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CHE, AYER, HOY Y SIEMPRE

Consecuencia  revolucionaria
Desmitificar al che para que siga combatiendo

Sergio Ramírez
s.ramirez@telia.com

Existe la tendencia a simplificar el pensamiento del Che. Con frecuencia se afirma que defendió la lucha armada como el único camino, en expresión concreta del voluntarismo que le dominaba. Por lo cual, cabría preguntarse: ¿si el reduccionismo, el empobrecimiento teórico, no mutila la aportación ideológica del Che?. En un nuevo aniversario de su muerte en combate, algunas consideraciones sobre su aporte y vigencia, dado que la crítica reformista y, también, muchas adhesiones valientes pero inmaduras, deformaron su pensamiento

Para una respuesta a interrogantes y deformadas interpretaciones sobre el pensamiento del Che, algunas consideraciones. El Che precisa, enfatiza, que la guerra de guerrillas es un método para lograr un fin: la toma del poder. El estudio de su pensamiento permite avalar tal conclusión. En efecto en su obra "Guerra de Guerrillas" (1960) aclara, en primer lugar, que el parto violento o pacífico de la Revolución no depende de los revolucionarios sino de la resistencia que opongan las fuerzas reaccionarias al nacimiento de la nueva sociedad, que se engendra por las contradicciones que se generan dentro del viejo sistema. Estimaba que la guerra era inevitable en una sociedad dividida en clases, pero estaba consciente de que la dictadura de las clases dominantes trataba de ocultar su resolución de ejercerla en su expresión extrema de su  fuerza. Por eso, consideraba que los revolucionarios debían denunciar su verdadero carácter, obligarla a presentarse sin disfraz. Es decir, en su verdadera esencia de dictadura violenta de las clases dominantes. Propuesta no siempre considerada. Muchas veces quienes luchaban dentro de la institucionalidad burguesa, en vez de aprovechar esa legalidad para producir la ruptura institucional y desenmascarar lo que ésta representa, se limitaban a actuar dentro de sus límites, procurando más bien dar pruebas de una buena conducta para conservar los "beneficios" que el sistema les concede, a cambio del abandono de toda estrategia de poder. Actitud que representa un cuestionamiento de la vigencia del pensamiento del Che. Tal negativa se expresa desde sectores de "izquierda", cuyos voceros abogan por las vías "pacíficas y democrático-burguesas" para la toma del poder. Producto de ello, la interrogantes: ¿Hay una situación real en América Latina para el acceso al poder de los sectores populares por medio de las urnas o debería haber enfrentamiento armada como postulaba el Che?
En la formulación de una respuesta hay que establecer previamente la diferencia entre gobierno y poder (una cosa es llegar al gobierno por una vía pacífica y otra es tomar el poder) y analizar, sin distorsiones, el pensamiento real del Che. En tal perspectiva se puede establecer que a fines de 1962, él puntualizaba que por tránsito pacífico al socialismo, es decir, tránsito sin uso de las fuerzas armadas, no podía entenderse sólo el logro del poder formal – o lo que se acostumbra a llamar gobierno – sino la instauración del poder socialista con todos sus atributos y significados. Además, no descartaba, aunque las posibilidades le parecían muy remotas, que en determinadas condiciones o situaciones especiales de crisis, los régimenes burgueses se viesen obligados a ceder el gobierno a las fuerzas populares, que los cambios sociales pudiesen iniciarse por las vías electorales. Pero estaba convencido de que un gobierno elegido por votación popular, que iniciase transformaciones profundas, entraría de inmediato en conflicto con las clases desplazadas del gobierno y, por lo tanto, con el ejército, instrumento de opresión de clases. Poco más de 10 años de expresado este pensamiento ocurría en Chile (1973) exactamente lo anunciado por el Che.

