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Compañeras

19 de marzo del 2004

Violencia hacia las mujeres: falsedades, inacción y humillación

Sonia Ruiz
Las Penélopes

En un Estado en el que comienza a ser difícil discernir la realidad de la ficción debido a las falsedades continuas que el gobierno central aboca mediante el control y la manipulación acérrima de los medios de comunicación públicos y gran parte de los privados, los discursos imperantes necesitan de un análisis en profundidad. Nada es lo que parece. Y lo que parece suele ser justo lo contrario de lo que es. Las falsedades y la inacción gubernamental se ciernen también en el caso de la violencia de género.

¡Denuncia mujer ! La justicia te asegura la impunidad del agresor

Hace unas semanas volvimos a revivir todo un clásico en la justicia catalana : un juez exculpó a un hombre que mató a su esposa porque se trataba de un asesinato que no tenía visos de volverse a repetir. Matar a tu pareja por partida doble es, sin duda, un acto que no se da con mucha frecuencia. Paralelamente el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) del Estado español, máximo órgano del poder judicial, respaldaba a otro magistrado de Barcelona que absolvió a un hombre acusado de maltratar y golpear a su mujer basándose, entre otros motivos, en que la mujer "iba vestida a la moda", "con anillos, pulseras y curiosos pendientes (…)" y a entender del juez "no padecía el síndrome de mujer maltratada".

¿Y qué ha sucedido con el titular del Juzgado Penal nº 22 de Barcelona, Francisco J. Paulí ? Absolutamente nada. El CGPJ, si bien ha reconocido que los comentarios del juez son "desafortunados" no prevé abrir expediente alguno. La joven marroquí, Latifa Daghdagh sintió que era ella a quien se estaba juzgando. El magistrado nunca creyó a la víctima que había contraído matrimonio con su agresor por imposición familiar y había tenido que huir del domicilio familiar en 2001, embarazada de una niña. Por cierto, para "desafortunadas" las mujeres maltratadas que tengan que incrementar su tragedia al dar con su caso en el Juzgado del magistrado Paulí. 95 fallos han sido benévolos para los agresores en el 2003.

Según la Federación de Mujeres Progresistas, algunas perlas judiciales se refieren, por ejemplo, a la absolución de un agresor cuya víctima sufrió un ataque epiléptico y éste le produjo un 'estado de conciencia crepuscular' o bien la rebaja de la pena a un hombre que acuchilló a su mujer pero 'decidió interrumpir sus propósitos en tiempo oportuno'.

Discursos manipulados y mentiras a go-go

En un Estado en el que comienza a ser difícil discernir la realidad de la ficción debido a las falsedades continuas que el gobierno central aboca mediante el control y la manipulación acérrima de los medios de comunicación públicos y gran parte de los privados, los discursos imperantes necesitan de un análisis en profundidad. Nada es lo que parece. Y lo que parece suele ser justo lo contrario de lo que es. Las falsedades y la inacción gubernamental se ciernen también en el caso de la violencia de género.

Hechos y palabras son contradictorias. Las noticias, los mensajes que se lanzan desde los sectores más conservadores de la sociedad española -esos que lamentablemente nos (des)gobiernan en la actualidad– distan muy mucho de las vivencias y las realidades de las mujeres.

Tanto el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales como el Instituto de la Mujer afirman que están trabajando sin pausa alguna contra la violencia de género. Ahora bien, rechazan elaborar una ley contra la violencia sexista, hacen peligrar el principal centro de apoyo a las mujeres maltratadas por falta de presupuestos y abogan por más seguridad, más policías, más represión, más propaganda, en definitiva. Las asociaciones feministas del Estado intentan desenmascarar a este Gobierno poniendo de relieve la manipulación estadística de la que se vale para maquillar sus despropósitos continuos. Mientras la Red feminista contra la violencia de género tiene contabilizadas 94 víctimas durante el 2003, el Gobierno habla de poco más de 70 mujeres. En sus cálculos parece que han ido cayendo las prostitutas, las víctimas de tráfico o alguna mujer que no estaba "debidamente casada".

Promocionemos la violencia o el retorno de las Evas pecadoras

Ya tuvimos que tragarnos hace unos meses aquella campaña publicitaria misógina del Ministerio de Asuntos Sociales que culpaba a las mujeres de cobrar menos. La realidad y los discursos entorno a la violencia de género en la actualidad no nos llevan más que a pensar que algunos de los que ostentan responsabilidades, en diferentes ámbitos y a escalas diversas, trabajan por promocionar la violencia hacia las mujeres. Y si no…¿qué es lo que sucede con ese Alcalde de Toques condenado por abusos a una menor y que se atrinchera en su despacho de mandamás ante el beneplácito de los dirigentes del Partido Popular?

El presidente de la Xunta de Galicia, Fraga Iribarne, -ese que hace poco abogaba por enviar el ejército a Catalunya- arremetió contra los que promueven el "aborto y el amor libre". Los abusos a una menor mejor los mantenemos bien ocultos. Se supone que son cosas que se hacen en la intimidad. ¿Y el Teniente de Alcalde del PP de Orihuela? Este sí que ha tenido a bien dimitir, tras acosar constantemente a una trabajadora eventual de la limpieza del ayuntamiento de la ciudad. La mujer de 27 años fue citada por el agresor para una oferta de trabajo: a cambio debía prestarse a mantener relaciones sexuales con él.

Ahora, el top hit de lo que parece una campaña de fomento de la violencia a las mujeres y donde las culpables son sus víctimas directas, se lo adjudicamos este mes a la Conferencia Episcopal. Qué mal fario produce vivir en un país en el que se vuelve a considerar a la Iglesia como actor influyente de las decisiones y las políticas públicas. Los obispos españoles presentaron un documento en el que vinculaban la 'revolución sexual' al "alarmante aumento de la violencia doméstica, los abusos y violencias sexuales de todo tipo, incluso de menores en la misma familia". Este tipo de mensajes son para el gobierno agua de mayo y, por mucho que digan -eso, digan- discrepar con el contenido de la pastoral de turno, la responsabilidad vuelve a recaer en las propias mujeres, las Evas pecadoras, que con sus emancipaciones y reivindicaciones varias desestabilizan el patriarcal estado de las cosas.