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Las luchas de las mujeres, sus organizaciones y figuras históricas en México

Raúl Jardón / Revista Rebeldía

Tres ejes centrales caracterizaron las luchas y el surgimiento de organizaciones de mujeres a finales del siglo XIX y en el siglo XX. Hasta 1970 las demandas y acciones se concentraron:

1° en la participación organizada de las mujeres en las luchas revolucionarias y opositoras, rompiendo los esquemas que encerraban a la mujer en su papel tradicional, irrumpiendo en la actividad pública y levantando reivindicaciones sociales y políticas sobre todo de las obreras y campesinas; esta tendencia fue sostenida por las mujeres de izquierda, primero anarcosindicalistas y luego comunistas.

2° en la lucha por el sufragio universal y los derechos políticos de las mujeres, sostenida principalmente por organizaciones femeniles de capas medias y por las del partido oficial (Partido Nacional Revolucionario, Partido de la Revolución Mexicana, luego PRI), aunque en esta vertiente se inscribieron también de manera determinante en los años 30 las organizaciones de izquierda de mujeres, pero sin otorgarle un papel central en sus programas de lucha.
Aunque en ese primer periodo hay pronunciamientos aislados a favor del amor libre, contra la doble moral favorecedora del machismo, etcétera, es hasta la década de los 70 cuando cobran auge la organización y lucha de las mujeres con demandas en torno al 3er eje: el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y la reproducción, el respeto a la diferencia sexual y otras que constituyen las luchas por los derechos de género.

En esta vertiente destacan organizaciones y publicaciones autónomas de mujeres de izquierda, principalmente de las capas medias, que tienen, primero, coincidencias y divergencias con los partidos de izquierda radical en torno al lugar que ocupa la lucha por la liberación de la mujer en la lucha por la revolución social y, a partir de la década de los 90, hay una relación a veces contradictoria y a veces coincidente con la izquierda parlamentaria y la izquierda social en torno al lugar de las luchas de género en el combate por lograr una transición democrática y en torno a lo necesario o innecesario de la concesión de porcentajes en los cargos partidarios y puestos de representación popular que garanticen espacios más o menos igualitarios para las mujeres.

El movimiento de las mujeres ha seguido una trayectoria de desarrollo con auges y descensos muy similares a los de la izquierda mexicana, aunque es significativo que el periodo de máximo ascenso de la organización y lucha de las mujeres se inició en 1931, adelantándose al de los movimientos obrero y campesino en la misma década; y su descenso también se anticipó a la corporativización de sindicatos y centrales campesinas, pero sin que surgiera una organización de mujeres amplia controlada por el gobierno.

Por desgracia, las ponencias, estudios y libros sobre el movimiento de las mujeres en México son pocos y hacen muy pocas alusiones a actos, movilizaciones y luchas concretas realizadas por las organizaciones de mujeres, sino que se refieren fundamentalmente a sus organizaciones y programas, aunque las referencias a estros dos últimos aspectos dan una idea más o menos precisa de lo amplio o reducido del movimiento de mujeres en cada periodo.

Las precursoras, la revolución
En 1887 aparece el semanario Violetas del Anáhuac, editado por Laureana Wright y Mateana Murguía en el que, por primera vez, se insinúa la posibilidad del voto femenino y se aboga por la igualdad de derechos y la instrucción a las mujeres.

Otras publicaciones pioneras, pero no tan definidas en esos temas son el Álbum de la Mujer (1853-1924) y La Mujer Mexicana, órgano de la sociedad feminista Protectora de la Mujer (1904), dedicadas "al perfeccionamiento físico, intelectual y moral de la mujer".

Estas publicaciones son impulsadas por mujeres de clase media que demandan reformas que mejoren la condición de las mujeres para lograr la igualdad con los hombres.

En 1901, Juana Belén de Gutiérrez funda en Guanajuato el periódico Vesper, que, con diversas interrupciones en su publicación, se mantiene hasta 1935. Ella, Elisa Acuña de Rosseti y Dolores Jiménez y Muro, están ligadas al Partido Liberal de los hermanos Flores Magón. Apoyan las luchas de los mineros, van a la cárcel y ahí fundan el grupo "Hijas de Cuauhtémoc" que combina las demandas de igualdad y cambios políticos. Se suman la campaña anti-reeleccionista de Madero y, para respaldar a Zapata, forman la organización "Amigas del Pueblo", demandan el voto femenino al presidente provisional Francisco León de la Barra y organizan, en junio de 1911, una manifestación en la colonia Santa Julia por esa demanda que es reprimida con un saldo de 9 muertos. Editaron también, en 1914, el periódico La Reforma, primero en reivindicar la causa de los pueblos indios.

