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A muchas mujeres no sólo se les obliga a ejercer la prostitución, sino que se las "secuestra, tortura, amenaza y recluye"
Amnistía denuncia la participación de tropas de la ONU y la OTAN en la explotación sexual de mujeres en Kosovo

www.rojoynegro.info

Efectivos de la policía de la misión de Naciones Unidas en Kosovo (MINUK) y fuerzas de la OTAN en la misma provincia (KFOR) participan en la explotación sexual de mujeres sin recibir castigo, ya que se benefician de una inmunidad general, según denunció ayer el director de la sección española de Amnistía Internacional (AI), Esteban Beltrán.

Beltrán aseguró que, en concreto, los batallones rusos, franceses, británicos, alemanes y estadounidenses de una y otra misión alimentan un "negocio internacional" en el que se hace uso de "más de 200 burdeles" en los que se explota a mujeres y niñas de otros países a las que "se les ofrece un paraíso de forma artifical" en Europa Occidental antes de llevarlas a Kosovo.

El responsable de AI describió algunos casos como "los campos para relajamiento de tropas alemanas en Macedonia", junto a los que existen burdeles en los que se violan derechos fundamentales. A muchas mujeres en Kosovo no sólo se les obliga a ejercer la prostitución, sino que se las "secuestra, tortura, amenaza y recluye", mientras los principales consumidores y alentadores de este mercado quedan impunes, añadió.

Hasta el momento 52 militares fueron repatriados por conductas de este tipo, aunque "nadie ha sido capaz de asegurar" si alguno de ellos "fue procesado", dijo Beltrán. "Cinco miembros franceses (de las fuerzas internacionales) fueron enviados a casa tras abusar en Mitrovica" (Kosovo) de mujeres, al igual que rusos y tres batallones estadounidenses, pero "la mayoría queda impune" y "lo máximo que ocurre es que (los autores) son repatriados y en todo caso despedidos".

Según la unidad de policía de la UNMIK encargada del tráfico y prostitución de mujeres, entre enero de 2002 y julio de 2003, alrededor de 22 ó 27 miembros de las tropas de las KFOR fueron declarados sospechosos de haber cometido delitos relacionados con el tráfico de personas. Esta unidad no pudo declarar si se han tomado medidas disciplinarias contra estos individuos.

Mientras unos disfrutan de impunidad, un número "difícil de saber" de mujeres y niñas, algunas de sólo doce años, "se convierten en esclavas" obligadas a atender al día entre diez y quince clientes. Una de ellas, denunció Beltrán, fure obligada a practicar sexo 2.700 veces al año, muchas veces en grupo y amenazada con pistola. El 40 por ciento de ellas sufre patadas, golpes o incluso violaciones por parte de su jefe, un porcentaje parecido al de mujeres obligadas a mantener relaciones sin protección.

Sólo el 10 por ciento de estas mujeres recibe atención médica, la mayoría son menores y, si escapan, la policía kosovar se encarga de de arrestarla y deportarlas sin respeter derechos básicos. Peor aún, lamentó Beltrán, estas mujeres "nunca reciben reparación por lo que que han sufrido".

Un negocio internacional

Cuando llegan a Kosovo, procedentes a menudo de Moldavia, Rumanía y Ucrania, estas mujeres esperan encontrarse con la promesa por la que salieron de sus casas: un trabajo en otro país. Luego, al entrar en contacto con las redes de prostitución, sufren vejaciones de todo tipo y en la mayoría de los casos ni siquiera lo denuncian "porque no encuentran la debida protección por parte de las autoridades", según denuncia AI en su informe ssobre tráfico de mujeres y niñas en Kosovo, titulado '¿ Significa eso que tengo derechos?'.

Según la organización, lo que no saben estas mujeres es que al pisar Kosovo se están convirtiendo en mercancía de un negocio que no ha dejado de crecer desde que en julio de 1999 se desplegaran en la provincia los contingentes de la ONU y de la OTAN.

Entre 1999 y 2000, el 80 por ciento de la clientela de estas mujeres lo constituía la comunidad internacional, porcentaje que se redujo en 2002 hasta el 30 por ciento. En la actualidad el 80 por ciento de los ingresos de esta industria lo genera la comunidad internacional, aunque los clientes más asiduos son ahora naturales de la zona.

Su explotación no acaba aquí. Una vez secuestrada su identidad, estas mujeres son enviadas en muchos casos a países de la Unión Europea como Italia, Países Bajos y Reino Unido, donde se las fuerza a seguir ejerciendo la prostitución a través de redes de tráfico de mujeres, añade AI.

Mientras advierte de que "el tráfico de mujeres y niñas para la prostitución forzada es una de las formas de violencia contra la mujer más generalizada y omnipresente", AI pide medidas concretas a las autoridades de Kosovo y a la comunidad internacional, entre las que figuran el procesamiento de cualquier civil o militar implicado en estos abusos.

Trata de mujeres en España

No hace falta irse a los Balcanes para encontrar casos en los que las mujeres sufren explotación sexual o de otro tipo. Aunque es difícil establecer una cifra, el problema existe y tras cada caso hay un drama humano, según denunció la representantes del Proyecto Esperanza de apoyo a mujeres víctimas de tráfico, Marta González.

Zulai, apelativo tras el que se esconde el caso de una de estas mujeres, sirve de ejemplo. En su país le ofrecieron la posibilidad de trabajar en España en casa de un matrimonio de su misma nacionalidad donde debía limpiar la casa, preparar la comida y ocuparse del niño. Le pagaron los gastos del viaje y ella se comprometió a devolver la deuda, con lo que se convirtió en dependiente de un grupo de personas que le quitaron la documentación, le dieron una sola comida caliente al día y la obligaron a trabajar 16 horas al día vendiendo artesanía en la calle.

Otra mujer, Eva salió de su país con la promesa de trabajar de camarera en un restaurante, tras lo que la forzaron a ejercer la prostitución bajo amenazas de hacerle daño a ella y a su familia. A Natalia un proxeneta la sometía a vejaciones y palizas si no recaudaba a través de la prostitución 600 euros al día en jornadas de doce horas.

A la vista de estos abusos, González consideró necesaria la adopción de varias medidas, como revisar el artículo 59 de la Ley de Extranjería, en el que se gaarantiza permiso de trabajo y residencia a las mujeres que denuncien a las redes de tráfico de seres humanos que las explotan. La deficiencia del artículo surge de la definición de 'red', que debe incluir más de tres personas.

Otra de las deficiencias es que a las mujeres explotadas se las despoja de sus pasaportes, tras lo que tienen muchas dificultaades de hacerse uno nuevo, ya que los consulados de muchos países de Europa del Este y del Africa Subsahariana no tienen competencia para emitir nuevos paasaportes.

Además, González evocó la necesidad de una actuación coordinada que permita una respuesta integrada por parte de las instituciones y cuerpos policiales encargados de hacer frente al problema.