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CUMBRE DE MONTERREY 2002

5 de abril del 2002

La deuda externa:¿quién debe a quién?

Pep Juárez

La cumbre de Monterrey ha vuelto a reeditar la ceremonia de hipocresía con la que los amos del mundo suelen tratar las crecientes desigualdades que ellos mismos provocan. En otras palabras, ellos, siendo los incendiarios, a la vez quieren actuar de bomberos y encima sin gastar agua. Las ayudas oficiales a proyectos de desarrollo son un buen ejemplo de cómo incluso las migajas que caen de la mesa son sistemáticamente negadas a los excluidos y necesitados: Los EEUU dedican el 0,1 % de su PIB, la UE no llega al 0,3 %, lejos todavía de la emblemática reivindicación del 0,7 %. Reivindicación que ya se ha quedado desfasada, si hemos de hacer caso a analistas independientes, que sitúan actualmente las necesidades de supervivencia del Tercer Mundo ya por encima del 3,5 % del PIB de los países desarrollados.
En este contexto de desigualdades crecientes, la Deuda Externa aplasta cualquier posibilidad de salida de la miseria. Es uno de los mayores obstáculos para el desarrollo, tal y como se definió en el reciente Forum Social Mundial de Porto Alegre. Los dos billones de dólares USA que alcanza la suma de la Deuda Externa de 187 países es una bola inmensa que se ha ido generando con la dinámica de "ayer me debías uno, hoy me has pagado dos, y mañana me deberás tres". El pago de las cuotas y los intereses de la DE, en una gran parte de países, supone directamente no atender las necesidades más elementales de las poblaciones. La factura anual del pago de la DE, entre 200.000 y 250.000 millones de dólares USA, supone cerca de tres veces la cantidad necesaria para satisfacer anualmente las necesidades básicas de toda la humanidad empobrecida, según las cifras de las Naciones Unidas, y representa más del triple de lo que supondría actualmente el coste total del famoso "Plan Marshall", de la reconstrucción europea de la posguerra.
Ni la alimentación básica, ni las mínimas condiciones sanitarias, ni la atención a la población infantil, ni el acceso a la enseñanza y a la cultura, ni el desarrollo ocupacional, ni las infraestructuras necesarias, etc., son posibles si la Deuda Externa se continúa pagando. La "renegociación" de la misma, a la desesperada, acaba suponiendo, con total seguridad, otra vuelta a la diabólica espiral. La Deuda Externa tiene, sin duda, vocación de "Deuda Eterna".

La ilegitimidad de la D.E. – Tanto moral como jurídicamente, la legitimidad de la Deuda Externa, en la mayoría de países afectados, la hemos de cuestionar, cuando no negarla rotundamente. Unos compromisos iniciales adquiridos entre minorías corruptas –tanto las cúpulas dictatoriales locales como el club de los prestadores- no tienen ninguna legitimidad democrática. Una deuda generada en el marco de los intereses públicos y privados de los prestadores no tendría que ser vinculante para las poblaciones empobrecidas. Quien está pagando tan cara factura no ha sido consultado sobre estas transacciones, ni ha recibido en la mayoría de casos ningún beneficio del préstamo, que a menudo ha sido destinado a material militar, cuando no directamente a los bolsillos de cuatro privilegiados. En este contexto, las consecuencias económicas, sociales y ecológicas del pago de la Deuda hacen que esta sea doblemente ilegítima..

Un instrumento de dominación del Norte sobre el Sur.- Con esta soga al cuello de los países del Tercer Mundo, el Norte impone sus condiciones, ofreciendo a cambio una especie de espejismo de salida, que en realidad se convierte sistemáticamente en un paso más hacia el abismo. Los llamados Programas de Ajuste Estructural (privatizaciones de bienes y servicios públicos, liberalizaciones de los mercados, supresión del gasto social, abaratamiento de las materias primas de cara a la exportación, etc.), como condicionante de nuevas ayudas o de la renegociación de la Deuda, juegan totalmente a favor de los intereses de los acreedores, perpetúan la Deuda y la multiplican, i son totalmente incompatibles con el desarrollo sostenible de los países pobres. El presidente Bush ha cerrado la cumbre de Monterrey utilizando la misma receta: promete subir míseramente sus escasas aportaciones a cambio de que los destinatarios de su caridad "liberen" sus economías.

Restituir la Deuda Histórica.- Con la lógica del mundo al revés, resulta que los históricamente expoliados deben a los expoliadores. Durante siglos, la depredación de los recursos naturales de las colonias, con el correspondiente impacto ecológico; la explotación criminal de sus poblaciones (genocidio y esclavitud incluidos); la negación y represión de sus derechos políticos, culturales, etc., en definitiva suponen una enorme factura pendiente de pago al Sur. Según Adolfo Pérez Esquivel, en la mayoría de casos no tendríamos que hablar de "países pobres", sino de "países ricos empobrecidos". Por todo ello, cualquier reparación de la injusticia en este mundo desigual tendría que pasar por el reconocimiento, evaluación y reparación de la Deuda Histórica –colonial, cultural y ecológica- que el Norte ha contraído respecto al Sur. La necesidad de reparación de esta otra Deuda es, sin lugar a dudas, uno de los argumentos más poderosos que avalan, desde ya, la suspensión de pagos y la condonación total de la actual Deuda Externa de los países pobres, y sitúa a estos como los auténticos y legítimos acreedores de la verdadera deuda de justicia.

Suspensión de pagos, condonación y medidas complementarias.- Por enorme que parezca la suma de la Deuda de los países pobres, hemos de recordar que solamente supone el 5 % de la deuda total mundial, o el 10 % de la deuda total de los EEUU (deuda pública, privada y empresarial). Por tanto, en términos relativos, nos encontramos ante un problema que técnicamente podría tener solución, si hubiera voluntad de alcanzarla. La asunción de este problema por parte de la sociedad civil de los diferentes países del Norte y del Sur, la voluntad política de las poblaciones y el empuje de los movimientos sociales juegan y pueden seguir jugando un papel determinante para llegar a ésa justa solución.
Según las conclusiones del II Forum Social Mundial de Porto Alegre, celebrado el pasado mes de Febrero, el objetivo de la suspensión de pagos y la condonación de la Deuda Externa tendrían que complementarse con un conjunto de medidas, algunas de las cuales ya han sido antes comentadas. El romper la espiral de la D.E. ha de ser posible con nuevos mecanismos de financiamiento al desarrollo (tasas tipo "Tobin", aumento de las ayudas públicas del 0,7 % PIB, o más, etc.)¸la supresión de los Programas de Ajuste Estructural (PAE); el retorno de los bienes mal adquiridos (capitales, inversiones y otros bienes evadidos); supresión de los "paraísos fiscales", levantamiento del secreto bancario, unidad de objetivos y de acción por el conjunto de los países actualmente deudores y, finalmente, substitución de los actuales organismos reguladores (que, en definitiva, son jueces y parte), por instrumentos de regulación internacional justos, transparentes i equitativos, interpretadores de un nuevo derecho internacional adecuado a los objetivos señalados.
Efectivamente, otro mundo es posible. Pero lo llegaremos a hacer realidad si somos capaces de derribar los muros de vergüenza, como el que comentamos aquí, que todavía están por caer.

Pep Juárez es Secretario General de CGT-BALEARS y Delegado participante del II Forum Social Mundial

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