Juana Belén estuvo presa bajo los gobiernos de Madero y Carranza. Elisa Acuña de Rosseti fue integrante del Centro Directivo de la Confederación de Clubes Liberales en 1903; junto con Juana Belén fue editora de Fiat Lux, Órgano de la Sociedad Mutualista de Mujeres. Dolores Jiménez Muro escribió en el opositor Diario del Hogar y fue encarcelada en el porfiriato. Fue coronela zapatista y coautora del Plan Político-Social de la Sierra de Guerrero, antecedente del Plan de Ayala.

En 1906 surge la organización "Las admiradoras de Juárez", que lucha por el derecho al voto de las mujeres, mientras que en 1907 se forma, con obreras textiles de Tizapán, el grupo "Hijas de Anáhuac", que se adhiere al programa del Partido Liberal Mexicano de los Flores Magón y plantea ligar la lucha social y la de las mujeres.

Pese a estar encarcelada tras el enfrentamiento del 20 de noviembre de 1910, Carmen Serdán encabeza la Junta Revolucionaria de Puebla, formada el 10 de diciembre por un grupo de mujeres en el que destaca Guadalupe Narváez y que hace propaganda revolucionaria.

Entre 1911 y 1912 las mujeres maderistas sostienen en la publicación Nueva Era, que luchan contra la idea de inferioridad femenina, aspiran a tener acceso a la instrucción en todos los niveles y a ser útiles a sí mismas, a la familia y a la sociedad, pero no ambicionan posiciones igualitarias frente al hombre (Credo Feminista)

Luego del asesinato de Madero, Eulalia Guzmán, Inés Malváez, Dolores Sotomayor y otras mujeres forman el grupo "Lealtad" que, junto a las organizaciones Liga Feminista Anti-reeleccionista Josefa Ortiz de Domínguez, Liga Femenil de Propaganda Política y Club de Hijas de la Revolución hacen propaganda e incorporan mujeres a la lucha revolucionaria.

Contra lo comúnmente pensado, las mujeres se incorporan a la revolución mexicana no sólo como soldaderas que acompañan a sus hombres, sino que hay mujeres-soldado que pelean al mismo nivel de los hombres y llegan a obtener rangos militares. Algunos casos destacados son el de la subteniente María Encarnación Mares de Cárdenas "Chenita", la coronela zapatista Rosa Padilla y la coronela de caballería Amelia Robles.

Esa participación en la lucha armada, que involucra a familias enteras, junto con la incorporación de la mujer a las actividades productivas, sobre todo agrícolas, pero también en otros campos durante la revolución, rompe el patrón familiar.

En 1916 se forma el "Grupo de Mujeres Ácrata" de la Casa del Obrero Mundial, encabezado por la costurera Esther Torres, quien forma parte del Comité de Huelga que organiza la huelga general reprimida por Carranza ese año en la capital.

En enero y noviembre de 1916 el gobernador yucateco y general Salvador Alvarado convoca y organiza 2 Congresos Feministas en ese estado. Al primero (13-16 de enero) asisten unas 700 delegadas y al segundo (23 de noviembre-2 de diciembre) 234. En el primero se acuerda que "para manumitir a las mujeres del yugo de las tradiciones, se dé a conocer a las mujeres todas las facultades que poseen y cómo aplicarlas para desempeñar actividades que hasta el momento son realizadas sólo por los hombres". No se aprueba promover la "educación racionalista", ni el voto femenino. En el segundo se acuerda otorgar el voto a las mujeres en las elecciones municipales, pero negándoles el derecho a ser electas, lo que provoca el descontento del sector radical encabezado por Elvia Carrillo Puerto, misma que, al amparo del gobierno de su hermano Felipe Carrillo Puerto y del Partido Socialista del Sureste (primero llamado Partido Socialista Obrero), organiza de 1922 a 1924 las Ligas de Resistencia Feministas Campesinas, que llegaron a ser 45 en Yucatán y de cuya magnitud da una idea el que únicamente una de ellas tenía 5,500 afiliadas.

El Partido Socialista del Sureste incluyó en su programa la igualdad de derechos para ambos sexos, promovió la elección en 1922 de Rosa Torres como presidenta municipal de Mérida y las candidaturas triunfantes en 1923 de Elvia Carrillo Puerto, Beatriz Peniche, Raquel Dzib y Guadalupe Lara como diputadas locales.

