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Compañeras

Rostro de mujer

Claudia Korol y Roxana Longo
Adital

Como integrantes del equipo de educación popular de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, estamos compartiendo una experiencia de alfabetización con las compañeras de AMMAR Capital [Argentina]. En los encuentros no sólo vamos aprendiendo la dureza de la batalla de estas mujeres, su dolor, su pelea por la dignidad. También vamos generando lazos de afecto, de solidaridad, que nutren la pelea por una emancipación más profunda y más verdadera. Ahora unen la lucha por sus derechos como mujeres, a la batalla por la libertad de Carmen Ifrán y Marcela Sanagua, presas en la marcha contra la reforma del Código de Convivencia. En ese contexto, charlamos con Sonia Sánchez, presidenta de AMMAR Capital, sobre la trayectoria de su movimiento y sus actuales desafíos.

¿Cómo fueron los primeros tiempos de la organización de AMMAR?

AMMAR nació en el año 1994, a partir del diálogo con unas antropólogas que empezaron a instalar los temas de nuestros derechos, a la salud, a la libertad. Primero se reunían en los bares, pero como en todos los bares no somos bienvenidas las mujeres en situación de prostitución, fueron a tocar las puertas de la Asociación de Trabajadores del Estado. A principios de 1995, la CTA abrió las puertas a este grupo de mujeres para que sigamos luchando por nuestros derechos. Nos habíamos reunido no solamente por la situación de nuestra salud, sino por nuestra libertad, ya que en ese entonces existían los edictos policiales y nos daban 21 días de cárcel. También nos opusimos a las zonas rojas. Nosotras decíamos que no era posible que nos encerraran como animales. Se fue generando como una bola de nieve. El primer trabajo fue hacer conocer la organización a las compañeras que estaban en la calle, a nuestras pares. Fue hacerles saber que se podía luchar por nuestros derechos, que teníamos derechos; porque en realidad en ese entonces no sabíamos que teníamos derechos. Luego comenzamos a trabajar en salud. Esto fue en el año 1998. A través del Ministerio de Salud y el programa LUSIDA, se presentó un proyecto para trabajar en la prevención de las ETS (Enfermedades de Trasmisión Sexual), y el VIH-Sida.

Pero nos fuimos dando cuenta, cuando hacíamos talleres informales y participativos con nuestras pares en las calles, que no podíamos hablarle a nuestras compañeras solamente de la prevención del VIH, de qué es el SIDA, de qué son las ETS, de cómo colocar correctamente el preservativo. ¿Cómo una le puede hablar a una mujer que se cuide del VIH, cuando esta mujer tiene su autoestima baja, cuando está sufriendo violencia intrafamiliar, cuando está sufriendo violencia institucional?

En las cabezas de nuestras compañeras estaban otras necesidades: cómo llegar a fin de mes, cómo llevar plata a su casa, cómo mantener a sus niños. Por eso, después de un tiempo nos dimos cuenta de que había que darle otra vuelta más a los talleres. Empezamos a focalizar más fuertemente en el trabajo social.

Por aquel entonces, también comenzamos a viajar al interior del país y a trasmitir nuestra experiencia. Al comenzar a dar a conocer a nuestra organización, empezamos a debatir el tema de la libertad. Se logró la derogación de los edictos policiales en la Capital en el año 1998 y paralelamente salió este proyecto de viajar al interior del país. Ahí comenzamos nosotras a sentirnos libres. Ése fue un año de primavera, porque en ese año a ninguna nos llevaban detenidas, no nos hacían actas, ni nada por el estilo.

Recordando las cosas por las que luchaban y cómo fueron ustedes mismas tomando conciencia. ¿Cómo ves ese recorrido?

El habernos organizado, el estar entre pares y entre gente comprometida en la causa, fue un proceso muy rico de aprendizajes, de enseñanzas. Aprendimos que teníamos derechos. Por ejemplo muchas de nosotras hemos sufrido mucho maltrato. La policía nos subía al patrullero porque supuestamente estábamos haciendo cosas malas. En realidad cuando nos unimos y comenzamos a tratar el tema de género, de nuestra identidad, nos dimos cuenta que estaba mal eso que hacía la policía, que la policía no nos tenía que subir de los pelos al patrullero, que teníamos derecho a la apelación, que teníamos derecho a la salud, que teníamos derecho a exigir usar profilácticos.

