Discurso en Santiago de Cuba
1° de mayo de 1960
Queridos compañeros:
Quería decirles que antes que nada esta es una Revolución con
historia. Podemos ya recordarnos de cosas iguales del año pasado, sacar
conclusiones y analizar circunstancias parecidas. Aquí mismo en Santiago
de Cuba me tocó también representar al Gobierno Revolucionario
y a las Fuerzas Armadas en el Primero de Mayo, que era festejado en el Año
de la Libertad. Aquella vez, por primera vez en Cuba, quizás una de las
primeras veces en la América, Fuerzas del Ejército, la Policía
y la Marina de un país, desfilaban juntos. Las fuerzas campesinas, obreras
y estudiantiles, todos armados de los mismos fusiles, todos fundidos en el mismo
ideal.
Los voceros de la reacción levantaron enseguida sus voces asustadas:
«Esos feos fusiles llamaban a los fusiles del pueblo.» Y eran feos porque eran
símbolo de un peligro latente, eran el símbolo de la Reforma Agraria,
que avanzaba contra latifundios y que había descubierto en América
una nueva fórmula de capitalizar para conquistar la tierra; enarbolar
el capital de los fusiles en las manos del pueblo, marchar unidos Ejército
y Pueblo y liquidar la forma latifundiaria de tenencia de la tierra. Es decir,
devolver la tierra a quien la trabaja, convertir el trabajo humano en riquezas
que se devuelva a esos mismos que la trabajan. Sobre esa base económica,
sobre esa filosofía económica, fuimos avanzando desde aquel primero
de mayo hasta este.
Lo que en aquel momento parecía una audacia inconcebible es hoy natural
para todos, un cambio inexplicable se ha producido en el país y ni un
solo cartelón enarbolan los obreros pidiendo las justas reivindicaciones
que necesitaban pedir en épocas pasadas cada vez que se celebraba un
Primero de Mayo.
Muchos de ellos olvidaban también hoy la identificación precisa
de sus sindicatos, sus centros de trabajo o su lugar de origen. Estaban fundidos
en el uniforme de las milicias nacionales revolucionarias, eran obreros, campesinos
y estudiantes, parte indivisible del pueblo que marchaban juntos dispuestos
a defender con las armas, si fuera necesario, la soberanía de nuestro
país y la realidad histórica que vivimos de ser la avanzada y
ser el ejemplo de los países latinoamericanos.
Pero si es cierto que somos un ejemplo, que se está produciendo algo
nuevo en América, si es cierto que el pueblo en armas ha derrocado a
sus enemigos interiores y en una medida los ha expulsado fuera de sus fronteras,
no nos olvidemos que nuestros enemigos son muy fuertes, que cuanto más
consolidemos internamente nuestra Revolución, con más odio nos
mirarán los de afuera; no sólo los colonialistas, no sólo
los que dominan con su capital imperial, con sus fuerzas de desembarco otros
países de América; también los traidores que por trasmano
dominan en cada uno de nuestros países y pareciendo que gobiernan en
nombre del pueblo, lo hacen obedeciendo órdenes ocultas que nacen todas
en los grandes monopolios de todos los países imperialistas del mundo.
Y hoy Cuba, que ha sabido ganarse la admiración, el respeto y el cariño
de toda la América, y aún del mundo entero, siente sin embargo
sobre sí, cada vez más amenazador, el odio de los poderes imperiales
y el odio de los traidores que nos rodean. Por eso estas manifestaciones del
pueblo, estas manifestaciones de unidad revolucionaria, un entusiasmo de conciencia
revolucionaria, deben servir no como un acto, un ejemplo esporádico,
sino como un acto cotidiano, deben ser el pan nuestro de cada día, la
comprensión y el estudio del momento revolucionario en que vivimos, una
obligación diaria para nosotros los cubanos. Porque es cierto que hay
una forma de agredir, una forma visible y armada, una forma explosiva que se
produce de vez en cuando y que se llama guerra o invasión o agresión
armada, pero para producir esa guerra o esa agresión, es necesario primero
dividir a los sectores internos que se encargarían de la defensa del
país.