Entre 1915 y 1919, Hermila Galindo, secretaria particular de Venustiano Carranza, publica la revista Mujer Moderna, desde la que promueve el derecho al voto de las mujeres. Ella misma, junto al general Salvador González Torres, envía una propuesta al Congreso Constituyente proponiendo que se consagre en la Carta Magna el derecho al voto femenino. La propuesta es rechazada por los constituyentes argumentando que: "El hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan las condiciones necesarias para ejercer satisfactoriamente los derechos políticos no funda la conclusión de que éstos deben concederse a las mujeres como clase...las mujeres no sienten, pues, la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de un movimiento colectivo en ese sentido". Aún sabiendo que no sería reconocida, Hermila Galindo lanzó en 1918 su candidatura para diputada por el 5° Distrito del DF.

Sin embargo, el Constituyente reconoció las diferencias sexuales en materia laboral, estableció la igualdad salarial para ambos sexos y la protección a la maternidad y, poco después, el gobierno expidió la Ley de Relaciones Familiares que establece por primera vez la igualdad de derechos de marido y mujer en el matrimonio y legaliza el divorcio. El Constituyente mantuvo la diferencia de derechos entre "hijos legítimos" y "naturales", mientras que las Leyes de matrimonio expedidas en 1915 tanto por la Convención de Aguascalientes como por Emiliano Zapata no hacían distingos entre ambos.

El 16 de agosto de 1918 se forma el Centro Radical Femenino, ligado a los anarcosindicalistas de la Casa del Obrero Mundial, que publica el periódico El Iconoclasta, y se auto caracteriza como "un periódico escrito por afanosas luchadoras y destinado a crear conciencia de la mujer esclavizada por el vampirismo romano" (en referencia al clero católico que chupa la sangre de las mujeres)

También en 1918 se constituye el grupo Alma Roja, formado por obreras textiles, bordadoras y telefonistas y, al año siguiente, se realiza una huelga magisterial en la que las jóvenes maestras forman el contingente principal.

Entre septiembre y octubre de 1919, Evelyn Trent Roy (esposa de Mahanabendra Nat Roy, uno de los fundadores del Partido Comunista), Juana Belén de Gutiérrez, Elena Torres, Refugio (Cuca) García y Elvia Carrillo Puerto crean la organización Consejo Nacional de Mujeres, o Consejo Feminista Mexicano o Consejo Mexicano de Mujeres (el nombre varía según diversas autoras), cuyo programa propone la emancipación económica (paga igual a trabajo igual, etc.), social (asociaciones libertarias en el campo intelectual y obrero, etc.) y político (derecho al voto y a ser electas) de las mujeres. Editan el periódico La Mujer, que en 1920 llegó a imprimir 4 mil 500 ejemplares.

En 1920 el líder campesino comunista michoacano Primo Tapia impulsa la organización de las Ligas Femeniles en las que destacan Estela Carrasco y Refugio (Cuca) García. En las comunidades agrarias esas ligas organizan la lucha anticlerical y agrarista, contra el alcoholismo, por la dotación de tierras y contra "los expoliadores de la clase indígena". Con base en ellas se realiza, el 1° de mayo de 1924 el Primer Congreso de Sindicatos Agrarios Femeninos de la Región Michoacana.

En 1922 surge la celebración del 10 de mayo como Día de la Madre promovido por el diario Excélsior, los comerciantes y algunas autoridades educativas.

Entre 1921 y 1924, las mujeres maestras juegan un gran papel en la gestión educativa de José Vasconcelos. Eulalia Guzmán es la Jefa de la campaña contra el analfabetismo de 1923 a 1924.

En 1923, se realiza el Primer Congreso Nacional Feminista (promovido por la Liga Panamericana de Mujeres) en la capital del 20 al 30 de mayo, con la asistencia de 100 delegadas de 20 estados. En él destacan como organizadoras las maestras comunistas Elena Torres y Cuca García. Resuelven luchar por igualdad civil para que la mujer acceda a cualquier cargo administrativo, que en todos los divorcios los hijos se queden con la madre, igualdad política y representación parlamentaria de las organizaciones sociales, una sola moral sexual para todos, cooperativas de consumo, igualdad laboral, protección a las trabajadoras domésticas, guarderías y comedores infantiles en las fábricas. Elvia Carrillo Puerto defiende el amor libre.

Distinta es la opción que plantea la sección mexicana de Unión de Mujeres Americanas, fundada el mismo año, que se concentra exclusivamente en la lucha por los derechos políticos de las mujeres.

