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COMPAÑERAS

Cuando ser mujer es un riesgo latente

Alejandra Waigandt
Artemisa

En Argentina, las mujeres ignoran que mueren tanto o más que los varones por enfermedades cardiovasculares. Los síntomas aparecen 10 años más tarde que en los hombres, pero cuando las mujeres enferman, su pronóstico y evolución son peores. Este riesgo es exponencial cuando hay otras patologías. Especialistas explican estas situaciones riesgosas, que sólo pueden revertirse con prevención.

Las enfermedades del corazón matan más que cualquier otra enfermedad. Por esta causa en Argentina murieron en 2007 35.586 varones y 35.763 mujeres, encabezando el registro de "defunciones" del Ministerio de Salud. Pero las mujeres ignoran que mueren tanto o más que los varones, y están convencidas de que las enfermedades que afectan las mamas y el aparato genital son más peligrosas.

Ese mismo año la Fundación Cardiológica Argentina (FAC) encuestó a 600 mujeres de la Ciudad de Buenos Aires, que tenían en promedio 41 años, terminaron el secundario y contaban con cobertura médica. El 32 por ciento aseguró que el principal problema de salud que enfrentan las mujeres es el cáncer de mama, y sólo el 8,5 por ciento lo adjudicó a enfermedades cardiovasculares.

La presidenta del Comité de Enfermedades Cardiovasculares en la Mujer de la FAC, Judith Zilberman precisó que "muere 1 mujer de cada 3 por afecciones coronarias y 1 de cada 6 por enfermedades ginecológicas".

"Las mujeres no creen que pueden tener un problema cardíaco, pero además los síntomas no son tan típicos como una espera", aclaró Cecilia Zeballos, cardióloga del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).

El 65 por ciento de las mujeres con lesiones coronarias no presenta angor típico (dolor en el pecho). Mientras que en los varones este síntoma es claro, en ellas es impreciso o no se manifiesta. Ellas sufren síntomas más atípicos como fatiga, descompensación, náuseas, dolores de cabeza, espalda, hombros, mandíbula.

La jefa de Prevención y Rehabilitación Cardiovascular del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento (IADT), Melina Huerin aclaró que "las mujeres describen síntomas más vagos, pero no es que el hombre tenga dolor de pecho y la mujer no, esto es relativo. Este tema se ha estudiado con más detenimiento y resultó que muchas mujeres sufrieron dolores precordiales y no lo jerarquizaron."

Como las mujeres no relacionan ciertos síntomas con enfermedades cardiovasculares y soportan más el dolor que los varones, tardan más que ellos en consultar sobre sus dolencias. Un estudio sobre 200 pacientes estableció que las mujeres tardan una hora más que los varones en arribar a una institución médica a partir de que se produce el dolor. Esta demora afecta significativamente el pronóstico y tiene un impacto negativo en la evolución tras episodios cardíacos, según las especialistas.

Falta de conciencia

La comunidad médica también tiene responsabilidad en la postergación de la asistencia a mujeres. Cuando un varón arriba a un servicio de cardiología se tardan 52 minutos en realizarle una angioplastia (primera acción terapéutica para abrir la arteria ocluida en un infarto); en mujeres se tardan 69 minutos, según el estudio mencionado más arriba.

De la misma manera, se piden menos pruebas diagnósticas. Huerin explicó que "en las guardias médicas, si un varón llega con dolor de pecho se indica un electrocardiograma, pero si una mujer arriba con un dolor similar u otro más atípico tiene menos chance de que le practiquen este estudio". La cardióloga del ICBA agregó que tampoco se tiene en cuenta que algunas de las pruebas diagnósticas son de menor utilidad en mujeres, por ejemplo las de esfuerzo (ergometría).

"Los médicos subestiman los síntomas en la población femenina, posiblemente porque no están suficientemente pesquisados", opinó Huerin. Pero este sesgo está lejos de ser resuelto. Aún hoy las mujeres tienen baja representación en los ensayos clínicos y otras investigaciones (menos del 40 por ciento), probablemente porque hasta el siglo pasado se consideraba que las enfermedades cardiovasculares eran propias de los varones y los estudios se centraban en ellos. La mujer fue incluida recién en 1994 en Estados Unidos debido a una sugerencia del NIH (National Institutes of Health). Aunque además de mejorar su representatividad, hay que diseñar investigaciones para mujeres.

La intensidad de los tratamientos terapéuticos también es inferior en mujeres, y en procedimientos como los farmacológicos hay respuestas diferenciales que deben considerase. Por ejemplo la aspirina en dosis bajas en varones puede prevenir hasta 32 por ciento de infartos de miocardio, pero en mujeres su utilización no es significativa e incrementa las hemorragias intestinales.

El cuadro clínico en mujeres tiene peor pronóstico que en varones, ellas mueren más durante los 28 días posteriores al evento cardiovascular. Una investigación sobre 3 mil pacientes con cirugías de bypass evidenció que la mortalidad en ellas fue 50 por ciento mayor. De hecho, ellas sangran más en todos los procedimientos (angioplastias, cirugías, etc.), posiblemente porque tienen cuerpos más pequeños y el diámetro vascular coronario es menor.

Las mujeres tienen más enfermedades independientes (comorbilidad) como diabetes, hipertensión arterial e insuficiencia cardíacas. Éstas integran la lista de Factores de Riesgo Cardiovascular (FRC), que aparecen en ambos géneros, pero se distribuyen e impactan en la salud de manera diferente.

El tabaquismo tiene mayor prevalencia entre varones, pero es más peligroso para las mujeres. El colesterol bueno (HDL), los triglicéridos, la hipertensión arterial (HTA) y la diabetes también son más riesgosos para las mujeres. Debido a estos factores pueden ser hasta 3 y 4 veces más propensas que los varones a desarrollar problemas coronarios. En cambio el colesterol total, las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y los antecedentes heredofamiliares (AHF) afectan más a los varones.

De todas maneras, las enfermedades cardiovasculares en la mujer se presentan 10 años más tarde que en el varón. Cuando ellas pasan la edad de la menopausia y no controlan sus factores de riesgo, constituyen el grupo más vulnerable.

Los varones sin Factores de Riesgo Cardiovascular (FRC) de 35 años tienen un Riesgo Cardiovascular (RC) de 1 por ciento, pero a los 65 años aumenta a 12 por ciento. Las mujeres sin FRC de 35 años tienen un RC menor a 1 por ciento y a los 65 años asciende a 6 por ciento.

La investigadora Zilberman señaló que una de las causas de que el riesgo cardiovascular tenga mayor incidencia en las mujeres a partir de los 51 años es su arribo al climaterio, donde disminuyen las hormonas femeninas como los estrógenos. "También puede producirse un incremento de hormonas masculinas, con lo cual se vuelven perjudiciales a nivel vascular", reveló Zilberman.

Por todo lo dicho, las expertas entienden que es necesario un cambio de actitud en los ámbitos asistenciales, a fin de identificar rápidamente las enfermedades cardiovasculares en las mujeres, acelerar sus diagnósticos y aumentar el uso de procedimientos terapéuticos. Asimismo, para reducir el riesgo cardiovascular hay que implementar estrategias de prevención cardiovascular. Así como la mujer realiza chequeos ginecológicos periódicos, deben realizar un control anual de salud cardiovascular, su presión arterial y el resto de los factores que la exponen a enfermar.

Fuente: lafogata.org