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1 de julio del 2002

Argentina: Cátedra Ernesto Che Guevara,
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
Solidaridad es continuar la resistencia

Texto completo de la clase pública de la Cátedra Ernesto Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, en solidaridad con los compañeros de la Coordinadora Aníbal Verón, el 28 de Junio de 2002
Néstor Kohan, coordinador de la Cátedra Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Como ustedes saben, teníamos planeado para hoy una charla sobre la filosofía, el pensamiento filosófico del Che, pero como desde el comienzo pensamos esta Cátedra vinculada a la realidad, a las luchas sociales - no se puede seguir estudiando al Che en una burbuja - obviamente, por todo lo que ha pasado esta semana, nos pareció ineludible postergar la clase que teníamos prevista, y tener otra clase, donde centralmente hablaran, dialogaran y conversaran con nosotros las compañeras y compañeros de la Coordinadora Aníbal Verón, que están hoy presentes, y les agradecemos muchísimo que hayan venido.
Hoy también están con nosotros Vicente Zito Lema, como ustedes saben es Director de la Universidad; Gregorio Kazi, coordinador de la carrera de Sicología Social; y bueno, Claudia (Korol) iba a leer una cosa cortita en nombre de la Cátedra, y entonces, la idea sería dialogar centralmente con ellos.
Los nombres de los compañeros de la Aníbal Verón que están con nosotros son: Valdemar Jara, Andrés Fernández, Luis Salazar y Carlos Ramírez.
Claudia Korol, coordinadora de la Cátedra Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Llamábamos a este diálogo, a este encuentro, "Solidaridad es continuar la Resistencia". Solidaridad, es multiplicar la presencia de Darío y de Maximiliano. Multiplicar sus vidas, multiplicar su ejemplo, multiplicar su entrega.
Solidaridad hoy, compañeras, compañeros, es hacernos fuertes en el dolor, en no bajar los brazos; es apretar los puños y continuar, continuar, continuar... Pensar la rabia, vencer la impotencia, vencer el miedo, vencer las mentiras, vencer la confusión, vencer al silencio.
Solidaridad es - pensamos - crear nuevas esperanzas de pan y tierra, crear nuevos espacios en los que florezca justicia y libertad, democracia y dignidad, trabajo, desde la sangre derramada. Otra vez, sangre derramada por quienes así quieren frenar la historia.
Esta casa - nuestra casa - , la casa de las Madres, con el corazón de sus hijos desparramado entre nosotros y nosotras para siempre, es el emblema de lo imposible de su cometido. Las Madres nos enseñaron muchas cosas, pero una fundamental: hacer de la ausencia presencias fértiles, memoria insurgente.
Los asesinos pueden lograr - si pueden - aplazar el tiempo de la alegría compartida. Tal vez puedan, si lo logran, atrasar la marcha, hacer el camino más largo, más doloroso, pero lo que no pueden es detenernos.
No lo podrán mientras nuestros sueños sigan siendo soñados. El mundo nuevo, la Argentina nueva, el hombre y la mujer nuevos, no son consecuencia de leyes fatales de la historia, serán obra de nuestra propia capacidad de creación, de nuestra invención, de nuestra imaginación, de nuestra capacidad de hacer con la rabia rebelión, como el 19 y el 20, de nuestra posibilidad de hacer de nuestra sensibilidad para hacer de cada acción un espacio para el encuentro con otros luchadores. Se trata tal vez, de que podamos juntarnos no sólo en el dolor, no sólo en el recuento de las pérdidas, sino a la hora de la acción. Encontrarnos en el momento justo de la lucha.
Aníbal Verón es el nombre de la Coordinadora a la que pertenecen los compañeros, es el nombre que multiplica la vida del compañero caído en Salta. Aníbal Verón, Maximiliano, Darío Santillán: sangre de trabajadores en lucha. Sangre que rehace identidad, sangre que fermenta poder popular.
Nos preguntábamos para qué una Cátedra del Che en este día, para qué una Universidad Popular. Y tal vez, decimos, una Cátedra del Che para abrazar la pelea de Darío y Maximiliano, una Cátedra del Che para recordar con él la necesidad de "endurecernos sin perder la ternura jamás" . Una Cátedra del Che, una Universidad Popular para salir una y otra vez a la calle, para invitar a que los pensamientos se vuelvan actos, y que los actos puedan engendrar nuevos pensamientos y sentimientos, para que podamos compartir juntos reflexiones, análisis, y sobre todo - decía - acciones, para que no haya teoría sin práctica, para que las prácticas sean desafiantes del pensamiento revolucionario. Y que nos revolucionen.
¿Para qué una Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo?
Para que las ausencias sigan enseñando, para que la historia continúe su búsqueda de socialismo, sin retroceder "ni un paso atrás". Para que ninguna lucha se pierda por abandono, Para que todos los compas sepan que a la hora de la pelea, a la hora de pensar la pelea, a la hora de continuar la pelea, ésta es su casa.
Para que Darío y Maxi, y sus familiares, sus amigos, sus compañeros, sepan que ésta también es su casa.
Para que las Madres sepan, para que las Madres sientan que sus hijos e hijas vuelven cada día que alguien sale a la calle a pedir justicia y pone el pecho para jugarse entero.