LA LUCHA GUERRILLERA ES LUCHA DE MASAS

A pesar de la justeza de su pensamiento, el Che ha sido y es objeto de enconados ataques y de falsificaciones, tanto de derecha como de izquierda. Las que más abundan son las que lo caracterizan como ciego partidario de la lucha armada, en cualquier tiempo y circunstancia. Tales argumentos son falacias. El Che nunca planteó la inevitabilidad de la lucha armada en términos absolutos y dogmáticos. Decía: "Donde un gobierno haya subido al poder por alguna forma de consulta popular, fraudulenta o no, y se mantenga al menos una apariencia de legalidad constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por no haberse agotado la posibilidad de lucha cívica".
El Che, revolucionario de sólida formación teórica, no sólo comprendía sino que propugnaba la participación de las masas, sin las cuales, estimaba, es imposible el triunfo revolucionario. En su obra citada, afirma: "Es importante destacar que la lucha guerrillera es una lucha de masas, es una lucha del pueblo; la guerrilla, como núcleo armado, es la vanguardia combatiente del mismo, su gran fuerza radica en la masa de la población". Lo que efectivamente plantea es que "si un movimiento popular alcanza el poder por amplia votación y resuelve iniciar las grandes transformaciones sociales que constituyen el programa por el cual luchó ¿no entraría en conflicto inmediatamente con las clases reaccionarias? ¿No ha sido siempre el ejército el instrumento de presión de esa clase? Si es así, es lógico razonar que ese ejército tomará partido por su clase y entrará en conflicto con el gobierno constituído…..Nos parece difícil que la fuerzas armadas acepten de buen grado reformas sociales sociales profundas y que se resignen mansamente a su liquidación como casta". Pero, además, tenía la certeza, apoyado por la experiencia de la Revolución cubana, de que, tarde o temprano, los movimientos revolucionarios, se verían enfrentados a la intervención imperialista en apoyo de las clases reaccionarias, y que, en el caso de triunfar la revolución, los EE.UU.no reconocerían al  nuevo poder y harían todo lo posible por revertir el proceso revolucionario. El movimiento revolucionario salvadoreño y la revolución sandinista corroboran estas predicciones.

