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Libros sí, Alpargatas también

10 de abril del 2003

El rol de la educación en la hegemonía del bloque popular

María Gracia
El filósofo uruguayo José Luis Rebellato (1946-1999) dedicó diversos capítulos de su obra a reflexionar sobre los aportes del pensador italiano Antonio Gramsci (1891-1937), de quien destaca como sustantivos los aportes relacionados con la confianza en las capacidades de los sectores populares, la integración de lo personal y lo colectivo, la elaboración de un pensamiento comprometido y la tarea militante del intelectual..
Gramsci concibe al Estado como un conjunto de organismos propios de un grupo, que disciplina, unifica y concentra la potencia de clase, que transmite su concepción del mundo y crea las condiciones para la reproducción de la clase social hegemónica. De este modo, la vida estatal se concibe como un continuo formarse y superarse de equilibrios inestables (dentro del ámbito de la ley) entre los intereses del grupo dominante y los grupos subordinados..
Estado y sociedad civil articulan el consenso a través de organizaciones culturales, sociales, políticas y sindicales que, en el seno de la sociedad civil, están libradas a la iniciativa privada de la clase dominante, para integrar a las clases subalternas. Como lo señalaba Marx en "La ideología Alemana", al dominar el aparato productivo la clase dominante ejerce un monopolio sobre los organismos de difusión y la libertad informativa para imponer su filosofía, su moral, sus costumbres, un "sentido común" que favorecen el reconocimiento de su dominación por las clases dominadas..
No existe clase hegemónica que pueda asegurar durante largo tiempo su poder económico, sólo con el poder represivo: la cultura cumple una función social indispensable para el mantenimiento y reproducción del sistema. Los grupos dominantes ejercen la función de dirección cultural de transmisión ideológica a través de un conjunto de organizaciones e instituciones que organizan y divulgan la interpretación de la realidad que responde a sus intereses. Los aparatos ideológicos del Estado transmiten el intento por justificar y reproducir las estructuras y relaciones de dominación. Más allá de su dimensión teórica, la ideología conlleva un sistema de valores, símbolos y comportamientos que aparece representado en el arte, la filosofía, el derecho, la religión, las ciencias sociales, los medios de comunicación, etc. La ideología genere hábitos, es decir, sistemas de disposiciones, esquemas básicos de percepción, comprensión y acción y ellos son estructurados por las condiciones de producción y la posición de clase, pero también son estructurantes..
En la noción de Estado, Gramsci incluye a la sociedad civil, notando que la dominación es un proceso complejo en el que además de la coerción, interviene una serie de mecanismos de transmisión ideológica tendientes a lograr un consenso que otorga bases más sólidas a la dominación, mediante el cual las clases dominantes evitan que la "irrupción inmediata del elemento económico" afecte la estabilidad de la superestructura y del orden existente..
El Estado es un aparato de coerción que logra mantener su poder mediante una red "capilar" de instituciones y organismos que en la sociedad civil expresan su unidad de clase y promueven el consenso de las clases populares. La existencia del sufragio, de partidos políticos, de sindicatos, de instituciones como la escuela y la iglesia, expresan el entramado de la sociedad civil capitalista de Occidente, que exceden al Estado desde dentro: La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos, como «dominio» y como «dirección intelectual y moral» estas dos funciones, existen en cualquier forma de Estado, según cada sociedad y la correlación de fuerzas entre clases sociales: en los niveles económico, político, ideológico y militar..
El poder popular supone quebrar esa relación de subordinación: exige una distribución de poder, basándose en la participación directa de los sectores populares, como sujetos de lucha, de pensamiento y de historia..
No hay acción política verdaderamente transformadora si no es generada a partir del ejercicio del poder popular y a favor de las clases oprimidas con lo que plantea la conformación de una voluntad política colectiva, un nuevo poder que unifica las fuerzas dispersas en partidos, sindicatos, concejos vecinales, etc..
La hegemonía del bloque popular conlleva una instancia cultural o actividad práctica colectiva que funciona sobre la base de una misma y común concepción del mundo, una unidad cultural-social que reúne una multiplicidad de voluntades disgregadas. Así, el bloque histórico tiene una dimensión orgánica y estructural, no meramente teórica. Es orgánico porque alude al carácter estructural de los fenómenos sociopolíticos, concebidos como históricos y dinámicos oponiéndose a lo coyuntural, a lo burocrático o a lo mecánico y también porque se distingue de la conciencia corporativa y la de clase. Esta hegemonía no se logra sólo accediendo al poder político, sino también creando y difundiendo una nueva concepción del hombre y la sociedad. Es decir, realizando una transformación radical, un cambio sustancial en las estructuras de la conciencia, lo que Gramsci llamó "reforma intelectual y moral" (o sea cultural). Y este proceso no debe ser entendido cronológicamente como algo que se desata "a posteriori" del proceso político. Como Gramsci lo expresa la transformación cultural se da antes, durante y después que los sectores de cambio han asumido la dirección de una nueva sociedad..
