La guerra de
guerrillas
Capítulo III
Organización
del frente guerrillero
1. Abastecimientos
Un correcto abastecimiento es fundamental para la
guerrilla. El grupo de hombres en contacto con el suelo, tiene que vivir de
los productos de este suelo y al mismo tiempo permitir que vivan los que se
lo dan, es decir los campesinos del lugar, pues en la dura lucha guerrillera
no es posible, sobre todo en los primeros momentos, dedicar energías
a tener abastecimientos propios, sin contar con que estos abastecimientos serían
fácilmente localizables y destruibles por las fuerzas enemigas, ya que
se supone un territorio completamente permeabilizado para la acción de
las columnas represivas. El abastecimiento en las primeras épocas es
siempre interno.
Con el desarrollo de las condiciones guerrilleras
tiene también que haber un abastecimiento exterior a las líneas
o territorio de combate. En el primer momento se vivirá solamente de
lo que los campesinos tengan; se podrá llegar a alguna bodega a comprar
algo, pero nunca tener líneas de abastecimientos, pues no hay territorio
donde establecerlas. La línea de abastecimiento y el almacén de
comestibles están condicionados al desarrollo de la lucha guerrillera.
Lo primero es ganarse la confianza absoluta de los
habitantes de la zona y esta confianza se gana con la actitud positiva frente
a sus problemas, con la ayuda y orientación constante, con la defensa
de sus intereses y el castigo de quienes pretendan aprovecharse del momento
caótico que viva la misma, para ejercer influencias, desalojar campesinos,
apoderarse de sus cosechas, establecer
intereses usurarios, &c. La línea debe
ser blanda y dura al mismo tiempo. Blanda y de colaboración espontánea
con todos los simpatizantes honestos frente al movimiento revolucionario, dura
contra los que directamente están atacándolo, fomentando disensiones
o simplemente comunicando noticias importantes al ejército enemigo.
Poco a poco se irá esclareciendo el territorio
y se podrá contar entonces con una mayor comodidad para poder actuar.
El principio fundamental que debe regir es el de pagar siempre toda la mercancía
que se tome de un amigo. Esta mercancía puede consistir en frutos de
la tierra o artículos de establecimientos comerciales. Muchas veces son
donados, pero hay otras en que las condiciones económicas del mismo campesinado
impiden estas donaciones y hay casos en que las mismas necesidades de la guerra
obligan a asaltar almacenes que tengan víveres o vituallas necesarias
y que no se pueden pagar, sencillamente por no haber dinero. En esos casos debe
siempre dársele al comerciante un bono, pagaré, algo que certifique
la deuda; los «bonos de esperanza» ya descritos. Esta medida es mejor realizarla
con la gente que esté fuera de los límites del territorio liberado
y en estos casos pagar lo antes posible o amortizar parte de la deuda. Cuando
las condiciones hayan mejorado lo suficiente como para mantener un territorio
permanentemente fuera del dominio del ejército adversario, se puede llegar
a las siembras colectivas, donde los campesinos trabajen las tierras a beneficio
del ejército guerrillero y en esta forma garantizar una adecuada fuente
de abastecimiento agrícola de carácter permanente.
Si el número de voluntarios para el ejército
guerrillero es mucho mayor que el necesario, pues no hay armas, y circunstancias
políticas impiden a esos hombres bajar a zonas dominadas por el enemigo,
el ejército rebelde puede hacer trabajar directamente en la tierra a
sus hombres y a todos los incorporados, recogiendo los frutos que garanticen
el abastecimiento y llenando su hoja de servicios para futuros ascensos a combatientes;
sin embargo, es más aconsejable que las siembras se hagan
directamente por los campesinos, pues el trabajo
es más efectivo, se hace con más entusiasmo, con más capacidad.
Cuando las condiciones han madurado más aún se puede llegar a
la compra de cosechas enteras que, dependiendo de los frutos que sean, puedan
permanecer en el campo o en almacenes para el uso del ejército.
Cuando se hayan establecido organismos encargados
también de abastecer a la población campesina, se concentrarán
todos los alimentos en estos organismos para servir en operaciones de trueque
entre los campesinos, siendo el ejército guerrillero el intermediario.
Si las condiciones siguen mejorando, se pueden establecer
impuestos que deben ser lo menos lesivos posible, sobre todo para el pequeño
productor. Hay que atender por sobre todas las cosas las relaciones de la clase
de los campesinos con el ejército guerrillero, que es una emanación
de esta clase.
Los impuestos pueden cobrarse en dinero en efectivo
en algunos casos y en otros con parte de las cosechas, la que pasará
a engrosar los abastecimientos. La carne es uno de los artículos de primera
necesidad. Hay que asegurar su producción y conservación. Se establecerán
granjas con campesinos aparentemente desvinculados del ejército, si no
se cuenta con una zona segura, que se dediquen a la producción de gallinas,
huevos, cabras, cochinos; todos los animales comprados o directamente confiscados
a los grandes terratenientes. En zonas de latifundio suele haber ganado en cantidades
grandes. Puede ser muerto, salado y la carne mantenida en esas condiciones,
en las cuales permanece apta para el consumo durante mucho tiempo.
Con esto se consigue también el cuero y se
puede desarrollar una industria del curtido -más o menos elemental- que
permita tenor la materia prima para el calzado, uno de los adminículos
fundamentales para la lucha. Depende mucho de las zonas, pero, en general, se
puede decir que los alimentos imprescindibles son: la carne, la sal y algunas
legumbres, tubérculos o granos.
Siempre el alimento básico es producido por
los campesinos; puede ser malanga, en las regiones montañosas de la provincia
de Oriente, Cuba; puede ser maíz en las regiones montañosas de
México y Centroamérica o Perú, las papas en el mismo Perú;
y en otras zonas, como Argentina, el ganado; el trigo en otras, pero siempre
hay que asegurar un abastecimiento de los alimentos fundamentales de la tropa
y alguna clases de grasa que permita comer mejor los mismos, ya sean mantecas
animales o vegetales.
La sal es uno de los ingredientes imprescindibles.
Cuando se está cerca del mar y en conexión con él hay que
establecer inmediatamente pequeños secaderos que aseguren una cierta
producción para tener siempre un remanente y poder abastecer las tropas.
Recuérdese que en lugares agrestes como estos, donde no se producen sino
algunos de los alimentos, es fácil tender un cerco que empobrezca formidablemente
a la zona. Es bueno prever estos casos por medio de la organización campesina,
de las organizaciones civiles en general. Que los habitantes de la zona tengan
su abastecimiento mínimo que les permita al menos malvivir durante las
épocas más duras de la contienda. Debe tratarse rápidamente
de tener una buena provisión de alimentos que no se descompongan, como
son los granos, que resisten bastante tiempo, sea maíz, trigo, arroz,
&c.; harina, sal, azúcar, enlatados de todos tipos y, también,
hacer las siembras necesarias.
Llegará un momento en que estarán
solucionados los problemas alimenticios de la zona para las tropas residentes
pero se necesitará una gran cantidad de productos extra; pieles para
los zapatos, si no se puede crear una industria del curtido que abastezca a
la zona; telas para vestidos, y todos los aditamentos necesarios para los mismos,
papel, imprenta o mimeógrafos para los periódicos, tinta y todos
los otros implementos.
En fin, las necesidades de artículos del
mundo exterior aumentarán a medida que las guerrillas se vayan organizando
y su organización se haga más compleja. Para
cubrirla adecuadamente es necesario que funcione
perfectamente la organización de las líneas de abastecimiento.
Estas organizaciones se hacen fundamentalmente a través de campesinos
amigos. La forma debe ser bipolar, es decir, con extremos en el frente guerrillero
y en las ciudades; a partir de las zonas guerrilleras irán saliendo líneas
de abastecimientos que permeabilicen todo el territorio permitiendo pasar los
materiales. Poco a poco los campesinos se acostumbran al peligro (en pequeños
grupos pueden hacer maravillas) y a poner el material que se necesite en el
lugar indicado sin correr peligros extremos. Estas movilizaciones se pueden
hacer de noche, con mulos o animales de carga de este tipo y también
con camiones, dependiendo de la zona; así se puede hacer un abastecimiento
muy bueno. Hay que considerar que este es el tipo de línea de abastecimiento
para áreas cercanas a los lugares de operación.
