Discurso en la inauguración
de la Fábrica de Alambre de Puas
en Nuevitas
12 de julio de 1964

Compañeros:
Hace algún tiempo, cuando inauguramos la primera parte de esta fábrica, avisamos que era un chinchalito relativamente pequeño, que le faltaba todavía bastante para completarse y que la obra debía continuar.
Hoy tenemos el gusto de inaugurar ya lo que puede significar un combinado industrial pequeño, es verdad, pero un combinado industrial; combinado que está integrado por la fábrica de alambre de púas y, además, por la fábrica de electrodos que ya funciona en este mismo lugar, que tiene ciertas materias primas comunes y, por lo tanto, serán administradas por una dirección única.
Hoy ya sí podemos decir que en este lugar hemos completado totalmente una etapa y tenemos una fábrica. Esta fábrica tiene varias características interesantes: primero la de haber sido hecha, digamos, a retazos, poco a poco, haber ido completando su flujo de producción empezando primero por la parte final, trayendo la materia prima completamente elaborada y ahora con esta nueva etapa en la cual la materia prima será elaborada aquí. Todavía tendrán que seguir otras etapas; esa materia prima que elaborará la fábrica es lo que se llama el alambrón y el alambrón es simplemente un hilo de acero grueso producido por la siderúrgica y que hoy tenemos que importar también.
Nuestra próxima etapa será producir el alambrón en Cuba, de manera que ya tendremos otro paso más en todo el flujo de producción aquí. Esa parte se hará en la fábrica «José Martí», en la antigua «Antillana de Acero», en La Habana, que todavía está en construcción y que empezará a operar el año que viene, de manera que ya habremos dado otro paso más.
Sin embargo, todavía quedan pasos, porque ese alambre de acero se hace con lo que se llama arrabio o hierro cochino que todavía hoy tenemos que traer del extranjero.
La fase final, la que va a completar todo el flujo de producción en nuestro país será la extracción y elaboración de nuestra propia materia prima que en un año futuro -todavía no podemos decir qué año exactamente- se hará en Oriente, probablemente en la zona de la bahía de Nipe, donde hoy está Nicaro. Ya habremos completado el flujo de producción, pero no solamente eso, sino que estas otras fábricas suministrarán una base industrial muy sólida para un desarrollo realmente impetuoso.
Todavía hoy estamos dando los primeros pasos. Estos son nada más que pasos iniciales, son los pasos que da el niño el primer año de vida, todavía agarrándose de las sillas y de las paredes y cayéndose de vez en cuando. Nosotros nos hemos caído bastante, nos hemos puesto a subir escaleras muy rápido y nos hemos caído, pero nos hemos levantado, hemos aprendido mucho con los chichones y ahora el proceso de industrialización es más asentado, más sólido, con características ya definidas.
Además, esta fábrica representa para nosotros otra característica interesante: todo el equipo y la ayuda técnica para el montaje ha sido suministrado por un país amigo del campo capitalista, el Japón. Nosotros demostramos aquí cómo podemos vivir en paz con todos los pueblos de la tierra que nos respeten, que acepten la realidad de nuestra Revolución y que están dispuestos a intercambiar productos, de tal manera que el beneficio del comercio sea mutuo.
Así como ya hemos inaugurado fábricas de otros países ésta es la segunda fábrica que inauguramos del Japón.
Hace algunos años la primera fábrica que equipó completamente el Ministerio de Industrias fue precisamente la Hilandera «Inejiro Asanuma», en la vecina ciudad de Jibara, y hoy ya inauguramos oficialmente esta fábrica.
Esperamos que estas relaciones que se han mantenido crecientes en el comercio con el Japón continúen, y que la tecnología de un país altamente industrializado, exportador de equipos reconocidos en todo el mundo también sirva para beneficio de Cuba y que tengamos oportunidad de iniciar y de inaugurar nuevas fábricas provenientes de ese país.
Ahora en Nuevitas se nos presentan problemas nuevos. Cuando nosotros empezábamos esta tarea de industrialización, es decir, cuando estábamos dando aquellos primeros pasos cayéndonos, nuestra preocupación fundamental era el problema del desempleo. El desempleo en Cuba cuando empezamos la Revolución, la construcción revolucionaria, era uno de los problemas más graves, si no el más grave, y Nuevitas era una ciudad muerta, tenía solamente su puerto que trabajaba en la época en que el azúcar salía hacia el exterior y fuera de eso unas pequeñas industrias locales sin ninguna importancia.
Atendiendo a esas consideraciones, y atendiendo al valor que tiene un puerto natural de extraordinarias condiciones, empezamos a planear en Nuevitas toda una serie de fábricas. Ese trabajo empezó en el 1960 y en el 1961, pero las industrias tienen esa característica, hay años de estudio previo que no se ven, después viene la proyección y después vienen años de construcción y de instalación de las maquinarias hasta que se pone en marcha. Y es así como hoy en Nuevitas tenemos un problema inverso, el problema de que el pueblo es demasiado pequeño para todas las nuevas fábricas que se van a instalar. Estas son fábricas mecanizadas, relativamente pequeñas, que no van a llevar muchos trabajadores, aquí habrá 250 trabajadores en total, sin embargo, todavía tenemos todo un plan que desarrollar.