Nosotras, hasta ese entonces, negábamos que teníamos hijos, porque cuando íbamos 21 días detenidas, a veces los jueces nos sacaban a nuestros hijos porque decían: "si esta mujer es prostituta y está detenida ¿quién atiende a los hijos?". Todavía en la actualidad hay compañeras que niegan tener hijos, para que no se los saquen, porque en el interior del país van hasta 30 días detenidas.

La organización nos abre la cabeza, nos abre otro mundo, porque la prostitución es pobreza, la prostitución es explotación. Cuando una persona está en situación de explotación, está en situación de extrema vulnerabilidad. Vos podés estar de distintas maneras en la prostitución. Yo no he tenido un fiolo que me haya explotado, pero sí me explotó el sistema. El sistema al no otorgarle trabajo a mis padres me llevó a pararme en una esquina. Hasta el día de hoy estoy trabajando mucho la culpa en mi persona. Muchas veces me digo: "qué feo lo que he hecho, el estar parada en una esquina, el haberme acostado con otros hombres". Es una culpa tan grande… pero cuando vos te organizás, ves que en realidad no sos culpable sino víctima de muchas cosas, de personas, del Estado, de políticos. Vos te das cuenta de todo esto sólo cuando estás organizada y cuando te reunís con gente que te enseña y no que está buscando sacar rédito de lo tuyo.

En algún encuentro te escuchamos hablar de los traumas que produce la prostitución ¿Cómo lo viven las compañeras?

Es muy grande. ¿Cómo trabajás las culpas cuando tantos años viviste a los golpes? El trabajo se basa mucho en la confianza y el diálogo entre pares. AMMAR funcionó como organización porque es entre pares. Sólo una par que haya podido salir medianamente bien, sin egoísmo, sin resentimiento, y haya podido sobrellevar todo esto puede ayudar a otra. También con la colaboración de técnicas o técnicos.

La culpa que te generan estas personas que viven de tu sexo es muy fuerte. Te hacen sentir tan sucia, tan culpable. En realidad sos un objeto, no sos una persona, porque el tiempo que te estás prostituyendo, ya sean años, un día u horas, esas horas vos sos un objeto.

Recuerdo cuando hacíamos unos talleres en un lugar llamado Espacio de Mujer. Yo coordinaba estos talleres entre pares… ¡era audaz!... Primero nos juntamos quince, después veinte. Llegamos a ser cincuenta mujeres, entre ellas maridos que golpeaban a las propias compañeras.

En un taller que hice y que fue muy fuerte, la propuesta era que teníamos que vernos como mujer, porque habíamos hecho la pregunta sobre qué es una mujer, y muchas no supimos responderlo. Entonces llevé muchos espejitos y los repartí. Hicimos un silencio absoluto y dije que nos miráramos todas en esos espejos, que viéramos sólo lo que estaba en esos espejos y desde ahí empezáramos a mirar lo que está dentro. Eso fue tan grande, que creo que todas las que estábamos allí empezamos a ver lo que era una mujer, a reconocernos como mujeres.

Surgió mucho dolor. Salió toda la mierda que nos hacían sentir los fiolos y el Estado. Saltaron las violaciones. Empezamos a vernos nosotras, porque cuando estamos prostituyéndonos no tenemos tiempo de vernos como mujeres. Somos objetos que nos tenemos que pintar los labios, los ojos, ponernos un pantalón ajustado o una pollera larga o una pollera corta, ver cómo tenés el pelo, o reírte como un payaso. Sos eso, sos una máscara y nunca jamás el fiolo te va a decir: "vamos a hablar". Antes nunca habíamos tenido un espacio de mujer, porque cuando nos organizamos primero luchamos por la libertad, luego seguimos con nuestra salud, cómo utilizar correctamente el preservativo para no contagiarnos de VIH y de las ETS, pero no tocábamos el género, la identidad. Fue y es necesario el empoderamiento en nuestros derechos, no sólo los derechos humanos, sino también sexuales y reproductivos. Como mujeres es importante enseñar esto a nuestras compañeras. Cómo cuidarse, que tomen sus decisiones, que puedan decidir ellas cuántos hijos tener, cuándo tenerlos sin que el hombre se lo diga. Que empiecen a usar el profiláctico y que lo usen con sus compañeros. La mayoría de nosotras nos cuidamos en la calle con nuestros clientes, pero no nos cuidamos con nuestras parejas. "Porque se va a enojar mi marido si yo le digo que se ponga un preservativo". "Mi marido me mata si yo le digo que se ponga un preservativo". Nuestro trabajo se focaliza en este tipo de problemáticas, en que las mujeres seamos sujetas de derechos y que empecemos a vivir la libertad en su máxima expresión.