Ayer, en Plaza de Mayo muchas compañeras, muchos compañeros gritaron por primera vez "todos somos piqueteros". ¡Que el grito salga de la garganta! Y se vuelva raíz, y se vuelva viento. Se vuelva, como Maxi y Darío, compromiso.
¡Que nuestra solidaridad sea, precisamente, continuar la resistencia!
Andrés Fernández, MTD Solano, CTD Aníbal Verón:
Buenas tardes, compañeros. Generalmente, en el MTD de Solano, casi como por costumbre, me suelen designar para traer la voz del Movimiento. Hoy me está resultando verdaderamente difícil, porque nosotros, más allá de ese dolor con el que convivimos día a día en nuestros barrios, cuando vemos a nuestros hijos que se están muriendo, a nuestros abuelos que están olvidados, y por ellos es que peleamos todos los días, y luchamos por ellos, para ir resolviendo eso inmediato que nos está matando. Es un dolor con el que cotidianamente nos acostamos y nos acostamos de nuevo.
Hoy ese dolor se hace un poco más agudo. Tenemos dos compañeros que han caído en manos de aquellos que están matando a millones de argentinos, durante mucho tiempo.
No hay mucho que decir en esta situación difícil que hoy nos toca a los compañeros de Lanús, de Almirante Brown, de todos los compañeros de la Aníbal Verón. Solamente tratar de ir buscando un hilo de reflexión fresca, que pueda evitar que nos invada, desde esta bronca, desde esta rabia que sentimos, que nos invada esa sed de venganza, sin haber primero visto bien , y con claridad, este difícil camino que estamos recorriendo, y ver así los errores que hemos cometido.
Es una tarea donde necesitamos muchísima frialdad, muchísima tranquilidad, y tal vez sea una tarea que solos no la podamos hacer. Es muy difícil superar un dolor como la muerte de un compañero, cuando uno está todos los días, hora a hora, luchando por cambiar esta sociedad que nos está oprimiendo.
Quería decirles también que los compañeros de la Coordinadora nos sentimos absolutamente íntegros para continuar la lucha, para no bajar los brazos jamás, mantenerlos en alto y seguir defendiendo nuestra dignidad. Gracias.
Luis Salazar, MTD Lanús, CTD Aníbal Verón:
Buenas noches, yo soy Luis, y por ahí me toca un poco... es bastante complicado hoy estar frente a ustedes, por dos motivos: uno es el tremendo dolor que siento por haber perdido un compañero como Darío Santillán - y obviamente también Maximiliano, aunque no lo conocía tanto, yo con Darío convivía día a día - otro es porque Darío se encargaba de este tipo de cuestiones, él venía siempre acá, a la Casa de las Madres, y a las reuniones que teníamos, un poco él es el que andaba en el tema de la prensa, de todo eso... Por eso es doblemente, hoy tengo que suplantarlo a él , cosa que ya me cuesta mucho, y el otro dolor es saber que hoy él no está acá.
Y yo por ahí, más que contarles, o hacerles una descripción política de cómo vamos a seguir de acá en adelante, me limitaría - si ustedes me lo permiten - a contarles un poquito quién era Darío Santillán.
Darío Santillán era un compañero que trabajaba en un proyecto de microemprendimiento. Uno de los tantos que tenemos en el MTD de Lanús, en una bloquera, una fábrica de bloques de cemento, lo cual nos ha servido para construir una guardería comunitaria, una biblioteca, una panadería; para poder ayudar a otros MTD, como los compañeros de Solano. Hemos hecho bloques también para ellos, algunos pocos, no sé si se habrán roto, espero que no...
Darío era un compañero por demás solidario, era un compañero que estaba al pie del cañón en todas las luchas y en cada problema cotidiano que tenía cada persona del barrio. Y bueno, de hecho, perdió la vida al quedarse a socorrer a otro compañero.
Por ahí los jodo con esto, pero sentía la necesidad de contarles un poco primero quién era Darío. No me voy a explayar mucho más, simplemente les voy a decir lo mismo que les dijo el compañero Andrés; hoy nosotros estamos más fuertes que nunca.
Más fuertes que nunca, porque hoy nos embarga este dolor, y como aquella frase de unos cantores populares, sentimos que "el que murió peleando vive en cada compañero", y eso lo sentimos mucho nosotros. Entonces lo único que tenemos por delante es que nuestros niños sigan comiendo, que la panadería comunitaria siga funcionando, que sigamos teniendo los comedores como los tenemos al mediodía, que sigamos construyendo bloques, y sigamos peleando, día a día, en la calle y en nuestro puesto de laburo.
Ese es el mejor homenaje que le podemos rendir a nuestro compañero. ¡Y no vamos a abandonar la lucha jamás!
Como ya lo hemos hecho en otras oportunidades, agradecemos - pero enormemente - que nos puedan acoger en esta casa tan hermosa como es la casa de nuestras queridas Madres. Dicho sea de paso que las amamos mucho y las respetamos grandísimamente.
Muchas gracias, compañeros.
