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Compañeras

''La política, el mundo más difícil para la mujer''
Castellanos, precursora del feminismo en México

Rosario Castellanos habló de las actos temerarios de las sufragistas, que seguramente fueron necesarios en su época.
''Ahora el tipo de rechazo que la mujer encuentra en la sociedad es mucho más sutil y también, por eso mismo, el tipo de agresividad
que ella tiene que desarrollar es mucho más sutil, Elena.''


Elena Poniatowska /II
La Jornada

-Sí, porque la mujer que llega a destacar es denostada: ''Ay, Fulanita es diputada, ¿quién la puso ahí? ¿No será amante del Presidente o del jefe de la cámara?'' No hay hombre que diga que lo logró por sí misma.
-Yo creo que esto era mucho más aplicable hace 20 años. Ahora, cuando tú hablas con políticas o profesionistas, tú ves que las relaciones, las conexiones, el favoritismo o las casualidades no son los que definen su triunfo, porque incluso en la política, que es de todos los mundos el más difícil para la mujer, se ha creado una serie de instituciones que permite que la mujer llegue al poder. Recuerda que María Lavalle Urbina, por ejemplo, llega -por una serie de circunstancias, desde luego, pero también por un conjunto de capacidades- a ocupar puestos clave.
-¿Ya no se puede decir como antes, que también podría decirse de los hombres: ''¿De quién es compadre? ¿De quién es cuate?''
-Lo que pasa es que ya no produce ningún escándalo. Cuando entraba una mujer a la cámara, entonces sí, porque era un fenómeno nuevo que había que tratar de explicarse. Ninguno podía entenderlo, además, por los medios normales, que serían los del voto, porque ya se sabe que la democracia es bastante deficiente en México, ¿no? Pero yo creo que ahora lo mismo puede decirse de un hombre que de una mujer. Ya tiene una preparación y unos antecedentes que la abocan a la política o a otro tipo de actividad, de investigación, de trabajo académico.
Descubrir el Mediterráneo en la Facultad de Filosofía y Letras
-Y tú, Rosario, ¿ves en la universidad muchos cambios en la actitud y la relación entre los muchachos y las jovencitas?
-Mira, yo comparo la generación a la que pertenecí con las generaciones a las que ahora doy clase, y encuentro un abismo total. Desde luego, nosotras las mujeres, al llegar a la universidad, salíamos de una escuela particular muy limitada con una experiencia prácticamente nula; pertenecíamos a familias que guardaban todavía muy celosamente las tradiciones e íbamos a descubrir el Mediterráneo en la Facultad de Filosofía y Letras. Nuestro Mediterráneo era un pequeño vado que teníamos que atravesar y no encontrábamos demasiadas sorpresas o escándalos, porque el medio era, en cierta medida, inocente.
''Ahora veo a las muchachas mucho más desenvueltas y seguras de sí mismas, en lo que quieren y pueden hacer, con mucho más certidumbre de que han escogido una vocación que no las pone en conflicto con su capacidad como mujer, es decir, no piensan que escoger, por ejemplo, la carrera de maestra en cualquiera de las especialidades que se imparten en la Facultad de Filosofía va a ser un obstáculo para una vida sentimental plena o para una vida familiar bien estructurada, y esta certeza se proyecta en los jóvenes con los que comparten la carrera.''
Los hombres ya no temen a una mujer inteligente
-¿Los jóvenes ya no le temen a una mujer inteligente?
-No, ni le temen, ni se alejan de ella, ni la desprecian ni se burlan, ni dejan de casarse con ella, que era uno de los grandes problemas que nosotros tuvimos al entrar a la facultad. Uno tenía que hacerse la tonta para poder tener una relación amistosa con los compañeros. No toleraban la más mínima competencia y ahora veo que no sólo la toleran, sino también la admiran. Esto implica un grado de evolución bastante apreciable que las mujeres han impuesto a los hombres. Además, en aquella época los hombres tenían todavía una concepción muy medieval respecto a lo que debía ser una mujer. Ahora el hombre ya tiene un criterio más amplio para aceptar, por ejemplo, que la mujer ha tenido otras relaciones antes de él. Esto no está mal visto ni la mujer lo vive como una culpa; él tampoco lo vive como un pecado. En fin, ya no hay una serie de tabúes, que antes limitaba mucho la experiencia femenina. Yo creo que hay evolución.
-En el ámbito mexicano más culto la mujer se salva, pero en otros círculos está perdida...
