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Cumbre de Monterrey 2002

MONTERREY 2002
Saben que solicitar más asistencia es una puerta cerrada
Restringen países pobres sus demandas a industrializados

Sólo pedirán no condicionar a más ajustes la entrega de recursos de emergencia No hablarán de precios justos para materias primas

Blanche Petrich y Roberto Gonzalez Amador

Monterrey, NL, 17 de marzo. Los países pobres del mundo -antes "el Sur" o el Tercer Mundo, términos pasados de moda en el nuevo léxico de los gobernantes globalizados- han restringido a tal grado sus demandas y reclamos ante las naciones ricas, que en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se inicia mañana aquí, con la participación de medio centenar de jefes de Estado y de gobierno, ya no pedirán mayores flujos de asistencia para paliar su condición de miseria, porque de antemano saben que es una puerta cerrada.
No tocarán el tema del desorbitado gasto militar de Estados Unidos -que el próximo año será 10 veces superior al total de ayuda neta oficial para los países en desarrollo que se canalizó en 2001 -ni sugerirán que los acreedores reduzcan la impagable deuda externa de los más pobres.
Si acaso, en este rubro del endeudamiento, cuando algunos de los llamados "países en desarrollo, con un nivel insostenible de débito", lleguen a extremos, como Argentina -una condición que ahora se llama de "inviabilidad financiera"- podrían aplicarse ciertas medidas de alivio a cambio de renovados compromisos de buen comportamiento.
El gran "olvido" en las agendas de discusión de esta cumbre mundial es el tema que en los 70 fue la principal reivindicación del Sur: precios justos para las materias primas de los países productores. Hoy se habla de más comercio; nunca de comercio justo.
Tres deseos de los países ricos
Pese a las batallas diplomáticas que se anuncian desde ahora para las jornadas de entre el 18 y el 22 de marzo entre los países de la Unión Europea y Estados Unidos por los matices de los planes de ayuda, el llamado Consenso de Monterrey es un documento bien atado, no sujeto a nuevas discusiones. Parte de una premisa sencilla: erradicar la pobreza mediante el comercio y la inversión.
El plan de acción de este "consenso" -que fuera de los muros de los gobiernos no es visto como tal- contiene seis "medidas" para la respuesta mundial. Tres de éstas son parte de la agenda de los ricos. Las otras tres son las tímidas propuestas de los pobres.
En cuanto a México, no hay sombra de duda: "nosotros nos identificamos con la agenda de los países ricos", repiten en medios oficiales los ecos del presidente Vicente Fox.
A pesar de que los negociadores de la cancillería aseguran que el gobierno tiene "un papel muy activo" en el foro, otras fuentes afirman que, como anfitrión, el país "no será factor activo en ningún pronunciamiento".
Estos son los tres puntos de interés de las naciones industrializadas:
-Movilización de recursos financieros nacionales para el desarrollo. En este capítulo los países ricos sientan los parámetros de buena conducta para las naciones pobres que aspiren a ser asistidas. Léase ahorro interno, coherencia en las políticas macroeconómicas, buena gestión y políticas económicas racionales. El parecido con el discurso del ex presidente Ernesto Zedillo no es casualidad. El principal "insumo" de este documento fue el trabajo que realizó por encargo del secretario general de la ONU, Koffi Annan, un grupo de expertos encabezado por el ex presidente mexicano.
Entre las "reglas" se suma la "agenda democrática". No se dice, pero se entiende que esto incluye la adhesión a la coal
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ición internacional contra "el eje del mal" que hoy es la prioridad de George W. Bush. Otras reglas incluyen políticas con orientación al mercado, la eliminación de los déficit fiscales y cuidar el sector financiero. México es un alumno cumplido. El Fobaproa, creación de Ernesto Zedillo, es un buen ejemplo. Otro gran ejemplo es Argentina, donde a los ahorradores les confiscaron su dinero para evitar que un retiro masivo de los depósitos provocara la quiebra de sus bancos, dominados por el capital español.
-Movilización de recursos internacionales para el desarrollo: sienta las bases para la inversión extranjera directa y corrientes de capitales privados como "complemento fundamental" del desarrollo. Son inversiones condicionadas a que los países receptores garanticen los derechos de propiedad en el marco de políticas "macroeconómicas racionales".
-El tercer punto de la agenda de los ricos asienta que el comercio internacional es "promotor del desarrollo", la biblia de la nueva economía. "Una liberalización real del comercio puede estimular apreciablemente el avance en todo el mundo", dice el consenso. Uno de los principales objetivos es la creación de zonas de libre comercio regionales y subrregionales. México comulga plenamente con este credo, pues el Area de Libre Comercio de las Américas, el TLC-plus y el Plan Puebla-Panamá son los tres pilares del proyecto de Fox.
La declaración de promover el libre comercio para ayudar a los pobres choca con las políticas proteccionistas de los países de la Unión Europea, Japón y Estados Unidos. Sólo en 2000 Estados Unidos, la Unión Europea y Japón concedieron subsidios a sus productores agrícolas por 260 mil millones de dólares. Mientras que en México la desgravación del maíz, el frijol, el sorgo y el azúcar han hecho del campo una zona de desastre.