Hay que organizar una línea de abastecimiento
desde áreas lejanas. Estas deben dar el dinero necesario pare hacer las
compras y también algunos implementos que no se consigan en los pueblos
o ciudades provinciales. La organización se nutrirá con donativos
directos que hagan los sectores simpatizantes con la lucha por medio de bonos
clandestinos, que se deben dar teniendo siempre un estricto control sobre el
personal encargado de su manipulación y exigiendo responsabilidades serias
cuando se olviden los requisitos de moral indispensables para estos casos. Las
compras se pueden hacer en efectivo y también con «bonos de esperanza»,
cuando hay un ejército guerrillero que, saliendo de su base de operaciones,
amenaza una nueva zona. En estos casos no hay más remedio que tomar la
mercancía de cualquier comerciante y que éste dependa de la buena
fe, o de las posibilidades o no de hacer efectiva esta cuenta por parte de los
ejércitos guerrilleros.
En todas las líneas de abastecimientos que
pasan por el campo, es necesario tener una serie de casas, terminales o estaciones
de camino, donde se pueda esconderlos durante el día para seguir a la
noche siguiente. Estas
casas deben ser conocidas solamente por los encargados
directos de los abastecimientos, y conocerán del trasiego lo menos posible
sus habitantes, siendo, además, las personas que más confianza
brinden a la organización.
Uno de los animales más importantes para
todas estas tareas es el mulo. El mulo, de increíble resistencia a las
fatigas y de capacidad para caminar en las zonas más accidentadas, puede
llevar en su lomo más de 100 kilos, durante días y días,
y por su austeridad en cuanto a exigencia de comestibles es el transporte ideal.
Las arrias de mulos deben estar perfectamente dotadas de herraduras, con arrieros
conocedores del animal y que lo cuiden lo más posible. Se puede así
tener verdaderos ejércitos de cuatro patas de increíble utilidad.
Pero muchas veces, por sufrido que sea el animal y por capacidad que tenga para
aguantar la jornada más dura, se ve obligado a dejar la carga en determinados
sitios por lo difícil del paso. Para obviar esto, habrá un equipo
encargado de hacer los caminos destinados a esta clase de animales. Si todas
estas condiciones se cumplen, si se lleva una organización adecuada y
el ejército rebelde mantiene con los campesinos las inmejorables relaciones
necesarias, se garantiza un abastecimiento efectivo y duradero para toda la
tropa.
2. Organización civil
La organización civil del movimiento insurreccional
es muy importante en cualquiera de los dos frentes: el externo y el interno.
Naturalmente tienen características bastante diferentes y las funciones
también, aún cuando realicen trabajos que puedan caer dentro de
una misma denominación. No es igual, por ejemplo, la recaudación
que pueda hacer el frente externo a la que pueda hacerse en el frente interno,
ni la propaganda, ni el abastecimiento. Vamos a describir primero los trabajos
del frente interno.
Al considerar «frente interno» estamos ya diciendo
que es un lugar dominado, relativamente, por lo menos, por las fuerzas de liberación,
y también debe suponerse que es un lugar apto para la guerra de guerrillas
porque, cuando no se dan esas condiciones, es decir, cuando se están
desarrollando luchas guerrilleras en zonas no aptas, la organización
guerrillera aumenta en extensión pero no en profundidad; va canalizando
nuevos lugares, pero no puede llegar a tener una organización interna
pues está toda la zona permeabilizada por el enemigo. En el frente interno
podemos tener una serie de organizaciones que cumplan su función específica
para la mejor marcha de la administración. La propaganda en general pertenece
directamente al ejército, pero también puede estar separada de
éste aun cuando bajo su control. (De todas maneras, es tan importante
este punto que lo trataremos aparte.) La recaudación pertenece a la organización
civil, así como la organización de los campesinos
en general, si hubiera obreros, también de
éstos y estas dos deben estar regidas por una auditoría.
La recaudación, como ya hemos explicado en
el capítulo anterior, puede desarrollarse de varias maneras; por impuestos
directos e indirectos, por donativos directos y confiscaciones; todo esto viene
a llenar el gran capítulo de los abastecimientos del ejército
guerrillero.
Algo que hay que tener muy en cuenta es que no se
debe de ninguna manera empobrecer la zona por la acción directa del ejército
rebelde -aunque indirectamente sea el responsable del empobrecimiento debido
a los cercos enemigos, lo que la propaganda adversaria hará resaltar
repetidamente-. Precisamente por esta circunstancia es por lo que no se debe
crear causas directas de conflictos. No debe haber, por ejemplo, reglamentos
que impidan a los cosecheros de una zona que está en territorio liberado
vender sus productos fuera de ese territorio, salvo circunstancias extremas
y transitorias, explicando bien al campesinado estas características.
Al lado de cada acto del ejército guerrillero debe existir siempre el
departamento de difusión necesario para explicar las razones de este
acto, el que, en general, será bien comprendido por un campesino que
tendrá sus hijos, padres, hermanos o parientes de alguna clase, dentro
de este ejército que será una cosa suya.
Dada la importancia de las relaciones campesinas,
hay que crear organizaciones que las canalicen y las reglamenten, organizaciones
que, no solamente estarán dentro del área liberada, sino también
tendrán conexiones con las áreas adyacentes, y, precisamente a
través de ellas, se podrá ir permeabilizando la zona para una
futura ampliación del frente guerrillero. Los campesinos irán
sembrando la semilla de la propaganda oral y escrita, los relatos de cómo
se vive en la otra zona, de las leyes que ya se han dado para la protección
del pequeño campesino, del espíritu de sacrificio del ejército
rebelde; en fin, están creando la atmósfera necesaria para la
ayuda a la tropa rebelde.
Los organismos campesinos deben tener también
su conexión de tal tipo que permita a la organización del ejército
guerrillero en cualquier momento canalizar cosechas y venderlas en el territorio
enemigo mediante una serie de intermediarios más o menos benevolentes,
más o menos benefactores de la clase campesina, ya que, en todos esos
casos, junto a la devoción por la causa que lleva al comerciante a desafiar
peligros, existe la devoción por el dinero que lo lleva a aprovechar
los mismos para su fin de extraer dividendos.
Ya habíamos dicho, al hablar de los abastecimientos,
la importancia que tiene el departamento de construcción de caminos.
Cuando la guerrilla ha alcanzado un determinado grado de desarrollo, tiene centros
más o menos fijos y no anda vagando sin campamento alguno por diversas
regiones, se debe establecer una serie de rutas que pueden ir desde el pequeño
trillo que permita el paso de un mulo hasta el buen camino de camiones. Para
todo esto hay que tener en cuenta la capacidad de organización del ejército
rebelde y la capacidad ofensiva del enemigo que puede destruirlos e incluso
llegar a los campamentos fácilmente, precisamente por caminos que son
creados por el opositor. Como regla esencial, debe apuntarse que los caminos
son para contribuir al abastecimiento en lugares cuya solución de otro
modo sería imposible y que no se deben hacer sino en circunstancias donde
casi seguro se pueda mantener la posición ante un embate del adversario,
salvo que estos se concierten entre puntos que hagan más cómoda
la comunicación pero no sean vitales ni acarreen un peligro en su construcción.
Además, se pueden hacer otras vías
de comunicación. Una de ellas, muy importante, es el teléfono,
que puede tenderse en el monte, con la facilidad que significa el tener los
árboles como postes y con la ventaja de que no son visibles desde lo
alto para la observación del enemigo. También supone el teléfono
una zona donde éste no puede llegar.