El proceso de construcción de la hegemonía requiere de la consolidación de un bloque histórico. La nueva cultura, por otra parte, no resultará de la difusión de la cultura ya existente, sino de una crítica radical a la cultura predominante y a las sedimentaciones que ésta deja en el sentido común. Éste reproduce formas de conciencias propias de los sectores dominantes, pero también conlleva una potencialidad crítica, una dirección conciente, un "buen sentido". No se trata de ir a los sectores populares para mantenerlos en su concepción primitiva, ni se trata de recurrir a una metodología que consiga su adhesión política. Por el contrario, se trata de elevarlos a una concepción superior de la vida, de elaborar y organizar (dar "forma coherente") las visiones y problemas que las clases populares ya desarrollan en su actividad práctica..
Comentando a Gramsci cuando contrapone la hegemonía del proletariado a la de la Iglesia muestra la contradicción entre una forma de adhesión consciente y una conducta de adaptación, Rebellato afirma que la hegemonía está ligada a procesos de identificación: identificación liberadora e identificación autoritaria. La primera es impuesta por las clases dominantes, toma formas eufemizadas, se basa en la sumisión, la pasividad, es simbólicamente violenta y castrante, esta forma de identificación se convierte alienación de la originalidad del aporte histórico del sujeto..
Rebellato agrega que las formas de identificación con este modelo genera contradicciones: "el profesor o maestro que en su gremio tiene una postura progresista y es su clase utiliza un método impositivo; el trabajador militante y comprometido que en su familia ejerce una autoridad represiva y el dirigente que apuesta a métodos participativos y que en su práctica se preocupa porque la participación esté bien controlada" ..
La ética liberadora, como tarea de construcción de la autocrítica, no está librada de conflictos y contradicciones, porque, por ejemplo en la clase obrera coexisten intereses económicos comunes pero diferentes perspectivas políticas y culturales, sin embargo, para Rebellato, la tarea educativa transformadora no debe tratar de introducir la conciencia desde fuera, supone una transformación "gramsciana" y no mecánica del sujeto que va de la conciencia corporativa a la conciencia política..
La cultura actúa en la organización cotidiana de prácticas de dominación, la familia, la escuela, los medios de comunicación, las instituciones y la organización del espacio y el tiempo materializadas en el cuerpo; generan hábitos, conjunto de disposiciones, esquemas de percepción, comprensión y acción en determinadas condiciones de producción. Asimismo, la cultura está estructurada en torno a relaciones sociales y redes comunicacionales, supone la conjunción de distintos elementos que conforman una visión del mundo, del entorno, de la naturaleza y de los demás. Una determinada manera de interpretar la producción del conocimiento, el reconocimiento o la negación de las propias potencialidades. En este sentido, la cultura es una matriz generadora de comportamientos, actitudes, valores, códigos de lenguajes, hábitos y relaciones sociales. En ella se reproducen las relaciones de dominación-dependencia vigente en la sociedad en que vivimos. Estas relaciones adquieren una fuerza particular en la manera de actuar y de interactuar en la vida cotidiana, es decir, en el mundo de la vida de Habermas (cultura, sociedad, personalidad)..
Con cultura popular se hace referencia a los contenidos impugnadores, a las resistencias, a los códigos que se contraponen a la cultura hegemónica: es el conjunto de expresiones y concepciones que manifiestan la posición subalterna de los sectores populares. Sin la intervención del elemento subjetivo, no hay posibilidad alguna de transformación. Por tanto, la relación entre estructura y cultura no puede ser interpretada en forma determinista y unilateral. Ambas deben ser pensadas como la forma y el contenido, conformando el bloque histórico. De aquí la enérgica crítica de Gramsci al dogmatismo de ciertas orientaciones marxistas, al reduccionismo economicista, y a la racionalidad que construye la categoría de objetividad en Ciencias Sociales sobre el modelo de las Ciencias aturales..
