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Hugo Alberto de Pedro

Que no suceda una vez más en la Argentina

"El FMI dijo hagan recortes, y Argentina cumplió, podando gastos en el nivel federal (excepto intereses) en 10% entre 1999 y 2001, los recortes exacerbaron la caída. Si hubieran sido tan despiadados como lo deseaba el FMI, el colapso económico hubiera sido aún más rápido"
Premio Nobel de Economía – Joseph Stiglitz


por Hugo Alberto de Pedro
http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm


Que la temperatura no es lo mismo que la sensación térmica es tan real como que las verdades estarán siempre peleadas con las mentiras, aunque ante la ausencia de viento y con una media de humedad no hay diferencias térmicas como tampoco en los gobiernos los anuncios y declaraciones logran un empate técnico entre la verdad y la mentira.
El gobierno argentino, encabezado por Néstor Carlos Kirchner, terminará inexorablemente en un desastroso final de no advertir a tiempo, y esto es ya, que el rumbo económico que está teniendo y que es continuación del heredado e Eduardo Alberto Duhalde no tiene salida posible alguna. Esta es la verdad más incontrastable que hoy podemos advertir, le guste o no escucharla a la clase política dirigencial siempre tan comprometida con todos aquellos que no sean el pueblo argentino.
No esperamos que las solapadas críticas que el periodismo convertido en adulador está comenzando a permitirse pueda ahora crear un ambiente necesario para posibles cambios necesarios en el ministerio de Economía, ya que eso lo venimos advirtiendo y sosteniendo desde la asunción en la conducción ministerial de Roberto Lavagna el 27 de abril del 2002 -hace 15 meses-. La actuación política de éste ha estado ligada en los últimos años a las relaciones internacionales económicas en las Naciones Unidas -centros del poder económico- con lo cual queda bien claro que debería tener un conocimiento acabado de la realidad nacional e internacional, habiendo también conocido al haberse desempeñado como secretario de Industria y Comercio entre 1985 y 1987 en el gobierno de Ricardo Raúl Alfonsín.
El gobierno "kirchner-duhaldista" no tiene otra alternativa que llegar a un enfrentamiento en el plano político y económico con el Fondo Monetario Internacional, bancos, empresas privatizadas y concesionarias de servicios públicos, agropecuarios y exportadores nacionales e internacionales y sindicatos engordados. Solamente le queda recurrir al pueblo en su conjunto y devolverle las posibilidades de un cambio estructural de la economía, ya que de persistir con remiendos irá camino a una nueva crónica de muerte anunciada. Este enfrentamiento debe ser tomado desde una posición de fuerza y con características reivindicativas a tantos años de sumisión a las políticas neoliberales digitalizadas y controladas desde el exterior con la complicidad de Carlos Saúl Menem.
Muchos estarán pensando en lo fuerte del término "enfrentamiento", y podemos pensar que nos quedaríamos en una cuestión estrictamente semántica porque las políticas económicas que se han venido aplicando también tuvieron, ese enfrentamiento, con las necesidad y la vida de todo el pueblo argentino; como también ha quedado evidenciado en la totalidad de los países desplazados el concierto internacional del supuesto bienestar capitalista.
Con el nivel de adhesión gubernamental -nunca imaginado por propios ni extraños- debería estar convocando a una convergencia, encuentro nacional y popular, político, social y económico sin límites de ninguna naturaleza ni especie. No debe pensar que la parcial renovación parlamentaria, las reelecciones de gobernadores y el regreso de otros al manejo de las provincias -por cierto impresentables todos- permitirán algún cambio dentro de la administración pública territorial.
Si algo nos ha enseñado ésta adornada democracia es que solamente sirve para reciclar viejos políticos y vetustas ideas, desde el mismo momento que la conformación de las listas de candidatos surge de temerarios acuerdos copulares en los partidos mayoritarios, en la falta de renovación y genuina discusión de los que llevan improntas de izquierda que siguen atornillados a sus dogmas y la diversidad de fuerzas que representan a la derecha nacional que sin historia se presentan con solitarias figuras con prontuarios políticos detestables.
La participación ciudadana ha sido la gran ausente en los últimos veinte años de ésta autotitulada democracia, no creyendo más la población cada oportunidad que se llenan la boca de invocar los intereses del pueblo. Una mirada al mapa social así lo determina sin necesidad de hacer más consideraciones.
Un orden político que no quiera comprender que se está alejando cada vez más del pueblo, al que niega sistemáticamente una salida a su necesidad de trabajo y lo lleva hacia el abismo de la pobreza y marginalidad, y que no se permite tomar decisiones nacionales que lleven a la reactivación del aparato productivo y generador de riquezas seguirá condenado al fracaso.
Argentina ya sabe que después del default externo no viene lo peor, al contrario de lo sostenido por los mesiánicos del mercado. Los acreedores externos y los organismos de crédito saben muy bien que en la medida que nuestro país no se recupere fronteras adentro no podrán nunca cobrar y así lo demuestran ellos mismos al considerar que por cada dólar que debemos esperan recuperar 30 centavos de dólar, es decir, un 30% de recupero y menos aún también en muchos títulos de la deuda odiosa.
Los defensores de las economías de mercado y del libre juego de las fuerzas de la oferta y la demanda serán los primeros en comprender y aceptarlo, a menos que mantengan y persistan en posiciones históricas contradictorias al considerar que capitalismo, liberalismo y neoliberalismo se juega con tácticas diferentes en los grandes centros del poder económico con respecto a las aplicadas y obligadas a cumplir en los países que conforman mayoritariamente al mundo empobrecido.
