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La Fogata con las Madres

JUEVES EN LA PLAZA, CON LAS MADRES

"Cada peso que se pague por la deuda externa es un hombre más sin trabajo, es un niño más que se muere de hambre"
Al finalizar la marcha del jueves 7 de agosto, una fila de policías dispuesta detrás de una valla de contención impedía a las Madres trasladarse hasta el vértice de la Plaza de Mayo adonde acostumbran a brindar su discurso.
Paradas frente al cerco, una treintena de Madres y los compañeros que suelen marchar junto a ellas permanecieron durante veinte minutos, hasta que Hebe de Bonafini tomó el megáfono y expresó que "las rejas no se sabe para quiénes son, si para los que están en la casa rosada o nosotros.¡ Es una vergüenza este enrejado! Hace 26 años que las Madres hablamos allá, y hasta que no nos abran no nos vamos a ir. ¡Tengan claro eso, porque no vamos a pasar por aquel costado ni por aquel otro! Vamos a pasar por aquí y vamos a esperar el tiempo que sea necesario, porque nadie nos va a obligar a hablar en otro lugar".
Inmediatamente después de la advertencia realizada por la presidenta de las Madres, dos oficiales se acercaron y procedieron a desatar las cadenas que unían el hierro azul de las vallas a las baldosas rojas de la Plaza de Mayo. Fue así, que las Madres caminaron hasta el monumento a Belgrano, frente a la casa de gobierno, donde Hebe de Bonafini pronunció el siguiente discurso.
Compañeros y compañeras, y sobre todos a quienes gobiernan:
¡No se olviden que esta Plaza es de las Madres, que hace 26 años que hablamos aquí, en este lugar, y que por más que pongan rejas siempre vamos a pasar! O tirando las rejas, o trepándolas, o poniendo una escalera. No va a haber nadie que nos impida pasar por el paso que pasamos siempre. No por el costado, no por el otro lado. Porque la Plaza es esto: es la marcha en el centro, y es el discurso aquí.
¡Y esto lo vamos a defender el día que sea y como sea! El gobierno tiene que aprender y tiene que entender que las rejas se las ponen ellos, no a nosotros, ¡porque a nosotros no hay rejas que nos paren!
Pasan tantas cosas… por ejemplo el tema de la Iglesia. Ustedes ya han visto lo que han dicho: Que los juicios y la cárcel y las condenas son venganzas. Pero ellos son los que hace mil y pico de años que se vengan de nosotros. Hace 2003 años que se quieren vengar de nosotros. Esa es la Iglesia, la que se quiere vengar siempre de nosotros, pero nosotros queremos cárcel para los asesinos.
Lo que pasa es que les va a tocar a muchos de ellos -que es como yo les decía el jueves pasado- porque hay mucha gente de la Iglesia involucrada. Seguramente lo vieron ayer a Von Wernich: ese es uno, pero hay un montón. No es el único. También a ellos hay que meterlos en la cárcel, porque no se la pueden librar.
Entonces, están preocupados y por eso piden que no haya "venganza", porque lo que tienen miedo es hasta dónde los que hacemos los juicios sabemos y podemos contar un montón de historias. Von Wernich no sólo era el capellán de Camps, era el capellán de la Aeronáutica, era el capellán que bendecía cuando dinamitaban los cuerpos de nuestros hijos. Que muchos no estaban muertos y por eso en una vuelta, se le salpicó la sotana con sangre. Él bendecía a los asesinos diciéndoles que lo que hacían era "por la patria y por el pueblo".
Pero junto a este capellán había monjas, como la Hermana Asunta, de quien no nos vamos a olvidar tampoco. Ella era sirviente de él, la que le arrimaba la gente y lo ayudaba a espiar. Y otra monja, la Cayetana, que estaba en el hospital, y ahí también delataba a los compañeros. Y un día que fuimos nosotras dijo: "Si tienen sabanitas viejas, el Ejército me las cambia". Y ahí la empezamos a investigar y ahí nos dimos cuenta que ella denunciaba a los compañeros, sobre todo a los psicólogos, que hacían trabajo social y político.
Y estaban tantos otros, por ejemplo Tortolo. O el Padre Montaña, el hijo del peluquero de mi barrio que usaba pistola en la cárcel, cuando lo íbamos a ver.
No es que no los conocíamos. Hay para contar miles de historias. Por eso nosotros queremos que todos pasen por las cárceles, que se los condene por lo que hicieron. Y también a la burocracia sindical. ¡No nos vamos a cansar!
Pero también decimos que esto no es lo más grave que pasa en este momento. Y que es bueno que se anulen las leyes para que puedan volver los juicios. Claro, a los que no juzgaron todavía, porque los que ya fueron juzgados no van a volver a ser juzgados. Pero que se mueva el avispero es importante. Pero no es lo más grave.
Por más que las leyes se deroguen, se anulen, y podamos condenar por cien años a los que ya están siendo juzgados en los Tribunales, lo que no tenemos que perder de vista es que eso no es lo más grave.
¡Lo más grave es que se hagan arreglos con el Fondo Monetario!
¡Lo más grave es la deuda externa!
¡Cada peso que se pague por la deuda es un hombre más sin trabajo, es un niño más que se muere de hambre!
Y para nosotros eso es lo más grave. No vamos a ponernos un pañuelo en la cabeza o en los ojos, que nos tape la vista, y dedicarnos nada más que a los juicios y a la marcha del 12 de agosto.
No. Eso es importante, pero la falta de trabajo es la consecuencia de la dictadura. Los arreglos con el FMI, esos arreglos que todavía no sabemos cómo son.
Ojalá que el presidente cumpla con lo que prometió: No pagar la deuda externa con el hambre del pueblo, porque si hace eso se estará cavando su propia fosa.
Hasta el jueves que viene...