Según Rebellato, la relación entre el intelectual y los sectores populares debe basarse en una profunda confianza en las potencialidades de éstos; es la confianza la que hace descubrir esas capacidades. La confianza es fuente de conocimiento: sólo quien confía puede conocer en profundidad..
Quien teme no logra conocer, o su conocer, o su conocimiento se queda en la superficie, porque el miedo paraliza a la misma capacidad de comprensión intelectual. Confianza en el aporte de los sectores populares; confianza y fe en el hombre. Pero esta confianza nos hace descubrir también que las potencialidades están ahogadas por la situación de opresión en la que viven sumidos. (1984:72)..
Los intelectuales, formados en una teoría alejada de la práctica, no capacitados para generar teoría desde la acción, y desde una acción conjunta con los sectores populares, se encierran en un mundo de legitimaciones y racionalizaciones que arriesgan coincidir con el mundo de ilusiones que elabora la ideología dominante. de ahí sus contradicciones profundas, los compartimientos estancos que establecen, no sólo entre las disciplinas, sino entre sus opciones y su vida cotidiana, entre su discurso y su acción, entre la teoría política proclamada y la metodología empleada. Alienación que afecta, a nivel político, las relaciones entre vanguardia y masas, entre elaboración de estrategias políticas y acciones de masas. Es la alienación del cuadro político que se forma en la teoría y el análisis, alejado del sentir cotidiano del pueblo. Sólo la relación dialéctica con la práctica y la vida del pueblo puede lograr que el cuadro político, que el intelectual comprometido, empiecen a darse cuenta que también ellos pueden transformarse..
En tanto dan coherencia al pensamiento de una clase, los intelectuales son "agentes de la hegemonía". Los sectores populares, en la medida en que buscan ejercer la hegemonía en un proceso histórico, deben tener sus intelectuales orgánicos. De este modo, la hegemonía no es solamente el ejercicio del poder económico y político sino que implica descubrir la convergencia de intereses de las clases y grupos subalternos en el sentido de la construcción de un proyecto político unificador. Este proceso, a la vez, requiere de una cohesión en torno a una visión del mundo, lograda no en forma "conformista" e "impositiva", sino mediante un proceso de maduración crítica..
La formación de los educadores y los profesionales, en general pone énfasis en la transmisión de conocimientos. El problema radica en la matriz a partir de la cual se genera la producción del conocimiento. El modelo predominante se basa en una matriz de transmisión y no de comunicación. Oyente y receptor son categorías que expresan que el modelo desde el cual se las elabora excluye las posibilidades de interlocución. A veces, este modelo puede disimularse con técnicas participativas que, en el fondo, mantienen inalterada la matriz colaborando en su legitimación..
El modelo sobre cuya base se desarrollan nuestros procesos de formación es un modelo estructurado sobre relaciones de poder. El discurso se elabora desde el poder y contribuye a su consolidación. La reacción pedagógica reproduce las relaciones de dominación y dependencia, por medio de las cuales el profesional y el educador instauran un estilo educativo que no tiende al crecimiento de nuevos sujetos y nuevos educadores, sino a su dependencia y subordinación. Ahora bien, sobre la base de relaciones de dominación sólo pueden conformase personalidades subordinadas y sólo puede surgir una ética de la dependencia, donde el otro no es un sujeto distinto a mí, sino que es la reproducción de mí mismo. El otro es negado en cuanto sujeto y reducido a la categoría de objeto. Al objetivar las relaciones educativas, la práctica social conduce a la reproducción de un modelo que permanentemente genera condiciones para quienes son considerados como objetos por la cultura vigente, mantengan la condición de tales..
El principio de la dialogicidad requiere de una visión holística y no de una racionalidad autocentrada; se opone a un sistema en el que la racionalidad instrumental y la tecnocracia se han convertido en puntos de vista absolutos y excluyentes, relegando la producción de subjetividad al ámbito privado. En este sentido, Paulo Freire se refiere a un educador nómade, alguien que no está autocentrado en su verdad, sino que se descentra y va hacia la verdad del otro. La educación popular, como movimiento que privilegia la dimensión cultural de los procesos, impulsa la constitución de un sujeto como protagonista de su propia educación así como de la transformación de la sociedad, donde los centros e instituciones deben desempeñar un papel de servicio con relación al movimiento popular en su conjunto y, en especial, a la construcción de los procesos de saberes y poderes sociales y políticos. (2000b:51)..
