Despedida de duelo a Osvaldo Sánchez
y otros compañeros del MINFAR
10 de enero de 1961
Queridos compañeros:
A nombre de las Fuerzas Armadas Rebeldes, venimos a despedir a otros compañeros
que han muerto en el sagrado cumplimiento del deber.
Hoy cumplimos la penosa tarea de despedir a los abnegados combatientes, capitán
Martín Klein, el copiloto Heriberto Martín Guzmán y Osvaldo
Sánchez Cabrera. Una larga historia de sacrificios revolucionarios hay
detrás de estas vidas. Compañeros aviadores que empezaban, en esta
Cuba Libre, la tarea de trasladar nuestros soldados.
Algunos, como Klein, ya habían conocido la lucha clandestina. Osvaldo Sánchez
era un combatiente revolucionario de toda la vida. Cuando muchos de nosotros aún
no habíamos empezado estas luchas, ya Osvaldo era un luchador antimperialista
y también se enfrentó a la dictadura de Machado. Hoy se encontraban,
en estos días de triunfo y de gloria para la Patria, en su trinchera, porque
así convenía más a la Revolución.
Hemos conocido algunos de antes. Hemos visto cómo al padre de Martín
Guzmán no fue posible localizarlo en los primeros momentos de ocurrido
el suceso, pues estaba también en una trinchera cumpliendo su deber como
combatiente de la Revolución. Nuestra compañera de luchas, la esposa
de Osvaldo Sánchez, también la hemos visto soportando estoicamente
estos momentos de dolor para todos.
La hora del llanto ha pasado, comprendemos cuánto dolor arranca este sacrificio
de nuestros compañeros, sentimos este dolor que nos arrebata a compañeros
de lucha. La Revolución sigue en pie, pero aún en peligro, bajo
la amenaza del imperialismo yanqui, debemos tomar este ejemplo. Todo esto es producto
de un momento de tensión que el enemigo desencadena sobre nosotros.
El responsable de la nave era el compañero Osvaldo Sánchez, quien
tenía que cumplir una misión. El mal tiempo los sorprendió
en su camino. Debían aterrizar en el aeropuerto de Varadero. Era muy temprano
aún. Trataron de aterrizar en otro lugar. Algún compañero,
valioso como cualquier otro, que se encontraba por aquellos alrededores en su
puesto de combate hizo varios disparos. El capitán Klein trato de escapar
ganando altura para tratar de nuevo de aterrizar en un terraplén donde
cayeron.
Aquí mismo hemos despedido, no hace mucho tiempo, al comandante Abrahantes
y a Camilo en todas las playas. Esa es la triste historia de hoy. Este es el ejemplo
que debemos recoger.
Lo primero es, quizás, un triunfo del enemigo. La pérdida de vidas
de una ejecutoria luminosa que constituyen un gran ejemplo. Son víctimas
del enemigo, porque cuando se ven fantasmas cuando no los hay, ocurre esto.
Los nuevos compañeros, los nuevos compañeros de Klein, de Martín
y Osvaldo, deben aprovechar este ejemplo. Los viejos compañeros de lucha
frente al imperialismo deben comprender cómo un solo momento de descuido,
puede costarnos vidas.
Nuestro deber es redoblar el esfuerzo para evitar que haya que derramar nuevas
lágrimas. Que su recuerdo sirva para perfeccionarnos, para superarnos y
hacer aún más fuerte esta Revolución y dar a sus hijos y
a sus compañeros la Patria que anhelaban.
Esta es la historia, es la fe revolucionaria por la cual dieron su vida un hebreo,
un católico, un compañero sin religión, ésa es la
religión de nuestra revolución.
ĦQue sus deseos sean cumplidos! Nadie ni nada podrá detenernos y tendrán
la Cuba que anhelaban.
Periódico Revolución,
11 de enero de 1961
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