Juan Carlos Cena
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Breve historia de las masacres en la argentina
La clase obrera y el pueblo no van ni al purgatorio - Parte IV
"En lo pol�tico, lo real es lo que no se ve"
(Jos� Mart�)
El 16 de septiembre de 1955, un golpe de estado derrocaba a Juan D. Per�n.
Juan Carlos Cena
Es el umbral de otra �poca, donde se alternar�n tiempos de democracia
restringida, y dictaduras militares. La proscripci�n del peronismo, principal
fuerza pol�tica del pa�s, oblig� a sus militantes a generar pr�cticas de lucha
entre las bases de los trabajadores peronistas, que se transformaron en las
primeras manifestaciones de resistencia obrera, luego llamada Resistencia
Peronista. Resistir era la consigna.
El Gobierno Provisional presidido por el general Pedro E. Aramburu, inauguraba
una nueva fase de la Revoluci�n Libertadora: hab�an desplazado al general
Lonardi, una hegem�nica pol�tica liberal, donde se implementar�a un programa
econ�mico privatista, el desmantelamiento del modelo estatal-industrialista,
distribucionista del peronismo y la desarticulaci�n de las instituciones
socio-pol�ticas peronistas: Unidades B�sicas, sindicatos, y otras organizaciones
y agrupamientos.
En el campo de las organizaciones laborales, el gobierno fijo como objetivo
principal, desperonizar a los trabajadores.
Comenzaba la resistencia obrera peronista, que luego se extendi� a otras
identidades pol�ticas. Rosario, no bien se dio el golpe de Estado, fue uno de
los lugares m�s resistentes: ese d�a, obreros del puerto, de la zona sur, de los
mataderos con sus caballos, del frigor�fico Swift, estibadores, las mujeres con
el pecho desnudo, como el 17 de octubre de 1945: Gente y m�s gente rumbean para
el centro de Rosario, esta ciudad es pr�cticamente tomada por el pueblo
peronista. Levantaron barricadas en las calles, en las esquinas, cortaron el
tr�nsito. La huelga paraliz� la 'capital durante varios d�as'. Pasaron por
arriba a la polic�a que no atinaba a nada.
"Un poco m�s al sur de Rosario, entre las barriadas m�s pobres, est� Villa
Manuelita, con una sola calle principal, Abanderado Brandoli, de barro mejorada
con empedrado grueso como lecho para las v�as del tranv�a n�mero once. Ah� est�
el frigor�fico Swift, �nico pasaporte a la dignidad para los habitantes de la
villa miseria. (...)
Ellas sab�an de las novedades del alzamiento de C�rdoba y que con ojos
angustiados se miraban entre s� pregunt�ndose, sin palabras, qu� pasar�a con el
frigor�fico. (...) Con el ajetreo, a una de ellas se le desabroch� la blusa y
asomaron sus pechazos blancos apenas atrancados por el �ltimo bot�n de la
cintura. Parece la imagen de la Rep�blica Francesa enarbolando como bandera el
delantal blanco de su hombre. En eso, gir� su cabeza hac�a la entrada de la
villa y, dirigi�ndose hac�a un enemigo a�n invisible, empez� a agitar al aire la
ropa y a decir con fuerza, pero gravemente: �Vengan! �Tiren! �No le tenemos
miedo! �Viva el general Per�n! �Viva la compa�era Evita!. La vor�gine se hab�a
desatado. Ligadas por un acuerdo mudo, ancestral, comenzaron a bloquear las v�as
del tranv�a con enormes piedras, levant�ndolas con una fuerza descomunal.
"�Villa Manuelita no se rinde! �Viva Per�n! �Mueran los traidores! �Viva Evita!
�No van a pasar!. Los gritos se entrecruzaban en diferentes lenguas, dialectos y
acentos pero, juntos dec�an una sola frase �Viva Villa Manuelita!
Llegaron los militares, se inici� la represi�n. Por la calle Abanderado Brandoli
avanza una formaci�n de soldados que hab�a llegado con la orden de tomar el
tanque de agua.