La auditoría, o departamento central de justicia,
de leyes revolucionarias y de administración, es uno de los puntos vitales
de un ejército guerrillero ya constituido, con territorio propio. Debe
estar a cargo de algún individuo que conozca las leyes del país,
si conoce las necesidades de la zona desde un punto de vista jurídico,
mejor aún y que pueda ir dando una serie de decretos y reglamentos para
ayudar al campesino a normalizar, institucionalizar la vida dentro de la zona
en rebeldía.
Por ejemplo, de nuestra experiencia de la guerra
cubana: elaboramos un código penal, un código civil, un reglamento
de abastecimiento al campesinado y el reglamento de la Reforma Agraria. Posteriormente
se establecieron las leyes de castigo para los aspirantes a elecciones que iban
a hacerse días después en todo el país y la ley de Reforma
Agraria de la Sierra Maestra. Además, la auditoría tiene a su
cargo todas las operaciones de contabilidad de la columna o de las columnas
guerrilleras, y se encarga de administrar los problemas monetarios de la misma,
interviniendo a veces directamente en el abastecimiento.
Todas estas son recomendaciones elásticas,
bases que da la experiencia vivida en un lugar determinado, geográfica
e históricamente situado, que pueden ser cambiadas según lo aconseje
una experiencia de otro lugar geográfico, histórico y social.
Además de auditoría, hay que tener
muy en cuenta la sanidad general de la zona, que se debe hacer por medio de
los hospitales madres, es decir, los hospitales centrales, militares, que darán
asistencia lo más completa posible a todo el campesinado. También
en estos casos depende de las características alcanzadas por la revolución
que se pueda dar un adecuado tratamiento médico. Los hospitales civiles
y la sanidad civil están directamente unidos al ejército rebelde
y sus cargos son desempeñados por oficiales y miembros del mismo, con
la doble función de curar al pueblo y de orientarlo para mejorar su salud,
pues los grandes problemas sanitarios
de las poblaciones en estas condiciones radican
en que desconocen totalmente los más elementales principios de la higiene
y por ello agravan aún más su precaria situación.
Los cobros de impuestos, como ya dije, pertenecen
a la auditoría general también.
Los almacenes son muy importantes. En cuanto se
consiga algún lugar donde ya se establezca un principio de sedentarización
de la guerrilla, deben establecerse almacenes lo más ordenados posibles,
que vayan asegurando el cuidado mínimo de la mercancía y sobre
todo el control para su equitativa distribución posterior, única
fórmula para corregirlo.
En el frente exterior las funciones son diferentes
en cuanto a calidad misma y en cuanto a cantidad también; por ejemplo,
la propaganda debe ser de tipo nacional, orientadora, explicando las victorias
obtenidas por los compañeros de la guerrilla, llamando a luchas efectivas
de masas a obreros y campesinos y dando noticias, si las hubiera, de victorias
obtenidas en este frente. La recaudación es totalmente clandestina, debe
hacerse teniendo los mayores cuidados posibles y aislando completamente la cadena
entre el primer recaudador pequeño y el tesorero de la organización.
Esta organización debe estar distribuida
en zonas que se complementen para formar un todo, zonas que pueden ser provincias,
estados, ciudades, aldeas, depende de la magnitud del movimiento. En todos ellos
tiene que haber una comisión de finanzas que se ocupe de la orientación
de la recaudación. Se puede recaudar dinero mediante bonos o mediante
donativos directos, e incluso, ya más avanzado el proceso de la lucha,
cobrar impuestos, ya que los industriales deberán hacerlos efectivos
por la gran fuerza que tenga el ejército insurrecto. El abastecimiento
debe condicionarse a las necesidades expuestas por las guerrillas y estará
organizado en forma de ir encadenando las mercancías, de tal modo que
las más comunes se logren en los lugares cercanos, buscando en
los centros mayores las cosas verdaderamente escasas
o imposibles de conseguir en otros puntos y así sucesivamente tratando
siempre de que la cadena sea lo más limitada posible, esté en
conocimiento del menor número de hombres y pueda así cumplir por
más tiempo su misión.
Los sabotajes deben ser reglamentados por la organización
civil en la parte externa, coordinados con el mando central. En circunstancias
especiales que es muy conveniente analizar, se usará el atentado personal.
En general, consideramos que este es negativo, salvo el que elimine alguna figura
notablemente destacada por sus fechorías contra el pueblo y su eficacia
represiva. Nuestra experiencia de la lucha cubana enseñó que se
podían haber salvado muchas vidas de grandes compañeros, sacrificadas
para cumplir misiones de escaso valor cualitativo y que pusieron a veces bajo
el plomo enemigo, en represalia, a combatientes cuya pérdida no podía
compararse con el resultado obtenido. El atentado y el terrorismo ejercitados
en forma indiscriminada, no deben emplearse. Muy preferible es el trabajo sobre
grandes concentraciones de gente donde se pueda inculcar la idea revolucionaria
e ir haciéndola madurar, para que, en un momento dado, apoyadas por las
fuerzas armadas puedan movilizarse y decidir la balanza hacia el lado de la
revolución.
Para ello hay que contar también con organizaciones
populares de obreros, profesionales y campesinos que vayan sembrando la semilla
de la revolución entre sus respectivas masas, explicando, dando a leer
las publicaciones de la rebeldía; enseñando la verdad. Porque
una de las características de la propaganda revolucionaria debe ser la
verdad. Poco a poco, así, se irán ganando masas y podrá
ir eligiéndose entre los que hagan los mejores trabajos para incorporarlos
al ejército rebelde o a algunas tareas de mucha responsabilidad.
Este es el esquema de una organización civil
dentro y fuera del territorio guerrillero en un momento de lucha
popular. Hay posibilidades de perfeccionar en sumo
todas estas cosas; lo repito una vez más, es nuestra experiencia cubana
la que habla por mí, nuevas experiencias pueden hacer variar y mejorar
estos conceptos. Damos un esquema, no una biblia.
3. Papel de la mujer
El papel que puede desempeñar la mujer en
todo el desarrollo de un proceso revolucionario es de extraordinaria importancia.
Es bueno recalcarlo, pues en todos nuestros países, de mentalidad colonial,
hay cierta subestimación hacia ella que llega a convertirse en una verdadera
discriminación en su contra.
La mujer es capaz de realizar los trabajos más
difíciles, de combatir al lado de los hombres y no crea, como se pretende,
conflictos de tipo sexual en la tropa.
En la rígida vida combatiente, la mujer es
una compañera que aporta las cualidades propias de su sexo, pero puede
trabajar lo mismo que el hombre. Puede pelear; es más débil, pero
no menos resistente que éste. Puede realizar toda la clase de tareas
de combate que un hombre haga en un momento dado y ha desempeñado, en
algunos momentos de la lucha en Cuba, un papel relevante.
Naturalmente, las mujeres combatientes son las menos.
En los momentos en que ya hay una consolidación del frente interno y
se busca eliminar lo más posible los combatientes que no presenten las
características físicas indispensables, la mujer puede ser dedicada
a un considerable número de ocupaciones específicas, de las cuales,
una de las más importantes, quizás la más importante, sea
la comunicación entre diversas fuerzas combatientes, sobre todo las que
están en territorio enemigo. El acarreo de objetos, mensajes o dinero,
de pequeño
tamaño y gran importancia, debe ser confiado
a mujeres en las cuales el ejército guerrillero tenga una confianza absoluta,
quienes pueden transportarlo usando de mil artimañas y contando que,
por más brutal que sea la represión, por más exigentes
que sean en los registros, la mujer recibe un trato menos duro que el hombre
y puede llevar adelante su mensaje o alguna otra cosa de carácter importante
o confidencial.
Como mensajero simple, ya sea oral o escrito, siempre
la mujer puede realizar su tarea con más libertad que el hombre, al llamar
menos la atención o inspirar, al mismo tiempo, menos sentimiento de peligro
en el soldado enemigo; el que muchas veces comete sus brutalidades acosado por
el miedo a lo desconocido que puede atacarle, pues tal es la forma de actuar
de la guerrilla.