Indudable es pensar que una alta cuota de coraje y valentía son necesarias. No pensarlo así invalidaría cualquier análisis serio. Se hace necesario terminar de blanquear una realidad insoslayable que justamente no es la hacernos creer que con un acuerdo financiero a tres años y una miserable quita en el capital e intereses supuestamente adeudados conseguiremos salir adelante. Eso no es verdad y quienes así lo sostengan mienten descaradamente.
Con un 22% de desempleo real, con un 55% de la población en la pobreza, con la mortalidad infantil verificada en un inmoral aumento, con la quiebra sostenida de las pequeñas y medianas empresas nacionales, generaciones de jóvenes sin destino ni rumbo, con una negación al crédito para reconstruir el capital de trabajo, con la banca negándose a entregar préstamos a tasas que puedan ser absorbidas y no confiscatorias, etc. todo tibio intento de corregir políticas económicas solamente potenciarán el desenlace final para millones de argentinos; y que nos llevará a caminos que no deseamos volver a recorrer y que son los del autoritarismo y totalitarismo civil o militar, ya que desconocer que sus mentores están terminados sería otro gravísimo error histórico. Ellos están ahí, agazapados, esperando la oportunidad, y conocen muy bien que el mejor caldo de su maloliente cultivo es la desesperación y la falta de esperanzas de la población, veamos los casos de criminales venidos a democráticos como Bussi, Patti, Rico, etc. que nos van indicando que es así.
Estas cuestiones la conocen muy bien nuestros políticos, como nosotros conocemos muy bien que ellos pretenden perpetuarse en el poder sin haber logrado, por lo menos, iniciar la senda de la liberación, independencia y bienestar de nuestro país. Los justicialistas y radicales conocen muy bien, por su lamentable historia, que han tenido que dejar sus gobiernos por las presiones de los mismos de siempre y han encontrado a un pueblo inmóvil y ausente producto de sus políticas que traicionaron cada una de sus voluntades dispuestas al momento de apoyar sus diferentes llegadas al poder. Esto es una verdad histórica y nada nos promete que ahora debería ser diferente cuando a cada sucesión presidencial las mentiras son mas groseras y parecieran potenciarse.
Podemos advertir, sin mucho análisis, que muchos sectores se están fagocitando deslumbrados por algunas decisiones denominadas "progresistas" pero que en realidad son simplemente correctivas después de dos décadas de mentiras y atropellos realizados.
Hay que exigirle al gobierno que proponga políticas nuevas y superadoras, que convoquen al ciudadano para opinar cuantas veces sea necesario para así hacerle saber a los legisladores lo que deben hacer como nuestros representantes, que designen al frente de ministerios, secretarias y reparticiones públicas exclusivamente a reconocidos profesionales y académicos, que busque sustento en las universidades y, por sobre todo, escuchen a los más necesitados y quebrados por éste todavía no abandonado circuito del neoliberalismo salvaje y globalizado. Nadie que se considere un líder serio, no pretendiendo que sea u estadista, puede hablarnos de "capitalismo serio", salvo desde una postura maquiavélica.
Sabemos que el neoliberalismo no está acabado porque las fuerzas que lo sostienen de caer son poderosísimas en lo económico y militar, sin embargo, nunca hasta ahora había presentado una situación de astillamiento tan importante a su alrededor por obra de sus hegemónicas políticas internacionales. Son cada vez más importantes, en cantidad y calidad, las voces que en el mundo lo cuestionan y están luchando por su desaparición, ya que en lugar de haber aportado soluciones al injusto sistema mundial de reparto de las riquezas y bienestar internacional ha realizado las peores de las políticas de marginación e injusticia para miles de millones de los que habitan el planeta que no se han beneficiado absolutamente en nada, sino que por el contrario han visto caerse estrepitosamente en sus niveles de vida.
Las misiones de los organismos internacionales de créditos van y vienen, dejan a emisarios permanentes en nuestros ministerios, John Dodsworth por ejemplo convertido en virrey en nombre del FMI. Siguen presionando sobre el tema de las tarifas de los servicios públicos, la disminución del gasto público nacional y de las provincias, el aumento de la recaudación, el incremento de superávit fiscal, el incremento de las reservas del Banco Central, las políticas sobre privatizaciones y concesiones y como siempre sobre la madre de muchos de nuestros problemas el sistema bancario y financiero. Necesitan reconfirmar las bases indispensables para seguir esquilmando a la economía vernácula y en consecuencia seguir postergando los reclamos sociales y populares que siguen al borde de precipitarse en un genocidio general. El fin buscado es el mismo de siempre: reembolsar sus dineros.
Tienen sus derechos, sin dudas, para proseguir en sus triquiñuelas lobbistas porque durante decenas de años se lo hemos permitido y aceptado gustosamente, pero nuestro país con su gobierno al frente le asiste la autoridad de enviarlos de vuelta a sus imperios financieros, económicos y políticos. Debemos ser capaces de ejercitar y comprender nuestra autodeterminación como Nación libre y soberana, por lo menos de lo que de ella queda, porque cualquiera de sus exigencias deben ser realizadas a costa de mayores sacrificios y miserias que serían antipatrióticas aceptar y menos aún permitir que sean decididas desde un puñado de despachos políticos que detentan el poder de decisión sobre nuestro futuro.
Realmente debemos admitir la gravedad de estas horas y de las que vendrán. Sí en estos momentos no lo intentan los gobernantes deberemos ser nosotros quienes busquemos los caminos y los medios necesarios para lograrlo en una vez por todas y definitivamente.
Si estas cuestiones son atendidas urgentemente el gobierno de Kirchner podrá mantenerse y conseguir una verdadera representación popular. Si no lo hace con propuestas consensuadas con todos los actores sociales desgraciadamente sabemos el final de ésta historia que no deseamos que suceda una vez más.
31 de julio del 2003