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La Fogata con las Madres

Primer Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos

Acto de Inauguración

Jueves 14 de noviembre de 2002

Una vez finalizadas las actividades de la primera jornada del Congreso, que lleva hasta este momento más de 2000 inscriptos participando en los talleres, mesas y presentaciones de ponencias, se realizó esta noche, el acto de inauguración oficial del Congreso.
En un escenario montado en la Plaza de los Dos Congresos, frente a la sede de la Universidad Popular, en un acto lleno de emotividad y compromiso con la lucha y el futuro, se ubicó la mesa de los oradores: Alfredo Grande, Coordinador de la Escuela de Psicoanálisis de la Universidad Popular; Ricardo González Méndez, Presidente de la Asociación Cubana de Psiquiatría; Fernando Martínez Heredia, Filósofo Cubano; Julieta Calmels, Secretaria del Congreso; Vicente Zito Lema, Director Académico de la Universidad; y finalmente Hebe de Bonafini, quien cerró el acto.
A continuación, transcribimos las intervenciones completas de Zito Lema y Hebe.
Vicente Zito Lema Me pidieron los compañeros que no me olvide que, además de escribir, soy el director de la Universidad, y es justo que diga al menos, unas muy pocas palabras.
Aquí estamos, en una noche de noviembre. Una vez más, reunidos básicamente por dos cosas: el amor al convencimiento, el amor al más profundo de nuestros convencimientos, el amor tal vez al único convencimiento que vale la pena que se instale en nuestro alma y en nuestro espíritu.
Es el convencimiento de que los árboles que estamos plantando, darán sombra y fruto. ¡Así de simple! No importa si los ojos con que hoy miramos el mundo, alcancen para ver esos frutos, si nuestras cabezas tendrán el amparo de esos árboles que hoy plantamos.
Pero como alguna vez he escrito, somos gente de historia y de memoria. No olvidamos, no retrocedemos, no entregamos ni un solo de nuestros grandes sueños.
El sueño de la universidad, generosamente se está cumpliendo. ¡Cómo no iba a cumplirse, si se plantó la semilla en esa tierra sagrada de las Madres! ¡Cómo no va a cumplirse el sueño de instalar, desde este año, un nuevo espacio para la reflexión! Y cuando nosotros hablamos de reflexión, tenemos claro que la reflexión es el comienzo de la acción. Y nuestra reflexión, y nuestra acción, en el marco de los derechos humanos y la salud mental, apuntan en definitiva, a la felicidad.
A la felicidad de construir la vida. A la felicidad por poder sentir el dolor del otro como propio. A la felicidad de no entregar a los compañeros caídos en el mísero olvido. Pero tampoco entregarlos a míseros monumentos o a más míseras reparaciones.
¡La vida no tiene precio! ¡La vida se construye día a día, y hoy aquí seguimos construyendo la vida! Muchas gracias Hebe de Bonafini: Inaugurar, tiene que ver con nacer. Nacer, tiene que ver con parir, tiene que ver con dar a luz.
Esta tarde, en la Plaza de Mayo, comenzaron los dolores del parto.
En las clases, en las ponencias, los pujos. Y acá, el parto, el nacimiento, la inauguración. ¿Por qué no había que hacerlo después? ¡Está perfecto, cumplidos todos los pasos! Y estamos aquí, diciendo: "Inauguramos, hacemos nacer, estamos dando a luz, el Primer Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos" Y justamente, dentro de la belleza de la locura, dentro del marco de la locura, de esa locura de amor inmenso de que fuimos capaces las Madres, a partir del dolor tan grande, de convertirlo en lucha.
El dolor convertido en lucha da paso al amor inmenso, y a parir permanentemente, muchísimas cosas. Tantas, como ni se imaginan ustedes.
Mucha gente vino, y vio este local de las Madres, esta casa, frente a la Plaza Congreso. Y tal vez mañana, algunos conocerán - o ya conocen - el edificio de la calle Defensa. Y este Congreso, este juntarnos todos, no ha tenido publicidad, porque la prensa de la burguesía le tiene miedo a la Revolución, esa que nos camina por dentro, que nos cosquillea la barriga, que nos hace latir el corazón, la que nos hace levantar el puño, la que nos hace amar al Che y a Cuba. La que nos hace temblar, cuando escuchamos la marcha, como hoy: ¡La Internacional en la Plaza de Mayo! Le tiene miedo, y dio la orden: ¡Oculten! ¡No publiquen! ¡No digan nada de lo que están haciendo estas locas.! Si no dicen. no sale. Si no está en la televisión ¡no existe! Pero.¡los jodimos! ¡Y bien que los jodimos! Porque miles y miles, sin haberlo leído en ningún diario, están acá. Convocados.
No por nosotras, sino por la historia de nuestros hijos. Por esos que dieron la vida, con mucha generosidad, para que éste fuera otro país, para que éste fuera otro tiempo .
Y por más que quieran tapar y ocultar, estamos y lo hacemos. ¡Y no lo hacemos solas! Lo hacemos con ustedes, este Congreso tiene un trabajo impresionante, no solamente de la secretaria, de los intelectuales.Los compañeros que corren de un lado para el otro, los que están trabajando en la construcción allá, en el edificio de la calle Defensa, para que ustedes los jóvenes tengan adonde dormir . Tal vez en un piso duro, pero que vinieron también sabiendo que no había demasiadas comodidades, pero que tenemos un corazón ¡así de grande! para juntarlos a todos. Y los compañeros que ponen las luces, y los que filman, y los que ponen las mesas, y los que limpian los baños, y los que barren, y los que baldean, y los que acarrean.¡y todos! ¡Ha sido un esfuerzo impresionante! Pero un esfuerzo que no lo consideramos un sacrificio, porque todos los compañeros que trabajan y luchan acá están poniendo el hombro, ¡porque ellos también quieren otro país! No solamente los que armamos el Congreso, los que trajeron ponencias, los que vinieron a discutir.
¡Todos los que estamos aquí queremos otro país! Y lo vamos a conseguir, porque lo estamos construyendo. Tenemos el país en nuestras manos, el pueblo en la calle, las fábricas tomadas, las asambleas a los gritos, los piqueteros permanentemente reclamando y exigiendo trabajo.
Y este Congreso tiene que servir, no para la tristeza de lo que significa la locura, sino para la alegría de estar locos, ¡totalmente locos!, porque estamos convencidos que dentro de esta hermosa locura de amor vamos a hacer, estamos haciendo, el camino mágico que tiene que ver con lo que soñaron nuestros hijos: la Revolución Latinoamericana.
¡Que no está solo en Cuba!, sino acá, en nuestros pechos, en nuestra garganta, en nuestra cabeza, en nuestro puño. ¡y si dios quiere, algún día, en los fusiles! Muchas gracias.