Valdemar Jara, MTD Solano, CTD Aníbal Verón:
Buenas noches a todos. Las veces que nos tocó venir acá, generalmente vine con Andrés, con Carlitos, siempre fue una cosa tan sencilla para nosotros, y lo hacíamos con tanta alegría ¿no?, y resultaba por ahí tan fácil contarles nuestras experiencias...
Hoy, aunque suene reiterativo, a mí también me cuesta hablar. Yo quiero hacer un balance de lo que nos pasó, un balance personal porque todavía con los compañeros no nos sentamos a discutir, lo vamos a hacer mañana - por lo menos en Solano; y disculpen nuestro pesimismo, pero hasta ahora todo lo que vimos de lo que pasó el miércoles es negativo; porque muchos van a salir a contabilizar esto de las muertes de los compañeros, a decir que ahora esto nos sirve, porque tenemos bandera de lucha. Y para nosotros es muy difícil. Estamos quebrados emocionalmente, es cierto. Pero no estamos quebrados ideológicamente.
Y repito de nuevo: ¡estamos fuertes! Estamos con ganas de seguir luchando, en ningún momento pensamos en abandonar esta lucha, pero tengamos en cuenta esto: los compañeros que nos segaron estos asesinos hijos de mil puta, son vidas humanas, son compañeros de carne y hueso, no son números que se puedan contabilizar.
Y sabemos - yo sé - que hay que tener fuerza, hay que retomar todo de nuevo, mirar hacia atrás y hacernos una profunda, profunda autocrítica. Ya que si no somos capaces de mirar hacia adentro de nosotros mismos y ver en qué fallamos, entonces no vamos a poder seguir adelante. Que esto no nos haga caer tampoco en el pesimismo. Perdimos una batalla más, y la perdimos bastante feo... Fue bastante doloroso, bastante terrible lo que nos pasó, y tenemos una gran cuota de responsabilidad las organizaciones que participamos de esto, vamos a tener que discutirlo, vamos a tener que rever algunas cuestiones.
Pero no queremos olvidarnos de esa palabra tan hermosa que es la solidaridad. Es la que nos mueve. La que nos lleva cada día a querer cambiar este mundo, a querer cambiar, transformar esta sociedad.
Los bloques que fabrican los compañeros de Lanús en la bloquera no se rompieron, con esos bloques construimos la panadería que funciona en Solano. Eso trata de pintar la relación profunda de solidaridad que tenemos nosotros con los compañeros de Lanús, con los compañeros de la Aníbal Verón, esta relación de hermanos que tenemos entre las distintas organizaciones.
Bueno, yo es todo lo que puedo decir, en otra oportunidad podría decir otras cosas, pero ahora no se me ocurre más nada... Quiero pedirles disculpas por el estado de ánimo mío y de los compañeros, es difícil, y agradecerles profundamente esta solidaridad de ustedes.
¡Y la lucha la llevamos entre todos, compañeros! Recuerden eso: no se olviden que el protagonista de esto somos todos, el que está en la calle peleando, el que está mandando un comunicado de prensa, el que está preparando la casa para cubrir a los compañeros... y hoy, más que nunca, debemos estrechar esos lazos de solidaridad y construir redes de articulación y de coordinación, para que las próximas no nos agarren como nos agarró esta vez, de alguna manera bastante desorganizados...
Eso sólo quería decirles, muchas gracias, compañeros.
Carlos Ramírez, MTD Solano, CTD Aníbal Verón:
Buenas noches, yo soy Carlos. Como dijo acá el compañero, él no se ha ido, está en nuestro recuerdo, siempre lo recordaremos. Lo que voy a leer es algo que escribí sobre el compañero, porque vivió mucho tiempo al lado nuestro, y mas que nada escribí algo para él. Esto se llama "El día del sanguchito". Le puse "El día del sanguchito" porque cuando estábamos parados contra las fuerzas represivas, por un lado venía el Bloque Piquetero, con sus columnas, por el otro lado estábamos nosotros, entonces los compañeros les gritaban a las fuerzas represivas "sanguchito", porque quedaron entre los dos frentes que venían.
"A los muertos de hoy: Darío y Maxi, de quienes luchamos y no nos rendimos"
La muerte es como uno cuando llega, y no hay modo que te pueda subir.
Yo tuve una pesadilla muy rara, como de lobizones y animales raros, que nunca había yo visto. Eran como toros con largos cuernos, y muy duros por dentro que araban los campos. Luego unos valles grandes de cerros y rocas, con mucha agua adentro, para inundar las tierras secas que no te puedes imaginar. Una montaña es tan grande como la cordillera de los Andes. A mí me parecían hechas para que se bañaran gigantes.
Yo me decía: ¿pues dónde andaré? ¿será esto Argentina? Y era Argentina, en Solano, Quilmes. Era Argentina. Fue entonces cuando estando a nuestro lado no estabas a nuestro lado, y veo tu imagen en la tele con tus ojos idos. Pero siempre te recordaremos. Con un amargo dolor supimos de tu fallecimiento.
Compañero Darío: nosotros quisiéramos regalarte algo, algo simple pero muy nuestro. Tú sabes que no tenemos muchas cosas, Darío... De hecho es muy poco lo que tenemos. Lo único que poseemos los compañeros, en abundancia, aparte del amor por la lucha, es libertad en la memoria y muchos, muchos recuerdos...