¿Qué significó la constitución de AMMAR Capital?

El 20 de marzo del 2002 armamos AMMAR Capital. Ahí comenzamos un quiebre muy grande con AMMAR Nacional, porque a nosotras nos interesa la mujer, y en esos talleres que recién comentaba, comenzamos a llamar las cosas por su nombre. Por ejemplo las compañeras decían que cuando llegan a su casa y están cansadas, y tu marido te obliga a tener sexo… ¿qué es eso?... Entonces saltó que éramos violadas por nuestros propios maridos, fueron muy fuertes las cosas que salieron en esos talleres. Eso nos ayudó a fortalecernos como mujeres, y a nombrar las cosas por su nombre. A partir de allí también empezamos a decir y a reflexionar: ¿la prostitución es un trabajo? ¿no es un trabajo? ¿la prostitución qué es? Las compañeras decían: "yo no quiero pararme en la esquina, quiero trabajo".

Fue un proceso de fortalecimiento muy grande. Uno de nuestros objetivos como organización, es el empoderamiento o la sensibilización de nosotras, como mujeres, sentirnos sujetas de derechos. ¿Por qué? Porque la prostitución a nosotras nos robó esa identidad, dejamos de ser sujetas de derechos y pasamos a ser objetos, entonces como organización trabajamos para revertirlo. Trabajamos mucho por la no violencia, por el fortalecimiento de nuestras pares como sujetas de derechos. Que como mujeres tengamos la libertad de elegir, que podamos decir no, decir sí, que elijamos hasta cómo llamarnos, cómo organizarnos y no que nos vengan a imponer.

Es muy importante la organización como herramienta para las personas vulnerables. Hoy lo que están haciendo algunos políticos con nosotras es romper la organización, porque saben que organizadas vamos a tener fuerzas, que organizadas vamos a fortalecernos como sujetas de derechos y eso a ellos no les conviene. Les conviene que sigamos siendo mujeres aplastadas, que sigamos siendo objetos. Por eso para nosotras la organización es fantástica, es una herramienta que la vamos a seguir cuidando sea como sea, para que nos siga fortaleciendo como personas.

Nosotras vamos construyendo nuestra identidad de mujer y desde allí comenzamos a luchar por nuestros derechos. También queremos capacitarnos para vivir como otra ciudadana más, como una vecina más. Queremos estar incluidas en la sociedad, ya que de hecho hoy no lo estamos. A pesar de que votamos, seguimos siendo excluidas del sistema. Somos rehenes de los políticos, de la policía, de fiolos. Es decir, todo el mundo nos usa…. ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo? Si nosotras primero no somos prostitutas. Somos primero mujeres, sujetas de derecho, y después somos tías, sobrinas, amantes, madres…a lo último somos mujeres en situación de prostitución.

¿Cómo vivieron el debate del código de convivencia?

Fue muy fuerte, porque nos rememoró todo lo que habíamos pasado: la cárcel, las coimas. Nos hace revivir de nuevo las violaciones, el ir detenidas. El sólo pensar lo que nos hacían en el año 1978 cuando estaban los militares y cuando nos llevaban detenidas al Asilo San Miguel… Yo recuerdo que en esa época, estando en el asilo, un día les dije: "¡no, basta!", porque nos levantaban a las 6 de la mañana y nos hacían baldear con agua fría en pleno invierno. Me llevaron a un pabellón aislada, completamente aislada, y la verdad es que no aguanté. Todavía hoy tengo bronca de no haber sido fuerte, pero no aguanté el aislamiento. Te torturan psicológicamente, estás sin comida, sin nada de tomar, sin luz, con mucho frío y completamente aislada. No lo soporté. Por eso no queremos volver a esto.

