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Hugo Alberto de Pedro

La barbarie invasora en Irak

"Cuando no recordamos lo que nos pasa,
nos puede suceder la misma cosa.
Son esas mismas cosas que nos marginan,
nos matan la memoria, nos queman las ideas,
nos quitan las palabras...
Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oír que oiga.
Nos queman las palabras, nos silencian,
y la voz de la gente se oirá siempre.
Inútil es matar,
la muerte prueba
que la vida existe."


Por Hugo Alberto de Pedro
http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm

Muchos seguimos consternados por las imágenes de la cruel y horrorosa invasión anglo-americana a la República de Irak perpretada desde el 20 de marzo hasta estos momentos, en los cuales parecería haber dado por terminado con el régimen impuesto por Saddam Hussein desde el año 1979 y el que merece la máxima de las condenas por parte de los que pensamos que las libertades y los derechos humanos son la piedra angular en la convivencia de los pueblos.
La pregunta que todos merecemos hacernos y que, sin dudas, la historia responderá con toda la fuerza y firmeza necesaria es: ¿Fue necesaria desatar toda la furia imperial contra un pueblo?
Mayoritariamente desde los más diversos confines del mundo la respuesta actual es que no. Si tenemos en cuenta que el supuesto armamento de destrucción masiva y química estaba siendo investigado por la comisión destinada a tal fin por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la que estaba dando muestras de su efectiva acción según hasta el hartazgo se han encargado de declarar y aseverar tanto Hans Blix -Jefe de los Inspectores de armas biológicas, químicas y misilísticas- como Mohamed El Baradei -Director de la Agencia Internacional de Energía Atómica-.
Nos sorprende que después de tres semanas no han dado ni una sola prueba de la existencia de un peligro internacional en manos del denominado "terrorista" Hussein, aún con la ventaja de haber sido el mismo Imperio quien entregó dicha tecnología cuando los vientos de sus conveniencias así lo hacían necesario para enfrentar a otros pueblos. Similar situación se dio en el pasado con Ossama Bin Laden cuando no era "terrorista" sino un elemento útil para sus intereses y negociados.
Sabemos muy bien que Hussein ni Bin Laden serán encontrados hasta que el Imperio los necesite activados, o como le querremos llamar, para seguir justificando su política de garrote mundial.
La aplanadora del Imperio no tuvo en consideración la vida de civiles desarmados que han sido aterrorizados por la mayor tecnología militar y de muerte que tengamos memoria.
Todo se llevó adelante con una mirada cómplice de todos los mandatarios del mundo que no han querido oponerse en forma terminante a la barbarie que sabían muy bien que se produciría de no haberla detenido. Que justo, o por lo menos necesario, sería que sus propios hijos deban pasar tres semanas, veintiún días con sus soles y sus lunas bajo millares de bombas cayendo sobre ellos para que recapaciten de una vez por todas.
El hecho que no se haya convocado a la Asamblea General de la ONU nos confirma la incapacidad y la decisión manifiesta de no frenar un nuevo conflicto mundial, el que desconocemos los alcances planetarios que alcanzará, aunque seguramente podemos afirmar que llevará la muerte y la desesperación a millones de seres.
El Plan "Petróleo por Alimentos" de ese organismo fue continuamente saboteado por los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU), mientras sobre el territorio iraquí desde la Guerra del Golfo no dejaron de caer bombardeos continuos tanto militares como de organismos dañinos, ataque a su economía agrícola, todo ello acompañado de un bloqueo total que no hizo más que deteriorar su devastada economía, la que hundía aún más en la exclusión a sus mayorías sin medicamentos ni alimentos.
La autodeterminación y la libertad de los pueblos jamás podrá ser decidida por quienes en el mundo posean una potencia armamentística que pongan a disposición de la invasión de países o regiones enteras. De ello nos aconseja demasiado terminantemente la historia y la memoria, las que nos cuentan de los cientos de millones de muertos, heridos, desplazados y marginados que se han producido.
Ahora bien, que respuesta le daremos a las niñas y niños de Irak frente a lo que han debido sufrir y que de seguro seguirán padeciendo, porque no estamos ante un inmaculado EEUU que llevará la paz a IRAK, como tampoco la libertad prometida. Sencillamente no es así porque jamás, Imperio alguno, lo ha realizado, sino que por el contrario han mejorado los métodos de sumisión y avasallamiento hacia las comunidades.
No sabemos si George W. Bush se encuentra con sus facultades mentales demasiado alteradas, todo hacer pronosticar que así es, pero en definitiva será el mismo pueblo norteamericano quién lo tendrá que juzgar, pues el mundo entero ya lo hizo con una determinación que ha llegado hasta establecer un odio impensable. Pensamos que para el ciudadano del Imperio es indeseable ser odiados, aunque desgraciadamente muy poco han hecho para detener a su "bárbaro" presidente.
La barbarie, que comenzó hace mucho tiempo atrás, no sabemos que curso tomará en los próximos tiempos, auguramos que la nueva persecución está en ciernes y cuando ya se hayan retirado los medios de comunicación se encarnizarán con todas sus fuerzas como siempre ha sucedido después de sus invasiones desparramadas por todo el mundo. En ese juego del poder una vez más la discriminación, venganzas, exiliados, refugiados, presos y perseguidos los pondrá el pueblo iraquí y otros pueblos también.
La barbarie, que llegó con las mentirosas banderas de la libertad y la democracia, también fue llevada por ellos mismos a otros pueblos que han colonizado. Por lo tanto, nada nos dice que en ésta oportunidad será diferente.
Es incomprensible como los funcionarios que dirigieron la barbarie tienen la osadía de presentarse sonrientes y contentos en medio de la muerte de miles de inocentes. Les decimos entonces, que una vez más seremos las mayorías del mundo, quizás las que no tenemos las fuerzas de las armas de fuego, a las que encontraran siempre enfrentándolos desde la visión humanitaria y humanista, solidaria e igualitaria, como libre y soberna.
También creemos que un pueblo sometido a muchos años de bombas tras bombas, y en las últimas semanas a miles de ellas, no sale a las calles a vitorear a los invasores. Por cierto en una ciudad como Bagdad, que puede llegar a tener hasta ocho millones de habitantes producto de la inmigración interna producida en los últimos doce años de bloqueo, unos cuantos cientos no son significativo, han salido muchos más a saquear y a intentar poder vivir sin agresiones por un momento, tanto de las que imponía el totalitarismo de Hussein como las impuestas por el fuego extranjero a manos de soldados mercenarios y criminales.
No son los millones de iraquíes que el Imperio decía que esperaría a los pies de sus tanques para ser cubiertos de flores y vivas, y esto es lógico porque los invasores jamás son bienvenidos y menos aún cuando ellos han impuesto el miedo y el terror como política de colonización.
Es de destacar que la legítima defensa invocada por los EEUU, por la cual sería Hussein responsable de los atentados del 11 de setiembre nadie lo ha probado, como tampoco ninguna prueba fehaciente de estar relacionado con el terrorismo y la proliferación de armas químicas y nucleares. Estos temas no son menores en función que no sabemos cuál será el próximo país elegido para imponer su barbarie de invasión y colonización.
¿Todo lo terrorista, autoritario, bárbaro y brutal que los EEUU invocan sobre otros personajes no corresponde también ser aplicados al mismísimo George W. Bush?
Seguro que así debe ser.
9 de abril del 2003