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La Izquierda debate
 

Michael Hardt, filosofo, coautor de "imperio"

"El imperialismo es un modelo viejo, sin �xito"
De visita por primera vez en Buenos Aires, el socio intelectual de Toni Negri explica por qu� el modelo tradicional de imperialismo es obsoleto y destinado al fracaso. Y c�mo pueden ser los nuevos modelos de resistencia que asoman.
     
 Ver�nica Gago
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El fil�sofo estadounidense Michael Hardt, coautor junto a Toni Negri del famoso libro Imperio, estuvo por primera vez en Buenos Aires. En di�logo con P�gina/12 analiz� desde el impacto del hurac�n Katrina a la diferencia entre Kirchner y Menem, bajo una misma hip�tesis: la muerte ag�nica del imperialismo norteamericano.
��Por qu� sostiene que el imperialismo norteamericano est� ag�nico, cuando en Estados Unidos derecha e izquierda hablan de un resurgir?
�Creo que antes del 2001 era bastante claro para todos que hab�a que pensar problem�ticamente el nuevo orden mundial y crear categor�as pol�ticas para explicar la dominaci�n supranacional que permit�a un papel mayor a instituciones tales como el FMI. Con los atentados del 11 de septiembre y el inicio de la guerra contra el terrorismo, se dio un regreso a los viejos discursos. Los neoconservadores, incluyendo a Bush, tuvieron la oportunidad de reproponer la vieja ideolog�a del unilateralismo norteamericano, que es sin duda la ideolog�a del imperialismo yanqui. La izquierda, por su lado, obtuvo tambi�n un nuevo impulso para volver a las viejas categor�as del antiimperialismo. El problema te�rico y pol�tico de pensar el nuevo orden mundial se esfum�: �todos coincidieron en que no se trataba de otra cosa que el viejo y conocido imperialismo yanqui! Esto fue reconfortante porque establec�a que, conceptualmente, no hab�a nada nuevo que pensar y tuvo su momento m�s alto con la victoria en Bagdad en el 2003 y con las dificultades del movimiento antiguerra. Me parece evidente hoy, dos a�os despu�s, que el fracaso militar, pol�tico y econ�mico completo de Bush en Irak y su fracaso social en los Estados Unidos mismos, demuestran que la aventura imperialista es un viejo modelo sin �xito. Mi hip�tesis no es que el imperialismo yanqui fall� por sus errores t�cticos, como dice la derecha de la Casa Blanca, sino porque es una estrategia obsoleta.
��A qu� se deber�a que el imperialismo se haya vuelto anacr�nico?
�Debemos comprender al nuevo enemigo y, por lo tanto, las nuevas estrategias de resistencia. La estrategia adecuada contra el imperialismo fue claramente la liberaci�n nacional y las resistencias que aspiraban a la soberan�a nacional. Pero si la forma del poder mundial ha cambiado y ya no es la del imperialismo, hay que desarrollar otras formas de resistencia ligadas m�s bien a una interdependencia entre movimientos locales y regionales. En este sentido, lo que parece m�s importante hoy en Venezuela no es el antiimperialismo de Ch�vez como ideolog�a de la soberan�a nacional, sino los movimientos de autodeterminaci�n comunitaria que se dan en los barrios. Creo que esa forma de organizaci�n es mucho m�s adecuada como resistencia a la forma del poder real.
��Por qu� cree que tiene menos peso la imagen del fracaso norteamericano en Irak e influye m�s que cuando Estados Unidos toma una decisi�n �como la de invadir� y la lleva adelante, m�s all� de las oposiciones internacionales?
�Hay una vieja ense�anza de Maquiavelo de que el poder no es solamente fuerza, ni l�gica militar. �Qu� deber�a hacer un poder verdaderamente imperialista? No se trata s�lo de imponerse f�sicamente con sus fuerzas armadas, sino que tambi�n debe desarrollar un mercado que d� ganancias, debe poder pagar deudas y controlar el conflicto social. En este sentido, el desempe�o norteamericano es un fracaso completo, tanto en Irak como en Estados Unidos. El logro, en cambio, consistir�a en imponer un orden. Eso no lo han conseguido. Claro que no debemos esperar que ellos sean conscientes del fracaso. Nosotros debemos anticiparlo. Con esto no digo que los norteamericanos no vayan a hacer nuevos desastres, tal vez en Ir�n o en Siria. Pero es importante ver qu� significa que no pueden producir orden. Hay que ver que las guerras imperialistas crean mercados, no los destruyen. Pero m�s all� de algunas empresas norteamericanas que se enriquecen en Irak, la guerra contra el terrorismo lo que ha hecho es poner barreras y obst�culos a la libre circulaci�n econ�mica. Por supuesto que el control del petr�leo es importante para un pa�s, pero no es un requisito suficiente para el capital colectivo.
��C�mo se percibe en Estados Unidos esta situaci�n?
�Ahora s�lo como desorientaci�n nacional. La reafirmaci�n del poder estadounidense que hasta hace unos a�os se cre�a plausible, ya no lo es. Creo que en este sentido la poblaci�n norteamericana es consciente del fracaso. Pero digo desorientaci�n nacional en el sentido de que no aparece otra alternativa ni por el lado de los dem�cratas ni por ning�n otro partido. Y esto se expresa en que el miedo es la forma actual de gobierno. Creo que los fracasos del imperialismo yanqui son a�n m�s claros cuando se mira su situaci�n interna. Su econom�a tiene un estado muy fr�gil, con d�ficit comerciales muy altos y dificultades por los precios de las fuentes energ�ticas. El desastre del hurac�n Katrina, que revel� la pobreza, el racismo estructural y la divisi�n social, es otro s�ntoma de esa incapacidad dom�stica del gobierno: muestra la imposibilidad de dedicar tantos recursos a la ocupaci�n extranjera, sin poder mantener el bienestar y la estabilidad interna.