Y ustedes recuerdan muy bien que el Primero de Mayo del año pasado la
advertencia que tenía que hacerles en nombre del Gobierno Revolucionario,
que era que mantuvieran la unidad, que no se dejaran engañar por frases
malévolas, por insinuaciones insidiosas, que rechazaran cada vez que
se planteara el problema como una lucha entre comunismo y anticomunismo entre
obreros cubanos. Les decía que el anticomunismo era el pretexto que siempre
usa la reacción nacional e internacional para liquidar a todos los factores
del progreso.
Durante un año se ha visto bien claro que aquellas recomendaciones no
eran vanas ni innecesarias. Díaz Lanz traicionó a la Revolución
en nombre del anticomunismo. Urrutia abandonó el Gobierno cuando fue
incapaz de conocer la capacidad de progreso de este pueblo y quedó reducido
a sus viejas ideas y aferrado al fantasma del anticomunismo. Hubert Matos intentó
su traición también tomando como pretexto el anticomunismo y todos
los pequeños traidores que en estos días se han ido y todos los
pequeños gusanillos que abandonaron la Revolución por alguna prebenda
o por algún temor más fuerte que su capacidad de hombre, lo hicieron
siempre con el pretexto del anticomunismo.
Pero cuando nosotros hablamos de anticomunismo y explicábamos la razón
de ser del anticomunismo, no lo tomábamos como centro o como algo importante
de por sí; el anticomunismo no era otra cosa que el arma de división
de los poderes imperiales, con esa arma se dividían los hombres porque
ya en Cuba no se les podía dividir entre obreros y campesinos o entre
blancos, negros o mulatos.
Ha pasado un año, la Revolución ha avanzado en forma arrolladora
y hoy no se puede dividir al pueblo de Cuba enarbolando nuevamente el fantasma
del anticomunismo. Nuestros enemigos son fuertes, conocen bien lo que están
haciendo y saben adonde quieren ir y saben también que la debilidad del
pueblo es factor esencial para que se pueda producir la agresión. Por
eso han dejado ya como viejo el anticomunismo y enarbolan hoy cosas más
sutiles. A los campesinos les dicen que el INRA no les da la tierra, que se
convierten en esclavos de las cooperativas del INRA y que son nada más
esclavos del Estado y que no tienen nada más que un sueldo y que están
condenados a la más absoluta miseria. Al obrero lo engañan diciéndole
que el Gobierno aspira a tener todos los resortes del poder económico
en sus manos y que los obligará también a tener salarios de hambre
para poder llevar a cabo sus designios. Sobre estas dos bases es que trabaja
en estos momentos la reacción en su afán divisionista; sin embargo,
el pueblo cubano está aprendiendo y caminando más aprisa que la
capacidad de la reacción para emprender nuevas tareas y constantemente
opone férrea y sólida unidad a aquellas tretas de la reacción.
Frente a la imputación de que el Gobierno pretende obligar a todos los
trabajadores a vivir en un estado de esclavitud, los trabajadores libres reunidos
en un Congreso que representaba a sindicatos resuelven por unanimidad descontarse
el 4 por ciento de sus salarios para contribuir a la industrialización
del país. Ahora bien, lo que debe estar claro en cada conciencia obrera
y campesina es que cada uno de los pasos económicos que el Gobierno ha
dado ha sido llevado por el afán de ir más rápido hacia
el logro de la total felicidad de los cubanos. Entendimos que la Reforma Agraria
era el paso primordial y pedimos a los trabajadores, a los obreros, a todos
los sectores que tuvieran paciencia, que llegaría a su turno y así
pudimos hacer la Reforma Agraria.
Al final de esta zafra, cien cooperativas cañeras y 750 cooperativas
agropecuarias de todo tipo habrán en el país e inmediatamente
comenzará un programa para proveer a todos los cooperativistas de casas
decentes donde vivir. Y no es un programa demagógico. No serán
bellas casitas edificadas a la orilla de la carretera para que las vean los
transeúntes extranjeros. Nosotros sabemos que no podemos contar ya con
visitas extranjeras porque les niegan la posibilidad de visitarnos a los que
quieren hacerlo, y es ya una odisea venir a Cuba a ver los logros de este Gobierno.