El código contravencional es volver otra vez a eso, es penalizar la pobreza. La prostitución callejera es pobreza, es falta de educación. Nosotras hicimos un trabajo que visualizaba que el 90 por ciento de nuestras compañeras son analfabetas, el resto son alfabetas pero sin terminar la secundaria No se soluciona con cárcel la prostitución. Se soluciona con políticas sociales, de inclusión social.

Nosotras por ejemplo en estos momentos estamos llevando adelante en nuestra ONG dos microemprendimientos. Ahora yo pregunto ¿cómo vamos a hacer cuando se lleven a alguna compañera detenida? ¿cómo se va a mantener este microemprendimiento?... No podemos decir que aquella mujer está parada en la esquina porque se le da la gana. No, ella está allí porque el sistema la empuja, el sistema se lo está imponiendo. Por eso también pregunto ¿hasta cuándo van a ser hipócritas?

Nosotras hemos votado a algunos políticos para que estén en la banca, es cierto, y ellos nos están traicionando, porque están legislando sólo para los ricos, están haciendo una sociedad para muy pocos. Los demás, toda la gente pobre, estamos excluidas, y cada vez más excluidas. ¡Ah! ¿no quieren ver una mujer en situación de prostitución parada en una esquina? Bueno, abran escuelas, capaciten laboralmente a las mujeres, abran talleres. Porque la cárcel no sólo no nos educa. También naturaliza en nosotras la violencia física y psíquica.

El código es volver otra vez al pasado. Nosotras pedimos capacitación laboral para luego tener un trabajo. Porque la mayoría al haber sido explotada no ha trabajado en nada. No estás capacitada, no sabes utilizar nada, porque lo único que sabes utilizar son tus genitales. Por eso pedimos capacitación laboral. ¿Tanto le cuesta a los legisladores?

Lo que sucede es que esto es un gran negocio, porque la prostitución deja millones de dólares, mientras hay prostitutas que se mueren de hambre y en la pobreza absoluta. Al no tener educación, ni una persona que la ayude, el explotador le saca todo el dinero.

Ahora, vuelven a fomentar esto: los abusos, las coimas. Por eso cuando yo digo que la prostitución es el gran negocio para muchos y muchas, lo es, menos para la mujer que está involucrada. Claro que los "machistas" no lo van a querer terminar. Si Mauricio Macri cuando estaba haciendo su campaña había dicho que estaba mal administrada la prostitución. Muy bien, entonces ya dio el primer paso para comenzar a administrarla. El segundo fiolo va a ser él. El primero es la policía, pero el segundo fiolo va a ser el señor Mauricio Macri. Seguimos manteniendo a los grandes fiolos ¿me entiendes? políticos, policía… ¿hasta cuándo? …

Vos hablabas de mujeres en estado de prostitución. ¿Cómo analizan ustedes esta diferencia entre trabajadora sexual o mujeres en estado de prostitución? ¿Cómo fue ese proceso?

Yo entré a la organización en el 2000, porque hasta el 2000 yo miraba pelotudeces en la televisión. Un día dije: "basta, yo quiero hacer otra cosa" Yo no sabía ni qué era la organización AMMAR, pero me involucré y desde ese día no dejé. En un principio me llamaba la atención que decían: "compañera, compañero" y un día dije: ¿qué es compañero, qué quiere decir? hasta que lo fui sintiendo y comprendiendo.

Después comenzó el tema de la sindicalización. Cuando empezamos a organizar AMMAR Córdoba, AMMAR Chaco, AMMAR La Plata, AMMAR Rosario, empezó el tema de la sindicalización. La CTA planteó que las prostitutas se tienen que sindicalizar. Yo recuerdo que nos decían en las reuniones: "nosotros abrimos las puertas y ayudamos a las organizaciones más vulnerables, tenemos vendedores ambulantes, cartoneros y tenemos a las trabajadoras sexuales". El tema era sindicalizar. Empezamos el debate. En ese entonces además hubo una elección y se armó AMMAR Capital para trabajar en Ciudad de Buenos Aires. En la CTA nos decían siempre: "ustedes son trabajadoras". Tanto nos decían que nos metieron en la cabeza que éramos trabajadoras, que esto es un trabajo. Algunas lo reconocieron como un trabajo. Y otras como yo, no me da vergüenza decirlo, me mentía a mí misma. Yo a donde iba decía: "soy trabajadora sexual", pero era para no pronunciar "soy prostituta". Porque la palabra duele, la palabra estigmatiza y la palabra "prostituta" te hace recordar lo que vos estás haciendo realmente. No es tan suave como "trabajadora", que oculta y tapa otras cosas.

