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La Fogata con las Madres

Editorial de ¡Ni un paso atrás! Programa del 5-2-2004
SECUESTROS: ¿Es hora de cambiar de negocio?

No se sabe exactamente qué, pero hay algo más detrás del rescate sano y salvo del padre del ex novio de Susana Giménez.
No se entiende cómo a la noche del mismo día de la liberación se emiten por un noticiero de televisión crudas imágenes del operativo policial, el rostro de los detenidos, la ferocidad del despliegue uniformado, la rudeza de los disparos que vienen y van por entre el camarógrafo. Más: extrañamente, el secreto de sumario que acostumbra a inhibir a los funcionarios de brindar información no impide que millones de televidentes vean el momento preciso en que los policías bonaerenses descubren al secuestrado en una cama de la casa en San Andrés de Giles, sujetado por gruesas cadenas, demacrado, sorprendido, mirando al techo, con la barba crecida.
El ejército de la Policía Bonaerense obtiene así un formidable triunfo mediático. Como los invasores norteamericanos cuando encontraron a Saddam Hussein, la maldita bonaerense se reivindica filmando el hallazgo de Ernesto Rodríguez. Los rostros de ambos se parecen increíblemente. La escena y el impacto, aunque en escalas diferentes, se asemejan.
Con naturalidad y precisión, una periodista de Canal 13 puntualiza que este es un golpe de muerte a las bandas de secuestradores. Tanto que, afirma, podría significar el fin de estos delitos. Se asevera, además, que hay dos delincuentes muertos, cuatro detenidos y ningún prófugo. Es decir, que la superbanda que mantuvo cuarenta y tres días secuestrado a Rodríguez estaba compuesta sólo por seis personas. Ni una más. Un éxito total de la Justicia y las fuerzas de seguridad. Y una rapidez y exactitud en la investigación pocas veces vistas antes.
Al diablo con todas las evidencias previas sobre la participación de policías en actividad en sonados casos de secuestros extorsivos. La bonaerense filma y muestra por televisión abierta el poderío de sus arsenales, el rigor de sus investigadores, el coraje del grupo Halcón. No habrá más secuestros, se asegura. ¿Será hora de cambiar el rubro del negocio?
Aparte analizaremos la conferencia de prensa del hijo del secuestrado. Más o menos, Corcho viene a ser ahora como un campeón argentino de los pesos pesados. El macho nacional. Todo un ganador. Rico, famoso, novio del jet set, y vengador de delincuentes comunes. Soberbio y arrogante confiesa que no se pensaba pagar ni un peso de rescate, que esa era una decisión tomada por la familia y que él personalmente había asumido la entera responsabilidad de lo que pudiera haberle ocurrido a su padre. Muy valiente el hombre para declarar esas cosas, sobre todo cuando su padre ya había sido liberado con vida. "Esto demuestra que debemos confiar en las fuerzas de seguridad y la Justicia", alega. Y hasta se permite hacer críticas y lecturas políticas con los Fiscales sentados al lado suyo.
Definitivamente, el conflicto social no pasa por la inseguridad. Las cárceles no están llenas de secuestradores, sino de rateros, y deberían estarlo de genocidas privilegiados, delincuentes de primera, como Pajarito Suárez Mason. No pagar la deuda externa es más crucial para el futuro del país que cualquier desenlace delictivo. Insistentemente, el pueblo desconfía de las fuerzas de seguridad, y más si se trata de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Es la misma que mató por la espalda y dejó tirados en un andén de tren, a Kosteki y a Santillán. Sus muertes, como la liberación del padre de Corcho, también fueron filmadas, pero tardaron veinticuatro horas en aparecer por televisión, exactamente el tiempo que tardó la coartada del gobierno de Duhalde en desmoronarse. Al revés del caso Rodríguez, aún siguen impunes. Y ya pasaron casi dos años.