Paralelamente, en 1923, por iniciativa del gobernador Aurelio Manrique, se concede el voto en las elecciones municipales a las mujeres alfabetizadas en San Luis Potosí (dura hasta 1928), y en Chiapas en 1925, el congreso estatal reconoce el derecho al voto y a ser electas para todo puesto de representación popular a todas las mujeres mayores de 18 años.

En 1925 se realiza el Congreso de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas.

En 1926 Elvia Carrillo Puerto lanza su candidatura a diputada y su triunfo es reconocido por las autoridades de San Luis Potosí, pero no por el Colegio Electoral del estado.

Durante la década de los 20 y principios de los 30 destaca el reto a las prohibiciones, prejuicios y convencionalismos que plantea la actividad pública de mujeres como Antonieta Rivas Mercado, Guadalupe Marín, Frida Kalho, María Izquierdo, Tina Modotti, Nahui Ollín, María Dolores Asúnsolo, Guadalupe Rivas Cacho, mujeres, en su mayoría identificadas con la izquierda, que influyeron en un cambio de actitudes sociales, aunque también provocaron escándalo en los sectores conservadores.

En 1929 las mujeres juegan un papel central en la campaña del Partido Anti-reeleccionista que trata de llevar a José Vasconcelos a la presidencia. Destacan en ella Adelina Zendejas, Eulalia Guzmán, Luz Vera y otras. Vasconcelos incluye en su plataforma electoral el derecho al voto de la mujer.

El auge de la década de los 30
La primer celebración pública del 8 de marzo como Día de la Mujer Trabajadora en México fue en 1931, o al menos no hay información de cualquier acto en años previos (día establecido por acuerdo de la Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas en 1910 a propuesta de Clara Zetkin para rememorar la represión a las obreras textiles de Nueva York en 1907).

El llamado a la celebración fue hecho por el Departamento Femenino del Partido Comunista Mexicano (PCM) en el periódico ilegal El Machete considerando que esa fecha debía ser punto de partida para la organización de las mujeres en los sindicatos y en las (células) Locales del PCM en torno a sus reivindicaciones, entre las que incluía: igual salario por igual trabajo, dotación de tierra a las obreras agrícolas y campesinas pobres, ocho semanas de descanso antes del parto y 8 semanas después del mismo con salario íntegro, establecimiento de casas-cuna para los hijos de las obreras y apoyo en efectivo a las mujeres desempleadas.

En 1932 se realizan ya actos públicos el 8 de marzo en varias ciudades de la república, organizados por el Partido Comunista. En los 3 años siguientes los actos en esa fecha tienen como eje central la lucha por mejores salarios para las mujeres, aunque el último año se añaden los planteamientos de construir escuelas para atender a todos los niños y libros de texto gratuitos para los hijos de trabajadoras. En 1936 la conmemoración ya es por el Día Internacional de la Mujer, se celebra en el Palacio de Bellas Artes y en él intervienen Josefina Vicens, de la Confederación Campesina, Refugio (Cuca) García, comunista del Frente Pro Derechos de la Mujer, y Lombardo Toledano, de la CTM.

A principios de los años 30 grupos de mujeres del PNR piden que, como partido del gobierno, lleve a la cámara de Diputados la demanda del voto femenino, pero los legisladores penerristas responden: "La Constitución no niega a la mujer el voto; pero toda vez que el PNR desea introducir a la mujer paulatinamente en la vida cívica, conviene no festinar el asunto".

Entre 1931 y 1934 se celebraron tres Congresos Nacionales de Obreras y Campesinas en los que se confrontaron las concepciones de las mujeres del Partido Nacional Revolucionario y del Partido Comunista Mexicano. Las primeras insistían en los temas relacionados con el sufragio femenino y la existencia de organizaciones femeniles y las segundas ponían el acento en las reivindicaciones de las obreras y campesinas y la lucha conjunta con los hombres para alcanzarlas.

El primer congreso se efectuó del 1º al 5 de octubre de 1931 en la capital con la asistencia de delegadas de 12 estados y 10 organizaciones sociales y políticas. Las delegadas de organizaciones del PNR insistieron en que se creara una Confederación Nacional Femenina fuera de los sindicatos y ligada a ese partido, lo que no fue aprobado. Las comunistas Concha Michel, Cuca García y Consuelo Uranga plantearon la lucha de las mujeres dentro de los sindicatos y agrupaciones campesinas por sus derechos. Las penerristas acusaron a las comunistas de provocar la disolución del congreso por su intransigencia y "actitudes escandalosas impropias de las mujeres".