Nosotras cuando organizamos AMMAR Capital, recibíamos mucho hostigamiento desde la CTA y mucha presión. Hemos tenido muchas reuniones con Víctor De Genaro y con otras personas de la CTA, junto con AMMAR Nacional y compañeras del interior de cada AMMAR, por el tema de la sindicalización. En realidad las dirigentas de AMMAR Capital no queríamos tomar la decisión por todas las representadas nuestras, queríamos que se conozcan las consecuencias, que las compañeras lo supieran. Pero esto no lo querían ni la CTA, ni AMMAR Nacional. Nosotras al ser AMMAR Capital éramos autónomas (porque luchamos para que cada AMMAR fuera autónoma y no dependiera de AMMAR Nacional). Entonces al ser autónomas nosotras podíamos organizar los encuentros que queríamos, tomar nuestras propias decisiones. Eso no les gustó y era más la presión que teníamos, de ser sí o sí trabajadoras. Organizamos un encuentro en el que reunimos a 120 compañeras para hablar sobre sindicalización. Allí participó Fabio Basteiro y otra compañera de la CTA Nacional. Nosotras invitamos a Diana Maffía para que hable de género.

Nuestra intención era que nuestras compañeras hicieran todas las preguntas que tenían. ¿Qué es un sindicato? ¿Qué es una asociación? ¿Qué otras formas de asociación hay? Que conocieran que puede haber miles de formas de organizarse. La cosa es organizarse, es agruparse para tener un fin. Pero no que hubiera una sola forma, como nos querían hacer creer la CTA y AMMAR Nacional. Nosotras como representantes de AMMAR Capital, no podíamos decidir desde la comisión directiva que nos reconozcamos como trabajadoras, porque es todo un tema. Yo me puedo reconocer, pero hay muchas compañeras en Capital Federal. Si vos estás representando a alguien tenés que convocar, tenés que preguntar, ver qué quieren tus compañeras. Una vez que hablás con tus compañeras sabes qué es lo que quieren. Y sucede que muchas compañeras dicen por ejemplo: "Hoy salí y tengo que llegar a casa antes de que llegue mi marido" o "Mis hijos no saben que yo ejerzo la prostitución". Además hay muchas chicas jóvenes que están en situación de prostitución y si las sindicalizás ya la estás marcando. Nosotras creemos que hay una posibilidad de revertir esta situación. En ese encuentro, nuestras compañeras dijeron "no". Logramos realizar un solo encuentro porque después fue tal la presión que nos echaron de la CTA..

La prostitución es un comercio muy brutal, entonces vas a sindicalizar un comercio brutal, vas a blanquear al proxenetismo, blanqueas la explotación sexual. Nosotras decimos "no" a eso. El proxenetismo está penalizado en la Argentina, y si vos te sindicalizás lo estás blanqueando y también estás apoyando a la explotación. ¿De qué se sostiene un sindicato? De las afiliaciones. Por lo tanto cuanto más prostitutas, más trabajadoras sexuales allá en la calle o en lugares cerrados, más se va a reproducir esta realidad. Los sindicatos se sostienen de las afiliadas. Nosotras no fuimos obsecuentes con ellos y nos armaron un AMMAR Capital paralelo, que es el AMMAR Capital sindicato. Pero ahí aprendieron ellos y nosotras, que nosotras podemos tomar nuestras propias decisiones, que nadie nos va a imponer cómo nos llamamos, cómo nos organizamos, cómo decidimos organizarnos, porque ya estamos dejando a los fiolos. Lo que nos interesa es el fortalecimiento como personas sujetas de derechos y no la actividad que realizamos. Estamos en este crecimiento, por eso es un crecimiento personal y organizativo.

