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Hugo Alberto de Pedro

Que nunca más vuelvan

"El mundo que queremos transformar ya ha sido trabajado antes por la historia y tiene muchas horadaciones. Debemos encontrar el talento necesario para, con esos límites, transformarlo y hacer una figura simple y sencilla: un mundo nuevo"
Subcomandante Insurgente Marcos

Por Hugo Alberto de Pedro

Ha comenzado a transcurrir el mes de diciembre y muchas cuestiones han cambiado con respecto a tan solamente un año atrás, como corresponde para empeorar la situación de las mayorías, en el marco de ésta traicionera democracia de justicialistas y radicales.
Con la medida de implantar el "corralito financiero", a posteriori de permitir que los grandes grupos girasen miles de millones de dólares al exterior durante el año 2001, se dio por terminada a una de las etapas más groseras de transferencias de riquezas y esfuerzos de todos los argentinos, que junto al remate de las empresas estatales comenzó hacia finales de 1989 en forma alevosa. Habiendo sido necesaria para llevarla a cabo toda la complicidad de la clase y dirigencia política, sindical, empresarial y financiera. Fue de la mano de Menem que Argentina conoció la forma de caer al abismo de la pobreza generalizada y la usurpación total de los destinos del país en la decisión de unos pocos que concentraron un poder económico inusitado, además de llevar al extremo el servilismo a favor de quienes, desde adentro y afuera, conducen y monitorean cada una de las políticas del antes Estado independiente argentino.
De más esta confirmar, para recordar, que el gobierno de la Alianza con apenas dos años de gestión puso el broche de oro con represión, muerte y caída libre del ingreso de los trabajadores y sectores medios de la sociedad, convirtiendo las calles del país en el sepulcro de quienes manifestaban su justificada bronca, con solamente las armas de protesta y la movilización que hizo posible el alejamiento del superministro Cavallo y junto con él todo un gobierno de rosqueros incapaces.
Durante éste ya casi terminado año 2002, se confirmó una misma forma de atender a los asuntos públicos y centrando todo en por lo menos tres aspectos:
Negociación con los organismos internacionales de crédito:
La casi inexistente capacidad del gobierno transitorio del senador-presidente Duhalde llevó a nuestro país a realizar cuanta concesión fue impuesta desde el FMI, BM. y la Reserva Federal de los EE.UU. en temas que hacen a las políticas propias nacionales de cualquier Estado soberano. Así fue que se pagaron miles de millones de dólares, ajustaron tarifas y precios en las empresas privatizadas, firmaron pactos con los gobiernos provinciales para disminuir el gasto público, anularon leyes que protegían las quiebras de nuestras empresas y penalizaban la subversión económica, dejando al dólar variar libremente y aumentado los tasas de interés entre muchas otras políticas obedientemente cumplidas.
El resultado ha sido negativo de cara a los intereses populares y de las pequeñas y medianas empresas, además, permite que las temerarias intromisiones en los asuntos internos de nuestra República sean ya consideradas como políticas de estado y de cogobierno desde las decisiones tomadas fuera de nuestras fronteras. Con todo, no se ha conseguido ni el más miserable de los acuerdos a los que nos tienen acostumbrados realizar, pero se incrementaron las ordenes impartidas y su eficaz cumplimiento, siendo por lo menos saludable que no se haya firmado nada por un gobierno que ni siquiera representa su propio color político.
Muerte cívica del parlamento:
Si alguna vez en la historia hemos visto un Congreso tan sumiso al poder de turno ha sido éste, que también nos recuerda sus mejores momentos de rendición al otorgar superpoderes a quienes conocían por sus prácticas e ideologías antinacionales y antipopulares puestas al servicio de dictadura, menemato y aliancismo. No se ha producido ni un solo debate de ideas que contemple la crítica situación del país para buscar alguna solución. Tanto diputados como senadores han bailado al ritmo y con la música puesta desde los grandes intereses corporativos y financieros no atendiendo en lo más mínimo a los reclamos, exigencias y necesidades del pueblo argentino. Ese mismo pueblo que con sus impuestos y sacrificios les permite poseer abultadas dietas, gastos de representación, prerrogativas que se convierten en insultos cívicos, fastuosas propiedades, viajes por el mundo y fondos