Y con ellos te mandamos estos regalos que tienen la bondad de vida, que no ocuparán mucho espacio en tu equipaje, y te servirán para reírte de esos que algunos llaman muerte. Para traerlos a ustedes cerca nuestro llega este relato con el que también tratamos de recordar a quienes hoy no están con nosotros, pero que estuvieron antes, y han hecho posible que hoy estemos nosotros.
Con ellos, Darío y Maxi, es hoy también ustedes, nosotros.
Este día - "sanguchito" - cuatro años después del día en que te conocí, veintisiete años después, me acuerdo del día en que te conocí. La lucha de los desocupados caminaba, pero iba de lado... Iba a los tumbos, así nomás, sin subirse, sin marcar horizontes, estaba como en el día en este puente Pueyrredón.
Bueno, estos días todo estaba frío... bueno, no todo. Nosotros estábamos calientes, como que la sangre, o lo que sea que tenemos dentro del cuerpo estaba con calentura. O sea, como cuando la luna llega a lo más alto, o algo así... Pero estos días no. Mas bien como que se nos iba cayendo...
Nosotros igual avanzamos, yo ya estaba muerto, con un palo y algo más, pero veía que el sol no estaba caminando, sino como que se iba de costado. Este día ya estábamos muertos todos, y como que avanzamos, como que somos o seremos los muertos de cualquier tiempo, ocasión, muriendo otra vez, pero para vivir...
Cuando menos, nos morimos todos, pues la verdad es difícil esto, pero este día en que el sol caminaba de costado, ya todos estábamos muertos. Todos y todas, porque también iban mujeres. Creo que por eso no nos podían matar, como que está muy difícil eso de matar a un muerto, pues un muerto no tiene miedo de morirse porque de por sí ya está muerto.
Este día al mediodía fue una corredera de gente. No sé si porque empezó la represión o porque vieron tantos muertos, avanzando, caminando, peleando. Como siempre, sin rostros, sin nombres. Bueno, primero corría la gente, luego ya no corría y esperaba. Ya luego se detenía y se embroncaba y se acercaba para oír lo que decíamos. ¡Qué ocurrencia! Vieron que yo estuviera muerto, de ninguna manera me iba a acercar a oír lo que dijera un muerto, como que pienso que los muertos no tienen nada que decir, están muertos, pues... Como que el trabajo de los muertos es andar espantando y no hablando.
Yo me acuerdo que en mi tierra decían que los muertos que caminan todavía, es porque algo tienen pendiente, y por eso no se están quietos. En mi tierra así se decía. Creo que mi tierra se llama Población Santa Adriana. Pero no me recuerdo. Tampoco me acuerdo bien, porque creo que me llamo José, Carlos, Juan, o no sé. Creo que de por sí no importa como se llama un muerto, porque ya está muerto. Tal vez cuando uno está vivo, pues sí importa cómo se llama uno. Pero ya muerto ¿pa' qué?
Bueno, el caso es que la gente está después de su corredera, se iba acercando a ver qué le decíamos, y qué nos pasaba a todos los muertos que éramos. Y entonces, pues, a hablar, así como de por sí hablamos los muertos, o sea como platicando, así, sin mucha bulla, como si uno estuviera platicándole algo a alguien y no estuviera uno muerto sino vivo.
No, tampoco me acuerdo qué platicábamos ante tanto gas y desconcierto. Bueno, un poco, sí...algo que tenía que ver con eso de que estábamos muertos y en lucha, pues nos estaban reprimiendo con todo. Al mediodía habíamos cortado el puente Pueyrredón. Al mediodía ya estaba preparado todo para la respuesta a nuestras demandas de hambre y miseria. Yo ya estaba algo alterado al mediodía, al ver tanta mierda represiva junta. Por eso vi clarito que el sol se iba de costado y vi que hacía frío. Vi, pero no sentí. Porque los muertos no sienten, pero sí ven. Vi que hacía frío, porque el sol estaba de costado, muy apagado, como si estuviera frío.
Todos estaban como que el ánimo engendraba ira contra estos muertos, y no ser escuchados. Como que entre la pena del sol que ya se esconde detrás del puente. Ya cuando el sol se fue a esconder no me dí cuenta, así como estaba yo, alterado, y enojado, y de costado, sólo podía mirar hacia el frente y de costado, y para arriba. Por eso vi que el sol no se iba, sino que se iba de costado, como con pena, con miedo de subirse y ponerse en el cenit.
Ahorita me acuerdo que pasó tanto humo, tanto tiro, tanta bala. Mis ojos se cerraron, no sé si por la lacrimógena o por la bronca que tenía. Pero se abrieron un poquito más, como una rendija. Así como una herida de cuchillo. Y entonces pude ver el cielo y el sol caminando otra vez de costado, como este día, como muchos días...
No había muchas nubes y el sol sigue pálido. O sea que está haciendo frío. Y entonces me acordé de los días cuando los muertos que somos empezamos esta lucha para hablar. ¡Si, para hablar! ¿Para qué otra cosa haríamos esta lucha los muertos?
