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Hugo Alberto de Pedro

La puta cultura argentina


"La cultura es la sonrisa con fuerzas milenarias
ella espera mal herida, prohibida o sepultada
a que venga el señor tiempo y le ilumine otra vez el alma"
León Gieco

por Hugo Alberto de Pedro

Me permito utilizar la palabra "puta" parafraseando los dichos del ex secretario de Cultura de la Nación en una clara demostración de que la cultura en la Argentina es simplemente una Secretaría más dependiente del presidente de la Nación. La inactividad del área ha quedado evidente en estos días, o mejor dicho confirmado lo que se viene sosteniendo desde el mismo momento en que fue designado en su cargo el ahora depuesto o renunciado sociólogo Torcuato Di Tella, hace dieciocho meses.

Para el Diccionario Enciclopédico Espasa la palabra Cultura es el conjunto de conocimientos adquiridos por una persona mediante el estudio, la lectura, los medios de comunicación, las relaciones sociales, etc.

"Después del derrumbe" es el título del libro presentado por Néstor Carlos Kirchner el 15 de abril del año pasado en el Hotel Panamericano, antes de ser elegido presidente por algo menos de una cuarta parte del electorado. Su coautor era Torcuato Di Tella y supuestamente producto de conversaciones entre éste y el por entonces gobernador santacruceño que intentaba plasmar la "Teoría y práctica política de la Argentina que viene". Como corresponde a los supuestos interesados en la "Kultura" un año después en la Feria del Libro la impronta "kultural" la tuvieron solamente algunas señoritas contratadas por "Los Guardianes de la Democracia" con unas remeras en las que se podía leer la leyenda "Kirchner conduce, Argentina acompaña".

En el país del "sálvese quien pueda" la cultura no es ajena a ello. Basta ver, sin más, el comportamiento de los diputados y senadores al momento de tratar leyes trascendentales para el país y que según la orden recibida desde el poder hegemónico del Ejecutivo Nacional deciden "no bajar" a dar el debate como ha sucedido en el caso del tratamiento de los proyectos de ley sobre la deuda externa odiosa hace solamente unos días atrás. Actitud muy diferente a cuando se chocan por entrar al recinto para aprobar superpoderes, presupuestos falaces y emergencias económicas que persiguen el único fin de entregar la suma del poder a una sola persona, el presidente. Porque debe quedarnos bien claro que "Argentina acompaña, mientras Kirchner conduce".

Entonces de que vale que nuestros hijos deban leer en la Gran Enciclopedia Salvat que la cultura es el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio y del estudio las facultades intelectuales del hombre.

Es el mismo país, funcionariato enriquecido mediante, en el que a los veteranos de la reconquista de las Islas Malvinas se los hace mendigar un reconocimiento económico durante veintidós años, en el que no se defiende a las culturas indígenas y se permite que se les siga negando el derecho de propiedad sobre sus tierras usurpadas, en el que se obliga que los hijos tengan que contemplar como sus padres han sido expulsados de su actividad laboral y que los vean arrodillados detrás de prebendarios y miserables planes de ayuda social que únicamente permiten que sus cadáveres no siembren nuestro vasto territorio.

Es por eso que la cultura, tanto como la educación, tienen relegados desde siempre sus presupuestos imposibilitando hacer un país digno que se forjó en las luchas y convencimientos de patriotas revolucionarios como Moreno, Castelli, San Martín, Belgrano, Rodríguez Peña, Vieytes, Beruti, French entre otros. Nuestros funcionarios y políticos reniegan de tomarlos como ejemplo porque indudablemente no les permitiría apropiarse de los beneficios abusivos que hoy tienen y que todo un pueblo sostiene.

La Real Academia Española nos dice que cultura es el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Desgraciadamente los que dirigen los destinos de la Patria no tienen la voluntad de detenerse a desarrollar un conocimiento juicioso, y menos aún ser capaces de tolerar crítica alguna. Desde sus sitiales del poder prestado son brabucones e intolerantes sin miramiento alguno.

La anécdota ahora es la verbosidad incontenible de Di Tella, como si sus descalificaciones constantes y su inoperancia no serían el reflejo de un gobierno que encuentra en el equilibrio y superávit fiscal su única razón de gobernar, y sobre los cuales pretenderá enquistarse en el poder ya que cuenta con el entrenamiento logrado en su pasado reciente. Podemos observar y padecer que la distribución equitativa del ingreso y la riqueza nacional, así como el procurar un estado de bienestar general han quedado olvidados en algún lejano sitio de una supuesta militancia juvenil. Mentecatos de ayer y de hoy que han encontrado en la política la fuente de recursos necesaria para disfrutar de una holgada forma de vivir y hacer crecer sus patrimonios exponencialmente.

Esto es así cuando y se verifica cuando estos supernumerarios no tienen siquiera la mínima dignidad de pedir perdón por sus errores, los cuales siempre cargan sobre las espaldas del pueblo, al que le han asignado solamente la función de "acompañar" y nunca la de participar y opinar. Aunque con las fotografías, grabaciones y filmaciones intenten convencernos de lo contrario sabemos muy bien que en los cotidianos actos políticos, en los cuales se hacen vivar y aplaudir, no buscan conocer la opinión de los presentes que son simplemente reducidos a una suerte de claque. Ellos saben muy bien que más temprano que tarde se esconderán en el inconsciente colectivo, como indefectiblemente siempre sucede, dejando tras de sí al pueblo padeciendo penurias, hambre y pobreza cada vez más alarmantes.

Un pueblo al que se le niega la cultura y en un país donde los cargos en ella son ocupados por incapaces tiene una condena terrible de cara al futuro, llegando a las funciones públicas si son amigos y "del palo", y que son convocados, utilizados y ensalzados hasta el exacto momento de ser tirados por la borda de la mismísima cloaca política cuando su mantenimiento se hace insostenible.

Sin embargo, el pueblo tiene y reconoce su propia cultura a pesar de todo y de todos, esa que hoy nos hace lamentar el fallecimiento de Adolfo Castello y comenzar a extrañar al militante, compañero y excelente periodista que solo concebía la vida transitándola codo a codo con nosotros y jamás con los que traicionan a sus conciudadanos.

Los pueblos solo pueden consolidar su cultura mediante los ejemplos y el espíritu superador que se debe ir gestando y produciendo en cada generación, con una educación que fomente el saber y entender desde niños a los que deben ser hombres nuevos del mañana y con principios fraternales de respeto, igualdad y libertad.

Debemos ser claros, terminantes y decir la verdad por más que nos pese: la puta cultura argentina es producto de los funcionarios corruptos y mentirosos, de los muchos legisladores que permiten ser coimeados haciendo de la vagancia y las negociaciones su andar y de los jueces que son apéndice del poder de turno permitiendo violentar los más elementales derechos del pueblo.

24 de noviembre del 2004