9 de febrero del 2004
Cátedra de Formación Política
Ernesto Che Guevara. Introducción al Pensamiento Marxista (II)
Introducción a las cartas
de C. Marx a L. Kugelmann
V. I. Lenin
[5/2/1907]
Al editar en un folleto la recopilación completa de las
cartas de Marx a Kugelmann, que aparecieron en el semanario socialdemócrata
alemán Neue Zeit, nos proponemos dar a conocer más íntimamente
al público ruso a Marx y el marxismo. En la correspondencia de Marx ocupan
un lugar destacado, como era de esperar, los temas personales. Para un biógrafo,
todo esto constituye un material muy valioso. Mas para el público en
general y, particularmente, para la clase obrera de Rusia, son infinitamente
más importantes aquellos pasajes de las cartas que contienen materiales
de carácter teórico y político. En nuestro país,
precisamente en la época revolucionaria en que vivimos, es muy instructivo
profundizar en un material que testimonia cómo Marx se hacía eco
inmediato de todos los problemas del movimiento obrero y de la política
mundial. Tiene completa razón la redacción de Neue Zeit
al afirmar que "nos eleva el conocimiento directo de aquellos hombres, cuyas
ideas y voluntad se formaron en las circunstancias de grandes revoluciones".
En 1907, para los socialistas rusos, este conocimiento es doblemente necesario,
ya que les proporciona multitud de las más valiosas enseñanzas
acerca de las tareas inmediatas de los socialistas en todas y cada una de las
revoluciones por las que atraviesa su país. Rusia pasa precisamente en
nuestros días por una "gran revolución". La política seguida
por Marx en los años relativamente tempestuosos de la década del
60 debe servir, con muchísima frecuencia, de modelo directo para la política
socialdemócrata en la actual revolución rusa.
Por lo tanto, nos permitiremos señalar, con la mayor brevedad, los pasajes
de la correspondencia de Marx de especial importancia en el sentido teórico,
y detenernos con más detalle en su política revolucionaria, como
representante del proletariado.
Desde el punto de vista de la comprensión más completa y profunda
del marxismo, tiene un interés notable la carta del Il de julio de 1868
(pág. 42 y siguientes)[http://www.marx2mao.org/M2M(SP)/Lenin
(SP)/PRTK07s.html]. Marx expone en ella con extraordinaria
claridad, en forma de réplicas polémicas contra los economistas
vulgares, el concepto suyo acerca de la llamada teoría del valor
"del trabajo".
Marx analiza aquí, de un modo breve, sencillo y muy claro, precisamente
aquellas objeciones contra su teoría del valor que, con la mayor naturalidad,
surgen en la mente de los lectores menos preparados de El Capital y que,
por lo mismo, son recogidas con gran celo por los mediocres representantes de
la "ciencia académica" burguesa. Marx explica en esta carta el camino
que él tomo y el que es necesario tomar para interpretar la ley del valor.
En el ejemplo de las objeciones más comunes, Marx enseña cuál
es su método. Descubre la relación existente entre un problema
tan meramente teórico y abstracto (al parecer) como el de la teoría
del valor y "los intereses de las clases dominantes", que exigen "eternizar
la confusión". Sólo es de desear que cada uno de los que aborden
el estudio de Marx y la lectura de El Capital, lea y relea la carta a
la que nos referimos, al mismo tiempo que estudie los primeros y más
difíciles capítulos de El Capital.
Otros pasajes de las cartas, especialmente interesantes desde el punto de vista
teórico, son las opiniones de Marx sobre diversos escritores. Cuando
uno lee estos juicios de Marx, escritos en un lenguaje vivaz, llenos de pasión,
que revelan su inmenso interés por todas las grandes corrientes ideológicas
y por su análisis, se tiene la impresión de estar oyendo la palabra
del genial pensador. Además de las opiniones manifestadas de paso sobre
Dietzgen, merece especial atención de los lectores la apreciación
hecha de los proudhonistas (pág. 17). La "brillante" juventud intelectual
procedente de las filas de la burguesía, que se lanza "hacia el proletariado"
en los períodos de ascenso social, pero que es incapaz de penetrar las
concepciones de la clase obrera y trabajar tenaz y seriamente-"en las filas
y en la línea" de las organizaciones proletarias, está pintada
sólo con unos cuantos trazos, pero de una claridad asombrosa [2].