Los contactos entre fuerzas separadas entre sí,
los mensajes al exterior de las líneas, aun al exterior del país
e incluso, objetos de algún tamaño, como balas, son transportadas
por las mujeres en fajas especiales que llevan debajo de las faldas. Pero también
en esta época puede desempeñar sus tareas habituales de la paz
y es muy grato para el soldado sometido a las durísimas condiciones de
esta vida el poder contar con una comida sazonada, con gusto a algo (uno de
los grandes suplicios de la guerra era comer un mazacote pegajoso y frío,
totalmente soso). La cocinera puede mejorar mucho la alimentación y,
además de esto, es más fácil mantenerla en su tarea doméstica,
pues uno de los problemas que se confrontan en las guerrillas es que todos los
trabajos de índole civil son despreciados por los mismos que los hacen,
y tratan siempre de abandonar esas tareas e ingresar en las fuerzas activamente
combatientes.
Tarea de gran importancia de la mujer es el enseñar
las primeras letras e incluso la teoría revolucionaria, a los campesinos
de la zona, esencialmente, pero también a los soldados revolucionarios.
La organización de escuelas, que es parte de la organización civil,
debe hacerse contando fundamentalmente con mujeres que pueden inculcar
mayor entusiasmo a los niños y gozan de más
simpatías de la población escolar. Además, cuando ya se
hayan consolidado los frentes y exista una retaguardia, las funciones de trabajadora
social corresponden también a la mujer, investigando todos los males
económicos y sociales de la zona con vistas a modificarlos dentro de
lo posible.
En la sanidad, la mujer presta un papel importante
como enfermera, incluso médico, con ternura infinitamente superior a
la del rudo compañero de armas, ternura que tanto se aprecia en los momentos
en que el hombre está indefenso frente a sí mismo, sin ninguna
comodidad, quizá sufriendo dolores muy fuertes y expuesto a los muchos
peligros de toda índole propios de este tipo de guerra.
Si ya se ha llegado a la época de la implantación
de pequeñas industrias guerrilleras, la mujer puede prestar también
aquí su concurso, sobre todo en la confección de uniformes, empleo
tradicional de las mujeres en los países latinoamericanos. Con una simple
máquina de coser y algunos moldes pueden hacerse maravillas. En todos
los otros órdenes de la organización civil, la mujer presta su
concurso y puede reemplazar perfectamente al hombre y lo debe hacer hasta en
el caso de que falten brazos para portar armas, aunque esto es un accidente
rarísimo en la vida guerrillera.
Hay que dar siempre un adecuado adoctrinamiento
a las mujeres y los hombres para evitar toda clase de desmanes que puedan ir
minando la moral de la tropa, pero debe permitirse, con el simple requisito
de la ley de la guerrilla, que las personas sin compromisos, que se quieran
mutuamente, contraigan nupcias en la sierra y hagan vida marital.
4. Sanidad
Uno de los graves problemas que confronta el guerrillero
es su indefensión frente a todos los accidentes de la vida que lleva
y sobre todo frente a las heridas y enfermedades, muy frecuentes en la guerra
de guerrillas. El médico cumple en la guerrilla una función de
extraordinaria importancia, no sólo la estricta de salvar vidas, en que
muchas veces su intervención científica no cuenta, dados los mínimos
recursos de que está dotado, sino también en la tarea de respaldar
moralmente al enfermo y de hacerle sentir que junto a él hay una persona
dedicada con todos los esfuerzos a aminorar sus males y la seguridad de que
esa persona va a permanecer al lado del herido o enfermo hasta que se cure o
pase el peligro.
La organización de los hospitales depende
mucho del momento histórico de las guerrillas. Se pueden dar tres tipos
fundamentales de organizaciones hospitalarias que corresponden a las formas
de vida.
En este desarrollo histórico tenemos una
primera fase nómada. En ella el médico, si es que lo hay, viaja
constantemente con sus compañeros, es un hombre más, tendrá
muy probablemente que hacer todas las otras funciones del guerrillero, incluso
la de pelear, y tendrá sobre sí la fatigosa y a veces desesperante
tarea de tratar casos en los cuales se puede salvar una vida con un tratamiento
adecuado y no existen los medios para ello. Es la etapa en que el médico
tiene más influencia sobre la tropa, más importancia en su moral.
En este
momento del desarrollo de las guerrillas, el médico
alcanza a plenitud su característica de verdadero sacerdote que parece
llevar para los hombres, en su mochila desprovista, el consuelo necesario. Es
incalculable lo que significa para el que está sufriendo, una simple
aspirina, dada por la mano amiga de quien siente y hace suyos los sufrimientos.
Por eso, el médico de la primera época debe ser una persona totalmente
identificada con los ideales de la revolución, pues su prédica
prenderá en la tropa con mucho más vigor que la dada por cualquier
otro miembro de ella.
En el curso de los acontecimientos normales de la
guerra de guerrillas, se pasa a otra etapa que podríamos llamar «seminómada».
En este momento hay campamentos, frecuentados por lo menos, por la tropa guerrillera;
casas amigas de entera confianza donde se pueden guardar objetos e incluso dejar
heridos y la tendencia cada vez más marcada de la tropa a sedentarizarse.
En este momento la tarea del médico es menos fatigosa, puede tener un
equipo quirúrgico de extrema urgencia en su mochila y tener otro más
vasto, para operaciones más calmas, en alguna casa amiga. Pueden dejarse
los enfermos y heridos al cuidado de los campesinos que, amorosamente, prestarán
su auxilio y contar con un mayor numero de medicinas guardadas en lugares convenientes,
las que deben estar perfectamente catalogadas, o lo mejor catalogadas posible,
dentro de las circunstancias en que se vive. En esta misma etapa seminómada,
si llega a haber lugares absolutamente inaccesibles se pueden establecer hospitales
o casas hospitales donde vayan los heridos y enfermos a reponerse.
En la tercera etapa, cuando ya hay zonas inconquistables
para el enemigo, es cuando se estructura de verdad una organización hospitalaria.
En su etapa más perfecta dentro de las posibilidades, puede constar de
tres centros de diferentes categorías. Al nivel de la línea de
combate debe haber un médico, el combatiente, el más querido por
la tropa, el hombre de batalla, cuyos conocimientos no tienen que ser demasiado
profundos; y digo esto
porque la labor en aquellos momentos es más
que todo de alivio y de preparación del enfermo o herido y la real tarea
médica se hará en hospitales más profundamente situados.
No debe sacrificarse a un cirujano de calidad en las líneas de fuego.
Cuando un hombre cae en la primera línea
algunos camilleros sanitarios, si es posible, dada la organización de
la guerrilla, lo llevarán al primer puesto; si no fuera así, los
compañeros mismos se encargarán de este trabajo. El transporte
de heridos en las zonas escabrosas es uno de los acontecimientos más
delicados y uno de los percances más infortunados por el que pueda pasar
un soldado. Quizá sea más duro el transporte de cualquier herido,
por los sufrimientos mismos del enfermo y para la capacidad de sacrificio de
la tropa, que el mismo hecho de la herida, por grave que ella sea. El transporte
se puede hacer de muchas formas, de acuerdo con las características del
terreno, pero en sitios escabrosos y arbolados, que son los ideales para la
lucha de guerrillas, hay que caminar de uno en fondo; en esta forma, lo ideal
es transportarlo en una larga pértiga, usada como travesaño, colocado
el herido en una hamaca que cuelgue de ella.
Los hombres, turnándose, llevan el peso,
uno adelante y otro atrás, pero rápidamente deben dejar el paso
a dos compañeros más, pues los sufrimientos en los hombros son
muy grandes y poco a poco se va desgastando el individuo, contando además
con que lleva un peso muy considerable y delicado.