LA UNICA VIA PARA TRANSITAR A LA NUEVA SOCIEDAD

De lo expuesto hasta aquí, se deduce que en América Latina el socialismo podrá construirse, a partir de determinadas circunstancias, a través del empleo de la violencia revolucionaria como respuesta a la violencia reaccionaria, Estas reflexiones son el primer paso en el desarrollo del pensamiento del Che. Ellas se deben considerar en relación directa con la realidad de la región. En América Latina, donde las clases reaccionarias, que nunca han abandonaron el poder voluntariamente, cuentan con el apoyo de la mayor potencia mundial para mantener sus privilegios. En la lucha por mantener el poder se deberá enfrentar con las armas a las armas enemigas que se opondrán a todo cambio revolucionario. Entonces, sin lucha armada podrá, en el mejor de los casos, haber gobierno por algún tiempo pero no habrá poder popular que se consolide.
Después de comprender que es la reacción la que impone la lucha armada a los pueblos, se plantea el interrogante de cuál es la forma o método de lucha más eficaz para lograr la conquista del poder y la defensa de éste una vez conquistado. La formulación de una respuesta conduce a otro aspecto en el desarrollo del pensamiento del Che: la guerra de guerrillas. ¿Cuales son los fundamentos de esta tesis del Che?. Al respecto, es necesario tener presente que los postulados fundamentales del Che son "rebelión contra la oligarquía y contra los dogmas revolucionarios". Tras ellos, está su pensamiento sobre la experiencia de la Revolución cubana. Sostiene que la victoria armada había sido "un modificador de viejos dogmas sobre la conducción de las masas populares de América Latina". Victoria, que según sus ideas, significa tres aportes fundamentales al pensamiento revolucionario de la región: 1.-Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército profesional. 2.-No siempre hay que esperar que se den todas las condiciones para la revolución, el foco insurreccional puede desarrollarlas. 3.-En la América subdesarrollada, el terreno de la lucha armada debe, preferentemente, ser el campo. Estas conclusiones son también un serio cuestionamiento al reformismo imperante, que había adoptado posiciones pasivas ante los procesos sociales, refugiándose en un lenguaje formal "marxista-leninista" como pretexto, en espera de que "se den todas las condiciones objetivas y subjetivas, sin preocuparse de acelerarlas". Pero, no solo el dogmatismo, sino también el mecanicismo de sectores de izquierda es enjuiciado. Al respecto el Che dirá: "…cuando se habla de las condiciones para la revolución no se puede pensar que todas ellas se vayan a crear por el impulso dado a las mismas por el foco guerrillero….Es decir, que es necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad de mantener la lucha por reivindicaciones sociales dentro de la contienda cívica"
Cerradas las posibilidades dentro de la "contienda cívica", sólo existe el camino de la lucha armada para la toma del poder. Ante ello, el Che postula que a un ejército opresor de las características de los de América Latina, sólo se les puede derrotar si las fuerzas revolucionarias forman un ejército popular. Pero como éste no nace milagrosamente de un día para otro sino que tiene que armarse con el arsenal que le brinda el enemigo, y empezar la lucha con una correlación militar muy desfavorable, sólo el núcleo guerrillero, puede lograr estas metas, gracias a su gran maniobrabilidad y capacidad de desconcentrar y reconcentrar fuerzas según las circunstancias, permitiendo, en un comienzo resistir el ataque de las fuerzas superiores, y en la la medida en que se avanza en el reclutamiento popular y en la obtención de recursos técnicos, propinar golpes cada vez más contundentes al enemigo hasta conseguir finalmente derrotarlo. Y, todo ello, cumpliendo con un requisito que el Che consideraba de vital importancia: la posibilidad de garantizar la seguridad y permanencia del mando. Objetivo más difícil de lograrse si el núcle guerrillero se mantiene en las zonas urbanas, donde el aparato represivo del Estado es mucho más fuerte.
El Che consideraba aconsejable la lucha guerrillera rural no sólo en los países en los que existía una gran masa campesina sometida todavía a relaciones de explotación precapitalistas, sino también en aquellos países de desarrollo económico atrasado pero con grandes concentraciones urbanas, aunque, con la honestidad de siempre se atrevería a afirmar categóricamente que toda rebelión popular con base guerrillera dentro de la ciudad estaría destinada al fracaso. Estimaba, sin embargo, que un núcleo guerrillero asentado en una montaña cualquiera, en la que existiera un terreno favorable y bases sociales para la lucha, si se aplicaba consecuentemente la estrategia y la táctica de esta forma de lucha, tenía más posibilidades de éxito que si se concentraba exclusivamente la lucha en la ciudad, donde era mucho más fácil eliminar a los jefes de la revolución. Podía imaginarse todo tipo de maniobras armadas en la ciudad, valoraba como especialmente eficaz la guerrilla suburbana, pero insistía en la importancia de que el núcleo dirigente se mantuviera en un terreno favorable a la lucha guerrillera rural, ya que así, si el enemigo lograba aniquilar al movimiento urbano, el poder político revolucionario permanecía a salvo, no fuera de la guerra ni en otro país, sino dentro de su pueblo y luchando.
Estas afirmaciones han sido objeto de enconados ataques de la reacción mundial. Se ha tratado de deformar la concepción de la guerra de guerrillas. Se ha criticado el "foquismo" de la década del 60 atribuyéndose al Che y a la Revolución cubana su paternidad. Muchos se preguntan: ¿Es correcta tal crítica y tal afirmación?. Para abordar estos interrogante, es necesario aclarar que sus detractores entienden por "foquismo" la absolutización del papel del pequeño núcleo de combatientes situados en zonas montañosas rurales, que por su sola presencia, representaría la llama que automáticamente encendería la pradera. Esta es una de las más grandes deformaciones que ha sufrido la concepción de la guerra de guerrillas que utilizara la revolución cubana y desarrollara teóricamente el Che. Es concebirla como algo opuesto e independiente de las masas, olvidando/ocultando que el Comandante guerrillero afirmaba que la guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas. Por lo cual, pronosticaba un desastre inevitable a aquellos que pretendieran realizar este tipo de guerra sin apoyo de la población. Nunca concibió la lucha como puramente militar sino que como político-militar. "La guerrilla – decía el Che – es la avanzada numéricamente inferior de la gran mayoría del pueblo que no tiene armas, pero que expresa en su vanguardia la voluntad de su triunfo".

