Economía
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Economía de mercado y socialismo
Lisandro Otero
El capitalismo salvaje es capaz de desatar guerras de
barbarie y destrucción para aniquilar las soberanías nacionales, como la que
desató en Vietnam y ahora conduce en Irak. Pero también existen las guerras
económicas. Una de estas es la guerra textilera que actualmente se ha lanzado
contra China.
La Organización Mundial de Comercio había trazado un régimen de cuotas para la
confección de tejidos, que expiró a inicios del 2005. Desde entonces la Unión
Europea y Estados Unidos se han empeñado en un conflicto frontal contra la
invasión china de prendas de vestir y tratan de lograr la promulgación de
legislaciones proteccionistas.
Estados Unidos intentó un acuerdo, el pasado junio de crear cuotas
bilaterales. Trataba con ello de ganar tiempo y dar un lapso a sus productores
locales para adaptarse a la feroz competencia china. Los europeos no fueron
incluidos en el pacto y el resultado es que la importación de productos
tejidos se acumuló en las aduanas. Camisetas, pantalones, blusas y sostenes
invadieron los almacenes por decenas de millones.
En el último número de la revista británica The Economist se informa de una
gestión desesperada de la Unión Europea para alcanzar un control de este flujo
colosal. En los últimos diez años Francia ha perdido un tercio de su industria
textil. Italia siempre ha dependido para sus exportaciones de una moneda
débil, pero desde que adoptó el euro esa ventaja ha desaparecido.
El problema principal es que China constituye un competidor invencible con sus
reducidos salarios y su tecnología de bajo costo. Incluso países
subdesarrollados, como Túnez y Marruecos, que han logrado el incremento de su
manufactura de tejidos, en condiciones similares a las chinas, no pueden
rivalizar. Los chinos poseen una extraordinario potencial demográfico y su
radical cambio social la está apartando del retraso feudal en que vivió sumida
durante siglos.
Estados Unidos ha tratado de mantener una política de "compromiso
constructivo", como le ha llamado, con China, tratando de captar un vasto
mercado y mano de obra barata para la industria norteamericana. China
emprendió, en los últimos años, importantes reformas de su economía bajo la
dirección de Deng Xiaoping. A esa reforma se le ha llamado "economía de
mercado socialista". Se ha dejado que los precios fluctúen para estimular la
producción parcialmente privatizada, pero los grandes medios de elaboración
industrial han permanecido en manos estatales. El plusproducto acumulado por
el estado es dedicado al beneficio social. China se ha abierto a la inversión
extranjera y tanto japoneses como norteamericanos están muy interesados en las
vastas perspectivas comerciales que ofrece un mercado tan extenso
China es miembro de la Organización Mundial de Comercio y debe atenerse a sus
reglamentaciones. Hu Jintao, el presidente chino, visitará Estados Unidos en
septiembre y uno de los principales objetivos de su viaje es tratar de
conseguir un espacio para su creciente producción industrial. La reciente
reevaluación de la moneda china acalló un tanto las voces proteccionistas
dentro de Estados Unidos.
Se están realizando grandes inversiones en el transporte, las
telecomunicaciones y la energía chinos. Hasta el año 2,000 se invirtieron allí
unos 230,000 millones de dólares. El nuevo sistema permite que el estado siga
controlando los bancos y regule el presupuesto, en tanto favorece la aparición
de empresas privadas y estimula la inversión extranjera.
Con la Revolución Cultural Mao quiso aplastar a quienes buscaban un camino
moderado como Liu Shao-chi y Deng Xiao-ping: prioridad a la industria de
bienes de consumo sobre la industria pesada. Finalmente Mao logró su objetivo
de aplastar la oposición. Hizo ejecutar a Liu, aisló a Chou En-lai, castigó a
Deng y derribó el avión en que escapaba Lin-Piao. Pero la realidad es
obstinada y tras la muerte de Mao, y el episodio de la Camarilla de los Cinco,
los seguidores de Liu Shao-chi obtuvieron su victoria y Deng instauró
elementos de la economía de mercado aunque no concedió libertades políticas.
Los tres acontecimientos más importantes en la historia China de estos últimos
cincuenta años son el triunfo de un régimen marxista, la ruptura con la URSS,
la pugna interna del partido, conocida como Revolución Cultural y la posesión
de la bomba atómica. La distensión con Estados Unidos iniciada por Kissinger,
y cultivada con esmero por Richard Nixon, atenuó la agresividad contra China
que se ha convertido en un gigante industrial y se proyecta con enorme fuerza
sobre el presente siglo.
Hoy, la economía china crece a un 13% anual y al finalizar el siglo veinte
estaba a la altura de las grandes naciones occidentales industrializadas y
concluyó la etapa de la austeridad, la economía centralizada, las
restricciones de consumo y la severidad de la vida moral.
gotli2002@yahoo.com