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Hugo Alberto de Pedro

No confiemos en los salvadores

En las adversidades sale a la luz la virtud
Aristóteles


por Hugo Alberto de Pedro

Considerando el actual estado de situación en lo relativo con el endeudamiento externo argentino debemos mantenernos más atentos que nunca en los acontecimientos y decisiones que se vayan sucediendo diariamente, tanto de los generados desde el exterior como de los del gobierno argentino.
Una vez más en nuestra historia es el Poder Ejecutivo Nacional el que toma en forma exclusiva a su cargo el derecho de hacer y deshacer de manera inconsulta, y conforme a su óptica política, el tema de la deuda externa que a estas alturas es considerada unánimemente como impagable, odiosa, ilegítima e ilegal; a pesar de lo cual sigue condicionando a las diferentes generaciones de ciudadanos. Omitiré en estas líneas tratar sobre su origen, monto, tasas, acuerdos, negociados y entregas llevadas adelante por los diferentes gobiernos militares genocidas, radicales, peronistas y aliancistas, ya que ha sido materia de anteriores artículos como de muchísimos otros excelentes trabajos, estudios y fallos judiciales.
En estos momentos de la vida nacional hay problemas en extremo más importantes que seguir adelante con negociaciones que tienen por un lado a un gobierno empecinado, no sin razón, en no cambiar de postura frente a los acreedores privados y a los organismos internacionales de crédito; y por el otro a éstos ajustando y agudizando al máximo sus pretensiones y presiones a niveles que desconocemos hasta donde pueden llegar más allá de lo que podamos imaginar por conocerlos perfectamente en sus prácticas de expoliación y destrucción de los países pobres y endeudados.
No es la intención tratar el acierto o la equivocación de la propuesta argentina frente a la deuda, de la cual tengo profundas reservas y reparos, ya que la correcta postura de considerar pagable en el tiempo un valor de 25 centavos por cada dólar "supuestamente debido" por los bonos emitidos en condiciones despreciables y abusivas se choca con un reconocimiento total de lo "supuestamente debido" por créditos otorgados por las organizaciones crediticias internacionales manejadas por las potencias económicas mundiales atrincheradas en el Grupo de los 7.
Lo que considero de sumo y primordial interés es tratar el protagonismo ciudadano y popular que como Nación libre e independiente tenemos la obligación de asumir, ya que desde hace 30 años el flagelo del endeudamiento nos ha llevado al actual estado de quiebra nacional que día a día se lleva hacia la pobreza e indigencia a miles de conciudadanos. Difícilmente éstos puedan volver a una situación de bienestar en tanto y en cuanto no se fijen políticas que nos permitan autodeterminarnos internacional, política, social y económicamente. No está de más reiterar la necesidad de avanzar sobre los acuerdos pendientes con los países latinoamericanos y exigir al gobierno que no se produzca ningún avance en el tema del ALCA.
La preocupación de los acreedores externos no es determinante en temas económicos y financieros solamente, sino el de no permitir que Argentina reniegue de inmorales pretensiones y de una deuda asumida como consecuencia de políticas antinacionales monitoreadas e impuestas desde afuera sobre gobiernos complacientes y entreguistas, como también, de prestamistas financieros privados que conocían perfectamente que a los niveles de tasas, valores de compra y vencimientos tendrían un final de incobrabilidad que ya ha sido verificado.
Las diferentes agresiones comerciales, económicas y financieras, a las que ahora se suman las judiciales provenientes de los países poderosos, nos deben poner en posición de intransigencia nacional y popular como asimismo de desobediencia ante todo aquello que venga imponiéndose desde el exterior. La genuflexión en los acuerdos llevados adelante por los gobiernos, la entrega del patrimonio y la renta nacional me relevan de mayores explicaciones sobre la necesidad de no seguir entregando ciegamente nuestra confianza al gobernante de turno.
