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La Izquierda debate

13 de enero del 2004

Argentina: Sobre la burocracia

Guillermo Cieza
Retruco

Es frecuente recordar el pasado de un burócrata político o sindical, como un momento de oportunismo, donde se fingen posturas combativas esperando momentos más propicios para demostrar las verdaderas intenciones.

Frases como "el tipo fue siempre así "; "cuando tuvo un poco de poder mostró su verdadera cara", etc., etc. son ilustrativas de esa mirada sobre el fenómeno burocrático.

Mi experiencia y el conocimiento de otras experiencias a través del relato de personas que vivieron otros momentos históricos desmienten la idea de que se nace burócrata.

Como provocación propongo tres ideas.

1- La propia cultura política de nuestro pueblo, promociona la formación de caudillos y de burócratas.

2- El antecedente inmediato de un burócrata no es un oportunista al acecho, sino un militante abnegado.

3-El germen de la burocracia lo llevamos todos adentro, como el sentido del oído o del olfato, su desarrollo o congelamiento depende de decisiones personales, pero sobre todo de condicionamientos sociales, organizativos y políticos.

El funcionamiento de los grupos: líderes y caudillos

Casi todos los grupos humanos con alguna intencionalidad de aporte a un cambio social funcionan sobre la base de un pretendido esfuerzo colectivo (todos ponemos el hombro) y de un pretendido funcionamiento democrático (decidimos entre todos) .

Si miramos mas de cerca esos emprendimientos (un comedor, un grupo cultural, una huerta comunitaria, una agrupación estudiantil) advertimos que no todos ponen el mismo esfuerzo para concretar las metas propuestas. Algunos ponen el cuerpo, otros solo acompañan y otros picotean y se cuelgan. Puede haber variaciones en las personas que más asumen la tarea, o en el porcentaje entre los que "ponen todo" y los que se cuelgan, pero no en el sentido de que los esfuerzos siempre son desparejos.

Con respecto a las decisiones sucede que cuando hay que tomar alguna resolución algunos no opinan y hay opiniones que son mas valoradas que otras por distintas razones: porque son compañeros que ponen más laburo, tienen mas experiencia, se expresan mejor, etc., etc.

Esas personas que ponen mas el cuerpo y sus opiniones son mas respetadas son líderes. Los liderazgos son característicos de todos los grupos humanos.

La potenciación de líderes naturales como caudillos esta favorecida por la cultura política de nuestro pueblo asentada en sus raíces históricas. Movimientos masivos como el federalismo, el yrigoyenismo, y el peronismo, son antecedentes de la tradición caudillista.

Esta cultura política une por un lado el reconocimiento de una parte de que no sabe, no esta preparada y también un grado de descompromiso (porque si hablo y me hago cargo después tengo que responder) y por otro lado quienes se hacen responsables primero de representar al conjunto y progresivamente de decidir en nombre de todos (el caudillo). La condición de caudillo se expresa "naturalmente" en compañeros que reúnen determinadas condiciones: ponen el cuerpo, tienen capacidad política para contener al conjunto, disposición para hablar en nombre de todos, una fuerte dosis de autoconfianza que deriva en posturas personalistas, etc.

Es importante señalar como se desarrollan "naturalmente" las relaciones en los grupos humanos mencionados para valorar la importancia de la formación donde promovemos la asamblea, que tengamos todos la misma información, que hablen todos, que exista asignación colectiva de responsabilidades y rendición de cuenta, etc., etc.

Por eso, como dice Rubén Drí "el horizontalismo es la utopía (la estrella que nos ayuda a caminar), la realidad es el proyecto (el camino entre una cultura caudillista y el ejercicio de la democracia de base).

La democracia de base entonces va a contracorriente de una cultura política fuertemente enraizada en la conciencia de nuestro pueblo., y el grupo territorial donde se desarrolla una organización que se pretende autónoma es parte de nuestro pueblo y convive con nuestro pueblo. Como aquel que construye una casa en la selva, si se descuida y no corta el pasto todas las semanas, al poco tiempo tiene otra vez la selva en la casa.

Cuando decimos, citando a Freire, que todas las personas tienen saberes y que no hay nadie que sepa absolutamente todo estamos expresando una idea a contracorriente, que debemos trabajar permanentemente para que se internalice y sobreviva en un medio hostil.