Cuando el soldado herido pasa ese primer hospital,
va ya con la información de lo que se le ha hecho a un segundo centro
donde hay cirujanos y especialistas, dentro de las posibilidades de la tropa,
en el cual se le hacen todas las operaciones de mayor envergadura que se estime
sean convenientes para salvar la vida o asegurar el estado del individuo. Este
es el segundo escalón. Después, ya en el plano de tercer escalón,
se constituyen hospitales con las mejores comodidades posibles para investigar
directamente en las zonas afectadas las
causas y los efectos del mal que pueda acosar a
los habitantes de la zona. Estos hospitales del tercer grupo, ya correspondientes
a una vida sedentaria, no solamente son centros de restablecimiento y de operaciones
de no mucha urgencia, sino además establecimientos en conexión
con la población civil, en la que ejercen su función orientadora
los higienistas. Deben fundarse también dispensarios que permitan una
adecuada vigilancia individual. Los hospitales de este tercer grupo podrán
tener, de acuerdo con la capacidad de abastecimiento de la organización
civil, una serie de comodidades que permitan incluso el diagnóstico por
laboratorio y la radiografía.
Otros individuos útiles son los ayudantes
del médico; éstos, en general, son jóvenes con alguna vocación
y algunos conocimientos, con bastante fortaleza física, que no tienen
armas, algunos porque su vocación es esa y la mayoría de las veces
porque no hay suficiente número de ellas para todos los brazos que quieran
empuñarlas. Estos ayudantes serán los encargados de llevar la
mayoría de los medicamentos, alguna camilla o hamaca, de ser posible,
dependiendo esto de las circunstancias; tendrán que atender a los heridos
en cualquier combate que se produzca.
Las medicinas necesarias deben obtenerse a través
de los contactos con organizaciones de sanidad que estén en la retaguardia
del enemigo, aun cuando en algunos casos se pueden conseguir incluso de la organización
de la Cruz Roja Internacional, pero no se debe contar con esta posibilidad,
y menos en los primeros momentos de la lucha. Hay que organizar un aparato que
permita traer rápidamente el medicamento necesario en caso de peligro
e ir abasteciendo a todos los hospitales de lo necesario para su trabajo, tanto
militar como civil. Además, deben hacerse contactos con médicos
de las localidades cercanas, capaces de intervenir algunos heridos que no estén
al alcance de la capacidad o de los medios con que cuenta el de la guerrilla.
Los médicos necesarios para este tipo de
guerra son de varias características; el médico combatiente, el
compañero de sus hombres, es el tipo de primer
momento y sus funciones van finalizando a medida que se va complejizando la
acción de la guerrilla y se van estructurando una serie de organismos
anexos. Los cirujanos generales, son la mejor adquisición para un ejército
de estas características. Si se contara con un anestesista sería
mejor, aun cuando casi todas las operaciones sean realizadas más que
con anestesia gasificada con la base de «largactil» y pentotal sódico,
mucho más fáciles de administrar y también de conseguir
y conservar. Además de los cirujanos generales, son muy útiles
los ortopédicos, pues hay cantidad de fracturas provocadas por accidentes
en la zona y, también, muy frecuentemente, por balas en los miembros,
que producen este tipo de herida. El clínico cumple su función
dentro de la masa campesina, pues en general las enfermedades de los ejércitos
guerrilleros son de muy fácil diagnóstico, al alcance de cualquiera,
y lo más difícil es la corrección de las mismas que se
producen por carencias nutricionales.
En una etapa mucho más avanzada puede incluso
haber laboratoristas, si hubiera buenos hospitales, para hacer ya una tarea
completa. Se deben hacer llamados a todos los sectores profesionales cuyos servicios
se necesiten, y es muy fácil que respondan a este llamado y vengan a
prestar su concurso. Se necesitan profesionales de todas clases, los cirujanos
son muy útiles y los dentistas también. Debe llamarse a los dentistas
explicando que se incorporen con aparatos de campaña sencillos y un torno,
también de campaña, con el que pueden trabajar y hacer prácticamente
todos los arreglos necesarios.
5. Sabotaje
El sabotaje es una de las armas inapreciables de
los pueblos que luchan en forma guerrillera. Corresponde su organización
directamente a la parte civil o clandestina, pues el sabotaje se deberá
hacer solamente fuera de los territorios dominados por el ejército revolucionario,
como es natural, pero esta organización debe estar directamente comandada
y orientada por el estado mayor de las guerrillas que será el encargado
de establecer cuáles son las industrias, comunicaciones u objetivos de
cualquier tipo que serán atacados con preferencia.
El sabotaje no tiene nada que ver con el terrorismo;
el terrorismo y el atentado personal son fases absolutamente diferentes. Creemos
sinceramente que aquella es un arma negativa, que no produce en manera alguna
los efectos deseados, que pueden volcar a un pueblo en contra de determinado
movimiento revolucionario y que trae una pérdida de vidas entre sus actuantes
muy superior a lo que rinde de provecho. En cambio, el atentado personal es
lícito efectuarlo, aunque sólo en determinadas circunstancias
muy escogidas; debe realizarse en casos en que se suprima mediante él
una cabeza de la opresión. Lo que no puede ni debe hacerse es emplear
el material humano, especializado, heroico, sufrido, en eliminar un pequeño
asesino cuya muerte puede provocar la eliminación de todos los elementos
revolucionarios que se empleen y aún de más, en represalia.
El sabotaje debe ser de dos tipos: un sabotaje en
escala nacional sobre determinados objetivos y un sabotaje
cercano a las líneas de combate. El sabotaje
de escala nacional debe estar fundamentalmente destinado a destruir las comunicaciones.
Cada tipo de comunicación puede ser destruido en una forma diferente;
todas ellas son vulnerables. Por ejemplo, los postes telegráficos y telefónicos
son fácilmente destruibles, aserrándolos casi hasta el total de
modo que de noche presenten un aspecto inofensivo, y de pronto, con una patada
cae un poste que arrastra en su caída a todos los que están débiles
y se produce un apagón de considerable magnitud.
También se puede atacar los puentes, dinamitándolos
y, si no hay dinamita, los de acero se tumban perfectamente con soplete oxídrico.
Un puente de tipo colgante de acero, debe ser cortado en su viga maestra y además
en la viga superior que sostiene la estructura. Una vez cortadas al soplete
estas dos vigas se irá hacia el otro extremo cortando también
las correspondientes a ese lado. En esta forma el puente caerá completamente
sobre un lado y se retorcerá, destruyéndose. Es la forma más
efectiva para derribar un puente de hierro sin dinamita. Los ferrocarriles deben
ser destruidos también, las vías, alcantarillas; a veces volados
los trenes, dependiendo siempre del poderío de la guerrilla.
Las industrias vitales de cada región, en
momentos definitivos, también serán destruidas, utilizando para
ello el equipo necesario. En estos casos hay que tener una concepción
global del problema y estar bien conteste de que no se puede destruir una fuente
de trabajo si no es en un momento decisivo, pues lo que trae como consecuencia
es un desplazamiento masivo de obreros y el hambre. Las industrias de los personeros
del régimen (tratando de convencer a los obreros de la necesidad de hacerlo),
deben ser eliminadas, salvo que traiga consecuencias sociales muy graves.
Insistimos en la tónica de los sabotajes
sobre las vías de comunicación. La gran arma del ejército
enemigo contra el rebelde, en las zonas menos abruptas, es la comunicación
rápida; tenemos entonces que atacar constantemente esa arma rompiendo
puentes de ferrocarril,
[142]
alcantarillados, luz eléctrica, teléfonos,
también acueductos, en fin, todo lo que es necesario para una vida normal
y moderna.
En la cercanía de las líneas de combate,
el sabotaje debe ser cumplido también en la misma forma, pero con mucha
más audacia, con mucha más dedicación y frecuencia. Para
estos casos se cuenta con un auxiliar inestimable como son las patrullas volantes
del ejército guerrillero que pueden bajar hasta estas zonas y ayudar
a los miembros de la organización civil para realizar la tarea. También
el sabotaje debe ejercerse primordialmente sobre las comunicaciones, pero con
mucha mayor insistencia; además, liquidar todas las fábricas,
todos los centros de producción capaces de dar al enemigo algo necesario
para mantener su ofensiva contra las fuerzas populares.