SIN SUEÑOS Y UTOPIAS NO HABRIA REVOLUCIONARIOS

Se ha criticado también el supuesto voluntarismo del Che, que en sus proyectos no consideraba las condiciones objetivas, que otorgaba un papel central a los valores subjetivos. Ante esta crítica, reiterada y equivocada, es necesario establecer qué hay de verdad en ella. Primero, es incuestionable que sin sueños y utopías no habría revolucionarios y que muchas veces los hombres se detienen porque consideran insuperables, obstáculos que son superables.. La historia de la Revolución cubana demuestra que obstáculos que parecían invencibles tenían solución.. Además, el Che era sin duda un soñador, en el buen sentido de la palabra, pero eso no significa que fuera  un voluntarista. Como marxista sabía que la voluntad, el deseo, las intenciones de los hombres no son todo-poderosas, que en sus proyectos es necesario que se tenga en cuenta el marco de las condiciones objetivas. No hay que confundir voluntarismo con tenacidad.
La respuesta a las críticas de voluntarista se encuentra en el análisis que hacía el mismo Che de la intervención del factor subjetivo antes y después de la Revolución cubana. En referencia al primer período, el Che escribió que "no siempre hay que esperar que se den todas las condiciones de la Revolución: el foco insurreccional puede crearlas". Postulado que está vinculada a su tesis de que "las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército". Ambas afirmaciones, deducidas de la práctica de la Revolución cubana y consideradas por el Che como aportes de ésta al movimiento revolucionario de América Latina y del Tercer Mundo, le sirvieron tanto para combatir tanto la actitud quietista de quienes escudaban su inactividad bajo el pretexto de que nada se puede hacer contra los ejércitos profesionales actuales, como la de aquello a que se quedan eternamente esperando que por arte de magia se den las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución, sin preocuparse de acelerarlas.
Las concepciones predominantes en el seno de la izquierda en América Latina, consolidadas en la década de los 50, establecían que en la región faltaba aún concluir las revoluciones "democrático-burguesas". Por lo cual, definían el quehacer como tareas de promoción y apoyo a la formación de gobiernos de "coalición democrática". Gobiernos que, según tales propuestas, llevarían adelante la denominada revolución democrática agraria y antiimperialista, bajo la dirección de las burguesías nativas (denominadas "nacionales"). A las cuales se atribuía una potencialidad transformadora y de oposición y lucha contra el imperialismo, porque, se consideraba que al no estar directamente vinculadas a la nueva fase superior del capitalismo, aspiraban a suprimir las "trabas" imperialistas al desarrollo capitalista "nacional". Pero, como de todos modos, por su carácter de clase, tendían a la conciliación con el imperialismo, era necesario, afirmaban, organizar el "Frente Nacional" donde tales vacilaciones serían contrarrestadas y reorientadas por la fuerza obrero-campesina. Así el Frente sería la herramienta que conduciría a la formación del "Estado de Democracia Nacional", que representaría la culminación de la primera etapa de la revolución. En la medida que fueran alcanzados sus objetivos, se irían conformando, configurando, las condiciones para la revolución socialista, que quedaba así relegada a una lejana e incierta "segunda etapa".
Atados a este esquema teórico, sus voceros se transformaron, en la práctica, en predicadores de la espera y la pasividad, inmovilizando a las vanguardias frente a una realidad objetiva, contradictoria con sus concepciones. Así, el culto a las condiciones objetivas limitó, casi hasta la anulación, las inmensas posibilidades que tiene el sujeto social de transformar la realidad mediante la acción revolucionaria consciente.
La triunfante Revolución cubana rompió esos esquemas paralizadores y puso a la orden del día la posibilidad de la acción revolucionaria de las masas y sus vanguardias en América Latina. Como marxista, el Che, siguiendo el pensamiento de Fidel Castro, revalorizó la importancia del factor subjetivo en la revolución, particularmente en América Latina, luego que éste estuviera relegado durante años al imperio de las condiciones objetivas. En efecto, Fidel había sostenido que en la mayoría de las sociedades latinoamericanas habían madurado las condiciones que hacían posible los cambios revolucionarios. En tal postulado, la existencia de esas condiciones objetivas, aunadas a las clases verdaderamente interesadas en cambiar radicalmente la situación, así como la necesidad de emplear la lucha armada para tomar el poder, definían la posibilidad y necesidad de un proceso auténticamente revolucionario en la región, que el Che veía no como sucesión de etapas preconcebidas, sino como un proceso único e ininterrumpido que conduciría a la Revolución Socialista.
El Che, al analizar la realidad latinoamericana de la época, señalaba como "raíces permanentes de todos los fenómenos sociales de América, (….) a través de sus conexiones con el imperialismo, plasma completamente el llamado subdesarrollo que da como resultado los bajos salarios y el desempleo. Este fenómeno de bajos salarios y cada vez más desempleo…y…crean lo que es el denominador común de los pueblos de América Latina…Ese común denominador…se llama Hambre del pueblo" ("Cuba: ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha?"). Por ello, el Che sabía perfectamente que la historia de las sociedades no es fruto exclusivo de la voluntad de los hombres y por eso no hablaba de que el foco pudiera crear todas las condiciones para la Revolución. En efecto, si se considera atentamente su afirmación al respecto, se comprueba que dice, y luego lo explica, que no se necesita que estén dadas "todas" las condiciones de la revolución para iniciar la lucha armada, que el foco guerrillero puede crear aquellas que faltan siempre que existan determinadas condiciones mínimas que hagan factible el establecimiento y consolidación del primer foco; entre ellas señala que la paz haya sido rota por las fuerzas opresoras para frenar las expresiones de creciente descontento del movimento popular. Además, en el texto citado sobre la realidad de la región, dice que las condiciones objetivas de la lucha están dadas por por el hambre del pueblo (producto de la crisis estructural del capitalismo dependiente que origina salarios miserables, desempleo y subempleo), la reacción frente al hambre, el terror desatado para aplazar la reacción popular y la ola de odio que esta reacción crea, pero que faltan las condiciones subjetivas de las cuales la más importante es la conciencia de la posibilidad de victoria por la vía violenta frente al poder del imperio y sus aliados internos.

