Discurso en la inauguración
de la Fábrica de Bicicletas
de Caibarién
19 de julio de 1964
Compañeros:
La verdad es que a mí me daba un poco de pena venir
a hablar a Caibarién donde hay tanta gente reunida porque no tengo nada
que decir. Todos estos días estaba inaugurando fábricas iguales,
se me ha acabado el repertorio ya. Voy a tener que hacer como los políticos
activos y a cambiar el número... Entonces no sigo así, porque
yo pensaba empezar: Pueblo de Caibarién, y después repetir el
discurso de Batabanó, el que hice ayer... Pero, bueno, entonces vamos
a cambiar un poco. Por lo menos vamos a referirnos a algunos problemas de la
planta, de la fábrica, explicar lo que es la fábrica y hacerles
algunas recomendaciones, las recomendaciones en sí son las mismas. Esas
vienen por docenas en todos los discursos. Se repiten y tiene que ser así.
Además, porque son las del trabajo de todos los días.
Algunos compañeros dicen que esta fábrica está
mal situada, que debía haber puesto la fábrica de bujías
aquí y ésta allá en Sagua, porque los sagüeros son
los consumidores de bicicletas más grandes de Cuba. Pero, de todas maneras,
hubo un cambio ahí, una falta de planificación y la fábrica
quedó aquí.
Ahora tendremos que acostumbrarnos a fabricar, a cuidar la
producción, y además, también, aunque no son muchas las
bicicletas, pues me imagino que Caibarién tendrá mayor oportunidades
que otros lados de la República para tener algunas. La fábrica
va a producir por ahora 20.000 bicicletas. Este año producirá
solamente 5.000 porque ya estamos a fines de julio y ustedes saben que el proceso
primero es de producción. Hay que empezar a ajustar todas las cosas,
los trabajadores tienen que acostumbrarse realmente a producir. En estas condiciones
produciremos solamente 5.000.
Ya hay algunas que ustedes podrán ver. Están
bastante bonitas. No sé si se desarmarán después que uno
ande un poco, pero parece que están fuertes. Ustedes tendrán que
decir cómo es el producto. Esta es una fábrica sencilla, pequeña,
tendrá un poco más de cien trabajadores, pero evidentemente contribuye
a solucionar un problema importante de Cuba. Tiene un defectico, un defectazo
casi, pero lo vamos a ir corrigiendo: el problema es que es una fábrica
que se ha hecho, nosotros la hicimos sin darnos cuenta de la gran cantidad de
piezas de importación que había que hacer por nuestra poca base
técnica. Entonces hay que traer mucho material importado, es decir, se
agrega poco trabajo cubano, pero a nosotros nos servirá de base la fábrica
para ir viendo todas las piezas que se pueden ir haciendo aquí. Con la
ayuda de los compañeros checoslovacos podemos ir desarrollando nueva
tecnología, hasta que todas, o gran parte de las máquinas, se
hagan aquí, en el país, con la ayuda de toda una serie de industrias
nuevas. La colaboración de una serie de industrias y así podremos
ir desarrollando nuestra industria mecánica para que vaya de acuerdo
con las necesidades del país.
Esta es una planta para artículos de consumo de la población,
por tanto, una de las cosas más importantes es su calidad, su presentación.
Esta es nuestra responsabilidad, como la responsabilidad de los trabajadores
que la fabrican esté lo mejor posible, que la calidad sea buena, que
se le dé al público algo que realmente solucione problemas. Ahora
también para ustedes, el pueblo de Caibarién, está la responsabilidad
de cuidar la fábrica, ejercer la vigilancia de masas sobre la fábrica.
Las organizaciones del pueblo, decidieron proponer el nombre
que nosotros aceptamos para ponerle a la fábrica, «Heriberto Mederos»,
que era vecino de este pueblo, que muchos de ustedes habrán conocido
y que, como tantos de nuestros compatriotas, murieron en alguna acción
de guerra. Mederos alcanzó a ver la victoria de la Revolución,
pero en una de las necesarias, obligadas «limpias» del Escambray encontró
la muerte. Este es el pequeño homenaje a su memoria que hoy podemos hacerle
y el homenaje diario a su memoria deberán hacerlo los trabajadores convirtiéndola
en una fábrica de vanguardia.
Como les decía yo a los compañeros de Batabanó,
en estos momentos estamos aprestándonos a celebrar una nueva fecha el
26 de Julio, sin embargo, hay también una serie de indicios de que se
avecina una agresión de algún tipo por parte de los Estados Unidos,
a través de lo que se llama su Ministerio de Colonias: la OEA, donde
están ejerciendo presiones sobre toda una serie de países para
una condenación de Cuba.
Ustedes, probablemente, conocen mejor que muchas ciudades del
país las características agresivas del imperialismo yanqui y han
tenido que sufrir, por esta zona, infinitas violaciones y penetraciones de espías,
ya que con la proximidad de los cayos elegían siempre los cayos de lugares
de plataforma, para llegar al territorio y hace pocos días pues tuvimos
ese ataque aéreo frustrado, que se tradujo en un avión pirata
derribado.
Es decir, conocen bien las características del imperialismo.