Cuando no tenemos capacidad de sostener y machacar sobre estas nuevas formas de relaciones y construcciones sociales, se imponen las lógicas "naturales" es decir el caudillismo.

Esto se ve claramente en construcciones masivas, creadas en tiempos reducidos. Organizaciones sociales que un año eran 200 personas y al año siguiente eran 800 y al otro eran 2000.

Estos crecimientos explosivos se sostienen solamente apoyándose en los caudillos y caudillas barriales, reproduciendo formas de organización que vienen utilizando desde hace años punteros del justicialismo.

En el caso de las organizaciones de desocupados, es interesante observar como la conducción mafiosa del Justicialismo bonaerense y su red clientelar de punteros ha sido reemplazado por las "pirámides leninistas", sin un marcado cambio en las relaciones intergrupales.

Esta adaptación de lo existente para impulsar proyectos diferentes tiene en América del Sur un remoto antecedente. En la etapa de la colonización española, después de fracasados intentos de hacer producir a los pueblos originarios, los conquistadores descubrieron que la mejor forma posible de incorporar ganancias a los circuitos capitalistas era respetar las formas primitivas de organización de los nativos. Vemos allí como toda la estructuración social existente (la autoridad de los caciques sobre las comunidades) se pone en función de la dominación española.

El ejemplo de los caciques incorporados a políticas de dominación contra su propio pueblo, incorpora un elemento nuevo que permite completar el proceso que va del líder al caudillo y del caudillo al burócrata.

En las misiones jesuíticas (el ejemplo mas acabados de esa relación de integración y dominación) los caciques vivían mucho mejor que el resto de la tribu, gozaban de privilegios especiales y además sus hijos concurrían escuelas de caciques donde eran formados en los valores del dominador.

Si un líder es alguien que se destaca en un grupo humano por sus condiciones de trabajo u opinión, un caudillo es quien asumiendo la representación de todos empieza a confundir este mandato con la posibilidad de decidir por todos, un burócrata es un caudillo cuyo autoridad "natural" es usufructuada por políticas ajenas y contrarias a sus bases a cambio de beneficios personales. Un caudillo puede ser autoritario pero no necesariamente un traidor a su clase y a su pueblo, un burócrata siempre ese un traidor.

El camino de los burócratas

Es frecuente que escuchar en personas que participan en un grupo de trabajo comunitario o que desempeñan tareas asignadas por un colectivo, reclamos contra el resto del grupo. Expresiones tales como": si no estoy yo, las cosas no se hacen ". Entre los MTD: " si no estoy yo el comedor no funciona"; o "a la huerta la tapan los yuyos", " o nadie va a la coordinadora", o" nadie se ocupa de los tramites y los planes se van a caer".

Este reclamo que con cierta bronca de los que más hacen contra los que menos hacen, es propio de todos los grupos humanos que emprenden tareas colectivas. El ideal es que todos los esfuerzos sean parejos y no haya reproches, el proyecto es avanzar todos los días un poquito para que los esfuerzos sean mas compartidos.

Como decíamos antes, es muy probable que el que más hace sea mas escuchado, pero el problema no es ese. El problema es que el que más hace se sienta con mas derecho a decidir. La expresión este caso es "Yo decido, total si acá el único que laburo soy yo".

En esa expresión donde "el que hace más" se atribuye el derecho de decidir por "los que hacen menos", esta el germen de la burocracia., pero todavía no están todas las condiciones de generar un burócrata. Para eso hacen falta tres nuevos requisitos: centralización de tareas superestructurales, el cansancio militante, la seducción del poder.

La idea de si no están determinados compañeros las tareas no se hacen o se hacen mal, se empieza a tornar peligrosas cuando esas tareas se vinculan a funciones desligadas físicamente de la base del movimiento. Reuniones con otros movimientos, reuniones con otros grupos, reuniones con el Estado, actividades de prensa. En esas actividades la propia tarea aísla a los compañeros de los colectivos que los mandatan, los individualizan y a veces se ven forzados a flexibilizar posiciones colectivas para alcanzar un consenso, pero también a responder sobre cuestiones no suficientemente discutidas. Y allí se abren los caminos de hacerse cargo de que no esta en condiciones de responder porque el grupo que representa no tiene posición tomada sobre el asunto, o empezar a asumir posiciones personales.