NO SE DEBE TEMER A LA VIOLENCIA

Junto al triunfo de la Revolución cubana se abrió una etapa de convulsiones sociales en América Latina para las cuales las fuerzas de izquierda no estaban preparadas. No habían desarrollado la capacidad de organizar la lucha por el poder. Estaban sólo capacitadas para comprobar y denunciar los datos de la explotación y opresión que dictaba la realidad política, social y económica, sin percibir el aspecto revolucionario, subversivo, de ella. Además. muchos vieron la victoria del pueblo cubano como una excepción no válida para el resto de los países latinoamericanos. No consideraron que los factores que unían la experiencia revolucionaria a la realidad de la región en esa época eran más significativos que los elementos excepcionales.
El lazo que unía la Cuba pre-revolucionaria a la realidad de América Latina eran el subdesarrollo, la dependencia y sus consecuencias negativas en las esferas económicas, sociales, políticas y culturales; la existencia de dictaduras militares y democracias reaccionarias, formales,que han dominado, caracterizado a más de 100 años de existencia de sus pueblos. Pero, también, la victoria de la Revolución cubana no sólo modifica el cuadro de lucha en la región, sino que también alerta al imperialismo que cierra aún el camino a cualquier tránsito pacífico a los cambios revolucionarios que puedan atentar contra sus intereses y los de sus aliados burgueses. Por eso, el Che considera que respecto a la Revolución cubana, "infinitamente más duros serán las nuevas batallas que esperan al pueblo en otros lugares de América Latina".
Se había creado una nueva situación a comienzos de la década del 70, que el Che caracteriza como "un estado inestable entre la dictadura oligárquica y la posición popular…Pasamos por una etapa en que las presiones populares son muy fuertes; están llamando a las puertas de la legalidad burguesa y ésta debe ser violada por sus propios autores para detener el impulso de las masas".. Los sucesivos y casi simultáneos golpes militares en los países del Cono Sur a fines de la decadas del 60 y comienzos de la del 70, así lo ratificaron. Esta violación de la oligarquía de su propia legalidad, obligaba a los revolucionarios a proyectar no sólo la lucha por el retorno a la legalidad burguesa, sino también a la conquista del Poder. En tal perspectiva, el Che postula que no se debe temer a la violencia sino que, por el contrario, había que prepararse para ella y desatarla "en el momento preciso en que los conductores del pueblo hayan encontrado las circunstancias más favorables". La situación imperante en esos países, después de "salidas negociadas" y procesos de "diálogos y negociaciones de paz", señala que la situación de sus pueblos en nada ha cambiado sustantivamente

