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Hugo Alberto de Pedro

1789 - 14 de julio - 2003

Se creyó oponerme el más terrible dilema -sentenció-, diciéndome que la palabra pueblo significa, necesariamente, o demasiado o demasiado poco; pero si se le explica en el mismo sentido que el latín populus, significa la nación, y que entonces tiene una acepción más extendida que el título al cual aspira la generalidad de la asamblea; que si se entiende en su sentido más restringido, como el latín plebes, entonces supone órdenes, diferencias de orden, y que ahí está lo que nosotros queremos prevenir. Incluso se ha llegado hasta a temer que esta palabra signifique lo que los latinos llaman vulgus, lo que los ingleses llaman mob; lo que los aristócratas, tanto nobles como plebeyos, llaman, insolentemente la canalla.
Si este pedazo de mi discurso es culpable, yo no temo reconocerlo; yo lo dejo, en el escritorio, firmado de mi puño y letra.
Lid a decid a vuestro señor que estamos aquí por la voluntad del pueblo y que no se nos hará salir sino por la fuerza de las bayonetas.
Honoré Gabriel de Riqueti - Conde de Mirabeau
Diputado de la Asamblea General

por Hugo Alberto de Pedro http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm


"...considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos..."
Aunque no sepamos de dónde proviene la frase podríamos asegurar sin temor a equivocarnos que no es de la conclusión de la "Cumbre de los Líderes Progresistas", también pretendida llamarse de socialdemócratas o socialistas (¿?) llevada a cabo en Londres, Inglaterra, entre el 11 y 13 de julio pasado. Con algunos cambios en sus participantes acaba de cumplir los mismos formalismos que las cuatro anteriores realizadas en Washington, EE.UU. (1999), Florencia, Italia (2000), Berlín, Alemania (2001) y Estocolmo, Suecia (2002).
Hace 214 años, sin globalización neoliberal mediante no eran los mercados y el primer mundo rico con sus multinacionales, bancos, organismos internacionales de crédito y deuda ni países imperiales, sino la Iglesia y el reino, con el poder del Dios y del Rey, los que fueron cuestionados por el pueblo que reclamaba libertad, participación democrática. Él que aprendió que ante la opresión, la lucha es el mejor remedio para detenerla y forzar los cambios necesarios.
El anfitrión, Anthony "Tony" Blair, que hace unos días fue acusado en la Cámara de los Comunes de haber engañado, o mentido según más nos guste afirmar, al pueblo del Reino Unido respecto de las supuestas armas de destrucción masiva que poseería Irak y justificando con ello una guerra imperial y económica de impresionante envergadura que ha sido repudiada por los pueblos de todo el mundo, no tuvo una mejor idea que condenar a quienes se definiesen como "antinorteamericanos" desde la izquierda. La incapacidad del primer ministro británico de comprender el sentir de una gran parte de los habitantes del planeta, que no necesariamente son de izquierda y tienen ese sentimiento, demuestra su condición de genuflexo frente al Imperio.
Avanzar sobre la abolición del régimen feudal para terminar con la servidumbre, las injusticias señoriales y monárquicas, los diezmos de cualquier tipo, las órdenes religiosas y militares, entre otras fue la decisión de aquellos. Garantizar una justicia gratuita y la admisión de cualquier ciudadano sin distinción de nacimiento en todas las profesiones entre muchos derechos más no pudieron ser mantenidos por la fuerza de las armas, muchas mercenarias ellas, dispuestas por el Rey Luis XVI.
En estos días representantes del máximo nivel institucional de Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Etiopía, Hungría, Nueva Zelanda, República Checa, Polonia, Rumania, Sudáfrica, Suecia más el reino dónde se realizó la cumbre se han convocado bajo la impronta de la "Tercera Vía" inventada por Anthony Giddens desde la London School of Economics, que intenta establecer que las ideas de los de "izquierda son obsoletas" aunque por las dudas entiende que las de "derecha son inadecuadas y contradictorias". Para ello busca redefinir los derechos y obligaciones de los Estados una vez que la marginación y la exclusión ha hecho presa a la inmensa mayoría de los humanos del planeta.
Aquellos que se sublevaron en París, ante la arrogancia y el poder monárquico que no deseaba disminuir sus gastos y privilegios permitidos por el "derecho divino", conocían sus miserias, injusticias, marginación, carencias y arbitrariedades a las estaban sujetos. No dudaron en quemar bastiones de la opresión como era el polvorín y prisión de La Bastilla. Fueron miles, desarmados y armados, organizados o simples ciudadanos que se volcaron a las calles aquel lejano 14 de julio de 1789, con la consigna manifestada al grito de "Unidad e indivisibilidad de la República. Libertad, Igualdad, Fraternidad o la Muerte".
Aún no conocemos que han logrado hacer desde 1999 cuando algunos grandes líderes del Grupo de los Siete (G-7) convocaban a los países empobrecidos a sentarse a una misma mesa, o bien acomodarse a sus pies. El tema consistía, según la propuesta, en buscar un camino común y la responsabilidad global, la educación y el crecimiento, un esquema de financiación internacional que fomente el crecimiento que la globalización permitiría y fundamentalmente la solidaridad y la justicia social frente al nuevo mundo globalizado. Debemos pensar, entonces, que se equivocaron totalmente. Mejor dicho y para que se entienda, ellos "mintieron" nuevamente y mientras irían ganando sus tiempos necesarios para aumentar su poder económico y militar.
Fue también, en aquellos finales del siglo XVIII que los representantes del pueblo, pensadores, intelectuales, burgueses, militares, profesionales entendieron que los reclamos del ciudadano debían ser atendidos. A la distancia de doscientos años podemos aseverar que cuando los reclamos son justos y se hacen imprescindibles hasta los que uno no se imagina pueden estar a la altura de las circunstancias, sí lo que está en juego es el destino mismo de una Nación. Aquella gesta nacida en Versalles se extendió por toda Francia, llegando a los campos, a los campesinos, donde fueron también destruidos todos los vestigios de una sociedad injusta y por lo tanto perversa.
Sin embargo, líderes del mundo postergado que fueron sometidos por el régimen imperial soviético y anglonorteamericano hoy van de la mano con los de los países centrales y por lo tanto verificados opresores de miles de millones de seres. Los tres presidentes latinoamericanos, Kirchner de Argentina, Lula de Brasil y Lagos de Chile tienen la obligación moral e histórica de reconocer que las luchas de la liberación y emancipación de Latinoamérica aún no han concluido sino simplemente están postergadas. Lamentablemente han omitido nuevamente dejarlo establecido en ese foro.
Queda por aclarar que el primer párrafo corresponde a la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" del 26 de agosto de 1789 que comenzaba diciendo "Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional...".
Volver a reeditar la historia seguirá siendo nuestro compromiso, al igual que corregir tantísimos errores cometidos, para que un día lleguemos a la:
Libertad, Igualdad y Fraternidad.
14 de julio del 2003