Les decía que al abrir un poquito esta rendija de mis párpados alcancé a ver el cielo. Vi, sentí y escuché. Vi los asesinos, sus escudos, sus escopetas, sus balas de goma, sus lacrimógenas. Sentí sus balas de goma en mi pierna izquierda, y escuché las detonaciones. Nos atacaron, nos siguieron más de treinta cuadras. Y mi gran pregunta era que los muertos corrían, ¿y por qué si estamos muertos?
Ellos no lo saben, pero yo los veo. Los veo y los vigilo. También me río. Sí, porque al final de cuenta, esos infantes represores estuvieron acá porque nos tienen miedo. Si, ya sé. De por sí, los muertos no dan miedo, pero estos represores, con sus armamentos nos tienen miedo, de que los muertos que somos nos echemos a caminar de nuevo.
Y yo no sé para qué tanto barullo represivo, si de por sí nada podrán hacer porque ya estamos muertos...Ni modo que nos maten. Tal vez es porque queremos darnos, quieren darse cuenta y avisar con tiempo al que los manda, no sé... Pero sí sé que el miedo se huele, y el olor del miedo del poderoso es así como de vehículo, como de lacrimógena, como de perro, como de caballo, como de bala de goma, como de metal, y pólvora y ruido y, y de miedo...
Si el miedo huele a miedo, y el miedo huele en estos carros de asalto, estos hidrantes, estos patrulleros, a miedo huele el aire que viene de arriba... El de abajo no. El aire de abajo, el que estamos plantando en Solano, es precioso. Como que las cosas cambian, como que todo mejora, y se hace más bueno.
A esperanza, a eso huele el aire de abajo. Nosotros somos de abajo. Nosotros y muchos como nosotros. Si, ahí está la cuestión, pues. En este día los muertos huelen a esperanza. Todo esto veo por la rendija de mis párpados, y todo esto escucho. Pienso, y mis compañeros están de acuerdo. Lo sé, porque ellos me lo han dicho: que no está bien que nos caigamos de costado.
Y que hay que ponerse derecho, por eso de que nos caigamos de costado, todo apagado y friolento. ¡Pues no! Como que el trabajo es dar calor y no tener frío. Y si me dejan y no me apuran, y tienen paciencia, pues les hago el análisis político.
Miren ustedes, yo digo que el problema de este país es que puras contradicciones tenemos.
Ahí está pues que caigamos de costado y que estemos fríos, y la gente viva ve, y deja hacer como si estuviéramos muertos. El criminal es policía y juez, y las víctimas están en la cárcel. Y el corrupto mentiroso gobierna. Y la lucha social es perseguida como enfermedad. Y los luchadores estamos encerrados y los ladrones corruptos están sueltos. Y el ignorante imparte cátedra, y el sabio es ignorado, y el intolerante represor cobra un sueldo para reprimir, y el ocioso tiene riquezas, y el que trabaja nada tiene, y el menos manda, y los más obedecemos, y el que tiene demasiado tiene más, y el que tiene poco tiene nada, y se premia al malo y se castiga al bueno. Se da homenaje a la policía represora, y se pasa desapercibidos a los muertos sociales.
Y no solo. Además aquí los muertos hablan y caminan, y se dan en sus cosas raras, como tratar de vivir y de andar mejor, y mírenlos...no más, andamos medio de lado, con muertos sin rostros, y tenemos frío, y no sabemos cómo llegar a ese punto que nos reviva y nos dé calor.
Bueno, Darío y Maxi: reciban un abrazo de todas y todos nosotros. Y uno especial de la ventana que ustedes abrieron en la lucha argentina, que les vaya bien, y no se olviden de nosotros. Siempre habrá para ustedes una abertura en nuestra memoria."
Gregorio Kazi, docente de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Bueno, así como los compañeros expresaron, y compartieron con nosotros su dificultad para hablar hoy, quiero compartir con todos ustedes, que para mí también va a ser difícil, y sobre todo después de haber escuchado sus bellas palabras.
Básicamente, lo que me invade es justamente furia y angustia. La furia propia que Andrés la nombraba, y que había que tratar de analizar para comprenderla en toda su complejidad, justamente para no generar actitudes de acciones vengativas, eventualmente planificaciones de lucha.
Nosotros también, compañeros, a partir de lo que nos ocurrió el miércoles, nos hemos llamado a una reflexión profunda, aunque aún no hayamos podido discutir en profundidad nuestra falta de coordinación, nuestra falta de organización, como para poder dar respuestas eficaces ante la evidente organización y planificación de los represores.
Incluso una de las compañeras, así como Andrés, está lastimada, muchísimos compañeros también, hay gente de la Universidad herida, y bueno, uno de los puntos de autocrítica es que recién llegamos a poder verla, tratar de asistirla, acompañarla en todas las direcciones de impacto que está padeciendo, muchísimas horas después. Eso habla también de que así como tenemos grandes puntos de construcción compartida, de sueños, de intentar forjar ámbitos de emancipación, de insurgencia, sabemos que en ese camino tenemos límites, y tenemos que analizarlos para poder trascenderlos de una buena vez.