�Usted visualiza el conflicto con el ALCA como otro s�ntoma de este fracaso y de un cambio en el escenario latinoamericano.
�Por cien a�os los Estados Unidos fueron capaces de imponer su pol�tica sobre Am�rica latina y fue importante confrontar esto con diversas luchas revolucionarias nacionales. Creo que es gracias a todos estos movimientos pol�ticos antiimperiaistas latinoamericanos, y tambi�n africanos y asi�ticos, que el imperialismo ya no es plausible, ya no tiene poder como forma general. El imperialismo no muri� por su propia decisi�n, fue asesinado por las luchas antiimperialistas que lo han empujado a un punto de acumulaci�n de derrotas. Cuando digo que hoy en d�a no es posible una pol�tica imperialista norteamericana, quiero decir que los sectores dominantes tienen que construir una red de poderes que colaboren entre s�. Los Estados Unidos son los m�s fuertes, pero necesitan de esta red global, conformada por otros estados y varios organismos internacionales, como forma de gobierno capitalista mundial. Lo que importa es que muchas de las acciones de los pa�ses subordinados para crear una cierta autonom�a con respecto a Estados Unidos y Europa tienen la posibilidad de imponer nuevas relaciones al interior del imperio. No digo que esto sea una verdadera alternativa, pero s� que puede favorecer el desarrollo de un contraimperio.
��Por qu�?
�Porque pueden imponer a los Estados Unidos y a Europa una forma de relaciones interiores al imperio que favorezca el desarrollo de los movimientos sociales. No lo digo en el sentido de que nosotros tenemos que colaborar con el gobierno argentino, uruguayo o brasile�o. Pero s� que no nos da igual Menem o Kirchner. Es una diferencia que nos importa porque nos posibilita un espacio para el desarrollo de una verdadera alternativa. Creo que esto es lo que est� en juego finalmente, por ejemplo, en la operaci�n del grupo de los 22, conducida por Brasil, que bloque� las reuniones de la Organizaci�n Mundial de Comercio en Canc�n o una pol�tica del Cono Sur capaz de imponer el fracaso del ALCA. Estas alianzas regionales imponen una forma de gobierno global con una importancia estrat�gica, ya que actuando solos ninguno de estos estados-naci�n tiene el poder de enfrentar a los Estados Unidos o al FMI. Actuando juntos claramente pueden. Se trata, insisto, de una interdependencia estrat�gica.
��Este ser�a su criterio para verificar el progresismo de un gobierno?
�Creo que una alianza de estados-naci�n subordinados puede lograr cosas importantes si se permiten actuar a la par de los estados dominantes. Pero me parece central recordar algo que dijo el fil�sofo franc�s Gilles Deleuze cuando le preguntaron qu� significar�a un gobierno de izquierda: �l dijo que eso no existe, que un gobierno no puede ser de izquierda, sino, en todo caso, favorecer ciertos espacios para la izquierda. Creo que el criterio entonces es una pregunta: �se abren mejores posibilidades para el desarrollo del poder multitudinario de los movimientos? Porque, quiero dejarlo claro, lo realmente significativo ser�a aquello que lleve a una eventual destrucci�n del imperio como forma adecuada de gobierno al poder del capital global. Y esto s�lo lo veo posible por la construcci�n de una democracia de la multitud.
��A qu� se refiere precisamente con el tan pol�mico t�rmino de multitud?
�El concepto de multitud no es muy original. Creo que en buena medida es lo que est�n experimentando y teorizando muchos movimientos y experiencias aut�nomas, a veces con lenguajes diversos. Son los movimientos socialmente creativos de los �ltimos a�os los que han inventado los rasgos de eso que llamamos multitud. Por ejemplo, creo que los movimientos de desocupados en la Argentina han hecho una cr�tica objetiva y pr�ctica a la jerarqu�a pol�tica entre trabajadores asalariados y no asalariados, entre quienes est�n empleados y quienes no lo est�n. Esto es una contribuci�n enorme. Tambi�n creo que el movimiento de asambleas en la Argentina experiment� con nuevas formas de asociaci�n pol�tica que trataron de no encapsularse en f�rmulas identitarias, sino m�s bien abrirse a la expresi�n libre de diferencias. Y creo que movimientos campesinos como el MST de Brasil abogan por la igualdad pol�tica de los que muchas veces en el pasado han sido excluidos o subordinados en nuestras concepciones sobre la clase obrera. Esta es la clase de experimentos que una nueva generaci�n de militantes ha estado inventando en todo el mundo, pero no quiero que se entiendan estos ejemplos como parte de un concepto de multitud ya realizado o como un no problem�tico sujeto de la liberaci�n. No. Estos es proyectos que afrontan enormes obst�culos, pero que se�alan una orientaci�n y dan lugar, sin dudas, a un deseo de liberaci�n.  
 

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