Ustedes saben que la nueva fábrica de cemento se está construyendo ya en las cercanías del puerto. Además, iniciaremos en época próxima una planta termoeléctrica que será conectada a la red nacional también en esa misma zona; y un poquito más adelante un combinado de fertilizantes muy importante que ya está contratado con la Unión Soviética.
Para todas estas obras que ya son realidades, que no son ni ficticias ni especulaciones, sino que son realidad viva que falta plasmar en el hecho final de la construcción, hemos visto que la fuerza de trabajo de Nuevitas actual no alcanza. Por eso hemos tenido que hacer planes para reubicar trabajadores excedentes después de la racionalización en otros sectores de Camagüey y otros lados del país, con todos los inconvenientes que eso trae, y además hacer ciertos planes de capacitación, donde se tomen ya los muchachos que están en la escuela todavía, y se les empiece a dirigir para hacer los futuros obreros de cada fábrica, y en el futuro van a comenzar.
De manera que el problema que Nuevitas presentaba no solamente va a desaparecer, sino que se va a convertir en el problema contrario. A una ciudad muerta, sin industrias, que vivía solamente una parte del año del movimiento de su Puerto, va a seguir una ciudad moderna, con grandes industrias y con un Puerto que será de los primeros del país.
De esa manera, también se van a crear -y ya se están creando- problemas serios. El problema del agua para Nuevitas, por ejemplo. De ahí entonces que empezarán las obras del embalse del río cercano para ir garantizando en sucesivas etapas, a medida que las industrias más importantes entren a funcionar, cantidades de agua que van a necesitar para su funcionamiento, y también, naturalmente, para la población, para la ciudad, que crecerá.
Esos son los problemas que se van planteando a medida que nuestro país crece, nuestros problemas de crecimiento, pero son problemas agradables, a pesar de que dan dolores de cabeza, a pesar de que muchas veces no sabemos cómo vamos a resolver los problemas, cómo vamos a resolver el problema entre nuestro deseo de hacer y nuestra incapacidad física de hacer todo lo que queremos. Es mucho más agradable el afrontarlo, el resolverlo como podamos, que el problema anterior, al problema de las ciudades muertas, de las ciudades sin vida.
Así se está desarrollando un programa de industrialización que, ya lo digo, solamente es un principio modesto, es apenas una base para empezar en el decenio siguiente -después del año 1970- la fuerte industrialización del país, que va a apoyar el amplio desarrollo agrario que está previsto por el Gobierno. Y simultáneamente con esto, antes y después del año 1970, la tarea de modernización de nuestros centrales, de la ampliación de su capacidad y de la instalación eventual de nuevos centrales, también, dirigidos ahora por nuestro colega del Ministerio del Azúcar, que tendrá quizás la función más importante del país en los años venideros, y la tarea agrícola de garantizar esa caña para los centrales, y la tarea de todos que ya conocemos, que hemos tratado por aquí cerca hace poco tiempo, también, la tarea de garantizar el corte de esa caña, las tareas de mecanización, cuya organización del corte, que tendrán que cambiar completamente los sistemas actuales conocidos para permitirnos afrontar las grandes tareas que tenemos en este campo, tareas que son muy audaces y que llevarán implícito el esfuerzo de todo el pueblo de Cuba para resolverlas.
Pero nuestro camino es sólido y vamos hacia adelante, con ya relativamente pocos tropiezos.
La fábrica que hoy inauguramos -o digamos, la segunda parte de esta fábrica que inauguramos- producirá el alambre galvanizado para que los talleres de la primera parte lo procese. Tendrá una capacidad de unas 10.000 toneladas anuales y empleará en su máxima extensión, cuando esté trabajando a máxima capacidad de 50 a 60 obreros en la producción, y en total 70 u 80, con los obreros de Mantenimiento, ya que las fábricas modernas necesitan una gran cantidad de mantenimiento.
Seguramente ustedes habrán observado la fábrica, o la podrán observar ahora dentro de unos momentos, y podrán ver que todos sus procesos están mecanizados, son racionales, y están de tal manera hechos que ayudan al ahorro del tiempo de trabajo.
Ustedes saben que siempre hemos definido el socialismo como la creación de los bienes materiales para el hombre, y el desarrollo de la conciencia; y en esta tarea de la creación de los bienes materiales es imprescindible el aumento de la productividad del trabajo. Ese aumento se logra con las fábricas nuevas, que tienen una alta producción por trabajador, una alta producción de unidades físicas y un valor por trabajador.
Y no hay que tener miedo de que eso vaya a limitar el empleo. Ya lo hemos visto, que aquí en Nuevitas haremos fábricas modernas, todas ellas, y a pesar de eso faltarán los obreros capaces de mover todas esas fábricas, de mantenerlas en funcionamiento. Tendremos que crearlos con los mismos jóvenes de este pueblo, o con hombres de otros lugares de la provincia, o de donde se traigan.