El segundo Congreso Nacional de Obreras y Campesinas se realizó del 25 al 30 de noviembre de 1933 en el DF y a él asistieron delegadas de casi todos los estados de la República y de 19 organizaciones sindicales, campesinas, de mujeres e incluso representantes de gobiernos de varios estados. En el Congreso predominaron las posiciones presentadas por las comunistas, lo que hizo que la policía irrumpiera en el sitio en que se realizaba con el pretexto de que "las comunistas vertieron conceptos inconvenientes contra algunas autoridades". Pese a ello, las labores se reiniciaron y se adoptaron resoluciones para luchar por: organizar a la mujer trabajadora en un frente único con el proletariado para luchar por el mejoramiento de sus condiciones de vida, salario mínimo para las mujeres y jornada de trabajo especial para las obreras y empleadas domésticas, establecer centros culturales de mujeres para elevar su nivel en este aspecto, organizar a las mujeres para obtener sus derechos políticos sin restricciones, oponerse a la guerra, al servicio militar y a la cartilla de identidad nacional. Las delegadas penerristas, agrupadas en el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias declararon nulos los acuerdos.

A partir de ese congreso se comenzó a editar la revista mensual Mujer Trabajadora, a cargo de la Comisión Permanente del II Congreso.

Del 10 al 15 de junio de 1934 se celebró un Congreso contra la Prostitución convocado por la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, con fuerte participación de médicos y especialistas oficiales. En el congreso chocaron las concepciones de los grupos conservadores que atribuían la prostitución sólo a causas morales y culturales y las de las comunistas, que la atribuían exclusivamente a la miseria y a la desigualdad social. A fin de cuentas, las organizadoras tuvieron que abandonar el congreso y las comunistas lograron que las resoluciones fueran en pro del aumento general de salarios, por la aprobación del proyecto de Ley del Seguro Social presentado por la Central Sindical Unitaria de México, rebaja de rentas, supresión del reglamento que permitía la prostitución, establecimiento de dispensarios antivenéreos, casas-cuna para hijos de trabajadoras, desayunos escolares, etcétera. Sin embargo el Partido Comunista criticó acremente "las desviaciones feministas" de una de sus militantes más destacadas, Concha Michel, quien sostuvo que había que luchar por la liberación biológica de la mujer y que la causa principal de la prostitución era el sometimiento de la mujer al hombre.

El Tercer Congreso Nacional de Obreras y Campesinas se llevó a cabo del 13 al 16 de septiembre de 1934, esta vez en Guadalajara, con la asistencia de 300 delegadas de 61 organizaciones obreras, campesinas, de estudiantes, etcétera, e incluso participó oficialmente el PNR. Los acuerdos se orientaron a crear formas de protección legal a la mujer en su condición de trabajadora, esposa y madre, implantar las escuelas mixtas para ambos sexos en todos los niveles, unificar a las mujeres en un Frente Único, "desfanatización" del pueblo, sostenimiento de la escuela socialista y derecho al sufragio. Hubo acuerdos aprobados por aclamación como proscribir a los sacerdotes en todo el país, el apoyo a la escuela socialista y exigir el derecho al voto. En este congreso no se registraron intervenciones destacadas de mujeres comunistas, pero la comisión permanente surgida de él incluyó a delegadas comunistas y penerristas.

El mismo año de 1934, el Bloque Obrero Campesino postuló al dirigente del Partido Comunista Hernán Laborde como candidato a la presidencia de la República y se organizó el Bloque de Obreras y Campesinas que postuló, aunque no fuera legal, a Consuelo Uranga, Luz Encinas, Rosa Segura y Martina Decina como candidatas a diputadas y senadoras en el DF y Oaxaca.

El 28 de agosto de 1935 se formó el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), que es la organización más amplia e importante que ha tenido el movimiento de las mujeres en nuestro país. En el FUPDM confluyeron mujeres de todas las tendencias políticas y de diversas clases sociales excluyendo sólo a los sectores conservadores.

Llegó a tener más de 50 mil afiliadas, la convocatoria a su creación fue firmada por 25 organizaciones nacionales o regionales y aglutinó 800 organizaciones en todo el país. Su programa era muy amplio e incluía, entre otras cosas: el derecho al voto de las mujeres, modificaciones a la ley del trabajo para hacer compatible la maternidad con la actividad laboral, cambio a las leyes agrarias para que las mujeres también fueran sujetos de dotación de tierras, establecimiento de fuentes de trabajo para las mujeres, contra los impuestos excesivos a las comerciantes de estanquillos, expendios y mercados, rebaja en las rentas de vivienda, igualdad política y social para campesinas e indígenas, escuelas y libros para las hijas de las trabajadoras, casas de maternidad para obreras y rebaja en las tarifas eléctricas.