Rebellato describe la importancia atribuida al rol del educador en las nuevas redes de diálogo entre diferentes sensibilidades a propósito de la construcción de prácticas y proyectos educativos alternativos con sus conceptos de "participación activa en todos los espacios desde la creencia en la libertad, la coherencia entre el discurso y la vida y en una educación de naturaleza política, en lucha incansable contra la opresión y el autoritarismo". En este contexto se tendrá en cuenta especialmente que:.
(1) La educación popular es un movimiento cultural, donde los centros e instituciones deben desempeñar un papel de servicio con relación al movimiento popular en su conjunto y, en especial, a la construcción de los procesos de poderes sociales y políticos..
(2) El nuevo sujeto, que ya no tiene la misma identidad basada en la reflexión afirmativa propia de la modernidad, refleja capacidades, sensibilidades y estilos diferenciales que la educación tradicional no tiene en cuenta..
(3) La educación popular cuenta con un componente de gran alcance ético, pedagógico y político, esto es, su postura de permanente enfrentamiento a la dominación, explotación y exclusión, o sea, su capacidad de batallar en contra de la injusticia y la opresión..
(4) El movimiento de educación popular cuenta con el caudal crítico de experiencias, con su potencial emancipatorio. Como tal, tiene un aporte insustituible que realizar: colaborar en la construcción de alternativas populares, hacia sociedades edificadas sobre la base de la democracia participativa..
Según Paulo Freire, la ética liberadora articula la teoría y la práctica y está ligada a la actitud política totalizadora mediante las cuales el sujeto desarrolla sus capacidades creativas, en un contexto histórico y en relación con la realidad, en un tejido de relaciones personales, comunitarias, étnicas, económicas en oposición a una visión de elementos aislados. Es así, que la educación debe ser considerada como un proceso de desarrollo integral del individuo como el proceso de formación humana, en la que el sujeto creciendo en forma continua y abierta, tome conciencia de sus posibilidades de participar como creador en la cambiante dinámica social, económica y política..
La educación popular inscribe su proyecto en la línea estratégica de transformación de los movimientos populares en sujetos colectivos portadores del poder popular. Transformar la realidad es generar poder..
Ejercer el poder significa que los sectores populares se apropien de ese poder que han generado: supone que ellos son los protagonistas principales de un proceso de transformación y de formulación de alternativas; significa confiar más en las capacidades del pueblo que en sus líderes, que el proceso de cambio se construye desde abajo hacia arriba y que en ese proceso los sectores populares deben tener poder de decisión y de incidencia en todas las instancias. (1988b:5) Se trata de que las organizaciones populares garanticen ese poder y para esto se necesita imaginación y capacidad de autocrítica a fin de desmontar las estructuras de poder que se han generado dentro de las organizaciones populares. En este sentido, la tarea del educador consiste en crear las condiciones para que los sectores populares con los que trabaja, sean sujetos del poder. Objetivo estratégico de la educación popular, es que los movimientos populares se apropien de su poder a nivel político, a nivel económico y a nivel cultural. Este poder popular no se decreta; es fruto de un prolongado proceso de lucha, de organización, de utoeducación..
La concepción del poder popular lleva implícita la idea de crear un proyecto colectivo y popular de alternativa, capaz de transformar todos los espacios de dominación. La liberación es un proyecto global mucho más complejo que producir un cambio en las estucturas económicas. Más aún: del solo cambio de estas estructuras, no sigue mecánica y necesariamente un cambio liberador..
Los sectores populares deben constituir un nuevo bloque histórico, opuesto al bloque dominante. La unidad del bloque popular supone un proyecto alternativo común, lo que no quiere decir que ese proyecto sea necesariamente expresión de una de las clases que lo componen. Nace de la colaboración de todos los grupos subordinados..
La educación popular tiene un aporte fundamental en la metodología participativa y dialéctica de elaboración de ese proyecto colectivo..
1988b:5)..
Es imprescindible que en la lucha por llevar adelante un proyecto alternativo, los barrios estén presentes. Debemos destacar aquí, el peso importante del movimiento de cooperativas, de las organizaciones que se están dando en los cantegriles, los desalojados, los desocupados; formas nuevas que se van gestando y que muchas veces son totalmente ignoradas por una óptica estrecha, que sólo se centra en la fuerza indiscutible del movimiento sindical..
Hay quienes, desde una determinada teoría del conocimiento entienden la educación popular como el acceso de los sectores populares a una cultura ya elaborada. Subyacente a este planteo, está el convencimiento de que los sectores populares no tienen un aporte propio para dar, que no poseen un conocimiento de la realidad, lo que a su vez está alimentado por una profunda desconfianza en la inteligencia y creatividad de los sectores populares: son los técnicos, los intelectuales, los agentes externos, quienes elaboran conocimiento y, en tal caso, la tarea de la educación popular es formulada como tarea de divulgación de esos conocimientos..