Es decir, la mecanización en un sistema socialista, que avanza racionalmente y que se preocupa sustancialmente del hombre, no significa nunca el desempleo. Así sucederá también en la caña de azúcar, donde la mecanización está llevada a suplir la falta de mano de obra que hay, pero no dejar a nadie sin trabajo.
Esas son las características que tiene la construcción del socialismo y que debe tener también en nuestra Patria.
Al inaugurar esta fábrica quisiera rendir homenaje una vez más, en las personas de sus padres, al mártir de la Revolución Esteban Lugo, cuyo nombre lleva la Fábrica; a exaltar su ejemplo de luchador durante todos los años de la guerra revolucionaria y de luchador aún después en las difíciles etapas de la construcción del socialismo, hasta encontrar la muerte en plena acción, en una de las tantas batidas que tuvimos que dar en el Escambray contra las pandillas de bandidos que en un tiempo pululaban allí y que ya han sido casi totalmente exterminadas.
Esteban Lugo demostró en su corta vida, dio en su corta vida el ejemplo de lo que debe ser un revolucionario. Y aun enfermo fue a cumplir sus deberes, hasta llegar al Escambray donde le sorprendió la muerte.
Su ejemplo debe servir para esas tareas tan importantes que hoy tenemos: la tarea de la construcción del socialismo, que significa el trabajo diario, constante, sobre nuestros bienes de producción, para dar más a nuestro pueblo; y la tarea de defensa del socialismo, que significa la vigilancia constante para estar dispuestos a dar respuesta a los gusanos de afuera o a los gusanos de adentro.
En esas dos tareas nuestro compañero fue ejemplo.
Y hoy, cuando ampliamos esta fábrica que lleva su nombre, queremos expresar en la persona de sus padres todo el reconocimiento de la Revolución para sus hijos distinguidos.
Además, queríamos expresar nuestro agradecimiento también al compañero Motoo Miyagawa que es el ingeniero que dirigió esta planta. (Aplausos.) Es la segunda vez que nos visita y siempre sus consejos técnicos, su entusiasmo en el trabajo, han servido para hacerla funcionar en un plazo razonablemente rápido. No podemos decir que sea el plazo ideal, pero los defectos que ha habido en las tardanzas en la inauguración se deben cargar a que todavía la organización industrial no tiene la pujanza suficiente como para poder garantizar exactamente sus planes, nunca a su falta de entusiasmo, de dedicación, para la construcción de esta obra.
Por eso, en nombre de todos los compañeros del Ministerio de Industrias, en nombre del Gobierno Revolucionario, le damos las gracias al ingeniero japonés. (Aplausos.)
Quería recordarles solamente, compañeros, para finalizar, que estas visitas esporádicas que hago a Nuevitas, estos actos donde nos reunimos para celebrar los triunfos de la Revolución -por modestos que sean nuevos pasos hacia la industrialización-, tendrán que repetirse en el futuro para las nuevas plantas; pero que el éxito de esas plantas depende de la tarea de todos; depende de la forma en que el pueblo, organizado a través de sus distintos organismos de masas, colabore en el trabajo y en la supervisión de los trabajos, en que todo el pueblo sienta su responsabilidad con las nuevas fábricas, que controle éstas que están trabajando, que esté siempre alerta para percibir cualquier fallo y, además, que colabore para las nuevas fábricas. Y recuerden que las nuevas fábricas tienen obreros que todavía no han salido del cascarón, que están en las escuelas o que están en otros lugares de trabajo, y que son fábricas modernas, mecanizadas, fábricas a las cuales hay que ir con una base mínima de capacitación.
Es decir, que seguimos teniendo en cada lugar y siempre presente como uno de los problemas fundamentales del país el problema de la capacitación. Nunca insistiremos demasiado sobre esto. Recuerden que el sexto grado es la etapa de hoy pero es apenas un primer peldaño, que todos deben hacer el esfuerzo para llegar allí y seguir después; y que el ideal a que aspiramos es que todas estas fábricas en un futuro año -que no puedo decir cuántos, pero que tenemos que trabajar todos para que sean los menos posibles- serán dirigidas por controles automáticos y trabajarán solamente ingenieros en ellas.
Es decir, que hay toda una etapa por cubrir, la etapa de esa superación primer curso, que todavía algunos llevan porque son un poco renuentes a meterle al estudio; la superación segundo curso, aprobar el sexto grado, la Secundaria Básica, y seguir y seguir, porque nunca se acaba esta tarea; y, además, mientras se empieza se va adquiriendo costumbre de tomar el libro de adquirir nuevos conocimientos. Eso que hoy es una tarea pesada, que muchos de ustedes dicen que no pueden hacerlo porque les duele la vista, o porque les duele el cerebro, o porque están muy cansados después de la producción y todas esas cosas, después que pasen un nivel se convertirá en una necesidad de cada uno.
Tenemos que llegar pronto a que esa necesidad sea de cada obrero, de cada uno de los habitantes de Cuba. Y así habremos dado la base técnica, sólida, suficiente para el gran salto de la Revolución.
Comisión para perpetuar la memoria del comandante Ernesto Guevara

Página Principal | Volver| Imprimir esta página