Como secretaria general del FUPDM fue elegida la comunista Cuca García y en 1936 formó un Consejo Nacional del Sufragio Femenino que realizó grandes actos públicos y envió al presidente Cárdenas la propuesta de que se concediera el voto a la mujer. En 1937, apoyadas por el FUPDM, Cuca García y Soledad Orozco son postuladas como candidatas a diputadas en Michoacán y Guanajuato, respectivamente (la primera es aspirante independiente y la segunda obtiene el apoyo del PRM). No se les reconoció el triunfo a pesar de una campaña de mítines y marchas. Las partidarias de Cuca García realizaron una huelga de hambre frente a la residencia oficial del presidente Cárdenas.

Al año siguiente surge la corriente República Femenina, encabezada por la en ese momento ya ex comunista Concha Michel y la legendaria magonista Juana Belén de Gutiérrez, se separa del FUPDM criticando el abandono de la defensa de los derechos de las mujeres por intereses partidistas y planteando la concepción de que "hay que crear organizaciones autónomas de las mujeres que formulen primeramente sus programas de principios y los incorporen al de la clase trabajadora reforzando las demandas de ésta; en intercambio, obtener apoyo para las demandas específicas de la mujer y utilizar el aparato político cuando ella lo necesite en relación con su causa".

Por otro lado, la participación de las organizaciones de mujeres pero fundamentalmente de las maestras comunistas y su partido, fuertemente arraigado en la Secretaría de Educación Pública, fue un factor fundamental para el impulso de la educación socialista implantada en el sexenio de Cárdenas.

La actividad del FUPDM ejerció influencia para que, en agosto de 1937, el presidente Cárdenas enviara al Congreso de la Unión la iniciativa para conceder el voto a las mujeres, iniciativa que fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados y por mayoría en la de Senadores. En septiembre de 1938 la iniciativa ya había sido aprobada por la mayoría de las legislaturas estatales, pero el Congreso de la Unión nunca realizó el cómputo que hubiera modificado el artículo 34 de la Constitución. Unas autoras dicen que ello de debió a la decisión de Cárdenas de nombrar como su sucesor al "moderado" Manuel Ávila Camacho; otras lo atribuyen al temor a que el voto femenino favoreciera al derechista Juan Andrew Almazán; unas más dicen que, o bien Cárdenas pensó que ya no necesitaba el apoyo de las mujeres, o que ya no tenía el respaldo de suficientes legisladores para imponer la realización del cómputo (aunque esto último es poco probable en septiembre de 1938, cuando Cárdenas estaba en la cúspide de su poder)

En 1938 el FUPDM impulsó la creación del Comité Femenino Pro Redención de la Economía Nacional que realizó una amplia campaña nacional de recolección de fondos para el pago de la deuda contraída con la expropiación petrolera.
Al terminar el sexenio cardenista el FUPDM va perdiendo fuerza y entre fines de 1939 y 1940 desaparece. En ello influyó la política de "unidad a toda costa" implantada en el Partido Comunista, algunas de cuyas militantes se sumaron al trabajo femenil del PRM y otras al de las Comisiones Femeniles de su propio partido.

Reflujo y resistencia
A principios de la década de los años 40 se crea el Comité Coordinador en Defensa de la Patria, dirigido por María Efraina Rocha, que realiza actividades antifascistas durante la Segunda Guerra Mundial y antibelicistas después de ella. A mediados de la misma década, un grupo de mujeres, encabezado por Estela Jiménez Esponda, levanta un trabajo en defensa de las mujeres de colonias populares, logra que el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias se independice del partido oficial y trata de continuar el programa del FUPDM.

Paralelamente, las mujeres comunistas en la comarca lagunera comienzan a transformar las Ligas Feministas organizadas en cada ejido en Uniones Democráticas de Mujeres entre 1948 y 1949.

Mientras tanto, las mujeres priístas que apoyan la candidatura de Miguel Alemán a la presidencia proclaman un Programa de la Mujer Mexicana que incluye el reclamo de "la plenitud del goce de nuestros derechos". El propio programa del naciente PRI planteaba, en enero de 1946, que "las mujeres tienen exactamente las mismas condiciones que los hombres en el ejercicio de los derechos ciudadanos". Alemán responde enviando al Congreso una iniciativa para conceder a las mujeres el derecho al voto y a ser electas sólo en las elecciones municipales, que es aprobada el 24 de diciembre de 1946.

