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Heinz Dieterich Steffan

14 de junio del 2003

La nación latinoamericana frente al proyecto fascista global

Heinz Dieterich

La nación latinoamericana y la nación árabe se encuentran ante la misma disyuntiva: integrarse o ser devoradas por el imperialismo estadounidense y el europeo. Potencialmente de enorme riqueza y poder, ambas naciones sufren del mismo cáncer: la balcanización neocolonial.

Las estrategias de defensa árabes y latinoamericanas son diferentes. En la región árabe y mesoasiática, la política estadounidense cataliza las resistencias nacionales y locales hacia el gran paradigma de las guerras de liberación nacional. En América Latina, la resistencia tiende a desembocar en el gran paradigma de la integración institucional regional, la Patria Grande.

En el Oriente Medio y Cercano, el megaproyecto de destrucción-modernización de la troika Donald Rumsfeld, Dick Cheney y Paul Wolfowitz, con su agente de relaciones públicas George W. Bush, está acercándose al punto del fracaso. En su soberbia e incultura, que considera que el único poder que cuenta es la fuerza bruta de las armas y del dólar, están creando, como decía el Comandante Che Guevara en los años sesenta, "dos, tres...muchos Vietnams".

El fracaso de su política de imposiciones terroristas a los pueblos y Estados es más evidente en Palestina. Israel, cuyas Fuerzas Armadas y servicios de inteligencia se encuentran, sin duda, entre los cinco más eficientes del mundo; que cuenta con un gobierno sin ética que practica el terrorismo de Estado al máximo y, que dispone del apoyo incondicional de la nación más poderosa del mundo, Estados Unidos, no ha sido capaz de someter al pequeño pueblo palestino, pese a décadas de terrorismo de Estado.

De hecho, la reciente declaración del Primer Ministro Ariel Sharon, de que Israel es una fuerza de ocupación, y que la guerra no conviene a Israel, ni a la economía israelí, ni a los palestinos, es el reconocimiento público del fracaso del proyecto colonial- sionista por la vía de la fuerza y del terror. El terrorismo sionista-estadounidense ha sido derrotado estratégicamente en Palestina. Por eso propone ahora, negociar.

Irak y Afganistán, a su vez, están convirtiéndose en campos de batalla de guerras de liberación nacional, porque Bush y Blair cometieron el más grave error que conoce la geopolítica neocolonial después de Vietnam: poner tropas de ocupación extranjeras ---con rasgos marcadamente diferentes a los de la población nacional, en cuanto a fenotipo, lenguaje, hábitos y creencias religiosas--- en medio de un entorno nacional hostil del Tercer Mundo, sin tener condiciones económicas, militares o culturales, para imponer su proyecto de dominación.

Un factor agravante fue la política de guerra anglo-estadounidense, de comprar a los generales iraquíes. Esa táctica le proporcionó una fácil victoria a Washington y Londres, pero hizo imposible la destrucción de las unidades militares iraquíes. Al desertar, esos soldados se convirtieron en un vasto "ejército miliciano de reserva", con entrenamiento profesional y armas, que será invencible si se imbuye de un espíritu de liberación nacional y religioso.

Esa debilidad estructural del megaproyecto imperialista estadounidense, con apoyo subordinado europeo y, crecientemente, japonés, se agrava por la prospectiva apertura de nuevos frentes de guerra en la península de Corea y en Irán, y, por supuesto, por la crisis fiscal-económica y de legitimidad del cuarteto neofascista en la Casa Blanca que ponen en peligro sus perspectivas electorales para el próximo año.

La dispersión de las fuerzas estadounidenses en el teatro euroasiático es, sin duda, de enorme importancia positiva para las fuerzas democratizadoras y patrióticas latinoamericanas que deben aprovechar la coyuntura internacional para avanzar sus propios intereses de soberanía y desarrollo, convirtiéndose en sujeto autónomo de la política y economía mundial.

Existe, sin embargo, una tendencia adicional de considerable peligrosidad para el proceso de liberación de la Nación Latinoamericana: la hegemonía que los gobiernos neocoloniales de España e Italia ejercen en la Unión Europea (UE) sobre los asuntos de América Latina; hegemonía que ha llevado a la UE a participar activamente en el proyecto neofascista de Washington contra América Latina.

Las fuerzas patrióticas latinoamericanas, desde los Estados progresistas como Cuba y Venezuela hasta los movimientos sociales, se encuentran, por lo tanto, ante el peligro de ser aplastadas entre dos bloques imperialistas: Estados Unidos y la Unión Europea. Ante esa doble presión, la única posibilidad de sobrevivencia reside en el Bloque Regional de Poder (BRP). Fuera de este bloque, no hay salvación para ningún ente latinoamericano.

El modus operandi de ambos imperialismos se observa con mayor claridad en el caso de Cuba. En abril del 2003, Washington trataba de instrumentar un bloqueo naval contra Cuba mediante un complot que llevó al fusilamiento de tres cubanos secuestradores de una lancha; apenas un mes después, Bush trató de nuevo --- mientras estaba reunido con varias cabecillas terroristas de Miami en la Casa Blanca--- de producir una agresión militar contra Cuba; esta vez con aviones de combate.