Nosotros tenemos el plan de construir las viviendas campesinas porque el campesino
ha vivido en la miseria, las necesita; porque el obrero agrícola que
durante años incontables recibía un mísero salario por
cortar caña de sol a sol tiene derecho a esas casas. Lo hacemos simplemente
porque no representamos otra cosa que la voluntad enorme del pueblo cubano;
somos el pueblo cubano con un fusil; somos la capacidad de ejercitar justicieramente
la fuerza y lo hacemos cada vez que lo necesitemos en beneficio del pueblo de
Cuba y solamente para él. Por eso trabajamos en silencio, sin expresar
demasiado nuestros ideales, sin ir a expresar a los cuatro vientos antes de
hacerlo, cuáles serán los logros del Gobierno Revolucionario.
Pero todos los obreros y todos los campesinos de este país saben ya por
experiencia propia que cada vez que el Gobierno necesita un sacrificio es para
devolver con creces ese sacrificio a todas las clases trabajadoras del país.
La población campesina y trabajadora de Cuba es inmensa, y proporcionalmente
es más inmensa aún la proporción de los trabajadores y
campesinos cubanos sobre todos los obreros que no tienen donde trabajar.
Cuando tomamos el poder 700 mil cubanos pasaban hambre junto a sus familias
por no poder trabajar. Y después de un año de Gobierno esa cifra
se ha reducido a 550 mil. Hemos logrado 150 mil nuevos empleos en un año
de Gobierno Revolucionario. Pero todavía es poco, tenemos que trabajar
todos, nosotros como Gobierno y ustedes como campesinos y hermanos que no tienen
donde trabajar, para crear esas fuentes de trabajo necesarias para que a fines
del año 1962 ni un solo cubano deje de trabajar porque no haya donde
hacerlo.
Esa es una meta sumamente ambiciosa, es una meta que solamente pueden tener
los gobiernos y los pueblos que como nuestro Gobierno y nuestro pueblo, unido
en un solo haz, están dispuestos a todos los sacrificios para lograr
la victoria definitiva de nuestro desarrollo económico, lo que equivale
a decir nuestra felicidad futura. Pero no es esta lucha dura como es ella una
lucha simplemente económica. No se trata de sacar números y de
llamar al pueblo para sacrificios revolucionarios, para más trabajo,
para más solución, para dar aquí a nuestros hermanos la
posibilidad de emplearse. También tenemos que contar con la posibilidad
de la agresión y por eso es que todos ustedes desfilan marcialmente.
La preocupación primordial del pueblo cubano hoy en día es defender
la soberanía patria. Quiero decirles que todavía hay muchas tareas
más por delante, que no es solamente la tarea de un soldado marchar,
aprender a marchar, saber dos o tres pasos, saber obedecer voces de órdenes
cuando se está en fila; es tarea del soldado saber defender cada pulgada
del territorio nacional, saber hacerse fuerte en cada colina y en cada calle,
saber construir barricadas y cavar trincheras, saber destruir tanques y saber
defenderse de ataques aéreos, saber evitar los ataques con bombas de
cualquier tipo que sea, saber derrotar y aniquilar al enemigo. Y esas serán
las tareas que tendrán que afrontar las milicias revolucionarias de todo
el país; los obreros de las ciudades tendrán que aprender a utilizar
las ciudades como fortalezas para defenderse de cualquier enemigo; los obreros
agrícolas sabrán utilizar los sembrados como fortaleza desde las
cuales luchar exactamente igual y los campesinos tienen que aprender las leyes
de la guerra de guerrillas para saber combatir al enemigo en cada pulgada cuadrada
de nuestro territorio y para ser implacables con él. Y aniquilarlo una
y otra vez y cuantas veces intente pisar nuestro suelo sagrado.
Frente a esas posibilidades, frente a las posibilidades de la agresión,
tenemos que practicar la unidad combatiente del pueblo, tenemos que aprender
a defendernos y a conocer en cada cubano bueno un hermano. Tenemos que repetirlo
una y otra vez hasta el cansancio y repetirlo tan fuerte que llegue a los oídos
del enemigo y sea convicción en el enemigo mismo hasta el punto de atemorizarlo
y obligarlo a retroceder.
¡La consigna que planteó Fidel Castro el día que despidió
a los muertos de La Coubre, la consigna de toda Cuba es «Patria o Muerte»!
Periódico Hoy, 4 de mayo de 1960, páginas 1 y 5
Página
Principal | Volver| Imprimir
esta página