De pronto una referencia a Dühring (pág. 35) [3], que parece presagiar
el Anti-Dühring, la famosa obra de Engels (y de Marx) escrita nueve
años más tarde. Existe una traducción rusa de dicha obra,
hecha por Tsederbaum, que, por desgracia, además de omisiones contiene
errores y es sencillamente una mala traducción. Hay allí mismo
una mención de Thünen, que afecta también a la teoría
de la renta de Ricardo. Ya por aquel entonces, en 1868, Marx rechazaba resueltamente
los "errores de Ricardo", refutados definitivamente en el tercer tomo de El
Capital, aparecido en 1894, errores que hasta hoy día son repetidos
por los revisionistas, empezando por nuestro ultraburgués e incluso centurionegrista
señor Bulgákov, y terminando por el "casi ortodoxo" Máslov.
Es interesante también la opinión de Marx sobre Büchner con
la apreciación sobre el materialismo vulgar, así como de la "palabrería
superficial" copiada de Lange (¡fuente habitual de la filosofía "profesoral"
burguesa!) (en la pág. 48) [4].
Veamos ahora la política revolucionaria de Marx. En Rusia adquirió
una difusión asombrosa entre los socialdemócratas cierto concepto
filisteo sobre el marxismo, según el cual el período revolucionario,
con sus formas especiales de lucha y las tareas particulares del proletariado,
constituye casi una anomalía, mientras que la "constitución" y
la "oposición extrema" son la regla. Ningún país del mundo
atraviesa ahora por una crisis revolucionaria tan profunda como Rusia y en ningún
otro país existen "marxistas" (que rebajen y vulgaricen el marxismo)
que asuman una posición tan escéptica y filistea frente a la revolución.
¡Del hecho de que el contenido de la revolución es burgués, llegan
a la conclusión trivial de que la burguesía es la fuerza motriz
de la revolución, de que las tareas del proletariado en la misma son
auxiliares, no independientes, y de que es imposible que el proletariado dirija
la revolución!
¡De qué modo desenmascara Marx en sus cartas a Kugelmann este concepto
trivial acerca del marxismo! He aquí la carta del 6 de abril de 1866.
Marx, a la sazón, daba término a su obra principal. Su opinión
definitiva sobre la revolución alemana de 1848, ya la había dado
14 años antes de que fuese escrita esta carta [5]. En 1850, Marx mismo
se había despojado de sus ilusiones socialistas sobre la proximidad de
la revolución socialista en 1848 [6]. Y en 1866, al comenzar a observar
las nuevas crisis políticas en maduración, escribió:
"¿Comprenderán, por fin, nuestros filisteos (se trata de los liberales
burgueses de Alemania) que sin una revolución que elimine a los Habsburgo
y Hohenzollern, las cosas llevarán, en fin de cuentas, a una nueva Guerra
de los Treinta Años?". (págs. 13 y 14) [7].
Ni la menor ilusión de que la próxima revolución (que se
llevó a cabo desde arriba y no desde abajo, como esperaba Marx) eliminaría
a la burguesía y el capitalismo. No hacía más que señalar
de una manera clara y precisa que dicha revolución eliminaría
a las monarquías prusiana y austriaca. ¡Y qué fe en esta revolución
burguesa! ¡Qué pasión revolucionaria de luchador proletario que
comprende el enorme papel de la revolución burguesa para el avance del
movimiento socialista!
