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La Fogata con las Madres

JUEVES EN LA PLAZA, CON LAS MADRES
"Nuestros proyectos de hoy son los de nuestros hijos"

Al finalizar la marcha del jueves 4 de septiembre y una vez que la policía quitó las vallas que impedían a las Madres trasladarse hasta el vértice de la Plaza de Mayo adonde acostumbran a pronunciar su discurso, habló a los presentes Evel del Petrini (Beba). Previamente, la delegada de las Madres había exhortado a los oficiales a que "nos abran, para ir como todos los jueves al monumento frente a la Casa de gobierno. Señor Presidente y señores encargados: ¡Abran la Plaza! Las Madres queremos ir al monumento como todos los jueves. No nos vamos hasta que no nos abran".
Evel de Petrini (Beba)
Buenas tardes, compañeros. Hebe de Bonafini y Porota están en Italia participando, entre otras cosas, de la presentación del libro de las Madres "El corazón en la escritura", que fue traducido al italiano.
Están sonando muchas voces en estos días, algunas con muchos festejos y algarabías. Las Madres somos más escépticas, no tenemos nada que festejar. Nos parece muy bien que hayan sido anuladas las leyes de impunidad, como nos parece muy importante la posición del Señor Presidente, con lo que estamos de acuerdo.
Pero creemos que los asesinos no van a ser condenados. La decisión del presidente Aznar de negar la extradición no podía ser otra. Su posición fascista lo anticipaba.
Son pocos los jueces del país que serían capaces de llegar a condenar a los militares y a todos sus cómplices civiles y eclesiásticos. Mientras, con nuestros abogados en España, en Francia y en nuestro país se sigue trabajando en lo jurídico. Pronto presentaremos aquí una querella criminal por nuestras tres Madres desaparecidas.
La Iglesia, que también es acusada hoy por sus amigos asesinos, sale a defenderse y a negar lo innegable, a pretender quitarse culpas. Pero señores obispos y monseñores: de nada les servirá, todos conocemos la participación de vuestros miembros en los planes de la dictadura, muchísimas sotanas quedaron manchadas con la sangre de nuestro pueblo. Tenemos memoria. La Conferencia Episcopal de entonces, de los Tortolos, Bonamines, Plazas, Derisis, Primatestas. Más de ochenta prelados comprometidos con el crimen, pero sobran los dedos de una mano para contar los obispos rebeldes y los dos de ellos que pagaron con sus vidas. Monseñor Angelelli y Ponce de León y pocos curas de base.
Monseñor Bonamín clamaba en sus homilías por muerte y sangre. "El pueblo argentino ha cometido pecados que sólo pueden redimirse con sangre". La Iglesia tenía en él al profeta del genocidio. Monseñor Tortolo, vicario general de las Fuerza, les daba directivas a los capellanes para que apoyaran a los torturadores, para evitar que pudieran decaer en sus denigrantes tareas.
"Hasta tantas horas de torturas no es pecado", les decían a los monstruos. Monseñor Plaza acompañaba al general Camps en sus visitas a los centros de tortura y exterminio. El representante del Papa, el nuncio Pío Laghi, jugaba alegremente al tenis con Massera. Al final de la dictadura, monseñor Antonio Quarraccino, presidente del CELAM, propuso una "Ley de olvido", destinada a eximir de culpa y garantizar la impunidad de los responsables del genocidio. ¿Qué hizo la Santa Madre Iglesia?: Negar todo y absolver a los criminales.
Veinte años después, en el año 2000, hizo una tibia autocrítica pidiendo perdón porque algunos de sus miembros se habían apartado del evangelio.
Nuestras fuerzas las seguimos poniendo con todo empeño en los proyectos de hoy, que son –sin lugar a dudas- los de nuestros hijos.
Seguiremos apoyando a todos los desocupados que piden trabajo, a las fábricas tomadas y reactivadas que trabajan y dan trabajo. Queremos que nuestro país se recomponga con la fuerza del trabajo y con su gente.
Porque en nuestros hogares nos enseñaron que el trabajo te da dignidad, te enorgullece y te hace fuerte. Se debe luchar por esos derechos tan elementales como son la salud, la educación, la vivienda digna, que no por repetido deja de ser verdad primerísima: La libertad, sin esos derechos, no existe. Y esa es nuestra mayor preocupación.
Estamos trabajando mucho en la Universidad. La Librería está marchando muy bien. Es que hay puesto en ella mucho esfuerzo y amor. Gente extranjera que nos visita, nos comenta de libros importantes que no son fáciles de conseguir y que los encuentran en nuestra Librería.
La preparación para el Segundo Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos también está caminando muy bien con el esfuerzo de quienes están a cargo de él.
Nosotras, en nuestra casa, recibimos a diario muchísima gente, alumnos de distintas escuelas de periodismo y de facultades para hacer sus tesis de investigación. Les explicamos y les damos material sobre la dictadura y sus objetivos y consecuencias. En las escuelas no se habla de ello, en los hogares tampoco y los alumnos están desinformados.
Las Madres queremos que nuestros hijos sigan presentes en la lucha y por eso continuamos sus sueños, que son los nuestros, hoy y por siempre.
Apoyamos todo a la educación, recordando las palabras de nuestros hijos: "Mami, hay que educar, hay que enseñar, un pueblo ignorante es un pueblo sometido".
Junto a todos los compañeros que también lo sienten así, las Madres seguimos y seguiremos detrás de sus ideales, levantando sus banderas.
Gracias y hasta el jueves que viene.