Tres deseos de los países pobres
Los siguientes tres propósitos del Consenso de Monterrey son las ceñidas aspiraciones de los países pobres.
-Aumento de la cooperación financiera y técnica internacional para el desarrollo. La llamada "AOD" es considerada como "complemento de otras fuentes de financiación", sobre todo para rubros sociales básicos de los menos adelantados, Africa en particular. También es condicionada a que exista "una identificación" entre donantes y receptores. No hay compromisos concretos. No se plantean nuevas estrategias para la banca de desarrollo multilateral.
En este punto medular no hubo nada que negociar. En el Foro de Davos, que sesionó en enero pasado en Nueva York, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neil, dijo que los países en desarrollo no necesitaban de más asistencia, sino de realizar reformas para volverse más eficientes. "Dios no creó un mundo con riqueza ilimitada", dijo. Y cerró la discusión.
-El tema de la deuda externa se limita a las variables para aliviar casos de extrema gravedad. La iniciativa Hipic (destinada a países pobres altamente endeudados) es el principal mecanismo ideado y promovido por los organismos financieros internacionales para dar tratamiento al tema. Hasta ahora, esta iniciativa ha socorrido a 25 países de los más miserables, como Haití y Honduras, en América Latina, con un monto de 40 millones de dólares, literalmente una migaja frente a la magnitud de la deuda externa de todo el mundo subdesarrollado, que alcanza 2.4 billones de dólares.
En esta materia, que ahora se llama "financiación sostenible", desconocer "las obligaciones externas" es pecado capital en esta doctrina. La moratoria, por tanto, es el camino más rápido al castigo.
Aquí, la demanda de los países pobres se reduce a pedir que no se condicione la entrega de recursos de emergencia a la exigencia de mayores ajustes. Otra vez, Argentina es el ejemplo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se niega a entregar un préstamo de 12 mil millones de dólares si ese país no realiza antes una mayor reducción de su gasto público para disminuir el déficit fiscal.
-Por último, está el tema de la reforma de la arquitectura financiera internacional. "Tratamiento de cuestiones sistémicas" le llaman. Aborda el fomento de la coherencia y la cohesión de los sistemas monetarios, financieros y comerciales del mundo en apoyo al desarrollo. Muy lejos queda ya de este planteamiento el viejo reclamo de un nuevo orden económico internacional. No se plantea ni de lejos el veto de las potencias en el Consejo de Seguridad, ni la estructura de la cantidad de votos en las instituciones multilaterales en función del tamaño de las economías de sus miembros. Un voto, un dólar, es la fórmula inamovible. Se habla de "reforzar la vigilancia" al FMI, no de reformar su estructura. Muchas cosas cambiaron en el mundo, pero Bretton Woods sigue vigente.
Fracasó mecanismo de sentar a debatir a representantes de FMI Y BM con ONG
Sí hay una novedad: el mecanismo de sentar a técnicos del FMI, del Banco Mundial y de la Organización Mundial de Comercio a discutir con organismos de la sociedad civil. Pero a juzgar por los resultados de la sesión que hubo el pasado viernes, aquí en Monterrey, en el marco del Foro Social para el Desarrollo Sustentable y con Equidad, el fracaso es evidente. Los participantes hicieron preguntas y planteamientos concretos, como eliminar los préstamos o por qué el FMI habla de democracia y al mismo tiempo apoya dictaduras como la de Nigeria. A esas interrogantes el personal técnico de las instituciones sólo ofrecieron "escuchar más a la sociedad civil".
En el proceso de negociación del Consenso de Monterrey, a lo largo de todo 2001 se realizaron consultas con diversos sectores, incluyendo a las organizaciones civiles interesadas. A finales de enero, ya reunido el Foro Social de Porto Alegre, se dio a conocer el resultado de la última negociación, la definitiva, que los gobiernos del mundo y los organismos clave sostuvieron a puertas cerradas en Washington. Todo rastro de las aportaciones de la sociedad civil había sido extirpado. Y no sólo eso, sino que los países pobres fueron obligados a reducir sus planteamientos a un mínimo para ajustarse al clima pos 11 de septiembre, con un mínimo margen de tolerancia a la crítica de Washington, absorto en su guerra universal contra "el eje del mal".
Las naciones en desarrollo tienen 20 años aplicando las reformas que hoy vuelven a exigirles. Incluso, la caída del bloque socialista ha llevado a los antiguos sistemas comunistas a aplicar estas recetas. Nunca antes se hicieron tantas reformas, todas hacia la adopción de un mismo modelo. Y nunca antes fue tan grande y generalizado el desastre.
Un botón de muestra: el retroceso actual de la economía mundial sólo se vio superado en los pasados 40 años por el registrado en 1974, durante la primera crisis petrolera, según cifras del Banco Mundial. Y la recesión económica que inició en 2000 está afectando en mayor medida a los países que dependen de la exportación de materias primas, dado que los precios de productos tan diversos como café, algodón, arroz, soya y los metales preciosos se encuentran en los niveles más bajos de la historia o cercanos a ellos.
Esta es apenas una muestra de que el modelo se agotó. Y el Consenso de Monterrey es un retoque para mantenerlo vivo.

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