieron. El discurso populista sobre el hambre y la pobreza impresiona cada vez menos a los muchos millones de brasileños que votaron por un proyecto de sociedad del cual su gobierno ha tomado distancia.
La traición del ecuatoriano Lucio Gutiérrez, hoy totalmente sumiso a Washington, coloca a las fuerzas progresistas del continente ante una realidad. En América Latina la conquista de la presidencia por políticos con programas antineoliberales, elegidos con el apoyo de la mayoría de los trabajadores y de los intelectuales de izquierda, no es garantía del cumplimiento de los compromisos asumidos.
Es preocupante -otro ejemplo- que el Presidente Nicanor Duarte, que entró en el Palacio con un discurso antiimperialista, haya, después de una visita a Bush, decidido enviar tropas paraguayas a Iraq.
El oportunismo y la capitulación de dirigentes populistas que han suscitado grandes esperanzas no justifican, sin embargo, actitudes pesimistas.
Del río Bravo a la Patagonia los pueblos de América Latina, con raras excepciones, demuestran una mayor disponibilidad para la lucha. Eso ocurre en Bolivia,en la Argentina, en el Perú, en Chile, en Ecuador, en Uruguay, tanto como en diferentes países de América Central y del Caribe. Movilizar para acciones concretas a ese formidable capital de combatividad es un gran desafío para las organizaciones y partidos revolucionarios del continente y los movimientos sociales progresistas que rechazan el discurso de los reformadores del capitalismo.
El plan de acción aprobado en la Habana en el III Encuentro anti-ALCA representa un avance en el terreno de la organización al sintetizar objetivos, definir prioridades y subrayar la trascendencia de las movilizaciones continentales.

LAS LUCHAS SOCIALES EN EUROPA.

El polo europeo en la lucha global contra el sistema de poder que amenaza la humanidad tiende a asumir también importancia creciente.
Los Estados de la Unión Europea –al igual que Japón y Australia– están integrados en el sistema capitalista. Sus gobiernos y clases dominantes participan activamente de la explotación capitalista. Son parte integrante de un engranaje. Como beneficiarios de la globalización neoliberal han participado de agresiones contra otros pueblos (Golfo, Somalia, Bosnia, Yugoslavia, Afganistán, Iraq, etc.).
Eso no impide que contradicciones no despreciables opongan permanentemente, en el ámbito de la Triade los Estados y las transnacionales europeas, al sistema de poder estadounidense y a sus gigantes transnacionales. Tales divergencias, que se expresan en conflictos comerciales frecuentes y en discrepancias de posiciones en la ONU, son inseparables de la crisis profunda del capitalismo y de la estrategia de dominación planetaria liderada por la extrema derecha estadounidense.
En seminarios internacionales realizados en Santiago de Chile y en Brasilia en septiembre de 2003 llamé la atención al carácter estructural de esa crisis en los EE UU y a las consecuencias de una estrategia irracional en que el poder de las finanzas pasó, en la gran república del Norte, a ser sustentado por una política de terrorismo de estado.
Siendo actualmente una nación parásita que consume mucho más de lo que produce, con una muy baja tasa de ahorro, los EE UU practican una política de saqueo, bombeando tantos recursos cuanto pueden. El profesor Remy Herrera, de la Universidad Paris 1, formuló hace semanas en la conferencia sobre la globalización, en La Habana, una pregunta oportuna: ¿podrán los EE UU redinamizar la acumulación de capital en el centro del sistema mundial, mediante la guerra imperialista casi permanente? Su respuesta es negativa, porque las destrucciones de capital son «insuficientes para la acumulación capitalista».
La devaluación del dólar con relación al euro –pese a que Europa entró en recesión- no es una simple maniobra monetaria. Esta vez ella refleja la gravedad y la complejidad de la crisis estadounidense. Gigantescos déficits, --el del presupuesto, el comercial y el de cuenta corriente-- asustan a los aliados europeos y asiáticos. Por sí sola, la deuda externa sumada a la pública interna representa ya más de 60% del PIB del país.
El gigante tiene pies de barro y los cómplices están conscientes de su fragilidad.