Tres años más tarde, en vísperas del hundimiento del imperio
napoleónico en Francia, al señalar la existencia de un movimiento
social "muy interesante", Marx manifiesta con verdadero entusiasmo que
"los parisienses comienzan a estudiar su reciente pasado revolucionario con
vistas a prepararse para la nueva lucha revolucionaria inminente". Describiendo
la lucha de clases que se ha revelado del estudio de este pasado, Marx concluye
(pág. 56): "¡Y hierve la caldera de las hechiceras de la Historia! ¡Cuándo
llegaremos nosotros (en Alemania) a tal estado!" [8]
Esto es lo que deberían aprender de Marx los intelectuales marxistas
rusos, postrados por el escepticismo y atontados por la pedantería, propensos
a los discursos de arrepentimiento y que se cansan rápidamente de la
revolución y sueñan, como si fuese una fiesta, con el entierro
de la revolución para sustituirla por la prosa constitucional. Deberían
aprender del jefe y teórico de los proletarios a tener fe en la revolución,
a saber llamar a la clase obrera a defender hasta el fin sus tareas revolucionarias
inmediatas, a mantener firme el espíritu, sin llegar a los lloriqueos
pusilánimes ante los reveses temporales de la revolución.
¡Los pedantes del marxismo piensan que todo esto es charlatanería ética,
romanticismo, falta de realismo! ¡No, señores! Esto es saber unir la
teoría revolucionaria con la política revolucionaria, unión
sin la cual el marxismo se convierte en brentanismo [9], en struvismo [10],
en sombartismo [11]. La doctrina de Marx fundió en un todo indisoluble
la teoría y la práctica de la lucha de clases. Y no es marxista
quien deforma una teoría que constata serenamente la situación
objetiva, para justificar la situación existente, llegando al deseo de
adaptarse cuanto antes a cada declive temporal de la revolución, de abandonar
lo más rápidamente posible las "ilusiones revolucionarias" y dedicarse
a pequeñeces "reales".
Marx era capaz de sentir la proximidad de la revolución y elevar al proletariado
hasta la conciencia de sus tareas revolucionarias progresivas en la época
más pacífica, que podría parecer, según expresión
suya, "idílica" o "desconsoladoramente estancada" (según la redacción
de Neue Zeit). En cambio, nuestros intelectuales rusos, que simplifican
a Marx de modo filisteo, ¡ aconsejan al proletariado, en la época de
mayor auge de la revolución, que realice una política pasiva,
que se deje llevar sumiso "por la corriente", que apoye tímidamente a
los elementos más vacilantes del partido liberal en moda!
La apreciación que Marx hace de la Comuna de París corona sus
cartas a Kugelmann. Y esta apreciación es particularmente instructiva
si la comparamos con los métodos empleados por los socialdemócratas
rusos del ala derecha. Plejánov, que después de diciembre de 1905
exclamó con pusilanimidad: "¡No se debía haber empuñado
las armas!", tenía la modestia de compararse con Marx, afirmando que
también Marx frenaba la revolución en 1870.
Sí, también Marx la frenaba. Pero fíjense en el
abismo que hay entre Plejánov y Marx en la comparación hecha por
el primero.
En noviembre de 1905, un mes antes de que llegase a su punto culminante la primera
ola revolucionaria rusa, Plejánov no sólo no advertía resueltamente
al proletariado, sino que, por el contrario, afirmaba sin ambages que era necesario
aprender a manejar las armas y armarse. Pero cuando un mes más
tarde estalló la lucha, Plejánov, sin hacer el menor intento de
análisis de su papel e importancia en la marcha general de los acontecimientos,
de su enlace con las formas anteriores de lucha, se apresuró a pasar
por un intelectual arrepentido gritando: "No se debía de haber empuñado
las armas".
En septiembre de 1870, medio año antes de la Comuna, Marx
advirtió francamente a los obreros franceses, en su famoso llamamiento
de la Internacional [12] que la insurrección sería una locura.
Puso al descubierto de antemano las ilusiones nacionalistas respecto
a la posibilidad de un movimiento en el espíritu del de I792. Supo decir
muchos meses antes, y no ya después de los acontecimientos : "No
se debe empuñar las armas".
