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Compañeras

¿Y de la participación política qué?

Red Resistencia

En general en to-do el mundo y en particular en Colombia la incorporación o la exclusión (principalmente) de la mujer responde a los esquemas políticos, ideológicos y culturales creados por el sistema dominante, los mismos que buscan garantizar la reproducción del mismo.
En el caso del capitalismo y su tan pregonado fin de la historia y de las ideologías, la participación política de la mujer es reciente y lenta; no olvidemos, sólo a mediados del siglo XX la mujer alcanzó el derecho al voto en esta parte del continente.
Pese a los cantos de sirena que el Estado, con altavoces, pregona sobre la igualdad de la mujer, esta sigue siendo una quimera, pues la participación de las mismas tanto en los sectores ejecutivo, judicial, legislativo continua siendo restringido y es mantenida como una constante; ni que decir de los partidos tradicionales conservadores y liberales en sus distintas expresiones o membretes y/o sus instituciones.
Según estudios de las Naciones Unidas, en la actualidad la incorporación de las mujeres en distintos cargos directivos se produce en un promedio de crecimiento del 1 al 2% anual, con esas proporciones, la participación de las mujeres en cargos de dirección en distintos niveles, en el ámbito mundial, se produciría en el mejor de los casos en unos 400 años.
Debemos tener en cuenta las concepciones que se manejan sobre la participación de la mujer en política por este tipo de organismos, que en muchos de los casos sólo se la ve como un equiparamiento numérico de hombres y mujeres en distintos cargos, y no de acceso a decisiones o real participación política.
No olvidemos que en nuestro país las mujeres representan más del 50 % de la población, pero la mujer no se ha constituido más que en el adorno de las campañas políticas, los spots televisivos. Basta ver el carnaval electoral cada cuatro años. Lo sucedido en la Constituyente de 1990, es un fiel reflejo de esa realidad donde de 70 constituyentes elegidos, apenas 4 fueron mujeres.
Posteriormente los promedios de representación de mujeres en el Congreso han bordeado alrededor del 10% en el mejor de los casos, unas veces se ha elevado algo, pero las más de las veces ha sido menor el promedio. Situación que se ve empeorada en los niveles municipales y locales, donde la participación de las mujeres apenas llega al 5% en las alcaldías y al 8% en los concejos.
Con frecuencia en lo que el establecimiento a denominado "democracia", los sectores populares han tenido dificultad en acceder a una participación política, y dentro de ellos el sector femenino enfrenta una serie de dificultades y trabas para participar en política. Pues como parte de la carga cultural impuesta por el sistema, el machismo, hace que las mujeres tengan que demostrar sus capacidades mucho más que los hombres para acceder a cargos o puestos de representación.
Si en general los sectores populares carecen de apoyos y recursos financieros, en las mujeres, esta situación tiene abe-rrantes niveles de expresión, donde el chantaje, la coíma, el acoso sexual son práctica normal de la política burguesa.
Con diversas acciones, luchas, movilizaciones, protestas, los colombian@s han buscado que se reconozcan los derechos políticos de la población en general y de las mujeres en particular, lo que ha conllevado diversos frutos y victorias, que han implicado que las propias leyes del Estado reconozcan los derechos que asisten a las mujeres, pero vale recalcar que esto no ha sido una dádiva de los gobernantes, sino el resultado de las conquistas refrendadas con luchas y organización, por los sectores femeninos de Colombia.
Pero no basta que se reconozca sólo en las leyes, pues muchas de ellas en lo que se refiere a los derechos del pueblo no son más que letra muerta y adorno de los discursos del Presidente de turno. Es necesario batallar por llevarlas a una concreción práctica y real.
Para ello se debe elevar el trabajo político y la concientización que esta realidad responde a un sistema y a sus componentes económicos, políticos, ideológicos, sociales, culturales es decir a su estructura y su superestructura y, que esta realidad se transformara en la medida vayamos abriendo caminos en la construcción de la Nueva Colombia.
Y que no se mal entienda, pues las luchas particulares, las distintas expresiones y conquistas que va alcanzando el combate de las colombianas y colombianos aportan en ese camino. No podemos dejar de lado las importantes acciones y jornadas emprendidas por las distintas organizaciones de mujeres, dentro de las que se incluyen las feministas.
O toda esa tradición de lucha desde las épocas de la resistencia a la invasión española, hasta nuestros días donde la participación política de la mujer y su combate ha sido decisorios, en el devenir histórico y la proyección libertaria de nuestro país.
Y evidentemente, en la actualidad, existen expresiones concretas de participación política de las mujeres en nuevas condiciones. La presencia de la mujer en FARC-EP, es una constatación de esas posibilidades.
Del total de nuestra fuerza guerrillera, el 40% la componen mujeres. Nuestros reglamentos, estatutos y normas, prohiben la discriminación de la mujer por su condición sexual. Y esto no es letra muerta, es una lucha y una práctica permanente en nuestras filas, que presentan todas las dificultades producto del entorno del que provenimos, pero lo importante es la existencia de las herramientas teóricas y estatutarias para desarrollar y avanzar en esa lucha y esa práctica.
Las responsabilidades, los cargos de Dirección, los puestos de mando, las misiones responden a las capacidades políticas y militares de cada un@ de los integrantes de las FARC- Ejército del Pueblo.
Y esta participación no es abstracta, responde a una concepción de clase que no es estática sino dialéctica, que comprende la participación política de la mujer en nuestras filas en todos los quehaceres concretos de la misma, en la toma de decisiones, en el trazamiento de planes políticos y militares, en su construcción cotidiana, en su proyecto político. Esto es lo que nos diferencia