Debe insistirse sobre la apropiación de mercancías,
cortar los abastecimientos lo más posible, amedrentar, si es necesario,
a los grandes terratenientes que pretendan vender sus productos agropecuarios,
quemar los vehículos que transiten por las carreteras y bloquearlas con
ellos, y es conveniente en cada acción de sabotaje, a más o menos
distancia, en determinadas encrucijadas, que se trabe contacto frecuente con
el ejército enemigo, siempre siguiendo el sistema de pegar y huir. No
es necesario hacer una resistencia seria, simplemente demostrarle al adversario
que en el lugar donde se produce un sabotaje hay fuerzas de la guerrilla, dispuestas
a combatir y obligarlo a llevar muchas tropas, ir con cuidado o no ir.
Así poco a poco, se irán paralizando
todas las ciudades cercanas a las zonas de operaciones guerrilleras.
6. Industria de guerra
La industria de guerra, dentro del panorama del
ejército guerrillero, es ya el producto de una evolución bastante
larga y, además, indica que se está en una situación geográfica
benevolente para la guerrilla. En el momento en que ya hay zonas liberadas y
se establecen cercos estrictos sobre todos los abastecimientos por parte del
enemigo, se organizarán diferentes departamentos necesarios -como ya
lo hemos tratado-. En cuanto al industrial, hay dos fundamentales; la zapatería
y talabartería es uno de ellos. No puede caminar una tropa sin zapatos,
en zonas boscosas, quebradas, con muchas piedras, con espinas. Es muy difícil
marchar en estas condiciones y solamente los nativos de allí, y no todos,
podrán hacerlo. El resto debe estar calzado. La industria se divide en
dos partes, una para poner medias suelas y clavetear los zapatos averiados;
el otro grupo se dedicará a la confección de zapatos toscos; debe
contar con todo un pequeño aparato de zapatería, muy fácil
de conseguir en esos territorios por constituir una industria artesanal practicada
por mucha gente. Anexa a la zapatería debe ir siempre una talabartería
donde se haga toda clase de implementos de uso común en la tropa como
cananas y mochilas, trabajos que pueden realizarse en lona o cuero y que, si
bien no son vitales, contribuyen a la comodidad y dan una sensación de
autoabastecimiento, de autobienestar en la tropa.
Otra industria fundamental para las pequeñas
organizaciones internas de la guerrilla, es la armería. Tiene también
varias funciones; la de reparación simple
de piezas averiadas, de todos los fusiles y otras armas que hay allí;
la de fabricación de algunos tipos de armas de combate que la inventiva
popular creará y la confección y manejo de minas de variados mecanismos.
Cuando las condiciones son buenas conviene adjuntarle un equipo encargado de
la fabricación de pólvora. Si se puede fabricar, además
de los mecanismos percutores, el explosivo dentro del territorio libre, puede
llegarse a brillantes realizaciones en este capítulo que es muy importante,
pues se paralizan completamente las comunicaciones por carretera mediante el
empleo adecuado de las minas.
Hay otra serie de industrias que también
tienen su importancia. La herrería y hojalatería, por ejemplo.
En la herrería se hacen todos los trabajos para el aperaje de los mulos;
también se pueden hacer las herraduras; y en la hojalatería los
trabajos de latón, de los cuales muy importantes son los platos y sobre
todo las cantimploras; anexo a esta hojalatería puede estar un departamento
de fundición. Fundiendo los metales blandos, se puede hacer una fábrica
de granadas, que con algún dispositivo de tipo especial vaya a contribuir
de manera importante al armamento de la tropa. Debe haber un equipo técnico
de reparaciones y de construcciones en general que puedan hacer determinadas
y variadas funciones; lo que se llama en un cuartel «batería de servicio»
y que en este caso constituiría más o menos una batería
de este tipo, pero encargada de atender sin vestigio de espíritu burocrático,
todas las necesidades.
De las comunicaciones debe haber también
un encargado. Este tendrá a su cargo no sólo las comunicaciones
de tipo propagandístico y relacionado con el mundo exterior, como el
radio, sino también los teléfonos, caminos de todos tipos, contando
con la organización civil necesaria para cumplir con efectividad su cometido.
Recuérdese que estamos en época de guerra, que podemos ser atacados
por el enemigo y que, a veces, muchas vidas dependen de una comunicación
a tiempo.
Para la satisfacción de la tropa es bueno
tener fábricas de tabacos o cigarros, comprando la hoja en los lugares
elegidos, llevándola hacia territorio libre y haciendo allí el
material para el consumo de los soldados. Otra industria de mucha importancia
es el curtido. Todas estas son empresas sencillas que se pueden realizar perfectamente
dondequiera adaptándose a la situación de la guerrilla. El curtido
requiere algunas pequeñas construcciones de cemento y sobre todo, consume
mucha sal, pero va a dar una enorme ventaja a la industria del calzado, al tener
su materia prima allí. La sal debe hacerse en el terreno mismo de la
revolución, concentrándose en grandes cantidades. Para hacerla
es necesario llegar a lugares de alta concentración salina y evaporarla.
El mar es la mejor fuente. Puede haber otras, no es necesario purificarla de
toda una serie de sales adjuntas, simplemente se puede consumir en esa forma
aunque al principio tiene un sabor no muy grato.
La carne debe conservarse en forma de tasajo, bastante
sencillo de hacer y que puede salvar muchas vidas en una situación extrema
para las tropas. Se puede conservar en grandes toneles con sal durante un tiempo
bastante largo y se prepara cualesquiera que sean las circunstancias externas.
7. La propaganda
La difusión de la idea revolucionaria a través
de los vehículos necesarios para ella, debe hacerse con la mayor profundidad
posible. Esto lleva aparejado todo un equipo y una organización que lo
respalde. Esta organización debe ser de dos tipos y complementarse para
cubrir todo el ámbito nacional; desde fuera, es decir la organización
civil nacional, y desde dentro, es decir en el seno del ejército guerrillero.
Para coordinar estas dos propagandas, cuya función está estrechamente
unida, debe haber un solo organismo director.
La propaganda de tipo nacional desde organizaciones
civiles fuera del territorio liberado, debe hacerse con periódicos, boletines
y proclamas. Los periódicos más importantes se ocuparán
de las cosas generales del país e irán informando al público
la situación exacta de las fuerzas guerrilleras, atendiendo siempre al
principio fundamental de que la verdad, a la larga, resulta beneficiosa para
los pueblos. Además de estas publicaciones de tipo general, debe haber
otras más especializadas para diversos sectores de la población.
La publicación campesina debe traer a esta clase un mensaje de sus compañeros
de todas las zonas liberadas que ya han sentido los efectos beneficiosos de
la revolución y difundir por ese medio las aspiraciones del campesinado.
Un periódico obrero de las mismas características, con la sola
diferencia que no siempre habrá un mensaje de la parte combatiente de
la clase, pues es fácil que no existan organizaciones
obreras en el marco de una guerra de guerrillas,
en etapa que no sea de las postreras.
Deben explicarse las grandes consignas del movimiento
revolucionario, la consigna de la huelga general en el momento oportuno, de
la ayuda a las fuerzas rebeldes, de la unidad, &c. Pueden publicarse algunos
otros periódicos, de acción por ejemplo, explicando la tarea de
los elementos de toda la isla no combatientes en la guerrilla, que se ocupan
sin embargo de diversos actos de sabotaje, de atentados, &c. Dentro de la
organización puede haber periódicos destinados a los soldados
enemigos donde se les explique una serie de hechos desconocidos por ellos. Los
boletines y proclamas de actualidad del movimiento son muy útiles.