No debemos dejarnos engañar con las consecuencias que traería aparejado una dura posición de la Argentina y menos aún lo que en estos días nos quieren hacer creer de que vamos camino al aislamiento del mundo. Eso es una inmensa mentira como la que nos quieren hacer creer que nuestro país esta en el camino seguro hacia una salida de la crisis económica, ya que solamente ha tenido un respiro basado exclusivamente en un ocasional y extraordinario momento de buenas exportaciones de productos primarios sin ningún tipo de valor agregado, siendo éste el que permite lograr mayores niveles de empleo y una corrección en la injusta distribución de la riqueza y el ingreso nacional. Argentina no podrá salir de la crisis sin trabajo genuino y productivo, sin salud y sin educación ajustada a las necesidades de estos tiempos. La contención a los problemas del hambre no pueden seguir la lógica del asistencialismo y los planes de subsidios que terminarán por dinamitar la capacitación del trabajador desocupado y de las futuras fuerzas que se deberán incorporar al concierto laboral.
El Gobierno Nacional no debe afrontar en soledad la responsabilidad de tratar la deuda externa, así ha sido siempre y ahí están a la vista los terribles resultados, porque fue elegido para administrar al país por cuatro años y cualquier negociación trasciende dicho lapso de tiempo. Debe ser un tema en el que debe participar la sociedad en su conjunto que es en definitiva quien afrontará las consecuencias que devengue la decisión de nuestra República. Para muestra hay que ver como hoy los sectores políticos y económicos responsables del endeudamiento y del desastre nacional se hacen los distraídos en el mejor de los casos, porque en otros están ahí disfrazados como preocupados "patriotas" cuando en realidad han sido verdaderos traidores a la Patria y a su Pueblo. Recordemos sino cuando se presentaban como salvadores.
Es en parte por lo expresado que como pueblo debemos expresarnos de todas las formas necesarias para que se comprenda que ha llegado el momento de decir basta, de que sepan que el límite de la paciencia y el sufrimiento es éste y que no estamos dispuestos a seguir ningún camino que nos conduzca a nuevos errores; sino que pretendemos encaminarnos en la senda del crecimiento y bienestar siempre postergados y por todos anhelados. Las fiestas de determinados sectores no podemos seguirlas permitiendo sobre nuestros funerales.
Es un tiempo de coraje y bravura donde muchos pueblos van demostrando hasta dónde no están dispuestos a aguantar más agresiones de cualquier índole, nuestra militancia activa debe encontrarnos movilizados y expectantes para enfrentar a cada una de las agresiones recibidas tanto desde el exterior como dentro de nuestras fronteras; sabiendo que esta vez nuestras respuestas deben ser más potentes y fuertes que los empellones recibidos. A ellos nada les preocupa nuestra destrucción y sin embargo nosotros, los ciudadanos, tenemos el deber indelegable de defender nuestro futuro y el de nuestros hijos, porque ya sabemos que desde la política partidaria nada se ha realizado para solucionar los problemas sino por el contrario se han empedernido en agudizarlos.
Son tiempos de ser serios y enérgicos, dejar de lado nuestras conveniencias personales para garantizar un nuevo tiempo con nuevas respuestas y acciones, las negociaciones deben ser llevadas adelante de forma transparente con intervención del Congreso Nacional que tiene el mandato constitucional de intervenir en el tema del endeudamiento externo nacional, aún a pesar de nuestras confirmadas dudas sobre muchos de sus integrantes. Desde los Concejos Deliberantes y las Legislaturas Provinciales se debe exigir al Gobierno Nacional que sea honesto, sincero y que actúe sin mentir. Dentro de las organizaciones políticas, obreras, sociales y comunitarias debemos estar informados de cada paso dado, debatir y actuar en consecuencia, tanto sea para apoyar como para rechazar a la gestión gubernamental.
No confiemos en los salvadores. Salvémonos nosotros, a nuestros hijos y a nuestra Nación.
12 de febrero del 2004