-Sí, lamentablemente sucede en un ámbito muy limitado, en el de una escuela que es, tal vez, una de las más sofisticadas de la universidad: la de Filosofía y Letras en la capital de la República y en un grupo de gente con un nivel social, económico, cultural que no es el más frecuente en México. Ahora, si vas a la provincia -yo acabo de estar hace muy poco en Chiapas- te encuentras con el mismo panorama de hace 30 o 40 años. Esta evolución de la que hablo puede advertirse en ciertos núcleos que pertenecen a la cresta de la ola de nuestra sociedad, porque básicamente continuamos siendo el mismo pueblo con la tradición española, religiosa, en que la mujer honrada debe permanecer en casa con la pierna quebrada, ¿no? Eso no ha cambiado en la generalidad del país, pero en ciertos sectores sí, y el tipo de consecuencias es que el cambio ocurra en el nivel académico. En el ámbito cultural no se nota la represalia del público. Las mujeres están demasiado bien protegidas, es muy respetable el ámbito en el que se mueven. Ahora, los otros medios de los que me hablas, en el periodismo, por ejemplo, en el que se convive con hombres con otro tipo de formación y otra actitud ante la vida, supongo que los problemas son otros.
La virginidad
Rosario Castellanos y yo hablamos también de la moda, la minifalda y el cabello largo de los muchachos que subvierten el orden de los valores establecidos, pero Rosario insistió en el tema de la virginidad.
-Llegar virgen al matrimonio era el valor supremo de la mujer, ahora se impone lo contrario. Es decir, mientras más pronto una muchacha pierde la virginidad, mejor se adapta al ambiente juvenil y es aplaudida y aceptada por el resto de los jóvenes. Pero esta actitud es tan forzada e impuesta como el guardar la virginidad de antes. Hay mujeres a quienes no les interesa en lo más mínimo la experiencia sexual efímera, promiscua, establecida entre los jóvenes como una costumbre, y que sin embargo tienen que hacerlo porque de lo contrario corren peligro de ser impopulares y segregadas del núcleo gregario que constituyen el resto de los jóvenes. Y como esta segregación sería insoportable para ellas, guardan las formas impuestas por el grupo. Es más, el caso se da también entre los hombres. A muchos de ellos no les interesa la aventura semanal con una muchacha distinta, pero si no lo hacen, corren el riesgo de ser descalificados como hombres normales. Entonces se crea una forma neurótica de relación en que se debe ceder a unos instintos que muchas veces no están desarrollados, y ocasionan frigidez en la mujer porque se sienten obligadas a cumplir con una especie de rito que no corresponde a una necesidad real.
''Es un rito que no produce los resultados que se buscan, es decir, la felicidad. Se supone que cuando Freud descubrió que las inhibiciones sexuales eran el origen de muchas neurosis, dio un gran paso para la liberación de la humanidad, pero sustituir la inhibición por la imposición no resuelve problema alguno.''
-¿Los casos son individuales?
-Cada persona vive su evolución sexual de manera distinta. Tratar de evitar todo contacto sexual produce un resultado semejante a la imposición forzosa, es decir, que la persona se sienta insatisfecha, culpable, inadaptada, infeliz.
La libertad
-¿Y la famosa libertad?
-De lo que se trataba en última instancia con esto -y que en Estados Unidos se ha intentado a manos llenas- es lograr la libertad. Estamos copiando algo que allá están tratando de rectificar porque no funciona. Nosotros estamos empezando este cambio probablemente para llegar al mismo resultado.
-¿Es muy raro encontrar el caso de una joven de 14 o 15 años que sepa lo que quiere?
-Sí, de ahí su desorientación completa. Además ha sido educada dentro de cánones en los que todavía este orden es condenado y lo más grave aún es que el hombre con el que ella tiene que realizar la experiencia, en el fondo no la perdona, la desprecia porque él también ha sido educado en la misma forma. El resultado es una relación en la que ambos asumen una sofisticación que no poseen. Es algo totalmente inauténtico que frustra cualquier posibilidad amorosa.
-Y también conduce a la tragedia. Yo no sé si leíste en el periódico el caso de cuatro muchachos borrachos que venían de Cuernavaca en un Volkswagen con una niña que fue tirando sus prendas por la ventanilla, se mataron y la Policía de Caminos entregó a sus padres el cadáver desnudo de su quinceañera.
-Bueno, si todo esto llevara a la felicidad o a sentirse plenamente realizado valdría la pena pagar el precio, pero sólo conduce a formas de neurosis. Tuve la oportunidad, en Estados Unidos, de hablar con algunas muchachas que se quejaban no sólo de que ellas no querían participar de esas formas de vida, sino de la presión de sus compañeras. Una muchacha que no tiene una cita el sábado en la noche es una leprosa. Para tenerla debe cumplir todas las condiciones que le impone la comunidad. La misma familia la empuja a que salga con jóvenes, los reciba en su casa, beba, consuma drogas, porque forma parte de un ritual al que hay que someterse y que, desde luego, al final va anulando la voluntad y no produce los resultados que se pretendían.