La propaganda más efectiva es la que se hará
desde dentro de la zona guerrillera. Se dará preferencia a la difusión
de las ideas para los naturales de la zona, explicando teóricamente el
hecho, para ellos conocido, de la insurrección. En esta sección
habrá también periódicos campesinos, el órgano general
de todas las fuerzas guerrilleras y boletines y proclamas, además del
radio.
Por radio se explicarán todos los problemas,
la forma de defenderse de los ataques aéreos, por dónde están
las fuerzas enemigas, citando nombres familiares. La propaganda de tipo nacional
contará con los periódicos del mismo tipo que los anteriores,
pero podrán narrarse una serie de hechos, de batallas que interesan fundamentalmente
al lector, noticias mucho más frescas y más exactas que lo que
pueda hacerlo nadie. En la información internacional se limitará
exclusivamente o casi exclusivamente a comentar hechos que se vinculen directamente
con la lucha de liberación.
La propaganda que será más efectiva,
a pesar de todo, la que se hará sentir más libremente en todo
el ámbito nacional y la que llegará a la razón y a los
sentimientos del pueblo, es la oral por radio. La radio es un elemento de extraordinaria
importancia. En los momentos en que la fiebre bélica está más
o menos palpitante en cada
uno de los miembros de una región o de un
país, la palabra inspiradora, inflamada, aumenta esa misma fiebre y la
impone en cada uno de los futuros combatientes. Explica, enseña, enardece,
determina en amigos y enemigos sus posiciones futuras. Sin embargo la radio
debe regirse por el principio fundamental de la propaganda popular, que es la
verdad; es preferible decir la verdad, pequeña en cuanto a dimensiones
efectistas, que una gran mentira cargada de oropel. En radio se deben dar, sobre
todo, noticias vivas, de combates, encuentros de todo tipo, asesinatos cometidos
por la represión y, además, orientaciones doctrinales, enseñanzas
prácticas a la población civil, y de vez en cuando discursos de
los jefes de la revolución.
Consideramos útil que el periódico
fundamental del movimiento lleve un nombre que recuerde algo grande y unificador,
ya sea el de un héroe del país u otro semejante y explicar siempre
en artículos de fondo hacia dónde va ese movimiento armado, ir
formando conciencia de los grandes problemas nacionales y manteniendo, además,
una serie de secciones de un interés más vibrante para el lector.
8. Información
«Conócete a ti mismo y a tu adversario y
podrás librar cien batallas sin un solo desastre.» Este aforismo chino
vale para la guerra de guerrillas como salmo bíblico. No hay nada que
ayude más a las fuerzas combatientes que la correcta información.
Esta tendrá un aspecto espontáneo, dado por los habitantes del
lugar que irán a contar a su ejército amigo, a sus aliados, lo
que ocurre en tal o cual lugar pero, además, debe estar perfectamente
estructurada. Así como vimos que debería haber postas, correos,
&c., dentro de las zonas guerrilleras para los contactos necesarios y fuera
de la misma, para llevar mercancías, la información deberá
estar directamente y fundamentalmente en contacto con los frentes enemigos;
deben allí infiltrarse los hombres y las mujeres, sobre todo mujeres,
estar en contacto permanente con los soldados y paulatinamente ir averiguando
lo averiguable. Hay que establecer también el sistema de coordinación,
para que el cruce de las líneas enemigas al campo guerrillero se realice
sin tropiezo.
Si se hace bien y con agentes capaces, se podrá
dormir más tranquilamente en el campamento insurrecto.
Esta información abarcará como línea
fundamental, como ya dije, toda la primera línea de fuego o los primeros
campamentos enemigos que estén en contacto con la tierra de nadie; pero,
además, debe irse progresando a medida que va progresando también
la guerrilla y aumentando su potencialidad para prever movimientos de tropa
más grandes, más profundos, que puedan hacerse
en la retaguardia enemiga. Todos los habitantes
son agentes de información de la guerrilla, en los lugares donde ella
domina o incursiona, pero es bueno tener personas especialmente destacadas para
estos requisitos, porque no se puede confiar en las palabras del campesino;
acostumbrado a exagerar y poco acostumbrado al preciso lenguaje guerrero y,
si se logra ir modelando y organizando las formas espontáneas de colaboración
popular, se podrá hacer del aparato de información, no sólo
el auxiliar importantísimo que es, sino también, un agente contraofensivo,
por medio, por ejemplo, de las «sembradoras de miedo» que pueden ir con noticias
desalentadoras entre la soldadesca, fingiéndose afines a ellos pero sembrando
el miedo y la inestabilidad entre la tropa enemiga. La movilidad, táctica
primordial, se puede desarrollar al máximo, conociendo exactamente los
lugares por donde la tropa enemiga va a atacar, es muy fácil huirle o,
a su vez, atacarla en los sitios más inesperados.
9. Entrenamiento y adoctrinamiento
El entrenamiento del soldado libertador, en lo fundamental,
es la propia vida de la guerrilla y no puede existir un jefe que no haya aprendido
en el ejercicio diario de las armas su difícil oficio. Podrá convivir
con algunos compañeros que vayan enseñándole algo del manejo
de las armas, de las nociones de orientación, de la forma de tratar a
la población civil, de pelear, &c., pero no se consume, no se distrae
el precioso tiempo de la guerrilla en una enseñanza metodizada. Eso sólo
ocurre cuando ya hay un área grande liberada y se necesitan gran cantidad
de brazos que cumplan una función combativa. Entonces se fundan las escuelas
de reclutas.
Estas escuelas cumplen en ese momento una función
importantísima; van a dar el nuevo soldado, el que viene ya sin pasar
por ese gran tamiz que es para la guerrilla las privaciones formidables de la
vida combatiente. Al primero, las privaciones soportadas lo convierten en un
verdadero elegido, después de haber pasado por pruebas dificilísimas
para llegar a incorporarse al reino de un ejército mendigo que no deja
huellas de su paso por ningún lado. Deben hacerse ejercicios físicos,
fundamentalmente de dos tipos: una gimnasia ágil con enseñanzas
para la guerra de tipo comando, agilidad en el ataque y en la retirada, y marchas
violentas, extenuantes, que vayan endureciendo al recluta para esta existencia.
Realizar, sobre todo, vida al aire libre. Sufrir todas las inclemencias del
tiempo en un estrecho contacto con la naturaleza, como se hace en guerrilla.
La escuela de reclutas tiene que tener trabajadores
que atiendan su autoabastecimiento; para ello debe haber establos, granjas,
huertos, vaquería, todo lo necesario para que no pese sobre el presupuesto
general del ejército guerrillero. Los alumnos podrán ser rotativos
en el trabajo de abastecimiento, mandarse castigados los más malos o,
simplemente de voluntarios.
Eso depende ya e características propias
de la zona donde se vaya a realizar la escuela. Nosotros creemos que un buen
principio es el de poner allí a voluntarios y cubrir las cuotas de trabajo
necesario con los que tengan peor conducta o menor disposición para el
aprendizaje de la guerra.
Debe tener la escuela su pequeña organización
de sanidad, con un médico o enfermero, de acuerdo con las posibilidades,
que brinde a los reclutas la mejor atención posible.
El tiro es el aprendizaje fundamental. El guerrillero
debe ser un hombre de mucha preparación en ese punto, tratando de gastar
la menor cantidad posible de parque. Empieza haciendo lo que se llama tiro en
seco. Consiste en un armatoste cualquiera de palo, donde el rifle se asienta
firmemente. Los reclutas apuntan sin mover el fusil a un blanco situado en una
zona determinada que se va moviendo de uno a otro lado sobre un fondo que permanece
firme. Si los tres tiros dan en un solo punto es excelente. Cuando hay un poquito
más de posibilidades se pueden empezar las prácticas de tiro con
riflecitos calibre 22, de mucha utilidad en estos casos. En circunstancias especiales,
en que sobre parque o haya mucha necesidad de preparar algunos soldados, se
les dará la oportunidad de hacer disparos con balas.
