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La Izquierda debate

 

Capitalismo y neoliberalismo en Am�rica Latina

Miguel Cortavitarte
Rebeli�n

La historia de Am�rica Latina ha estado marcada por el imperialismo: por la dominaci�n de los poderes hegem�nicos mundiales construidos por el mercantilismocolonial y posteriormente por el capitalismo monopolista. Desde la colonia espa�ola hasta su situaci�n actual, en la que es presa de la guerra de rapi�a entre Europa, Estados Unidos y Asia, la regi�n se ha adecuado econ�micamente a los dictados de las clases dominantes extranjeras, apoyadas siempre por sus aparatos estatales imperialistas, principalmente el norteamericano desde inicios del siglo XX. De esta forma, las pol�ticas econ�micas locales que se aplicaron nunca fueron aut�nomas, ni siquiera aquellas pretendidamente nacionalistas, y mas bien, estuvieron permanentemente al servicio de la expansi�n capitalista mundial y su reproducci�n. Los denominados programas de ajuste neoliberales expresaban una nueva situaci�n mundial, nuevas necesidades del capital, que desbaratar�an el anterior modelo econ�mico de industrializaci�n por sustituci�n de importaciones (ISI). Aquel que intentaba consolidar un capitalismo nacional en cada uno de los pa�ses latinoamericanos y que estuvo en auge durante las d�cadas de 1960 y 1970.
Lo que se denomina actualmente neoliberalismo es una etapa m�s del proceso de dominaci�n y dependencia hist�rica a la que se encuentra sometida Latinoam�rica. Cronol�gicamente el modelo econ�mico neoliberal es implantando desde la segunda mitad de la d�cada de 1980 (Bolivia) y durante la d�cada de los noventas (el resto de pa�ses). En Chile, se aplicar�a prematuramente en medio de la feroz represi�n de la criminal dictadura de Pinochet inaugurada en 1973, en el marco de la guerra fr�a y de la doctrina de "seguridad hemisf�rica" dispuesta por Estados Unidos. La desregulaci�n del mercado, el desempleo masivo, la represi�n sindical, la redistribuci�n de la renta a favor de las elites econ�micas y las privatizaciones de los bienes p�blicos fueron sus rasgos distintivos. El objetivo principal, y funcional a la inminente mundializaci�n del capitalismo (que esperaba la ca�da de la Uni�n Sovi�tica) era romper con las �ltimas barrearas a la maximizaci�n de las utilidades de la burgues�a transnacionalizada. Estas medidas se repetir�an casi inalterablemente en todos los pa�ses de Latinoam�rica, a trav�s de las principales pol�ticas neoliberales que fueron adoptadas por los respectivos gobiernos desde la segunda mitad de la d�cada de 1980 y durante toda la d�cada siguiente. En el contexto hist�rico del derrumbe del bloque sovi�tico, la hegemon�a norteamericana se impuso a Latinoam�rica por intermedio del llamado "Consenso de Washington" (1989), bajo el pretexto de estabilizar las econom�as v�ctimas de la "crisis deuda" y con el chantaje financiero del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Las pol�ticas en general consistieron en 1) la reducci�n dram�tica de las barreras arancelarias y no arancelarias para la importaci�n; 2) la apertura total a la inversi�n extranjera, incluso en los servicios p�blicos y en la explotaci�n de recursos naturales; 3) una actitud permisiva ante el comportamiento de las transnacionales; 4) la privatizaci�n generalizada de las empresas estatales; y 5) la disminuci�n de diversas legislaciones laborales restrictivas.

Industrializaci�n y nacionalismo

Como se dijo, el neoliberalismo es una etapa m�s en la dominaci�n y explotaci�n del pueblo latinoamericano. Signific� desmontar los experimentos de industrializaci�n y desarrollo capitalista de los pa�ses de la regi�n. Durante la d�cada de 1960 y 1970, los gobiernos intentaron impulsar la creaci�n de un capitalismo nacional. Pa�ses como Brasil experimentaron un alto crecimiento econ�mico que signific� hasta el 7% del incremento del PBI, m�s alto que el de muchos pa�ses "desarrollados" en esos a�os. En general, este crecimiento fue sostenido en toda Am�rica Latina durante ese lapso para luego caer estrepitosamente en 1980, contribuyendo a ello el alza del precio del petr�leo y la crisis de la deuda. En realidad, esto se produc�a porque ya no era necesario para el capitalismo mundializado la presencia de la industria nacional en los pa�ses dependientes. La segunda posguerra hab�a terminado y con ella la reconstrucci�n europea, que prolong� la necesidad de la industria perif�rica. Se desenmascarar�a la farsa del desarrollo aut�nomo e independiente, bandera de las burgues�as locales y de las peque�as burgues�as demag�gicas en Am�rica Latina.
Desde inicios del siglo XX y con la nueva hegemon�a norteamericana, Am�rica Latina pasaba a ocupar su lugar neocolonial en el capitalismo mundial y en la fase imperialista, completamente liberada ya del antiguo colonialismo feudal de Espa�a y Portugal. Se impuso el monocultivo o el monoproducto al servicio del vertiginoso enriquecimiento de las burgues�as monop�licas: ca�a de az�car en Cuba, cobre en Chile, caf� en Brasil y Colombia, petr�leo en Venezuela. Las transnacionales norteamericanas e inglesas (estas �ltimas cada vez m�s desplazadas por las primeras) clavar�an sus garras en los recursos naturales y asegurar�an la sobreexplotaci�n del trabajo humano. Es la �poca de los llamados encalves mineros y agr�colas, zonas de explotaci�n intensiva al servicio de capitales imperialistas. Las viejas oligarqu�as terratenientes se aliar�an al nuevo patr�n yanqui y asegurar�an ambos el flujo de riquezas y capital a los centros industrializados.