Pero, ¿qué posición asumió Marx cuando esta obra desesperada,
según su propia declaración de septiembre, empezó a tomar
vida en marzo de 1871? ¿ Acaso Marx aprovechó esta ocasión (como
lo hizo Plejánov con respecto a los acontecimientos de diciembre) únicamente
en "detrimento" de sus adversarios, los proudhonistas y blanquistas que dirigían
la Comuna? ¿Acaso se puso a gruñir como una preceptora: "ya decía
yo, ya les advertía, y ahí tenéis vuestro romanticismo,
vuestros delirios revolucionarios"? ¿Acaso Marx se dirigió a los comuneros
como Plejánov a los luchadores de diciembre con su sermón de filisteo
autosatisfecho: "No se debía de haber empuñado las armas"?
No. El 12 de abril de 1871 Marx escribió una carta llena de entusiasmo
a Kugelmann, carta que con gran placer colgaríamos en la casa de cada
socialdemócrata ruso, de cada obrero ruso que supiera leer.
Marx, que en septiembre de 1870 había calificado la insurrección
de locura, en abril de 1871, al ver el carácter popular y de masas del
movimiento, lo trata con la máxima atención de quien participa
en los grandes acontecimientos que marcan un paso adelante en el histórico
movimiento revolucionario mundial.
Esto - dice Marx - es un intento de destrozar la máquina burocrática
militar, y no simplemente de entregarla a otras manos. Y canta un verdadero
hosanna a los "heroicos " obreros de París, dirigidos por proudhonistas
y blanquistas. "¡Qué flexibilidad -- escribió Marx --, qué
iniciativa histórica y qué capacidad de sacrificio tienen estos
parisienses!" (pág. 88) . . . "La historia no conoce todavía ejemplo
de heroísmo semejante".
La iniciativa histórica de las masas es lo que más aprecia
Marx. ¡Oh, si nuestros socialdemócratas rusos aprendieran de Marx a valorar
la iniciativa histórica de los obreros y campesinos rusos en octubre
y diciembre de 1905!
A un lado, el homenaje a la iniciativa histórica de las masas
por parte del más profundo de los pensadores, que supo prever medio año
antes el revés; y al otro, el rígido, pedantesco, falto de alma:
"¡No se debía de haber empuñado las armas!" ¿No se hallan acaso
tan distantes como la tierra del cielo?
Y en su calidad de participante en la lucha de masas, en la que intervino
con todo el entusiasmo y pasión que le eran inherentes, desde su exilio
en Londres, Marx emprende la tarea de criticar los pasos inmediatos de
los parisienses "valientes hasta la locura" y "dispuestos a tomar el cielo
por asalto ".
¡Oh, cómo se habrían mofado entonces de Marx nuestros actuales
sabios "realistas" de entre los marxistas que, en 1906-1907 se mofan en Rusia
del romanticismo revolucionario! ¡Cómo se habría burlado esta
gente del materialista, del economista, del enemigo de las utopías
que admira el "intento" de tomar el cielo por asalto! ¡Cuántas
lágrimas, cuántas risas condescendientes, cuánta compasión
habrían prodigado todos estos hombres enfundados [13] respecto a las
tendencias motinescas, utopistas, etc., etc., con motivo de semejante apreciación
del movimiento dispuesto a asaltar el cielo!
Pero Marx no estaba penetrado de la "archisabiduría de los albures" [14],
que temen analizar la técnica de las formas superiores de la lucha
revolucionaria, y analizó precisamente estas cuestiones técnicas
de la insurrección. ¿Defensiva u ofensiva?, pregunta, como si las operaciones
militares se desarrollasen a las puertas de Londres. Y responde: sin falta,
la ofensiva, " se debía haber emprendido inmediatamente la ofensiva
contra Versalles . . ."
Esto lo escribía Marx en abril de 1871, unas semanas antes del grande
y sangriento mes de mayo . . .
Los insurrectos que se lanzaron a la obra "loca" de tomar el cielo por asalto
(septiembre de 1870) "debieron haber emprendido inmediatamente la ofensiva contra
Versalles".