La práctica de decidir aisladamente refuerza la idea de que se tiene el derecho a hacerlo. Y es frecuente observar como la propia función se va comiendo al individuo, que de algún modo se siente obligado a tener respuestas siempre. De hecho se inicia un proceso donde cada vez mas se habla a titulo personal y cada vez menos como vocero colectivo.

El paso siguiente es la concentración de tareas superestructurales, toda la energía militante se concentra en cuatro direcciones: la relación con el Estado, la relación con la prensa, la relación con otros grupos u organizaciones, la relación con fuentes de financiación.

Cuando un líder natural de un grupo concentra las relaciones políticas e institucionales, la condición de vocero de prensa, las relaciones políticas y el manejo del dinero, están las bases materiales para generar un burócrata, pero todavía faltan las base subjetiva.

La base subjetiva es el proceso psicológico por lo que un militante popular se construye como burócrata y se siente con derecho a hacerlo.

El desarrollo de ese proceso psicológico se da casi siempre en el marco de una militancia abnegada, llena de sacrificios y limitaciones personales autoimpuestas en aras del proyecto colectivo.

Mencionaba al activista de base que se enoja con sus pares porque no lo acompañan en la intensidad del compromiso, aquí también hay una rabia de militante multifunciones superestructurales que no se ve acompañado por el colectivo. Pero la legitimidad de la rabia del activista de base no es la misma del militante.

Porque las exigencias del militante muchas veces son artificiales. Caracteriza que no vivimos en una etapa prerrevolucionaria, pero vive como si así lo fuera. Y exige a lo demás que lo acompañen a su propio ritmo, que no incluye momentos de reflexión, de vida familiar, de ocuparse de cuestiones que no abarcan su obsesión militante.

Hay una relación directa entre esta distorsión entre etapa y dinámica (la que incluye reuniones insólitas, días de reuniones insólitos y horarios insólitos) con el desplazamiento de activistas de base en lugares superestructurales por parte de abnegados militantes multifunciones.

La urgencias y el culto a la eficacia son las promotoras de la elitización de las organizaciones. Y si algo caracteriza al elitismo es la perdida de confianza en las personas comunes, en las capacidades de los muchos.

La base psicológica del burócrata se alimenta del elitismo (si yo no estoy, no pasa nada), y todos sacrificios no acompañadas, todas las perdidas por culpa del compromiso militante, se ingresan en la cuenta de las indemnizaciones a cobrar.

Militancia desbordada, elitismo, cansancio militante, son escalones de una misma escalera descendente que cotidianamente van deconstruyendo un militante popular para convertirlo en un burócrata.

Y esto es así porque la rabia del activista de base no tiene mas destino que irse a la casa o esperar que se le pase, pero la rabia del militante ascendido a referente, tiene otras posibilidades. Tiene un precio en el mercado. Allí entra en juego la seducción del poder institucional.

En los tiempos que corren no es difícil un dialogo de entre un funcionario y un dirigente social.

Como dicen los alcohólicos anónimos, ellos saben de qué hablar, porque alguna vez estuvieron allí.

Casi todos los funcionarios con que tratan los referentes sociales fueron, alguna vez, militantes populares. En consecuencia no solo advierten las debilidades y los cansancios, sino que además comparten un mismo mundo cultural. Pueden hablar sin ruborizarse de los zapatistas, de la última película progre, de la política agresiva de Estados Unidos, de los beneficios de la educación popular, etc., etc.

Podría afirmarse que, desde lo cultural, en mucho casos hay mas contacto entre funcionarios y referentes sociales, que entre los referentes y sus propias bases. Ese contacto cultural no es bueno o malo en sí mismo, es la vaselina de un dialogo que puede abrir puertas en lo reivindicativo, o puede contribuir a integrar y desnaturalizar a organizaciones populares.

Para las referencias con visos caudillistas, este es un marco propicio para acelerar procesos de burocratización, que empezaran, como corresponde, ofreciendo beneficios y ventajas adicionales al movimiento, después al distrito, después a la comunidad más cercana y finalmente a los propios referentes.

Y como antes sucedió cualquier crítica a la conducta sinuosa de los referentes será respondida desde el macarthismo intelectual (plantean problemas ideológicos, a la gente de abajo no le interesan esas cuestiones, sino garantizar lo material, etc.), y desvirtuando las criticas a actitudes individuales de referentes, calificándolas como operaciones destinadas a destruir las organizaciones. Sobre el punto hay una vieja máxima del peronismo que siempre utilizó la burocracia sindical para defenderse." La política se encarna en Hombres". Si atacamos a los Hombres (a los dirigentes), atacamos a la política y a la estructura gremial en su conjunto.

