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24 de Marzo

27 de marzo del 2002

El 24, este año, cayó después del 20

Daniel Campione

(viejos fantasmas bostezan...¿nuevos sueños les taparán la boca?)

Políticos, periodistas y consultores varios han vuelto a la circulación, en los últimos meses, las sombras de la represión y de la regresión autoritaria: Rumores de golpe mas bien descabellados pero insistentes, conciliábulos de militares con grandes empresarios, referencias ambiguas a la posibilidad de 'guerra civil' o 'baño de sangre'... Se sumaron al coro pedidos más o menos explícitos de mano más dura frente a cortes de ruta, manifestaciones y 'escraches', que tuvieron como canales privilegiados las columnas de La Nación, las de los diarios financieros y los programas televisivos de talante más bien conservador.
Es difícil imaginarse mejor respuesta a esas tentativas de ensombrecer el panorama que la gigantesca manifestación que recordó el vigésimo sexto aniversario del golpe que abrió el período más negro de la historia argentina. La del 24 de marzo fue una marcha multitudinaria y variopinta, con los rostros y las conductas de la Argentina post 20 de diciembre gozando de fuerte protagonismo, y los de la resistencia de dos décadas y media con la presencia de siempre.
Todo, en número y calidad, superó las previsiones. Allí se dieron citas todos, o casi todos, los fenómenos de la Argentina en lucha: cuadras enteras de 'asambleistas' de los barrios más diversos, piqueteros de variadas organizaciones, columnas de los partidos de izquierda más largas y compactas que lo habitual, los plásticos de Argentina Arde que expusieron sus materiales, músicos de bandas que tocaban mezclados con la multitud, colectivos teatrales con disfraces para la ocasión (La cacerola unida a la gomera de Etcétera en lugar destacado), los motoqueros que ingresaron en la historia en las jornadas de diciembre, decenas de murgas, sindicatos, centros culturales, los organismos de derechos humanos, HIJOS (ponga y saque los 'puntitos' el que tenga ganas), la marcha paralela de las Madres, recordatorio permanente de coherencia intransigente, con más gente que nunca... allí juntos por un Nunca Más con un significado renovado, ya que apuntaba esta vez a la autoconciencia de la capacidad de acción colectiva y lucha que se desplegó contra el estado de sitio primeros y contra las balas de plomo después..., y a las expectativas renacidas de poder generar una contraofensiva exitosa después de un cuarto de siglo de ataque despiadado del gran capital y todos sus seguidores.
Este 24 de marzo era distinto a todos los anteriores, y salió a las calles a señalarlo la que quizás haya sido la más grande y entusiasta de estas manifestaciones de repudio, enfilada contra los asesinos y sus cómplices del pasado, pero también, y quizás sobre todo, a los candidatos a serlo en el futuro.
El mensaje implícito fue, creemos, claro y contundente: Aquí estamos, no habrá golpe ni fujimorización, ni 'gobierno fuerte' que valga,...o al menos seremos cientos de miles los que trataremos activamente de impedirlo. Y quedan, para los detentadores del poder, una serie de interrogantes, felizmente sin respuesta satisfactoria para ellos: ¿Cómo harìan para generar ese consenso, vergonzante pero eficaz, con que contaron las experiencias autoritarias de la historia argentina? ¿Quién podría reinventar, frente a esta presencia multitudinaria, el 'algo habrán hecho' que dibujó en las sombras el asentimiento para la masacre? Si apuestan a la 'guerra civil' ¿cómo reclutar el 'medio país' dispuesto a todo para conservar el orden social existente, como en la España del alzamiento franquista o en el Chile de Pinochet?
Y existe otro costado, quizás menos evidente, que diferencia este aniversario del advenimiento dictatorial, de todos los del pasado. Antes flotaba en el aire la idea de que la democracia parlamentaria 'realmente existente', con sus crecientes lacras y su dosis cada vez menor de algo parecido al 'gobierno del pueblo', era todo a lo que se podía aspirar. También eso ha cambiado sustancialmente. En primer lugar, porque la profundización de la crisis integral que vivimos, ha convertido a esta democracia, tal como está, en algo escasamente defendible, salvo a título de mal menor, cada vez más mal y menos menor. Y en segundo, y tal vez más importante, porque el fenómeno de las asambleas hace avizorar concepciones, formas de democracia, muy diferentes de aquéllas que el sistema trata de inculcar que son las únicas posibles.