suficientes para refregarnos a cada instante que quieren seguir ocupando los espacios políticos en las próximas elecciones. El hambre endémico, la desnutrición galopante, los salarios maltrechos, la salud inexistente y la educación tristemente desarticulada no entran en las agendas parlamentarias, como tampoco pudo llegar al final con el juicio a la Corte Suprema de Justicia, la que ha sabido presionar a los supuestos representantes del pueblo para que hagan de su actuación frente al tema una comedia de infidelidades y mentiras por doquier. Sin embargo, como viene realizando desde la recuperación de la democracia en 1983, la putrefacta clase política realiza cualquier acuerdo para: realizar tramposas elecciones presidenciales el año próximo ajustada a sus necesidades de mantenerse en el poder, legislar para la dependencia, hacer imposible la autodeterminación nacional, votar internacionalmente contra soberanos gobiernos latinoamericanos como el de Cuba, etcétera; todo eso llevado a cabo en muy poco tiempo de trasnochadas sesiones, cubiertas de sospechas muy bien fundadas, que no hacen más que aumentar el desprecio y rechazo de los ciudadanos. Ellos son los responsables y culpables que desde finales de diciembre pasado deban estar enjaulados en sus despachos y recintos y que, además, debemos tolerar verlos custodiados por uniformes policiales manchados por la sangre de quienes no se dan por vencidos. Son los que encuentran su razón de existencia en alejarse cada vez más de las necesidades e intereses de sus teóricamente definidos representados.
Injusticia a manos de la Justicia:
No ha existido un solo fallo judicial que haya dado un poco de luz sobre las investigaciones realizadas sobre hechos de corrupción, giros de divisas al exterior, entuertos financieros, represión y muerte de ciudadanos desarmados, confiscación de los depósitos, ventas de armas, enriquecimientos ilícitos, evasión impositiva, etcétera. Ello no es solo producto de la incapacidad rectora y ejemplificadora de la CSJ, sino también de los juzgados nacionales y provinciales que responden a los intereses de la corrompida política y sus nefastos dirigentes que los han colocado estratégicamente. Los fallos de la retardada justicia argentina han sido dirigidos en contra de los luchadores sociales que de a miles los tienen procesados y en favor de los dueños del poder y de las riquezas tan perversamente distribuidas en nuestro país.
Estos tres simples ejemplos nos llevan a comprender porque es necesario imponer mayor represión, miedo, persecución y agitar deslealmente a los más necesitados para que cometan actos de saqueos. Así quieren llevar al enfrentamiento a millones de desposeídos -de toda seguridad de vida y de futuro- contra la reiterada fiereza de las armas disparadas criminal y cobardemente por las Fuerzas de Seguridad. Colocando como tema central para detener el conflicto creado por la exclusión y la pobreza, la necesidad de dar intervención a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior conforme a las declaraciones públicas tanto de Duhalde como de Menem, que cuentan con la complicidad que otorga el silencio de los otros candidatos justicialistas y de los sectores que representan a la derecha golpista vernácula.
Así las cosas, con un pronóstico desalentador y que alimenta mayores situaciones de exclusión y represión, es como llegamos a fin de año.
Pero estará en cada uno de nosotros participando en movimientos y organizaciones poder hacer el gran cambio necesario. Debemos pensar que el futuro de nuestra sociedad nos pertenece a nosotros, el pueblo, y no a un grupúsculo de dirigentes políticos que han perdido hasta la libertad de andar caminando libremente por las calles por temor al repudio social. Podemos revertir ésta imposición de fuerzas si tomamos conciencia de nuestra capacidad de plantarnos firmemente retomando con más fuerzas las ideas y banderas de la rebelión del 19 y 20 de diciembre del 2001.
Hay una revolución en marcha que crece día a día mejorando con propuestas superadoras, calidad de participación, ejemplos de lucha y cantidad de mujeres y hombres que no se resignan, que se van organizando horizontal y verticalmente según las diferentes estrategias para detenerlos de una vez por todas, y que trabajan para posible y diferente República Argentina.
Los políticos enquistados en el Poder lo saben y tienen miedo, a nosotros nos toca tomar la iniciativa y obligarlos no solo a irse sino:
ĦQue nunca más vuelvan!
4 de diciembre del 2002