Es natural que las luchas sociales en Europa Occidental se encuentren en ascenso en un momento en que la ampliación de la Unión Europea a 25 países trae la certeza de un aumento de tensiones entre grandes y pequeños. La cumbre franco-germano-británica de Berlín fue la confirmación de la tendencia hacia políticas antidemocráticas cuya factura será pagada por los trabajadores. El ingreso a la UE de estados como Polonia, Hungría y las republicas bálticas, que se comportan como auténtica quinta columna de los EE UU, será fuente de nuevas situaciones de conflicto.
Otro problema: el proyecto del futuro ejército europeo, defendido con especial interés por Francia y Alemania, continuará suscitando polémicas y chocará con la firme oposición del Pentágono.
Las fuerzas progresistas no solamente se oponen a la militarización del continente, cualquiera que sea el modelo, sino también a la promulgación de una constitución europea que, en la práctica, institucionalizaría el capitalismo, reduciendo las soberanías nacionales a una simple fachada.
También en Europa Occidental la coyuntura, marcada por la recesión, anuncia grandes luchas en el futuro próximo. Luchas de significado y contenido antiimperialista, que son improbables en Rusia y China por motivos que no vienen aquí a colación.
Se puede argumentar, y con fundamento, que en el Viejo Mundo, al igual que en América Latina, el nivel de organización y la capacidad de movilización de las fuerzas que rechazan la globalización neoliberal y su proyecto es muy insuficiente, y no se corresponde a las exigencias del momento histórico.
El balance de los forums de Porto Alegre y de Mumbai constituye un tema de reflexión.
En este mismo seminario intenté el año pasado transmitir mi posición en lo que se refiere a la problemática de intervención de los movimientos sociales de Seattle hasta hoy. Valoré el significado muy positivo de la multitudinaria contestación al proyecto de sociedad del neoliberalismo, pero al propio tiempo llamé la atención a los límites y peligros del espontaneismo movimientista cuando su intervención no tiene como complemento imprescindible la participación intensa en la lucha de partidos y organizaciones revolucionarias.
No volveré al asunto. Recordaré tan solo que durante el año pasado tendencias que presentan matices neoanarquistas favorecieron en la práctica los objetivos de personalidades y fuerzas que creen en la posibilidad de la reforma y la humanización del capitalismo, lo que es una imposibilidad absoluta. Pienso concretamente en los seguidores del escocés Johh Holloway y del italiano Toni Negri, cuyas tesis sobre la temática del poder son desmovilizadoras. Retomar como lo hace Negri la apología de la no violencia en un momento en que la resistencia iraquí, afgana y palestina enfrenta con coraje el terrorismo de estado norteamericano es sembrar la confusión, dificultando la ampliación de un gran frente antiimperialista, el único, por ahora, posible.
Cito un solo ejemplo, pero importante porque miles de jóvenes, sobre todo en los medios universitarios, son receptivos a ese tipo de adoctrinamiento. La confusión que disemina no contribuye a un debate sereno sobre la cuestión, de fundamental actualidad, de las alternativas.

ALTERNATIVAS Y PRIORIDADES.

La cuestión de las alternativas me surge como íntimamente ligada a la del frente de batalla principal.
Fidel Castro, en la clausura del Encuentro anti-ALCA intervino en el debate para afirmar que no habrá una alternativa sino muchas, según la región, el pueblo, las condiciones objetivas y subjetivas.
No se refería obviamente a alternativas al proyecto anexionista del ALCA que, para él, en términos hemisféricos, solo puede ser la integración de las economías latinoamericanas.
Fidel tenía en mente las alternativas a las políticas de ajuste impuestas a América Latina por el Consenso de Washington, con los trágicos resultados conocidos.
Brasil necesita de un proyecto nacional (el actual gobierno abandonó el esbozado en el Programa del Partido de los Trabajadores) que tendrá que ser muy diferente del argentino, como éste del uruguayo y del paraguayo. El de las fuerzas progresistas de Chile presentará un perfil propio, tal como el del Perú, el de Bolivia, el del Ecuador. El de la Venezuela bolivariana se define mes por mes en defensa de la revolución. La larga y heroica lucha de la insurgencia colombiana pesará en las soluciones institucionales democráticas que el pueblo de Nariño reivindica. En cada caso, en México, en Centro América, en el Caribe, el proyecto nacional, para obtener el apoyo de las masas, tendrá que partir de la especificidad nacional.