Mientras los compañeros hablaban, recordé al menos dos cuestiones. Una de las cosas que me acompañaban de palabras ante tantas sensaciones era la frase de un poeta muy querido que decía que "hasta que mis amigos no mueran, no hablaré de la muerte", así como habló el compañero, desde una visceralidad tan profunda, es decir desde la vida, desde un profundo deseo de continuar luchando, de continuar construyendo esos bloques que construyen otras construcciones - más fraternidades, más solidaridades -, me parece que es el único modo de poder evocar y homenajear a los compañeros. Es decir, poder hablar de ellos, sí, comprendiendo el dolor que produce la muerte, la angustia que produce la muerte, la bronca que produce esa muerte; al tiempo que comprender esa muerte como una invitación, más profunda aún, a los senderos de lucha en los que estamos soñando, embarcados, realizándonos, reflexionando.
Realmente, intentaba pensar - en los momentos en los que pude pensar, mayormente estuve sintiendo, esto no me pasaba hace rato, sentir y no poder pensar - me invadía, y por suerte eso me convocó, tal como las Madres siempre nos invitan, a la acción, a ningún tipo de sensación de repliegue o de sustracción del compromiso.
Uno de los compañeros hablaba de que sí, como decía al comienzo, podamos responsabilizarnos de nuestras acciones, nuestros proyectos, tanto de los alcances como de los límites de los mismos. Pero fundamentalmente, así como podemos encontrar esta vitalidad, esta poesía puesta en acto, cotidianamente, en cada una de las luchas que pretenden enfrentar al sistema social en el que vivimos, tenemos también que responsabilizar primariamente a la hegemonía corrupta, pervertida, feroz, que desgarra renovadamente, históricamente, el cuerpo colectivo. Es decir: no han desgarrado el cuerpo de todos los heridos, no han desgarrado únicamente con tiros del calibre que fuera y con el arma que fuera el cuerpo individual de estos compañeros. También estos compañeros individualmente lo padecieron, pero la pretensión de la hegemonía es el desgarrar, sepultar, aniquilar, despedazar el cuerpo colectivo, la insurgencia, la adquisición de conciencia de clase, esta convocatoria permanente al combate transformador, revolucionario, como nombraban los compañeros. No es otra la pretensión, y esa es la responsabilidad que le cabe a estas - no se me ocurre otra imagen - pero sería racional, como hienas feroces e impotentes ante la propia muerte que les devuelve el espejo del sistema, que ellos producen y reproducen cotidianamente.
Cuando se encuentran con tanta vitalidad, en esa paradoja profunda que marca el compañero, cuando se encuentran ante tanto movimiento, ante tanta indignación llevada al plano de la lucha, de la vida y de la poesía, se ven invadidos por tanto terror y tanto miedo, que no tienen sino la posibilidad de apelar a sus fuerzas represivas - estoy hablando de la hegemonía, disciplinada en el Estado -, a esas hienas feroces, repugnantes, para intentar enlarvar el cuerpo colectivo, despedazarlo a cualquier precio.
¿Por qué? Porque esa es una traducción. Una traducción, pero tan obscena, hacen tal grado de ostentación, realmente pervertido del escenario donde se jactan del cuerpo desgarrado, sangrante del otro, que uno dice: bueno, eses es el correlato, pero más grotesco y obseno de lo que efectivamente son las fuerzas productivas, las relaciones sociales de producción, intercambio y consumo de la sociedad capitalista. Es decir, necesariamente, para sostener los pedidos y mandatos del capital transnacional -los 14 puntos del FMI - deben demostrar, con toda su gallardía, con toda su integridad ética y sacra de la que hablan permanentemente estos perversos; debían demostrar también que están dispuestos a hacer el único ajuste que hacen permanentemente: es el ajuste de la tortura, es el ajuste de la aniquilación bajo cualquier medio. Sea con plomo, sea matando de hambre, sea vaciando los hospitales, bajo cualquier mecanismo institucional, ¡que no es ningún exceso!, sino que es cui-da- do-sa-men-te planificado.
También está cuidadosamente planificada la mentira instrumentada por boca de esos perversos hechos a la ligera, tanto como de los medios cómplices, que el primer día - ahora están "furiosos" supuestamente con la represión despiadada de estos hijos de puta - y ahora realmente están consternados al ver las fotos que periodistas que seguramente no trabajan orgánicamente para ellos pudieron registrar. Ahora, ante la evidencia de la imagen, que rompe todas las preguntas repugnantes que se hacían el mismo miércoles. Estábamos en el hospital, y veíamos en el Hospital Fiorito las preguntas del señor Santo Biasatti, las preguntas de Canal 13, de TN, de Crónica: "estos revoltosos de la Aníbal Verón", develando de esa manera que estaba todo absolutamente planificado. Es decir, ante los "revoltosos", ante los "subversivos", ante los que son un resto, ante los que son muertos en vida, muertos sociales, evidentemente el recorte ha llegado ahora bajo la escala concreta de la aniquilación. Ya no hay ningún tipo de posibilidad de que ese cuerpo colectivo se entre a poner en juego y en movimiento por la calle: deberá taparse, deverá velarse, enterrarse. Al mismo tiempo, velando su propia condición miserable, que es la única miseria real de espíritu que existe en la Argentina.