(...) La mujer del pecho desnudo comenz� a golpearse y dejaba surcos en cada
gesto salvaje convertido en im�n para el resto de las mujeres que empezaron a
desabrocharse las blusas y a sacar sus pezones, �nicas armas para defender la
supervivencia. �Villa Manuelita no se rinde! �No hay libertad con hambre! �Evita
vive! (...) de una casilla llevaron una pila de delantales blancos. Las mujeres
empezaron a unirlos con alfileres, uno al lado del otro, hasta reunir varios
metros de tela blanca. Sobre la bandera improvisada escribieron, con brea, bien
clarito "Todos los pa�ses reconocen a Lonardi. Villa Manuelita no lo reconoce"
(...) de la columna de jinetes, tres soldados se apearon y lentamente se
acercaron al tanque. Ven�an con la orden de quitar la bandera que desafiaba al
general rebelde. Las mujeres arrastraban a sus hijos peque�os que lloraban y los
alzaban consagr�ndolos hacia Dios que, a lo mejor, estaba en el cielo:
�Adelante..! �M�tenlos!...�Asesinos!...�m�tenlos!...�tiren cobardes!" Los tres
soldados se dieron media vuelta y volvieron corriendo. Dicen que uno iba
llorando. Y Villa Manuelita, firme, no se rend�a! (No me olvides. Memoria de la
Resistencia Peronista 55-72-Edit. Biblos-Carulli-Caraballo-Cafiero-Charlier.
Rosario fue tomada por el pueblo peronista. Se alzaron contra el golpe militar
pero no ten�an nada m�s que las manos, la indignaci�n y mucha bronca. La huelga
paraliz� a la capital del peronismo durante varios d�as. Per�n hab�a dicho que
prefer�a el tiempo a la sangre. En esa ciudad y otros lugares del pa�s, hubo
sangre en las calles del pueblo que derramaron en su nombre por un largo tiempo.
El pueblo se qued� con la sangre en el tiempo. S�lo los tanques pudieron hacer
retroceder a los resistentes rosarinos. Pero nunca penetraron al centro de Villa
Manuelita.
D�a 16 al 21 de septiembre de 1955, en la ciudad de C�rdoba, la Aeron�utica
junto a civiles, tomaron por asalto casi todos los sindicatos. Ocuparon la Uni�n
Obrera de la Construcci�n (UOCRA). Un grupo de civiles partidarios de la
Revoluci�n Libertadora convoc� a una reuni�n para hacerse cargo del gremio.
Compa�eros delegados, activistas peronistas y comunistas, encabezados por los
compa�eros Guardia (Resistencia Peronista), y Canelles (Partido Comunista), se
opusieron a tal maniobra. Este era uno de los primeros pasos de unidad que se
daban, para resistir a este nuevo proyecto de pa�s.
El 9 junio se produce un alzamiento militar encabezado por el general Valle,
properonista, en varias guarniciones. El d�a 10 se impone la ley Marcial.
Despu�s de dos d�as de resistencia el levantamiento fue derrotado. La represi�n
fue brutal y precisa: veinte militares y nueve civiles fueron fusilados sin que
�stos hubiesen matado a ning�n partidario del gobierno. Los trabajadores
(civiles) participantes fueron masacrados en los basurales de la localidad de
Le�n Su�rez, provincia de Buenos Aires sin ning�n tipo de juicio. La clase
obrera en su conjunto resisti� desde 1955 hasta esa fecha, per�odo donde fueron
violentamente reprimidos.
Desde los tiempos de la masacre de La Patagonia no se fusilaban obreros; los
militares repitieron la masacre en los basurales de Jos� Le�n Su�rez.
A pesar de ello y de todos los compa�eros ca�dos, torturados y detenidos, jam�s
pudieron desarticularlos ni vencerlos. Al contrario, la clase obrera pele� palmo
a palmo el poder al capitalismo, en el marco de la lucha de clases; resisti�, se
organiz� y sali� a dar batalla.
El gobierno resolvi� llamar a elecciones. Frondizi gan� despu�s de pactar con
Per�n y con las fuerzas de izquierda. Asumi� el 1� de mayo de 1958. Las luchas
continuaron y la represi�n no ces�, era una constante. Hay huelgas en los
gremios bancarios, m�dicos, petroleros (YPF), el 27 de noviembre de 1958 el
gobierno decret� la movilizaci�n militar al gremio ferroviario. Los encarcelaron
en los propios lugares de trabajo.
Al iniciarse 1959, Frondizi soport� uno de los actos resistentes m�s
significativos de la clase obrera: la toma del frigor�fico Lisandro de la Torre,
hecho donde particip� activamente el activismo de la Resistencia Peronista, con
Sebasti�n Borro a la cabeza. Fue la primera acci�n territorial de la Resistencia
Peronista.