Mientras Bush movía el brazo militar de la pinza de agresión, Aznar y Berlusconi maniobraron con el brazo político europeo, buscando la ruptura diplomática de la UE con Cuba para efectuar un bloqueo económico contra la isla. Las sanciones diplomáticas de la UE fueron el resultado de este complot.

La constante labor subversiva de Aznar contra el gobierno cubano no es, por supuesto, ni singular, ni nuevo. La política subimperialista española frente a América Latina comenzó con Felipe González, con el apoyo del conglomerado mediático "Grupo Prisa", al cual pertenece el diario El País, que es para el subimperialismo español lo que es el Osservatore Romano para el Papa: la voz oficiosa de su amo.

González, bajo cuya presidencia operaron los Escuadrones de la Muerte del Estado español contra el movimiento nacionalista vasco, conocidos como GAL, redescubrió las bonanzas de "las Indias" para el capital español. Patrocinado por el corrupto presidente venezolano Carlos Andrés Pérez y el magnate venezolano Gustavo Cisneros, abrió los cauces de la política que Aznar siguió después de manera más descarada.

Llegado a la presidencia, en parte con apoyo financiero electoral del cipayo Carlos Saúl Menem, transferido a España por el Servicio de Inteligencia del Estado argentino (SIDE), Aznar legitimó el golpe de Estado contra el presidente constitucional venezolano Hugo Chávez, en cuya preparación participaron diversos sectores del subimperialismo español.

En la actualidad, los organismos del complejo militar y de seguridad del Estado español, que tuvieron una agradable luna de miel con los torturadores de Pinochet, juegan un papel importante en la represión terrorista de los movimientos populares colombianos y actúan, casi con impunidad, en Venezuela. El financiamiento de la subversión dentro de Cuba es parte de este accionar del demócrata Aznar, que ha convertido a Madrid en la principal filial de los terroristas de Miami y Washington, en contra de la liberación de la Nación latinoamericana.

Un papel significativo en esa labor neocolonial cumplen las fundaciones y las organizaciones del catolicismo reaccionario europeo. Sería muy importante, por ejemplo, que el periodismo investigativo analizara las actividades de la fundación del Partido Demócrata Cristiano alemán (CDU), Konrad Adenauer, en Venezuela, o las actividades de la fundación del Partido Liberal alemán (FDP), Friedrich Naumann, frente a Cuba y con Carlos Alberto Montaner, en Madrid.

Ante la amenaza de agresión militar de Washington, reiterada por el principal arquitecto de su guerra sucia en América Latina, Otto Reich ---quien reafirmó recientemente, "que el camino que (Chávez) ha seguido va a ser muy malo para Venezuela" y, que su gobierno "está preocupado", porque el modelo del presidente Hugo Chávez "se parece al de Fidel Castro"--- y el intento de estrangulamiento político-económico de las fuerzas neofascistas de la UE, los Estados y movimientos sociales progresistas de la Patria Grande tienen una sola estrategia de salvación: el Bloque de Poder Sudamericano (BPS).

Hoy día, ninguna nación puede ser libre ni soberana, si no forma parte de un Bloque de Poder Regional (BPR). Con enorme inteligencia y audacia, los presidentes Hugo Chávez, Fidel Castro, Inacio "Lula" da Silva y Néstor Kirchner han tomado esta realidad como premisa fundamental de su política, tratando de construir el Bloque de Poder Sudamericano, a partir del MERCOSUR y de la Comunidad Andina.

En los movimientos sociales de América Latina, sin embargo, esta conciencia está atrasada (al igual que en algunos intelectuales sectaristas). Y sin el apoyo de los movimientos de masas, los líderes políticos mencionados no tendrán la fuerza, para convertir la única estrategia de sobrevivencia disponible, en realidad.

Por eso, la actual coyuntura histórica les confiere una extraordinaria responsabilidad política a los líderes de los movimientos de masas. Si no suman en lo inmediato sus fuerzas al naciente Bloque de Poder Sudamericano (BPS), habrán fallado en su responsabilidad ante los pueblos de la nación latinoamericana.

La Central Obrera Boliviana (COB) y el Movimiento al Socialismo (MAS), en Bolivia; los sindicatos de petroleros, electricistas y maestros, al igual que los movimientos indígenas y partidos progresistas ---como el Partido Socialista y el Partido Nuevo País--- en el Ecuador; los movimientos populares en Colombia; los sindicatos SUTEP y la CGTP en el Perú; el FMLN y el Movimiento de Resistencia Popular en El Salvador; el FSLN en Nicaragua y los demás sujetos de transformación de la Patria Grande, se encuentran ante una encrucijada que definirá su lugar en la historia.

Ojalá, que al atardecer de la jornada puedan decir lo mismo que aquél célebre revolucionario: "La historia nos absolverá."