La miseria material, queda más que claro, que nos atraviesa transversalmente, medularmente, es la miseria que produce el sistema capitalista. Es un sistema de producción de muerte, de intercambio de despojos, de consumo de tortura. No se lo puede comprender sino en esas dimensiones.
Como bien decía Marx: no hay intercambio en el proceso de producción entre objetos, sino entre sujetos histórico-sociales, entre personas.
Ahora, cuando ese sistema social, para fundamentarse, para encontrar sus propias condiciones de existencia, aniquila, ¿cómo sostiene esa verdad? Su verdad, supuestamente vital, se sustenta en la muerte colectiva. Y sólo si podemos comprender que efectivamente, a lo que asistimos el otro día es la vitalidad versus la muerte, es la poesía versus la mentira y el engaño perverso. Es el combate digno, ético, contra la putrefacción del alma, del espíritu, de los cuerpos; de quien oprime, de quien reprime para legitimar un sistema jurídico, económico, cultural, absolutamente enlarvado. Putrefacto.
Por ello, necesitan justamente enfermar al otro. ¿Enfermar con qué? Enfermar con su propia muerte. Es decir, el otro es el que transgrede la vida, no ellos que son quienes literalmente la despedazan.
Es el otro - que somos nosotros - en nuestra condición de tener sobre nuestro cuerpo, con toda dignidad, nuestra vitalidad social histórica y todas las vitalidades sociales históricas que hayan estado comprometidas en la transformación social. Por más que haya cuerpos ausentes. No nos interesa en este momento la ausencia del cuerpo. Porque tenemos muchos más cuerpos sociales históricos, no nuestro cuerpo como identidad privada individual, no nos interesa en este punto nuestra identidad privada individual. No nos interesa la propiedad privada tampoco.
Deseamos apropiarnos de lo público, de lo colectivo. Ejercer la solidaridad, esto NO lo van a permitir. Nosotros estamos dispuestos a desarrollar un proyecto de vida, no se trata de otra cosa... Un proyecto de poner palabras en el cuerpo, los cuerpos de palabra en lo colectivo, la producción de vitalidades, la producción de emancipaciones.
"Oíd mortales", justamente, cuando del poder nos dicen "oíd mortales", es porque nos están disparando. Ustedes son los mortales, y los voy a llenar de agujeros. Nosotros no, nosotros somos inmortales...La historia se ha acabado, han muerto todas las ideologías.
Para nosotros no, la historia continúa, las ideologías no han muerto, la lucha de clases existe, la conciencia objetiva de clase existe y se forja en el compromiso concreto y cotidiano, en esa lucha enfrentando a aquellos que efectivamente desean despedazar aquello que tenga que ver con la belleza, la emancipación, la pureza, la real igualdad, la verdadera fraternidad.
Estamos dispuestos a continuar en ese sendero, estamos dispuestos a celebrar - no en mi caso, y respeto a quien lo haga - liturgias eclesiásticas, rituales por los compañeros que han caído, pero sí celebrarlos en cada acción de lucha en la que continuaremos todos los días. Gracias.
Vicente Zito Lema, director académico de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo:
Quiero agradecer a los compañeros docentes, que incluso levantaron hoy sus horas de cátedra par asistir al acto, y permitir que los compañeros estudiantes también estén aquí. A los que no son habituales a nuestra Universidad, bienvenidos. Esta es la casa de todos.
Intentaré reflejar el sentimiento de los compañeros docentes, de los compañeros estudiantes de la Universidad, y también, y en especial las Madres, nuestras queridas Madres, me han pedido también que sea la voz de ellas.
Desde lo personal, no puedo dejar de recordar por lo menos para mí, el comienzo de estos actos. Como que la historia se obstina en ponernos otra vez en aquel lugar en que pensábamos ya no volveríamos.
Me tocó despedir a los compañeros fusilados en Trelew. Han pasado casi treinta años, y nos toca hacernos cargo de hablar, porque los seres humanos hablamos para que las ideas sean compartidas, y al menos el corazón tenga un poquitito de espacio para dejar salir el dolor y la angustia hacia afuera. La reflexión política le corresponde básicamente a los compañeros de la Verón. El dolor y la historia nos corresponde a todos.
Maximiliano y Darío: nos hacemos cargo de sus nombres. Otra vez nuestra lista de muertos incorpora dos compañeros. Y nadie que mire con un mínimo de rigor intelectual esta historia se animaría a decir por desgracia que este es el fin de la tragedia.
Maximiliano y Darío. De Maximiliano sé lo que contó su madre. Las madres siempre hablan con amor. Pero hay un pequeño detalle que me animo a traer aquí, lo aportó su maestra de dibujo. Un militante, que aparte de entregar lo mejor de su tiempo en la causa en la que creía, dibujaba y pintaba. No son cosas menores. Allí donde el sistema pretende animalizar a la criatura humana, ahí cuando parece que la pobreza impuesta como manera diaria de vida tiene el efecto devastador de anular la sensibilidad, la criatura humana, esta vez de la mano de Maximiliano, nos demostró una antigua verdad: la belleza está al alcance de todos, y es muy difícil que la belleza verdadera no vaya de la mano con la ética, no vaya de la mano con el compromiso por la vida. No conozco los dibujos de Maximiliano. Su último dibujo fue su propio cuerpo.