La opinión emitida por Fidel Castro fue oportuna como elemento clarificador de un debate en el cual la falta de rigor, incluso en el empleo de la palabra alternativa, es fuente de interpretaciones diferentes.
Creo útil llamar la atención a una evidencia. De los Forums Sociales no puede salir cualquier tipo de alternativa global al neoliberalismo, por la sencilla razón de que en el mundo actual es imposible presentar una alternativa de contornos definidos, bien estructurada, al sistema que amenaza destruir el planeta.
La dualidad antagónica socialismo o barbarie, tal como la presentan hoy científicos sociales revolucionarios como el húngaro István Mészaros y el egipcio Samir Amin expresa esa realidad. O el capitalismo en su fase senil destruye la civilización empujando a la humanidad hacia la barbarie (o la extinción) o el capitalismo es erradicado de la tierra.
Sería, sin embargo, entrar en el terreno de la pura especulación esbozar siquiera los contornos del socialismo, o de los socialismos, del futuro.
El análisis y el estudio del terremoto que llevó a la implosión de la URSS apenas han empezado. Sabemos que el mal llamado socialismo real no correspondió al proyecto de Lenin, desfigurándole con terribles consecuencias. Pero sería una actitud utópica, especulativa, dibujar el perfil del socialismo de mañana. No hay desde luego que olvidar que lo más probable será que surjan y se afirmen, coviviendo sociedades socialistas muy diferenciadas. Estamos muy lejos del estado universal.
La controversia asume un carácter práctico complejo porque intelectuales de izquierda serios, respetados, sostienen que la elaboración de una alternativa teorica al neoliberalismo debe preceder a la organización de la lucha frontal, organizada, contra el imperialismo.
Creo que esa posición -identificable en decenas de ponencias presentadas en los Forums sociales –desmoviliza.
La tarea prioritaria, inaplazable, consiste en sumar el máximo de fuerzas para combatir el enemigo, sin darle descanso. En la imposibilidad de un plano mundial de lucha, las fuerzas progresistas, en cada continente, cuando eso sea realizable, en cada región, cada país golpearán tanto más hondo el sistema de poder ahí dominante cuanto mayor sea su capacidad para articular y organizar acciones concretas, de ámbito nacional o internacional, que contribuyan a hacer inviable su estrategia y tácticas.
Es en ese contexto que la definición del frente de batalla principal y de los frentes complementarios adquiere gran importancia, condicionando el tipo, la dimensión y los fines de las iniciativas a promover.
Si admitirmos que el frente considerado prioritario por el imperialismo estadounidense se sitúa actualmente en Asia musulmana , en la región en que la cual el fracaso de su estrategia contribuye más a agravar la crisis interna del sistema, se impone entonces una conclusión: dinamizar la lucha contra la guerra por todos los medios ha pasado a ser la tarea número uno de las fuerzas progresistas en todo el mundo.
Es esa una lucha de la cual pueden participar decenas de millones de personas con cosmovisiones muy diferentes.
La marea de la contestación asumió proporciones gigantescas en febrero y marzo del 2003, cuando 30 millones de personas salieron a las calles en grandes metrópolis para condenar la guerra. Después la protesta bajó .Es necesario trabajar ahora para que se mantenga en nivel alto y vuelva a subir otra vez. Ese objetivo exige en primer lugar un esfuerzo tenaz y permanente para ampliar la solidaridad con los pueblos en lucha en Asia –sobre todo el iraquí- a través de la divulgación de los crímenes cometidos allí por las fuerzas de ocupación de EE UU (y de Gran Bretaña y de pequeños satélites como Italia y España), y del desmontaje de la propaganda que presenta como terroristas a los patriotas que resisten con coraje espartano a la ocupación, luchando por la libertad y la independencia.
La jornada mundial de protesta contra la guerra y la ocupación de Iraq el próximo día 20 será una importantísima prueba. Faltan escasos días para ese gran acontecimiento. De su éxito depende la intensificación de la lucha en escala mundial. El clamor del 20 de marzo, traduciendo el sentir de la humanidad, estimulará en los EE UU la difícil resistencia de los sectores más lúcidos de su pueblo al sistema de poder que ahí presenta ya matices neofascistas.