El 14 de febrero de 1960 se implant� el Plan Conintes -Plan de Conmoci�n
Interna. Sancionado durante el gobierno de Per�n y reglamentado por el de
Frondizi, para combatir al terrorismo y, orden� el procesamiento de los
trabajadores detenidos por un tribunal militar.
Los trabajadores ingresaban a la d�cada del '60 resistiendo y combatiendo, cara
fue su libertad para el poder econ�mico y pol�tico. Durante todo el gobierno de
Frondizi los conflictos no se detienen. Frondizi, �ste, todo lo que pact� con
Per�n y las otras fuerzas pol�ticas, lo tir� por la borda y obedeci� los
requerimientos de los yanquis.
Hay movilizaciones, huelgas, marchas, actos asambleas en forma permanente. Ante
esta situaci�n desbordante, las fuerzas armadas depusieron a Frondizi, haciendo
jurar a Jos� Mar�a Guido como presidente de la Rep�blica. Las luchas
continuaron. De nuevo elecciones.
Gan� el Doctor Arturo Illia, con el peronismo proscrito. Nombr� como canciller a
Zabala Ortiz, que particip� en el bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de junio de
1955, junto a Roque Carranza, luego Ministro de Defensa de Alfons�n, dej�
v�ctimas esparcidas por la plaza, las calles, los �mnibus incendiados con
trabajadores, mujeres y ni�os en su interior. Este fue un salvaje acto represivo
contra el pueblo. Fue el primer estallido. La oligarqu�a descargaba sin piedad
sobre el pueblo todo ese odio rancio acumulado, de linaje. Ese bombardeo salvaje
demostr� una vez m�s, que a los factores de poder no les tiembla el pulso, ni
escatiman absolutamente nada, para no perder en la confrontaci�n de la lucha de
clases. Toda la sociedad simiesca aplaud�a las muertes, no exist�a en ellos
aflicci�n cristiana, sino el gozo olig�rquico de la muerte de clase. La muerte
era de los otros, fueron 350 muertos y m�s de dos millares de heridos. Ellos no
olvidaron nunca la lucha de clases. En esta puesta en pr�ctica, utilizaron la
violencia sin medir ning�n costo. Ellos s�lo miden: la ganancia m�xima.
Al fin, para la oligarqu�a vacuna y sus socios nacionales y extranjeros, el 26
de junio de 1966 fue depuesto el doctor Arturo Illia. Los tres comandantes:
Marina, Aeron�utica y Ej�rcito en nombre del orden, derrocaron al doctor Illia.
Un oficial de caballer�a, el general Juan Carlos Ongan�a es nombrado
democraticamente por estos tres, Presidente de la Rep�blica. Per�n dice: que es
un general pundonoroso y hay que prestarle atenci�n; agreg� m�s adelante: hay
que desensillar hasta que aclare.
La burocracia sindical obedeci�. Todas las organizaciones que representaban al
gran capital nacional y extranjero, la sociedad Rural, ganaderos y
terratenientes, el doctor Arturo Frondizi desplazado, tambi�n, por un golpe de
estado, apoyaron a este golpe de Estado. Muchos repudiaron el golpe de estado,
emitieron documentos y se pusieron en estado de alerta.
Pero el intelectual, doctor en f�sica, Ernesto S�bato le cantaba as� al golpe:
Lleg� el momento de barrer prejuicios y valores ap�crifos que no responden m�s a
la realidad (...) por eso la gente ha sentido un profundo sentido de liberaci�n.
Ojal� que la serenidad. La discreci�n, la fuerza sin alarde que ha manifestado
Ongan�a en sus primeros actos sea lo que prevalezca, y podamos al fin, levantar
la gran Naci�n.
No bien se hicieron cargo la represi�n fue lo primero. Las bases sindicales
resultaron los estamentos organizativos m�s golpeados. Es que es all� donde se
manifest� la oposici�n al r�gimen no bien �ste asume. Son intervenidos los
Sindicatos Ferroviarios y de Prensa de la Capital Federal, Personal de la
Universidad.
El SUPA, -Sindicato �nico de Portuarios Argentinos-, decret� un paro con
movilizaci�n en la zona del puerto de Buenos Aires, se oponen al intento de
cambiarles las condiciones de trabajo, los trabajadores portuarios resistieron
la medida, son brutalmente reprimidos, son los iniciadores de la resistencia en
las calles, en esta etapa que reci�n comenzaba. Los portuarios fueron los
primeros en resistir el proyecto de la dictadura de Ongan�a... lleg� el momento
de barrer prejuicios, hab�a alentado S�bato.