El car�cter primario exportador de las econom�as latinoamericanos variar�a con las dos guerras mundiales y la crisis econ�mica estadounidense de 1929. Especialmente a partir de la segunda guerra, las necesidades de los pa�ses centrales de abastecerse de productos de consumo, debido a las carencias que tra�a la guerra le dio un resquicio a las elites econ�micas de Latinoam�rica para intentar ganar su espacio dentro de la explotaci�n. La industrializaci�n, adem�s, a partir de mediados del siglo, se convirti� en una doble necesidad para el imperialismo yanqui. En primer lugar, le asegurar�a proveerse de las mercanc�as que no pod�a producir por el apremio de la guerra y, luego, con el plan Marshall, las que no le alcanzar�a cubrir en las necesidades de la reconstrucci�n europea. En segundo lugar, estos programas de industrializaci�n enarbolados por reg�menes militares en Am�rica Latina, y defendido por los discursos populistas y nacionalistas de las burgues�as y peque�as burgues�as locales, le serv�a para desvirtuar a los proyectos revolucionarios y llevar al movimiento popular antiimperialista al reformismo.

Nacionalismo y neoliberalismo

El derrumbe de los proyectos de industrializaci�n que siempre fueron acompa�ados por discursos que intentaban plasmar una identidad nacional, impuestos por las burgues�as latinoamericanas para justificar u ocultar su dominaci�n, dio paso a un modelo econ�mico que abjurar�a en un primer momento de todo tipo de ideolog�a que no fuera la libertad del mercado. Los efectos brutales del neoliberalismo en las diferentes clases sociales han originado en la actualidad una corriente "antineoliberal" que se esfuerza por reencontrarse con esa antigua y vaga identidad nacional. Sin embargo, lo que siempre resalta en primer lugar es defender la industrializaci�n nacional, la presente y la futura, como arma contra el imperialismo.
Los resultados de los procesos de industrializaci�n produjeron, como se dijo, altas tasas de crecimiento econ�mico. Sin embargo, es tambi�n en la industrializaci�n nacional latinoamericana donde la estructura de desigualdad y explotaci�n en cada uno de los pa�ses se consolida. La desigualdad en el ingreso se profundiz� en la medida en que se acrecentaba la producci�n y la riqueza. Cada vez m�s cantidad de pobres. Cada vez menos cantidad de ricos que, a la vez, se enriquec�an m�s. En la crisis de la industrializaci�n latinoamericana y antes de la implantaci�n neoliberal, en el Brasil de 1979, el 40% de la riqueza de este pa�s era apropiada por tan solo el 10% m�s rico. El 40% m�s pobre s�lo ten�a acceso al 11% del ingreso nacional. En Per�, en 1972, el 10% de las familias m�s ricas acaparaban el 43% del total de ingresos. El 50% m�s pobre tan s�lo recib�a el 11% y 35% estaba condenado a la pobreza extrema. Todo esto en el gobierno militar de Velasco, nacionalista y "social".
Es por eso que la nostalgia por el viejo nacionalismo y la industrializaci�n nacional o los renovados proyectos desarrollistas en Am�rica Latina no tienen sustento hist�rico. Encuentran mas bien su explicaci�n en la desesperaci�n de una burgues�a en desintegraci�n, as� como en los intereses e ilusiones de los sectores peque�o-burgueses y de las burocracias sindicales reformistas. Los espacios pol�ticos que los intentan representar enarbolar�n estos discursos contra el neoliberalismo. No son, sin embargo, quienes defender�n los intereses de los trabajadores. Cualquier lucha contra el actual modelo econ�mico de hambre y miseria no puede sino fundarse en la necesidad de desarrollar el programa socialista basado en la colectivizaci�n de los medios de producci�n material y de conocimiento cient�fico tecnol�gico. Finalmente la historia de Latinoam�rica sabe de la traici�n de los trabajadores en manos de las burgues�as y peque�as burgues�as nacionales a la larga aliadas siempre del imperialismo. Y es que, como Marx bien pronostic�, la liberaci�n de la clase proletaria (y con ella del resto de clases oprimidas) s�lo ser� obra de ella misma.

 

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