El 'asambleísmo', bueno es recordarlo, no comienza con las convocatorias barriales que lo ampliaron e intensificaron en los últimos meses, sino con las deliberaciones a cielo abierto en que los piqueteros de Cutral-Co o Salta tomaban sus decisiones y elegían y revocaban delegados, ya hace un par largo de años. Pero también es verdad que las deliberaciones vecinales han generado una auténtica explosión. Un estudio de Rosendo Fraga (Centro de Estudios para una Nueva Mayoría ) recién publicado por La Nación, ha establecido que existen ...272 asambleas en Argentina. Una cifra que da vértigo ...mas allá de cierto desgaste y cansancio de sus participantes, de las críticas efectuadas a las intervenciones de diversos partidos y organizaciones en su seno, de la merma notable de la convocatoria en los 'cacerolazos' de los viernes. Ese número de reuniones funcionando, más los miles de personas que marcharon bajo la bandera de decenas de asambleas el domingo 24, pone en claro la enorme potencialidad del fenómeno, sobre todo si se logra avanzar hacia la articulación entre piqueteros, caceroleros, trabajadores asalariados, estudiantes... para que todos sumen las asambleas a sus mecanismos de organización y decisión; y pueda así pensarse en una articulación general de este movimiento pro democracia verdadera, que apunte a constituir un todo sin ahogar ni subordinar a ninguna de sus partes...
En suma, la riqueza y heterogeneidad de la concentración, la creatividad desplegada para dar atractivo y expresión a los mensajes, los cimientos que, en nuevas formas de organización (asambleas, piquetes) y de acción (los 'escraches', nacidos contra los represores y gloriosamente extendidos a los repudios más variados) nos hablan de una sociedad que, oprimida, empobrecida, asqueada, harta de todo y de todos los que detentan el poder y la riqueza, sigue manteniendo un gran potencial de resistencia y organización, una tenacidad literalmente a prueba de balas. La conciencia de posesión de ese potencial, es por sí misma un llamado al optimismo y la perseverancia, a la esperanza del triunfo. Pero es también, en cierto modo, un toque de atención: En la medida en que las clases subalternas de Argentina sigan desplegando sus luchas, y se nieguen porfiadamente a la 'baja de expectativas' que los organismos internacionales exigen en tono perentorio, más 'inadmisible' se vuelve el decurso de nuestra rebeldía para los ojos y oídos del gran capital que pueblan los centros de poder. Se requerirá disposición a correr riesgos, visión de conjunto que no agigante las derrotas parciales (ni magnifique las victorias momentáneas), urgencias y paciencia que se articulen sin anularse, capacidad de dirigir sin mandar, de coordinar sin aplastar, el olfato para no caer en viejas y nuevas trampas... porque los enemigos no estarán dispuestos a que su tinglado pos-moderno se derrumbe, con su política espectáculo y su mercado supuestamente libre, con la propiedad privada de los medios de producción y una democracia en el que el pueblo no delibera ni gobierna (ni por sí ni por sus 'representantes) convertidas en fetiches intocables... y no será un lecho de rosas el camino a transitar para que los múltiples intentos de conservar el actual orden de desigualdad e injusticia no resulten triunfantes... El repertorio es amplio, ya lo sabemos, desde la eventual manipulación electoral hasta algún operativo 'antiterrorista' con infantería de marina incluída.
El despliegue callejero de este 24 parece preanunciar que las muchas habilidades y virtudes necesarias para triunfar tanto de la represión como de las tácticas de 'apaciguamiento' (o más probable, de una combinación de ambas) no están tan lejos de cristalizarse en el colectivo social, que tienen bases incipientes, pero con perspectivas más sólidas que las de poco tiempo atrás. Por eso, esta vez, el repudio del pasado evocó al mismo tiempo una apuesta cargada de futuro: el Nunca Más! pareció sonar, también, como Ahora, nosotros!

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