Darío nos replantea el problema de la ética, la conducta del bien ¿Qué es el bien? ¿De qué lado está? ¿Existe el bien en estos tiempos de la muerte? Los compañeros lo conocieron a Darío. Estuvo aquí más de una vez, en lo de Madres, pero yo voy a hablar de él a partir de sus últimos gestos. Cuando las aguas se dividen, mentir está de más, y el cuerpo rinde cuenta ante la vida.
Maximiliano herido, cuentan los compañeros que él pidió a los demás que se fueran, que protegieran a las compañeras y a los niños. Y él se quedó para ayudar al herido. Ahí la policía lo asesinó. Más todavía: lo ultrajó. Hemos visto fotos, hemos visto videos, ahí está la policía tomando a un cuerpo lastimado, indefenso, provocando más dolor sobre el dolor, más injusticia sobre la injusticia; planteándonos incluso el sentido de cual es, para qué, dónde comienza la vida y donde comienza la muerte; qué es lo perverso... ¿Es el hombre un ser perverso por naturaleza? ¿O es esta práctica cotidiana y concreta del capitalismo que hace a la criatura humana un ser perverso, animal, dañino, capaz no sólo de matar, sino de sonreírse, de gozar ante la muerte del otro; y de convertir al hombre herido, al cuerpo herido, a este chico herido, en algo que había que ultrajarlo más?
¿Por qué ultrajar todavía más a ese cuerpo herido? ¡Qué envidia, qué prejuicio, que incapacidad que expresaron esos policías, que no sólo hablaban por ellos, sino que también hablaban por un sector social de este país!
¡Por respeto a los muertos, aquí no hay que mentirse! Aquí las aguas otra vez se dividen, y hay gente que salió a decir que estaban bien los muertos. Hay gente que en el fondo piensa que eso está bien para que los piqueteros no sigan dañando, amenazando, provocando temor por esa sagrada propiedad privada, que al menos en este país, se obstinan en valorar por encima del cuerpo y del alma humana.
¡Aquí está en juego la propiedad privada! Aquí está lleno de gente que siente miedo por su propiedad privada. Que vió en Darío, en Maximiliano, como a ángeles del fuego que amenazaban su propiedad privada. Y nos quieren decir que nos se van a quedar quietitos mientras los revoltosos, los subversivos, los que nunca están conformes con nada, los pobres de toda pobreza que no aceptan el destino que tiene el poder para ellos: morirse en silencio y en soledad como los elefantes. ¡No! Que no vengan a molestar, que no vengan a decir que están vivos, y que reclaman, y que protestan, y que pelean, y que no aceptan ser sacados de la vida como si ya estuvieran muertos.
El compañero, con palabra bella y justa, hablaba del muerto que el poder ve en los pobres de este país. Y en aquellos que quizás tengan algún bien, pero que hacen suya, por una cuestión de dignidad, por una cuestión de amor, por una cuestión de fraternidad, por una cuestión de ética, la lucha de los compañeros con menos bienes, con más dolor, con más enseñanza de la dureza sobre el cuerpo.
Se abrió una vez más la línea separadora en nuestro país. Seguramente vendrán por más. La historia enseña que detrás de los liberales que proclaman la democracia y las elecciones y todo eso, cuando viene el miedo, viene también la voracidad por el cuerpo del que cree su enemigo.
No estamos para el miedo, sí estamos para la reflexión, para hablar de Maximiliano, para hablar de Darío, para hablar de los compañeros de la Verón. Para reconocer que podrá haber errores o no, pero que la sociedad otra vez necesitada de símbolos, deposita en los frágiles hombros de los más desposeídos la verdadera condición humana.
¿Y los medios de comunicación, qué? Otra vez mostrando lo que son, que no hay libertad de prensa en el capitalismo, que hay libertad de empresa, y que hay quienes juegan para un lado o para el otro. Y buena parte juega para el enemigo de nuestro país, de nuestra clase, de nuestros sueños.
No vamos a dejar solos a los piqueteros. No es por ellos, es por nosotros mismos. Nos quedaríamos demasiado solos y sin sueños en el mundo.
Maximiliano: ¡que sigas apostando a la belleza!
Darío: ¡que sigas apostando a la bondad!
¡Sólo está muerto el que entierra sus sueños!
¡Darío y Maximiliano están vivos con nosotros!
Tota, en nombre de las Madres:
Bueno, después de todas las palabras que dijeron los compañeros, es imposible decir algo más. Solamente quiero decirle a todos que Maxi y Darío están junto con los 30000, en cada uno de ustedes, en cada uno de ellos que luchan, y que siempre decimos:
¡No se fueron! ¡Están acá! Y van a estar siempre con nosotras, siempre con los compañeros, siempre con la familia, y sobre todo con las Madres.
¡Allí estamos nosotras con ellos, y ellos con nosotras!