Para los inicios de los años 50 el Bloque Nacional de Mujeres Revolucionarias ya casi no existía y surge en La Laguna la Unión Democrática de Mujeres Mexicanas (UDMM), influida por las comunistas, que se propone: "Luchar por la plena igualdad en derechos de la mujer respecto al hombre en la vida económica, política y social del país...busca incorporar a las mujeres a la lucha, independientemente de su posición social o económica, de sus ideas políticas o creencias religiosas y sostiene que el progreso y la emancipación no pueden lograrse si subsiste la discriminación y la explotación brutal de la mujer...solamente en colaboración estrecha con el hombre se puede construir un México libre, próspero y que brinde bienestar y seguridad a los hogares y a las familias". La UDMM se constituye en el ámbito nacional en 1954 con lideresas como Paula Medrano, Paula Gómez Alonso y Adelina Zendejas.

En agosto de 1951, el Partido Obrero Campesino Mexicano (POCM), formado por militantes expulsados del Partido Comunista, demanda formalmente reformas a la Ley Electoral y señala que es anticonstitucional mantener a la mujer sin derechos a votar y ser votada para cualquier cargo y realiza una campaña en pro de esta reivindicación. El POCM impulsa la fundación en 1952 de la Unión de Mujeres Revolucionarias Guerrerenses.

En su campaña Electoral de 1952, Adolfo Ruiz Cortines, se compromete con las mujeres a concederles el voto. Algunas fuerzas priístas demandan que simplemente se concluya el trámite iniciado en la época de Cárdenas, pero Ruiz Cortines presenta una nueva iniciativa (la de Cárdenas decía: "son ciudadanos mexicanos los hombres y mujeres; la de Ruiz Cortines: son ciudadanos los varones y las mujeres"). El Congreso de la Unión y las legislaturas locales la aprueban en trámite relámpago y, el 17 de octubre de 1953, aparece publicada en el diario oficial la reforma constitucional respectiva. 4 millones de mujeres (y 5 millones de hombres) votan por primera vez en los comicios del 3 de julio de 1955 y la primer diputada federal electa es la maestra Aurora Jiménez de Palacios, postulada por el PRI en el primer distrito del estado de Baja California.
La UDMM mantiene una actividad regular en la década de los 50, pero, a partir de la efervescencia del movimiento magisterial en el DF y de las luchas de los ferrocarrileros, en 1958 surge la organización Vanguardia de la Mujer Mexicana (VMM), que publica el boletín Mujeres Mexicanas y participa no sólo en la lucha de los maestros y rieleros, sino también las de los trabajadores de Euzkadi, telegrafistas, petroleros y otras.

En este periodo de luchas sindicales, destaca la figura de la diputada del Partido Popular (luego Socialista: PPS) Macrina Rabadán quien, en contra de la línea de su partido y en medio de desaforados ataques del PRI, el PARM y la prensa, es la única legisladora que apoya todas esas luchas y denuncia la represión contra ellas.

Dato significativo es que la conmemoración del 8 de marzo de 1959 se realiza en el local del Sindicato Mexicano de Electricistas y el acto es convocado por las mujeres de la sección 34 del sindicato de petroleros, de las secciones 15,16,17 y 18 del de ferrocarrileros, de la sección IX de maestros, de los sindicatos de El Ánfora y Euzkadi, del Frente Nacional de Artes Plásticas, el Taller de Gráfica Popular, la UDDM y la VMM.

El 19 de noviembre de 1959 la VMM organiza en la plaza de Santo Domingo de la capital un mitin por la libertad de los presos políticos que es reprimido.

Entre el 14 y el 16 de abril de 1961 (con el impulso decisivo de la organización de mujeres cubanas) se realiza en la capital el Encuentro de Mujeres de México, Centroamérica y del Caribe, que revitaliza al movimiento de mujeres, pues en él participan como parte de la delegación mexicana 75 campesinas, 70 estudiantes y 53 obreras, además de 5 organizaciones de mujeres y personalidades destacadas como Clementina Batalla de Bassols, Rosario Castellanos, Adriana Lombardo, Rosaura Revueltas, Macrina Rabadán, Margarita Paz Paredes, Sol Arguedas y veteranas del movimiento de mujeres como Eulalia Guzmán, Concha Michel, Adelina Zendejas, María Asúnsolo y otras.

A partir de ese encuentro se publica el Boletín Nacional de Información y comienza a articularse la actividad de las mujeres en el seno de Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Luego, del 28 al 30 de diciembre de 1962 se realizó la Conferencia Nacional de Mujeres Mexicanas, apoyada por el MLN para impulsar el Congreso de Mujeres de Toda América que se efectuó en Cuba.

