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La Fogata con las Madres

Editorial de ¡Ni un paso atrás! Programa del 20-02-03
Profundizar la rebelión

Dicen que la guerra es la continuación de la política, aunque por otros medios. En todo caso, cada vez son más los pueblos que sostienen que la política del Fondo Monetario Internacional es la continuación de la guerra imperialista norteamericana, pero por métodos más "asépticos" como la deuda externa, la reducción del déficit fiscal, la eterna cantinela del ajuste y su secuela de muertes evitables, "higiénicas", por enfermedad y hambre.
Se sabe que el Estado patrón del universo es escudo y sostén de las empresas multinacionales más rapaces del mundo. Que para favorecer sus intereses, las diferentes administraciones políticas de Washington no dudan a la hora de declarar guerras, cometer genocidios, implantar férreos bloqueos, invadir países, alentar golpes de estado, someter a continentes enteros a la tortura y la miseria más brutales. Ahora le toca a Irak, pero antes fueron Vietnam, Camboya, Afganistán, Somalia, Nicaragua, Libia, Yugoslavia, entre tantísimos otros. Latinoamérica lo sabe muy bien: aún hoy, la revolución cubana sufre el asedio permanente del bloqueo yanqui, mientras que el pueblo de Colombia padece el entrenamiento norteamericano de tropas paramilitares y de las otras. Ni hablar del fascismo golpista y pronorteamericano en Venezuela, ni de la isla de Vieques en Panamá, ni del embajador yanqui haciendo campaña proselitista contra Evo Morales en Bolivia.
Sin embargo, el imperialismo no sería posible sin el cipayismo local, cómplice de aquél, vendido al tanto por ciento en las bolsas de comercio y cotizado en bonos según los resultados obtenidos por los partidos de gobierno en las elecciones próximas pasadas de cada país del Tercer mundo.
Ante toda esta sostenida injusticia, los pueblos de los cinco continentes se rebelaron durante los últimos días, movilizando millones de personas tras la exigencia de "No a la guerra". Pero que quede claro, fueron los pueblos los que se levantaron contra la prepotencia norteamericana y no los presidentes europeos, ni los dirigentes de la centro izquierda de centro derecha, ni los que venden en cuotas el otro mundo posible del Estado de Bienestar, aunque capitalista, a la francesa o alemana.
Por eso, es tarea de los pueblos profundizar la movilización contra la guerra y convertirla en rebelión antiimperialista, contra el capitalismo, revolucionaria. Porque, haya guerra o no, los imperialismos norteamericano y europeo siguen, continúan, insisten, no renuncian a vivir de la sangre que les chupan a los pueblos de sus colonias: ejemplo, la cruenta deuda externa y las millones de bajas provocadas a través del hambre de los desocupados, la diarrea incontenible de los niños, el frío de los pobres, la fiebre más atroz de los púberes que maduran durmiendo en las bocacalles, abajo de las marquesinas con techitos que igual gotean.