La referencia a la burocracia sindical peronista no es caprichosa. Toda la camada de dirigentes sindicales que inician un proceso de integración con Frondizi y se consolidan como burócratas sindicales en los años 60, provenían del activismo sindical de la resistencia peronista a la dictadura. Se dice que Vandor, por ejemplo, fue un activo militante, incluso con participación en actividades de sabotaje con gran riesgo personal.

La peligrosidad de los burócratas sindicales peronistas no dependía exclusivamente de sus contactos con la patronal y el gobierno, sino del hecho de que tenían prestigio personal ante las bases, manejaban el discurso con que podían impactar la sensibilidad de los trabajadores y conocían perfectamente a aquellos activistas que no se habían vendido y necesitaban aislar políticamente, para que después las patronales los despidieran sin mayores costos.

Acomodando las cargas

Dicen que si transportamos zapallos en un carro, en el propio trajinar se van acomodando: los más pesados abajo y los más livianos arriba.

Creo que con el germen de la burocracia hay que hacer algo parecido. Si es inherente a la condición humana, tendremos que buscar un camino que al menos le impida conducir una organización. Formas de tránsito que vayan regulando y asfixiando su crecimiento.

La primera cuestión me parece es desmitificar la burocracia como producto de una falla moral innata en algunas personas, y asumirla como una posibilidad abierta en todos los recorridos humanos. "La silla", que menciona la hermosa canción de Silvio Rodríguez.

La segunda cuestión creo que tiene que ver con fumigar todos los terrenos donde pueda desarrollarse.

Las decisiones en coordinadoras de lucha, el reparto de paquetes reivindicativos ganados al gobierno, imponen criterios de valoración entre los distintos movimientos de difícil resolución.

La competencia por tamaño, donde el mejor movimiento es el que más personas pone en la calle, puede alentar desarrollos masivos no atados a procesos formativos y donde va imponerse la lógica "natural" caudillista, o formas híbridas que combinan el verticalismo de los partidos con el verticalismo de caudillos barriales.

El sentido de la lucha con un objetivo de cambio social tendría que expresarse en criterios de valoración donde se contemple lo formativo y lo productivo a un mismo nivel que lo que se expresa luchando en las calles. Y donde se promocione la constitución de nuevos movimientos, la extensión de la organización popular en todo el país. En el plano decisión creo que es perentoria la búsqueda permanente del consenso, la voluntad de no avanzar en cuestiones donde las opiniones están muy divididas, y en caso de votación mantener la idea de las primeras coordinadoras de lucha donde cada movimiento tenía un voto.

Las organizaciones populares tienen que encontrar mecanismos capaces de aportar a defender a sus militantes mas destacados de sus propias desviaciones personalistas.

La información, los contactos institucionales o de prensa, las relaciones políticas, la vinculación con otros movimientos afines, las áreas de formación y de proyectos productivos, son fuentes de poder interno. .

Si negamos su existencia y en nombre del horizontalismo decimos que de esas cuestiones se van a ocupar "las bases"; o si en nombre de la urgencia o la eficacia se centralizan en una persona o en un grupo, desde discursos distintos se esta pavimentando el camino para incipientes desarrollos burocráticos.

Los poderes que genera cada una de esas actividades son inevitables. La única posibilidad de que no se vuelven en contra de la democracia interna es fragmentarlos, repartirlos.

Por eso las organizaciones deben ser muy rigurosas en la división de tareas, en la asignación de responsabilidades, en la no-superposición de funciones, en la exigencia de rotaciones obligatorias y en el respeto de ritmos de funcionamiento y horarios acordados.

Por último habría que agregar que la participación y por lo tanto el crecimiento de los compromisos personales y colectivos, la integración y socialización de experiencias tiene muchos caminos y debe recorrerse desde todas las identidades posibles. Las movidas artísticas y recreativas, actividades desde una perspectiva de género o generacional, la resolución de cuestiones como la tierra para habitar, la vivienda, la educación y la salud, van fortaleciendo el mejor antídoto contra la burocracia: Mas cabezas autónomas proyectando un sueño colectivo.