"No se debía de haber empuñado las armas" en diciembre de 1905,
para defenderse por la fuerza contra los primeros intentos de arrebatar las
libertades conquistadas . . .
¡Sí, no en vano se comparaba Plejánov con Marx!
"Segundo error - continúa Marx en su crítica de carácter
técnico -: el Comité Central" (es decir, la dirección
militar; tomen nota, pues se trata del CC de la Guardia Nacional) "abandonó
el poder demasiado pronto" . . .
Marx sabía prevenir a los dirigentes contra una prematura insurrección.
Pero ante el proletariado que asaltaba el cielo, adoptaba la actitud
de consejero práctico, de participante en la lucha de las masas
que elevan todo el movimiento a un grado superior, a pesar de
las teorías falsas y los errores de Blanqui y Proudhon.
"De cualquier manera - escribía Marx -, la insurrección de París,
incluso en el caso de ser aplastada por los lobos, cerdos y viles perros de
la vieja sociedad, constituye la proeza más gloriosa de nuestro Partido
desde la época de la insurrección de junio" [15].
Y Marx, sin ocultar al proletariado ni uno solo de los errores de la
Comuna, dedicó a esta proeza una obra [16] que hasta hoy día
es la mejor guía para la lucha por el "cielo", y el espanto más
temido por los " cerdos " liberales y radicales.
Plejánov dedicó a diciembre una "obra" que se ha convertido casi
en el Evangelio de los kadetes.
Sí, no en vano se comparaba Plejánov con Marx.
Kugelmann respondió a Marx, manifestándole, por lo visto, algunas
dudas, haciendo alusiones a lo desesperado de la empresa, al realismo en oposición
al romanticismo; en todo caso, comparaba la Comuna, la insurrección,
con la manifestación pacífica del 13 de junio de 1849 en París.
Marx inmediatamente (el I7 de abril de 1871) da una severa réplica a
Kugelmann.
"La historia universal - escribe -, sería por cierto muy fácil
de hacer si la lucha sólo se aceptase con la condición de que
se presentaran perspectivas infaliblemente favorables." [17]
En septiembre de 1870, Marx calificaba la insurrección de locura. Pero,
cuando las masas se sublevan, Marx quiere marchar con ellas, aprender
al lado de ellas, en el curso de la lucha, y no darles consejos burocráticos.
Marx comprende que los intentos de prever de antemano, con toda precisión,
las probabilidades de éxito, no serían más que charlatanería
o vacua pedantería. Pone, por encima de todo, el que la clase
obrera crea la historia mundial heroicamente, abnegadamente y con iniciativa.
Marx consideraba a la historia desde el punto de vista de sus creadores,
sin tener la posibilidad de prever de antemano, de modo infalible, las
probabilidades de éxito, y no desde el punto de vista del filisteo intelectual
que viene con la moraleja de que "era fácil prever…, no se debía
de haber empuñado…"
Marx sabía apreciar también el hecho de que hay momentos en la
historia en que la lucha desesperada de las masas, incluso por una causa
sin perspectiva, es indispensable para los fines de la educación
ulterior de estas masas y de su preparación para la lucha siguiente.
A nuestros cuasimarxistas actuales, a los que gustan citar a Marx al
tuntún, con el único fin de utilizar su apreciación del
pasado y no de aprender de él a crear el futuro, les es completamente
incomprensible, incluso ajena en principio, semejante manera de plantear
el problema. Plejánov ni siquiera pensó en ella al emprender,
después de diciembre de 1905, la tarea de " frenar…".
Pero Marx plantea precisamente este problema, sin olvidarse en lo más
mínimo de que, en septiembre de 1870, él mismo consideraba como
locura la insurrección.
"Los canallas burgueses de Versalles - escribe Marx - plantearon ante los parisienses
la alternativa: aceptar el reto a la lucha o entregarse sin luchar. La desmoralización
de la clase obrera en este último caso habría sido una desgracia
mucho mayor que el perecimiento de cualquier número de líderes"
[18].
