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Libros sí, Alpargatas también

Banksy
Agit Prop

Carlos Prieto
Ladinamo
Además de una célebre escena musical, cuya cabeza visible es el grupo Massive Attack, la ciudad británica de Bristol cuenta con un movimiento subterráneo influenciado por las tradiciones de resistencia. En los últimos años se ha desarrollado una corriente de protesta cuyas tribulaciones pueden seguirse minuto a minuto a través de la página web de Indymedia Bristol (www.bristol.indymedia.org). Por fuerza, este caldo de cultivo tiene que haber contribuido a la aparición de un artista como Banksy (Bristol, 1975) cuyo graffiti político, "colgado" en las calles de Bristol, Londres o Barcelona, ha transcendido las fronteras del underground llamando la atención –no correspondida– de prensa, galeristas y empresas transnacionales.


Viniendo de donde viene no resulta especialmente raro que, como cuenta la leyenda, Banksy haya rechazado ofertas de trabajo de Nike, Coca-Cola o Microsoft. La respuesta de los Jinetes del Apocalipsis a esta impertinencia ha sido algo así como: "Te vas a integrar por la buenas o por las malas", procediendo a continuación a fusilar el estilo de Banksy en sus campañas publicitarias. Así, mientras marcas como Nike o Lucozade lo calcan en un intento desesperado por parecer modernas y seguir así vendiéndonos la moto, organizaciones tan respetables como la Comisión Electoral británica se "inspiran" en sus diseños con la noble intención de… ejem, parecer modernas y seguir así vendiéndonos la moto. De hecho, la campaña llamando al voto en las elecciones generales de 2002 fusilaba su estilo de tal modo que el propio Banksy tuvo que añadir una nota a su libro Existencilism desmintiendo que fuera obra suya.
Curiosamente estos actos de piratería por parte de publicistas sin escrúpulos ávidos de credibilidad urbana no han provocado la habitual ola de protestas histéricas por parte de la SGAE de turno. No obstante, desde el otro lado de la trinchera, los diseños de Banksy han sido usados tal cual para ilustrar portadas de revistas alternativas (Adbusters), libros de teoría política (Change the world without taking power de John Holloway) o carteles del movimiento de resistencia global.
La negativa a verse envuelto en el proceso mercantil del arte sumada al hecho de que sus trabajos de denuncia sean diametralmente opuestos a la vena narcisista que lastra buena parte del graffiti que ensucia las paredes de las ciudades, alinean a Banksy con otras corrientes del arte de protesta: aquellas que no solo sacan a la luz la falta de legitimidad de los museos sino que, por extensión, subrayan la falacia de la "neutralidad" del arte. En efecto, desde finales de los cuarenta, en una corrosiva involución que ha hecho revolverse en sus tumbas a los padres de las vanguardias, se ha establecido en el mundo del arte un status quo basado en la superstición de que el arte no debe enviar ningún tipo de mensaje político o social. Este estado de ensimismamiento del arte ha sufrido diversos asaltos en las últimas décadas, algunos de los cuales se pueden adscribir a la tradición seguida por Banksy: ya sea el graffiti neoyorquino de los setenta, el punk, o los cartelistas del 68 francés y su cruzada por llevar la "poesía a la calle". Y es que no se trata de buscar la obra de Banksy en las galerías de arte sino, más bien, de tener la suerte de toparse con ella en cualquier esquina, "revelación" que haría las delicias de los surrealistas y sus vástagos: desde el desconcierto de los primerizos hasta la euforia del iniciado, es posible que el encuentro te acabe por alegrar el día sin necesidad de sufrir los apretones de una cola o la disminución de tu cuenta corriente.
Entre las características de sus dibujos destacan la claridad de sus mensajes y un oscuro sentido del humor que refleja situaciones que están, por fuerza, en la mente de todos. Por ejemplo, sus dibujos de ratas envueltas en diversos actos de sabotaje en la capital de Inglaterra pueden ser entendidos como una metáfora de la disidencia pero también, vistos los acontecimientos de los últimos meses, como una sátira de las noticias de fantasmagóricos atentados terroristas sobre un Londres que, desde el 11 de septiembre de 2001, ha sido saqueado, bombardeado y gaseado decenas de veces… en la febril imaginación de la prensa libre. ¿Acaso la guerrilla roedora de Banksy no es una continuación natural de la escalada de ataques absurdos por parte de fuerzas maléficas inhumanas?
Armado de plantillas de cartón y tubos de pintura en aerosol, Banksy merodea entre las sombras nocturnas hasta hacerse un hueco frente a una pared inmaculada... A la mañana siguiente, haciendo bueno el dicho detectivesco según el cual "el asesino siempre regresa al lugar del crimen", volverá para tomar una foto de su nueva obra que luego incluirá en los pequeños libros (Existencilism, Banging your head against a brick wall) que se autoedita de cuando en cuando, demostrando de paso que es también un excelente fotógrafo y que lo de escribir no se le da nada mal. Para hacerte con uno de estos libros puedes consultar su página web
www.banksy.co.uk o escribir a la distribuidora AK Press (ak@akedin.demon.co.uk).