Nosotras tenemos que sentir libertad interior para decidir qué diablos queremos ser. Aquella que quiere seguir parada en la esquina, la respetamos. Pero que también nos respeten a quienes no sentimos deseos de hacerlo.

La mayoría de nosotras cuando salimos a la calle, salimos tapadas, porque por la discriminación que se sufre, vos podés ser fuerte en algunos lados, pero no en toda la vida social. Entonces mientes en tu casa, a tus familiares, en la escuela de tus niños. Por eso digo que somos mujeres NN ante la sociedad, no existimos. Somos mujeres sin rostro. Y ya queremos dejar de ser mujeres sin rostro. Eso es lo que hace nuestra ONG. Fortalecer la autoestima, la identidad. Para dejar de ser NN.

Esta lucha contra la reformulación del código les trajo un costo muy alto como organización y humanamente con la detención de dos compañeras.

El costo de luchar por nuestros derechos es muy grande como organización. Nosotras empezamos a organizarnos contra el código desde febrero, a través de reuniones, con distintas marchas. Nosotras incentivamos mucho a nuestras compañeras, les trasmitimos cuales son sus derechos, y que nadie tiene que salir a reclamar por sus derechos sino que es un trabajo de cada una, cada una tenemos que luchar por lo nuestro. Si vos sos libres podés estudiar, por ejemplo. La libertad es todo.

Tal vez íbamos demasiado tranquilas a las marchas. Eso lo estamos trabajando como organización. Nunca pensamos que íbamos a pagar este costo con la cárcel. El 16 de julio, luego de la marcha a la legislatura, a las 18:30 horas estábamos subiendo al micro y empezamos a preguntarnos dónde está Carmen Ifrán y dónde está Marcela Sanagua. Faltaban esas dos compañeras. A las dos horas nos enteramos que estaban detenidas en la Dirección de Investigaciones y los abogados nos decían: la jueza dijo que salen mañana, antes de las 24 horas. Pasaron 24 horas, pasaron 48 horas y ya hace más de un mes que están detenidas. Nosotras como organización empezamos a sentir culpa. Que Carmen y Marcela estén detenidas porque vayan a luchar por sus derechos, es muy fuerte. Sabemos lo que están padeciendo y ésta es una detención muy injusta, muy selectiva. ¡Qué raro que metan presos a vendedores ambulantes y a mujeres en situación de prostitución! ¿no es muy selectivo eso? Y el dolor que están padeciendo ¿quién lo paga? No hay dinero que pueda reparar esta injusticia. Han dejado a sus hijos menores de edad, sus nietos, sus casas, sus cosas, siendo inocentes.

Ésta no es la forma de construir una sociedad para todas y todos. Además ellos están provocando la inseguridad. Lo que han hecho es eso. Pedir mano dura, y poner en la sociedad que nosotras, las travestis, las mujeres en situación de prostitución, los cartoneros, somos los que estamos provocando la inseguridad, y los que no queremos vivir en democracia. En realidad no es así. Nosotras estamos aplicando políticas de inserción social. Microemprendimientos, cursos de alfabetización, de capacitación, de educación. Distribuimos cajas de mercadería, preservativos. Formamos promotoras de salud. Son políticas sociales. Pero lo que nos quieren dar estos legisladores y legisladoras es cárcel. Ya nos están aplicando el Código, porque en realidad lo que están haciendo, es criminalizar la protesta social. Nos están queriendo meter miedo, para desmovilizarnos, pero seguiremos tomando las calles. No es como dice el señor Ibarra, que la gente es violenta, que no quiere vivir en democracia. Nosotras queremos vivir en democracia, pero ésta es una pseudo democracia. Si ellos no quieren ver a las mujeres en situación de prostitución paradas en una esquina, que legislen para insertarnos en la sociedad.

Nosotras estamos pagando el costo, porque el hecho de que injustamente hayan detenido a dos compañeras generó mucho miedo. Pero igualmente creo que no vamos a perder la libertad que obtuvimos a partir del año ’98. Porque ahora hemos aprendido nosotras a saber cuáles son nuestros derechos, que somos ciudadanas plenas, con muchos derechos violados, pero ciudadanas… por lo tanto también podemos vivir en esta ciudad.