No existe, todos lo sabemos, un programa que coordine la lucha de los pueblos.
Pero, lo repito, si la jornada del 20 de marzo es exitosa, el combate al imperialismo en múltiples formas se ampliará en todos los continentes asumiendo un dinamismo creador.
En América Latina emocionantes luchas se dibujan en el horizonte. Aquí, la protesta contra la guerra, dentro de días, engloba la lucha contra el Plan Colombia y el Puebla- Panamá, así como la exigencia del cierre de las bases militares estadounidenses en el hemisferio, incluyendo Guantánamo. Tal exigencia debe adquirir carácter permanente, en el momento en que el Pentágono proyecta reforzar su implantación militar en la Amazonia y en América Central.
La jornada continental de lucha contra el ALCA, cuando se hayan iniciado en Brasil las negociaciones ministeriales sobre el proyecto, será también, indirectamente, un gesto de solidaridad, por su carácter antiimperialista, con los pueblos que en Asia se baten contra él.
Lo mismo se puede decir de la acción continental de solidaridad con los que en los EE UU, el 29 de Agosto, se manifestarán contra la reelección de Bush durante la Convención republicana.
Algunas iniciativas, por su naturaleza, tendrán carácter planetario. Es el caso de las movilizaciones previstas para el 24 de abril contra el FMI, el Banco Mundial y la deuda externa, señalando el 60º aniversario de los acuerdos de Bretton Woods.
Compañeras y compañeros:.
Voy terminar.
La alternativa socialismo o barbarie es por sí sola definidora de una época simultáneamente trágica y bella. Si conseguimos frenar la marcha hacia el abismo, el hombre podrá, al fin, caminar por las grandes alamedas de acceso a un mundo que responda a aspiraciones eternas de su condición.
El desenlace es por ahora una incógnita. Dependerá de las actuales generaciones, sujetos de la historia.
Derrotar el monstruoso sistema de dominación imperial, de contornos neofascistas, ha pasado a ser para la humanidad una cuestión de sobrevivencia.
Sumando esfuerzos y voluntades, actuando con lucidez y conciencia del peligro mortal eso está a nuestro alcance.
En esa lucha ecuménica el papel de las organizaciones y partidos revolucionarios asumirá una enorme importancia.
La victoria está -insisto- a nuestro alcance. Soy optimista.
Para que el desenlace sea positivo tenemos que actuar con serenidad, y paciencia, sin sectarismos. El camino, como decia Antonio Machado, se hace al andar.
La tarea de crear condiciones para acelerar la profundización de la crisis del sistema imperial, a través de la movilización de los pueblos, exige esclarecer la cuestión fundamental de la(s) alternativa(s).
La insistencia en cuanto a la elaboración de una alternativa teórica al neoliberalismo, de ámbito mundial, solamente conduce a debates estériles. Persigue un fin que, en esta fase histórica se presenta como inalcanzable, utópico.
El consenso en torno a un proyecto de sociedad futura de pueblos y fuerzas políticas y sociales distanciados por ideologías y vivencias culturales muy diferentes cuando no antagónicas es -una y otra vez lo repito- una imposibilidad.
En contraposición, la movilización mundial respecto a acciones de lucha –la movilización de millones de ciudadanos con múltiplas ideologías y formaciones culturales diferenciadas, contra la guerra y el sistema de terrorismo de estado que la promueve, demostró ya, en un ensayo general, ser posible.
Llevar más lejos esas acciones, ampliar los objetivos durante la lucha, incluirlos en una plataforma común, radicalizar el combate, imprimirle carácter orgánico y permanente- eso, compañeros y compañeras, es el reto mayor que, en mi opinión, enfrentan hoy los revolucionarios y revolucionarias de todas las nacionalidades.
Brindo aquí, en México, para que la jornada del 20 de marzo sea recordada en el futuro como marco histórico en el desarrollo de la batalla contra la amenaza neofascista representada por el sistema de poder imperial de los Estados Unidos. Gracias
Traducción de Marla Muñoz.