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Hugo Alberto de Pedro

Darío y Maximiliano

por Hugo Alberto de Pedro
Hoy será un puente diferente,
una estación distinta,
unas banderas diversas,
un vivo recuerdo al fin.
Hace un año vos marchabas,
doce meses atrás cantabas,
sólo un año atrás, Santillán,
solo doce meses, Kosteki.
Las balas fueron silencio,
un silencio estruendoso,
la sangre ardiente y caliente,
jamás nunca se secará.
Mentirán los asesinos,
callarán los responsables,
nuestras banderas son testigos,
y sabemos que aún ahí están.
Una gorra, una bota,
un chaleco, una granada,
una pistola, un fusil,
unas mentes sólo macabras.
Un bastón, una banda,
una dieta, un sillón,
un despacho, una banca,
ellos son toda una farsa.
Dos vidas no son nada,
muchas vidas no son nada,
30.000 vidas no son nada,
los fascistas no son nada.
Hijos de Puta les decimos,
asesinos de nuestros camaradas,
jamás piensen que son libres,
han matado esperanzas.
Fueron cartuchos de sangre,
son cartuchos que aún sangran,
nuestras heridas e ideales,
ya no sangran.
Por las rutas y los caminos,
por los ríos y las montañas,
por las plazas y las calles,
señalaremos criminales.
Sus pinturas y sus versos,
sus ladrillos y sus huertas,
hoy se multiplican,
y son millares.
Cada día nos encontramos,
los escuchamos y admiramos,
fueron maestros, sí Maestros,
simplemente de la vida.
No se fueron para siempre,
porque están en cada instante,
adelante, si adelante Compañeros,
como grandes estandartes.
Siguen marchando los Compañeros,
van piqueteando como miles,
un reclamo justo que no cesará,
y un sueño repetido se alzará.
Cómplices nuestros, han caído,
para levantarse en cada lucha,
están presentes en todo corte,
indicando ése, nuestro camino.
Un mural los inmortaliza,
cien banderas los elevan,
un canto los recuerda,
mártires hijos de ésta tierra.
Vengaremos el pasado,
el de ellos y el de miles,
no hay justicia ni jurado,
que cierren nuestras cicatrices.
Volverán un día, es seguro,
estarán allí, es seguro,
no como recuerdo del ayer,
sino como aurora del mañana.
Compromisos no tenemos,
sólo luchas inclaudicables,
y muchos desprecios acumulados,
para darnos por vencidos.
Si ahí vienen, Compañeros,
aún ellos están en marcha,
la columna no se detiene,
tampoco lo hará nuestra calma.
Compañero Darío,
Compañero Maximiliano,
Compañeros todos.
Hoy ya debe ser el mañana.
26 de junio del 2003