La alternativa dialéctica de la educación popular, parte de otro enfoque del saber. Los sectores populares poseen una concepción y una interpretación espontánea de la realidad. El educador popular posee, también, un conjunto de conocimientos adquiridos de diversas fuentes..
En uno y otro saber, hay elementos contradictorios. En uno y otro saber hay sedimentaciones que tienen su origen en los modelos culturales dominantes. Uno y otro se precisan para la producción colectiva de una cultura nueva, una cultura que no nace de una teoría preestablecida sino de una práctica transformadora de la realidad..
La educación popular debe pensarse como autoeducación, en el sentido de una metodología que despierte la iniciativa, el sentido crítico y la creatividad. Esto supera ampliamente el problema de las técnicas educativas; se constituye en fundamento de estas técnicas, en lo que les da o les quita sentido..
La educación popular va, pues, en la línea de una verdadera transformación cultural alternativa a la cultura generada por el bloque social dominante..
(1988b:6)..
La tarea de las organizaciones políticas está en suscitar una identificación crítica, consciente y participativa, por parte del pueblo..
Deben ser expresión de la lucha y de la creatividad del pueblo, de sus intereses, de su cultura y de las formas organizativas que los sectores populares se dan; deben ser un intento de colectivizar y orientar esa lucha del pueblo, no de acallarla. (1988b:7)..
La educación popular es un movimiento cultural en el que los centros e instituciones desempeñan un papel de servicio con relación al movimiento popular en su conjunto y, en especial, a la construcción de los procesos de poderes sociales y políticos..
El movimiento de educación popular se debe a los sujetos populares y no a las políticas que se implementan con relación a los sujetos populares. La educación popular cuenta con un componente de enorme alcance ético y político. Nos referimos a su postura de permanente enfrentamiento a la dominación, explotación y exclusión, es decir, a su capacidad de batallar en contra de la injusticia y la opresión.... La educación popular mantuvo siempre una firme postura antiautoritaria...La autonomía no germina bajo la sumisión, aún cuando ésta sea justificada como un requisito indispensable para construir un nuevo mundo. La novedad no crece en un clima de dogmatismo e intolerancia...En medio de la desesperanza, el movimiento de educación popular cuenta con el caudal crítico de experiencias, con su potencial emancipatorio. Como tal, tiene un aporte insustituible que realizar. El aporte de colaborar en la construcción de alternativas populares donde la gente sea realmente sujeto protagónico y donde la diversidad se articules con la emancipación. Su opción es muy clara: junto a los dominados y oprimidos por la construcción de una sociedad que asegure condiciones de justicia, dignidad, democracia y reconocimiento de la diversidad..
La apuesta de la educación popular es profundizar sin vacilaciones los espacios de poder de las organizaciones populares y de los ciudadanos, en especial de los sectores más postergados de la sociedad. En tal sentido, es imprescindible evitar toda forma de cooptación por parte del aparato institucional, así como también toda forma de subordinación política y el posible distanciamiento de los organismos de gobierno local respecto a la gente y a sus organizaciones..
Estos desafíos son consustanciales a una educación popular que apuesta a la liberación, entendida en su sentido general, es decir, en sus proyecciones éticas, políticas y culturales. Una educación popular comprendida como movimiento que desarrolla una lucha contra los proyectos hegemónicos ligados al neoliberalismo y a la estrategia de la globalización. Una educación popular que impulsa una búsqueda, necesariamente rigurosa y creativa, guiada por la convicción de que la cuestión del poder sigue hoy más vigente que nunca, si bien se plantea en términos distintos y novedosos. La apuesta continúa siendo la del fortalecimiento del poder (de decisión, de control, de negociación, de lucha) de los sectores populares..
Ser sujeto es formar parte de comunidades y tradiciones dialógicas, en las que construimos nuestra identidad en la interacción con los "otros significantes". Lenguaje, cognición, emoción, valoración, se dan en circuitos dialógicos. No se dan en una conciencia encerrada en sí. La autonomía se construye con otros. O mejor dicho, se conquista con otros..
Desde esta perspectiva, el concepto de auto-póiesis (auto-producción) no define al sujeto en cuanto tal. Quizás defina a la vida en cuanto tal. El sujeto, además de auto-poiético, es autónomo. Y su autonomía se da dentro de tradiciones culturales..