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DESDE HACE 20 SIGLOS LA MUJER HA ENFRENTADO LA MISOJINIA DE LA IGLESIA

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Condenadas por el pensamiento judeocristiano de 'servir, limpiar y callar', las mujeres han luchado por reivindicar su papel como hijas de Dios en igualdad con el hombre desde hace 20 siglos.

Para ello, han enfrentado la misoginia, la marginación y desigualdad de la jerarquía católica, que aún hoy se niega a democratizar sus estructuras de poder, afirmaron activistas e investigadoras en un debate sobre los derechos humanos de las mujeres ante la Iglesia católica.
Identificadas como débiles mentales, frágiles e inferiores en su intelecto desde San Pedro, San Agustín y Santo Tomás, el discurso católico sobre las mujeres no sufrió transformaciones importantes en el tiempo, destacó Gabriela Rodríguez, antropóloga social y colaboradora de esta casa editorial, por lo que fue hasta el inicio del proceso de secularización de la sociedad y el surgimiento de movimientos feministas, a mediados del siglo XIX, cuando se impulsó una transformación.
Durante la reunión en el foro México después del 2 de julio y el mundo actual, que organizan La Jornada y Casa Lamm, Rodríguez señaló que al iniciar este siglo se han polarizado dos tendencias históricas centrales. Por un lado, la defensa de los derechos humanos y el Estado laico, y por otro, el movimiento conservador que amenaza con la recuperación del poder de las iglesias en el ámbito político, con el consiguiente retroceso de los derechos humanos de las mujeres.
De ahí, que la tarea pendiente no sea sólo alcanzar mayores espacios de libertad femenina, sino luchar porque los derechos obtenidos no sean cancelados, pues el embate de la nueva derecha pretende frenar los proceso de ciudadanización y la creación de nuevas democracias, impidiendo la consolidación de la lucha de género.
Ivana Calle Rivas, integrante de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, destacó que la participación de la mujer en la Iglesia ha estado 'cercada por el patriarcado, reducida al hogar y la sacristía, ya que se nos ha excluido sistemáticamente de la historia de la Iglesia católica, de los centros de decisión de la jerarquía y el ejercicio sacerdotal.
'Nuestro papel es auxiliar a los varones, ser sus acólitas, y sólo de modo circunstancias beneficiarnos de los privilegios de la redención, pues los protagonistas y responsables del proyecto de salvación no son las mujeres.'
Los fundamentos teológicos, agregó Calle Rivas, aclaran pero no justifican la actitud de los hombres que han gobernado la Iglesia. 'Lo más grave es que con estas prácticas y actitudes de la jerarquía católica han sacralizado la marginación y la explotación de la mujer', disimulando con un supuesto consentimiento divino las relaciones de desigualdad de género.
Nos preocupa, aseguró, que la Iglesia continúe cerrada a los cambios.