1° de enero de 1959
En el mes de diciembre, mes del Segundo Aniversario del desembarco del «Granma»,
conviene dar una mirada retrospectiva a los años de lucha armada y a
la larga lucha revolucionaria cuyo fermento inicial lo da el 10 de Marzo, con
la asonada batistiana, y su campanazo primero el 26 de Julio en 1953, con la
trágica batalla del Moncada.
Largo ha sido el camino y lleno de penurias y contradicciones. Es que en el
curso de todo proceso revolucionario, cuando éste es dirigido honestamente
y no frenado desde puestos de responsabilidad, hay una serie de interacciones
recíprocas entre los dirigentes y la masa revolucionaria. El Movimiento
26 de Julio, ha sufrido también la acción de esta ley histórica.
Del grupo de jóvenes entusiastas que asaltaron el Cuartel Moncada en
la madrugada del 26 de Julio de 1953, a los actuales directores del movimiento,
siendo muchos de ellos los mismos, hay un abismo. Los cinco años de lucha
frontal, dos de los cuales son de una franca guerra, han moldeado el espíritu
revolucionario de todos nosotros en los choques cotidianos con la realidad y
con la sabiduría instintiva del pueblo.
Efectivamente, nuestro contacto con las masas campesinas nos ha enseñado
la gran injusticia que entraña el actual régimen de propiedad
agraria, nos convencieron de la justicia de un cambio fundamental de ese régimen
de propiedad; nos ilustraron en la práctica diaria sobre la capacidad
de abnegación del campesinado cubano, sobre su nobleza y lealtad sin
límites. Pero nosotros enseñamos también; enseñamos
a perder el miedo a la represión enemiga, enseñamos la superioridad
de las armas populares sobre el batallón mercenario, enseñamos,
en fin, la nunca suficientemente repetida máxima popular: «la unión
hace la fuerza».
Y el campesino alertado de su fuerza impuso al Movimiento, su vanguardia combativa,
el planteamiento de reivindicaciones que fueron haciéndose más
conscientemente audaces hasta plasmarse en la Ley n° 3 de Reforma Agraria de
la Sierra Maestra recientemente emitida.
Esa Ley es hoy nuestro orgullo, nuestro pendón de combate, nuestra razón
de ser como organización revolucionaria. Pero no siempre fueron así
nuestras exposiciones sociales; cercados en nuestro reducto de la Sierra, sin
conexiones vitales con la masa del pueblo, alguna vez creímos que podíamos
imponer la razón de nuestras armas con más fuerza de convicción
que la razón de nuestras ideas. Por eso tuvimos nuestro 9 de Abril, fecha
de triste recordación que representa en lo social lo que la Alegría
de Pío, nuestra única derrota en el campo bélico, significó
en el desarrollo de la lucha armada.
De la Alegría de Pío extrajimos la enseñanza revolucionaria
necesaria para no perder una sola batalla más; del 9 de Abril hemos aprendido
también que la estrategia de la lucha de masas responde a leyes definidas
que no se pueden burlar ni torcer. La lección está claramente
aprendida. Al trabajo de las masas campesinas, a las que hemos unido sin distinción
de banderas en la lucha por la posesión de la tierra, agregamos hoy la
exposición de reivindicaciones obreras que unen a la masa proletaria
bajo una sola bandera de lucha, el Frente Obrero Nacional Unificado (F.O.N.U.),
con una sola meta táctica cercana: la huelga general revolucionaria.
No significa esto el uso de tácticas demagógicas como expresión
de habilidad política; no investigamos el sentimiento de las masas como
una simple curiosidad científica, respondemos a su llamado, porque nosotros,
vanguardia combativa de los obreros y campesinos que derraman su sangre en las
sierras y llanos de Cuba, no somos elementos aislados de la masa popular, somos
parte misma del pueblo. Nuestra función directiva no nos aísla,
nos obliga.
Pero nuestra condición de Movimiento de todas las clases de Cuba, nos
hace luchar también por los profesionales y comerciantes en pequeño
que aspiran a vivir en un marco de leyes decorosas; por el industrial cubano,
cuyo esfuerzo engrandece a la Nación creando fuentes de trabajo, por
todo hombre de bien que quiere ver a Cuba sin su luto diario de estas jornadas
de dolor.
Hoy, más que nunca, el Movimiento 26 de Julio, ligado a los más
altos intereses de la nación cubana, da su batalla, sin desplantes pero
sin claudicaciones, por los obreros y campesinos, por los profesionales y pequeños
comerciantes, por los industriales nacionales, por la democracia y la libertad,
por el derecho de ser hijos libres de un pueblo libre porque el pan de cada
día sea la medida exacta de nuestro esfuerzo cotidiano.
En este segundo aniversario, cambiamos la formulación de nuestro juramento.
Ya no seremos «libres o mártires»: seremos libres, libres por la acción
de todo el pueblo de Cuba que está rompiendo cadena tras cadena con la
sangre y el sufrimiento de sus mejores hijos.
Patria. Organo oficial del Ejército Rebelde «26 de Julio», Las Villas, año I, n° 2, 1° de enero de 1959
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