ESE SUEÑO SE PERSONIFICO

Ernesto Che Guevara creía profundamente en la revolución y el socialismo. Entre lo mejor de sus sueños estaba la creación del hombre nuevo. Por eso, valoró en su dimensión histórica el rol de las masas, sin subestimar el "cuadro, columna vertebral de la Revolución". Por lo cual, exigió del dirigente la ejemplaridad, "porque el hombre que va delante impulsa a los demás a que lo alcancen, atrae a los demás hacia su nivel, mucho más que aquel que desde atrás empuja con la palabra solamente". Además, en el centro de sus preocupaciones y aspiraciones está la juventud en la perspectiva de lograr ese hombre nuevo. Actitud que expresa con claridad: "Nos formamos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo con una nueva técnica….la arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud: en ella depositamos nuestras esperanzas y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera". 
Por lo cual, nunca como ahora resulta imprescindible meditar en la acción consecuente del Che en aras de conquistar formas de vida que permitan poner fin a la alienación del hombre y dar paso al surgimiento de un mundo que posibilite su felicidad plena, lejos de de las actuales políticas deshumanizantes, que imaginan que una vez desaparecido el denominado "mundo socialista" ha terminado la lucha de los pueblos y ha llegado el fin de la historia. En este contexto es que se inscribe la labor ejemplarizadora y educativa del Che, así como su pensamiento humanista, cuando lucha por una nueva conciencia de la humanidad, por la construcción del socialismo y en oposición a quienes pretenden implantar un código de valores destinados a lograr el vasallaje y el aniquilamiento en el individuo y de todo aquello que puede promover el logro consecuente de su desarrollo espiritual.
Si se sigue la evolución y el ascenso de la vida en el Che, se comprende lo que expresó en diversas ocasiones para explicar como se operó en él el tránsito de un joven individualista, solidario instintivamente con los desposeídos, hasta llegar a alcanzar una toma de conciencia y un pensamiento político comprometido con la lucha directa de los pueblos, ligado a la percepción del camino a seguir., para así dedicar su vida al servicio de la humanidad mediante la revolución. El punto de partida de tal proceso se expresa en los primeros años de la década del 50, con su desición de recorrer América Latina y poder compenetrarse de la esencia de los problemas de la región. Esto contribuyó a que enraizara grandes convicciones, aprendidas primero a fuerza de observación y, posteriormente, a través de una estrecha vinculación con los pueblos que visitara y que le hacen reflexionar en cómo llegar a alcanzar una nueva escala de valores, que representen el verdadero sentido de la justicia social y la equidad, como elementos determinantes de nuevos patrones de conducta social.
Producto de tales convicciones, su formación como "auténtico revolucionario", mediante la entrega plena a la lucha. De modo incipiente en la Guatemala de Jacobo Arbenz y definitivamente en Cuba, al sumarse a los futuros expedicionarios del Gramma, encabezados por Fidel Castro. Inicia así una vida en la que se propone luchar y participar en la creación de una nueva sociedad, convencido de que sólo mediante la conciencia que adquiere el hombre de su destino es que podrá salvarse de un futuro incierto y degradante.
Triunfante la revolución, una vez tomado el poder, en la Cuba de 1959, el Che paulatinamente adquiere la certeza de que el objetivo de la lucha armada no consiste exclusivamente en en sustituir a un tirano por un difuso gobierno del pueblo, sino en crear condiciones que garanticen el surgimiento de una sociedad diferente, socialista. A la realización de esas ideas y propósitos dedica todo su tiempo y lo mejor de su intelecto, aún más, cuando se proclama el carácter socialista de la Revolución cubana en 1961.
Para el Che, el desarrollo de una nueva base material implicaba el advenimiento de un hombre nuevo, como un proceso inseparable, en el cual emergería con una nueva conciencia de sus deberes y derechos y con el firme compromiso moral y ético de una real participación en la gestión de poder en los distintos niveles de la sociadad en construcción. Con esa convicción estudió crítica y profundamente algunas concepciones que se estaban generando en el denominado "socialismo real", que pretendía llegar al socialismo a través de posiciones economicistas y motivaciones individualistas, adelantándose con sus críticas a lo que 25 años después devendría en la crisis y derrumbe del socialismo europeo
La obra teórico-práctica del Che coloca, sin duda, al hombre como protagonista real y activo de la nueva sociedad. Hoy como ayer, en este mundo contradictorio y coercitivo, es que el Che encontró su plena dimensión, enfrascado, somo dijere uno de sus poetas favoritos, León Felipe, "en la aventura de parirse a si mismo", razón esencial para que su vida y muerte sean una invitación permanente a todos los que creen en el riesgo de luchar por una nueva sociedad. El sueño del hombre nuevo se ha hecho realidad en el Che. Por eso, Fidel Castro lo ha personificado y definido: "Si queremos un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro….Ese modelo es el Che".
En el presente la revolución parece lejana.. Se la ubica en la zona de los sueños. Pero, sin embargo, la polarización de fuerzas del cambio se ha acelerado, conviertiéndose en volcanes activos que pugnan por entrar en erupción. La lucha aparece agazapada en diversos países, especialmente donde el reflujo ha sido mayor. En este sentido, el espiritu del Che, rebelde y antidogmático, incita a no cesar en la búsqueda de una alternativa al neoliberalismo, a la apertura de nuevos caminos de lucha por el poder y el socialismo. Para tener éxito en tales empresas no hay que convertir al Che en un dogma, hay que desmistificar al Che para que siga combatiendo.