Una de las materias más importantes de la
escuela de reclutas, que teníamos nosotros como básica, y que
puede darse o no en cualquier otro lugar del mundo, son los ataques aéreos.
Nuestra escuela había sido perfectamente identificada desde el aire y
centralizaban sus ataques, una o dos veces diarias sobre el campamento. -
La forma en que el alumno resistía el embate
de estos continuos bombardeos sobre sus lugares de instrucción habituales
era algo que prácticamente definía a estos muchachos sobre sus
posibilidades para ser un soldado útil durante la contienda.
La parte importante, la que nunca se debe descuidar
en la escuela de reclutas, es el adoctrinamiento, importante porque los hombres
llegan a ingresar sin una concepción clara de por qué vienen,
solamente con conceptos totalmente difusos sobre la libertad, la libertad de
prensa, &c., sin fundamento lógico alguno. Por ello el adoctrinamiento
debe hacerse durante el mayor tiempo posible y con la mayor dedicación.
Durante esos cursos se darán las nociones elementales de la historia
del país, explicados con un sentido claro de los hechos económicos,
de los hechos que motivan cada uno de los actos históricos; los héroes
nacionales, su forma de reaccionar frente a determinadas injusticias y, después,
un análisis de la situación nacional o de la situación
de la zona: una cartilla escueta que sea bien estudiada por todos los miembros
del ejército rebelde, de modo que pueda servir esto de esqueleto a lo
que viene más tarde.
Además, debe existir una escuela de capacitación
para maestros donde precisamente se pongan de acuerdo sobre los textos elegidos,
sobre la experiencia que pueda aportar uno en el aspecto educacional.
Se debe impulsar en todo momento la lectura, también
tratando de elegir los libros para que no se pierda el tiempo en cosas que no
dejen absolutamente ningún sedimento, ir dando la facilidad al recluta
de que entre en contacto con el mundo de las letras y con los grandes problemas
nacionales. Las lecturas progresivas serán impulsadas por una vocación
que vaya surgiendo en él o por imposición de las circunstancias
actuantes a su alrededor que despertará inquietudes nuevas en los soldados,
y esta situación se logrará con trabajo, poco a poco, cuando las
escuelas de reclutas vayan demostrando en su tarea rutinaria las ventajas enormes
de los hombres que han pasado por ésta sobre el resto de la
tropa, su capacidad de análisis de los problemas,
su disciplina superior, que es otra de las cosas que debe enseñarse fundamentalmente
en la escuela de reclutas.
Una disciplina que es interna, que debe estar perfectamente
justificada por razones, no mecánica, y que da unos resultados formidables
en momentos de combate.
10. La organización estructural
del ejército de un movimiento revolucionario
Como ya hemos visto, un ejército revolucionario
de tipo guerrillero, cualquiera que sea la zona de operaciones, debe contar
además con una organización no combatiente que le preste una serie
de apoyos importantísimos para su misión. Veremos entonces que
toda esta organización converge hacia el ejército para prestarle
su máxima ayuda pues, evidentemente, será la lucha armada el factor
esencial del triunfo.
La organización militar se hace sobre la
base de un jefe, en el caso de la experiencia cubana Comandante en Jefe, que
nombre a su vez los diferentes comandantes de regiones o de zonas, con potestad
éstos para gobernar su territorio de acción, para nombrar comandantes
de columna, es decir jefes de cada columna, y los demás grados inferiores.
Después de comandante en jefe estarían
los jefes de zona, es decir un comandante con varias columnas donde haya otros
comandantes subordinados a él cuyo tamaño variará de acuerdo
con las circunstancias. Después, comandante de columna, capitán
y, en nuestra organización guerrillera, teniente que es el último
grado. Es decir, se asciende de soldado a teniente.
No es un modelo, es la descripción de una
realidad, de cómo operó en un país y cómo con esa
organización se pudo llegar a obtener el triunfo sobre un ejército
bastante bien organizado y armado. No es de ninguna manera, y en este caso menos
que en otros, una ejemplarización. Simplemente es mostrar cómo
se van sucediendo los hechos, cómo puede organizarse una fuerza armada.
No tienen importancia los grados, en definitiva; lo que tiene importancia es
que nunca se dé un grado que no corresponda a la fuerza efectiva de combate
que haya, que no se dé un grado que esté reñido con la
moral y con la justicia, que no haya sido pasado por el tamiz del sacrificio
y de la lucha.
Esta descripción que hemos dado anteriormente
es de un ejército importante, ya en vías de presentar un combate
serio, y no la primera imagen de la guerrilla, donde el jefe puede llevar el
grado que guste, pero comanda sólo un pequeño grupo de hombres.
De todas las medidas de organización militar,
una de las más importantes es la corrección disciplinaria. La
disciplina debe ser (esto hay que recalcarlo una y otra vez) una de las bases
de acción de la fuerza guerrillera, debe ser, también lo hemos
dicho anteriormente, una fuerza que nazca de una convicción interna y
esté perfectamente razonada; de allí surge un individuo con disciplina
interior. Cuando esta disciplina se rompe hay que castigar siempre al que lo
hizo, cualquiera que sea su jerarquía, castigarlo drásticamente
y aplicar el castigo donde duela.
Es importante esto, porque el dolor de un soldado
guerrillero no se manifiesta en la misma forma que el dolor de un soldado de
cuartel. El castigo de dejar diez días en un calabozo a un soldado constituye,
en la guerrilla, un descanso formidable; diez días donde hará
lo único que no puede dejar de hacer, que es comer, durante los cuales
no caminará, no trabajará, no hará las guardias acostumbradas
y podrá dormir todo lo que quiera, descansar, leer, &c. De esto se
deduce que la privación de
la libertad, como único castigo, en las situaciones
de la guerrilla, no es aconsejable.
Hay casos, cuando es muy alta la moral de combate
del individuo, cuando su amor propio es considerable, en que la privación
de su derecho a ir armado puede provocar una reacción positiva y constituir
un verdadero castigo para el individuo. En estos casos, conviene aplicarla.
Este penoso incidente lo demuestra: en el ataque
a una de las ciudades de Las Villas, en los días postreros de la guerra,
encontramos un individuo dormido en un sillón, mientras atacaban unas
posiciones en medio del pueblo. El hombre respondió al interrogatorio
que estaba allí durmiendo porque le habían quitado el arma, se
le dijo entonces que esa no era manera de reaccionar, que había sido
castigado por una imprudencia suya (se le había escapado un tiro) y que
esa arma la debía recuperar pero no así sino en primera línea
de combate.
Pasaron pocos días y en el asalto final a
la ciudad de Santa Clara, en las primeras arremetidas contra la ciudad, cuando
estábamos visitando el hospital de sangre, un moribundo que allí
estaba extendió su mano recordando ese hecho que he narrado anteriormente
y afirmando que había sido capaz de recobrar su arma y se había
ganado el derecho a portarla. Poco después moría.
Ese era el grado de moral revolucionaria que había
logrado nuestra tropa con el ejercicio continuo de la lucha armada. No puede
lograrse en los primeros días, cuando todavía hay muchos miedos,
muchas corrientes subjetivas que van frenando la influencia de la revolución,
pero se logra al final con el trabajo, el ejemplo continuo.
Pueden ser castigos también las guardias
nocturnas largas y las marchas forzadas, pero las marchas tienen el grave defecto
de que no son prácticas porque no tienen otro fin que el de castigar
y estar consumiendo al individuo, llevando guardianes que también se
cansan, para que se realicen; y las guardias tienen el inconveniente
de que hay que poner gente a vigilar los castigados,
soldados de muy escasa mentalidad revolucionaria.
En las fuerzas directamente a mi mando impuse el
castigo de arresto con privación de golosinas o cigarros, en casos leves,
y ayuno total, en casos peores. El resultado era magnífico, aunque el
castigo sea terrible y sólo aconsejable en circunstancias muy especiales.
Tomado de Escritos y discursos,
tomo 1, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1972
Página
Principal | Volver| Imprimir
esta página