La participación en tales eventos internacionales propició la actividad conjunta de las organizaciones de mujeres existentes y la creación de otras que constituyeron entre el 7 y el 15 de enero de 1964 un Comité Unificador Nacional de Mujeres, integrado por tres delegadas de cada uno de los siguientes sectores: obreras, empleadas, estudiantes, campesinas, amas de casa, profesionistas, periodistas y ferrocarrileras. El comité convocó al Congreso Femenil de Unidad que se llevó a cabo del 9 al 11 de marzo con la asistencia de delegadas de los sectores mencionados de 20 estados de la República y 20 colonias proletarias del DF, además de estudiantes de la UNAM, IPN y Normales.

En el congreso se formó la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (UNMM), con destacada influencia de las comunistas y con un programa que se proponía: "conquistar la igualdad de los derechos de la mujer en la sociedad y la familia", e incluía 38 reivindicaciones generales o concretas de la mujer como trabajadora, como madre, campesina, indígena, como ciudadana, para los niños y por la paz. La UNMM se autodefinió como "una organización democrática con la finalidad de organizar y unir a los más amplios sectores de mujeres mexicanas y promover la lucha por los derechos y reivindicaciones de la mujer" y retomó la publicación del boletín Mujeres Mexicanas, sostenido hasta entonces por la VVM.

Al año siguiente la UNMM revitalizó la conmemoración del 8 de marzo efectuando actos en 19 ciudades y poblados del país y promoviendo la realización de un Encuentro Nacional de Muchachas Estudiantes en conjunto con la también recién surgida Central Nacional de Estudiantes Democráticos, así como una Asamblea Nacional de Mujeres Campesinas que se llevó a cabo entre el 29 y el 31 de octubre de 1965 con delegadas de 11 estados (esto ocurre en un periodo de auge de las tomas de tierras organizadas por la Central Campesina Independiente) Ese año realizó acciones en defensa de las ejidatarias de Ciudad Lerdo, Durango, y de las colonias Ajusco, Santa Ursula y La Candelaria en el DF.

En 1966 la UNMM lanzó una Campaña Nacional de Guarderías Infantiles exigiendo que se cubriera el déficit de ellas, pues sólo había 389 y se necesitaban 4,884. En 1967 impulsó las luchas de las mujeres de 5 colonias populares del DF, demandó iguales condiciones de ascenso para las trabajadoras del Estado y su basificación y realizó una campaña contra los talleres y fábricas clandestinas que explotaban a las trabajadoras domiciliarias. Luego, en 1968 apoyó al movimiento estudiantil con desplegados, propaganda, sumando pequeños contingentes a las manifestaciones, jugando un papel fundamental en la marcha de protesta de mujeres realizada el 30 de septiembre hacia la Cámara de Diputados y demandando formalmente, ante la PGR y la Cámara de Diputados, respectivamente, la liberación de los presos políticos del movimiento y la desaparición del delito de disolución social.

Entre las dirigentes de la UNMM se contaron Clementina Batalla de Bassols, Martha Tamayo y la comunista Martha Bórquez, entre otras.
Fuentes (en orden de importancia para este texto):

Jiménez Álvarez, Ana Victoria y Reyes Castellanos, Francisca. Sembradoras de futuro, memoria de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas. Editado por la UNMM, México, 2000.
Cano Gabriela, Revolución, feminismo y ciudadanía en México, 1915-1940 (en Historia de las Mujeres, Vol. IV) Editorial Taurus, Madrid 1993.
Rocha, Martha Eva. Las mexicanas en el siglo XX (en Mujeres mexicanas del siglo XX, la otra revolución, Vol. IV) Editorial Edicol, UNAM, UAM, IPN y otras universidades. México 2001.
Lau, Ana, Un siglo para las mujeres en México: de sujetas olvidadas a ciudadanas participantes, 1900-2000. Ponencia presentada en el ciclo de conferencias Siglo XX, revoluciones, sueños y pendientes. Instituto de Cultura de la Ciudad de México, diciembre de 2001.
El Machete ilegal, 1929-1934. Edición facsimilar de la Universidad Autónoma de Puebla. Puebla 1975.
Peláez, Gerardo. Partido Comunista Mexicano, 60 años de historia, cronología 1919-1979. Dos Vols. Culiacán, 1980.
Taibo II, Paco Ignacio, Bolshevikis, historia narrativa de los orígenes del comunismo en México 1919-1925. Editorial Joaquín Mortiz. México, 1986.