Nosotros, todo el pueblo de Cuba, lo conocemos también. Sabemos que el
imperialismo no se contenta con la existencia de Cuba. Sabemos bien que esta
es una lucha a muerte y que tratan y tratarán de liquidarnos. Si no nos
han invadido ya, ha sido porque tenemos amigos muy fuertes. Todo el bloque de
los países socialistas, con la Unión Soviética a la cabeza
y todos los pueblos del mundo que, de una forma u otra ayudan también
con su esfuerzo a que la Revolución cubana siga adelante.
Esa solidaridad y esa colaboración de todos los pueblos
del mundo significa para nosotros también una responsabilidad más,
las responsabilidad de ser un espejo, digamos donde los pueblos de América,
los pueblos del mundo, que no han logrado su libertad, puedan observar, observarse
en el futuro. Por eso tenemos la obligación de construir nuestra nación
aceleradamente, dándole mayor cantidad de riquezas posible a nuestro
pueblo, de bienestar y toda esa riqueza y bienestar solamente se produce cuando
el trabajo humano se vierte en forma productiva y se transforma en toda clase
de artículos de consumo para la construcción de nuevas industrias,
de nuevas bases de producción.
Igualmente en el campo, con la aceleración de todas
las tareas, con el aumento de la productividad agrícola, cada vez que
nosotros logremos un triunfo parcial estamos dando un paso más en la
construcción del socialismo, estamos cumpliendo con nuestro deber. Esa
es nuestra tarea pacífica más importante. También tenemos
la tarea de estar siempre vigilantes, por lo que pudiera venir, por las intenciones
que pudieran tener los agresores imperialistas y siempre atentos a dar nuestro
apoyo de todo tipo, sin ninguna vacilación a todos los pueblos que luchan
por su libertad. Como le dimos a Argelia, mientras estaba luchando, como damos
nuestro apoyo moral a los pueblos de Guatemala y Venezuela, que luchan por su
libertad. Como lo damos también a los pueblos de áfrica, Guinea
Portuguesa, Angola, el Congo, que está luchando por su libertad, cuyos
pueblos están siendo asesinados día a día y muchos de ellos
tienen siempre el nombre de Cuba como la imagen de un futuro feliz. Como se
lo damos también a los pueblos del Viet Nam y Laos, que están
día a día luchando contra el imperialismo, asesinados en una forma
vil, atacados por fuerzas infinitamente superiores, con todos sus sembradillos,
toda su pequeña riqueza destruida por los bombardeos, sus hijos y sus
mujeres asesinados por los colonialistas, todos estos pueblos sufren, en una
forma u otra, piensan en Cuba, algunos conocen su ejemplo más cerca,
los pueblos americanos, por ejemplo, conocen más de cerca el ejemplo
de Cuba, otros lo han oído a través de la trasmisión, porque
además tampoco pueden leer mucho, no hay noticias, hay mucho analfabetismo
en todos los pueblos como los nuestros, pero saber que existe Cuba, saber que
hay una pequeña isla que está cerca de la frontera del imperialismo
norteamericano y desde hace cinco años resiste a pie firme todas sus
embestidas, todas sus tentativas de destruir una revolución y nuestra
presencia, nuestra victoriosa presencia de hoy día, cada vez más
fuerte, cada vez más pujante es también un factor de esperanza.
Por eso, al inaugurar una nueva fábrica, al inaugurar
cualquier centro de producción, al poner en marcha algo que va a dar
un poquito más de bienestar al pueblo, debemos pensar no solamente en
nosotros, los que en alguna manera recibiremos los beneficios de este nuevo
centro de producción, sino también en todos los pueblos del mundo
que están pendientes de nuestra actitud.
Recordad siempre que simultáneamente con la obligación
de construir el socialismo está la obligación de defender nuestra
Revolución hasta la muerte y que las dos están íntimamente
ligadas. Recordad siempre, compañeros, en cada momento y más aún
en estos días, en que visitantes de todo el mundo vienen a honrarnos
aquí con su visita, nuestra categoría de fenómeno mundial
a pesar de lo pequeño de este país y nuestra significación
como defensor de todo lo justo y de todo lo bello que hay en la tierra. Y nuestra
significación más importante y más fundamental es que un
pueblo que se alce en armas contra la opresión, puede destruir la opresión
y tomar el gobierno. Y que un pueblo y un gobierno con las armas en la mano
son invencibles, cualesquiera que sean los agresores, cualquiera que sea la
forma de agresión, cualquiera que sea la fuerza que tenga esa agresión.
Siempre un pueblo que tenga conciencia clara en su fuerza y que tenga las armas
en la mano para defenderse y que está unido junto a su gobierno sabiendo
que lucha por una causa justa, es invencible.
Esa es nuestra mayor lección al mundo. Mantengamos en
alto esa bandera, compañeros. Mantengámosla en alto aquí
también, en Caibarién, como en todos los otros lugares del país.
Y pasemos ahora a visitar nuestra fábrica, a inaugurarla.
ˇPatria o Muerte! ˇVenceremos!
Periódico
Revolución, 20 de julio de 1964
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