Con esto terminaremos nuestro breve esbozo sobre las enseñanzas de una
política digna del proletariado, tal como nos las ofrece Marx en sus
cartas a Kugelmann.
La clase obrera de Rusia ha demostrado ya, y lo demostrará todavía
más de una vez, que es capaz de "tomar el cielo por asalto".
NOTAS
[1] Se refiere a la carta de C. Marx a L. Kugelmann del 11 de julio de 1868.
[2] Ibid., del 9 de octubre de 1866.
[3] Ibid., del 6 de marzo de 1868.
[4] Ibid., del 5 de diciembre de 1868.
[5] Véase F. Engels, "La revolución y contrarrevolución
en Alemania".
[6] Véase C. Marx y F. Engels, "Resumen internacional (III) y C. Marx,
Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850
[7] Véase la carta de C. Marx a L. Kugelmann del 6 de abril de 1866.
[8] Ibid., del 3 de marzo de 1869.
[9] El brentanismo era una "doctrina liberal-burguesa que admitía
una lucha de 'clase' no revolucionaria del proletariado" (V. I. Lenin, La
revolución proletaria y el renegado Kautsky), que debió su
nombre a L. Brentano, economista burgués alemán, partidario del
llamado "socialismo de Estado" quien pretendió demostrar que se podía
realizar la igualdad social dentro del capitalismo mediante reformas y conciliaciones
de intereses de los capitalistas y obreros. Con un vocabulario marxista como
rótulo, L. Brentano y sus seguidores trataron de subordinar el movimiento
obrero a los intereses de la burguesía.
[10] El struvismo era una deformación burguesa-reformista del
marxismo. P. B. Struve y otros "marxistas legales" intentaban utilizar la bandera
y el movimiento obrero en beneficio de la burguesía. Lenin en sus obras
puso al descubierto en el struvismo el embrión del oportunismo internacional
y el revisionismo, que más tarde tomó forma en las concepciones
de Bernstein y Kautsky; él mostró la evolución natural
del struvismo dentro del liberalismo nacionalista burgués. En tiempos
de la Primera Guerra Mundial, Struve fue uno de los ideólogos del imperialismo
ruso; ocultándose con la fraseología marxista, defendía
el chovinismo social, justificaba la guerra de rapiña, la anexión,
la opresión nacional bajo el falso pretexto de que "el desarrollo del
capitalismo en mi país, y consecuentemente el advenimiento del socialismo,
será acelerado por su victoria". (V. I. Lenin, "La bancarrota de la II
Internacional")
[11] El sombartismo : corriente liberal-burguesa, que toma su nombre
de V. Sombart, economista vulgar burgués de Alemania. Lenin decía
que Sombart "tergiversa a Marx con la ayuda de citas de Marx", "remitiéndose
a afirmaciones aisladas de Marx, imitando el marxismo, sustituyéndolo
por el brentanismo". (V. I. Lenin, "El triunfo de los kadetes y las tareas del
partido obrero".)
[12] Se alude al "Segundo manifiesto del Consejo General de la Asociación
Internacional de los Trabajadores sobre la guerra franco-prusiana ", escrito
por Marx del 6-9 de septiembre de 1870.
[13] El hombre enfundado : héroe del cuento así titulado
del escritor ruso A. Chéjov. Tipo del filisteo de corto alcance, que
teme todo lo nuevo, toda iniciativa.
[14] EI albur sabio: imagen del filisteo cobarde del cuento del escritor
satírico ruso M. Saltikov-Schedrín.
[15] Véase la carta de C. Marx a L. Kugelmann del 12 de abril de 1871.
[16] V. I. Lenin alude al libro de C. Marx, La guerra civil en Francia http://www.marx2mao.org/M2M(SP)/M&E(SP)/CWF71s.html.
[17] Véase la carta de C. Marx a L. Kugelmann del 17 de abril de 1871.
[18] Ibid.