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La Fogata, Marzo 2001 - Marzo 2011, 10 años....

y vamos por mas....

"NUESTROS SUEÑOS, NO CABEN EN SUS URNAS"

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Homenaje a Silvio Frondizi a 37 años de su brutal asesinato

Silvio Frondizi es, sin dudas,  el mayor pensador marxista argentino de todos los tiempos.

Nació en Paso de los Libres, Corrientes, en enero de 1907. Abogado, teórico, profesor, historiador y militante. Fundador del movimiento Acción Democrática Independiente (ADI), de Praxis y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis), hermano del presidente argentino Arturo Frondizi (UCRI) y del filósofo Risieri Frondizi.

En 1954 previó  la Globalización y de algún modo el fracaso de la Unión Soviética porque ya en esa época sostenía que ése no era socialismo.  Durante la Revolución Cubana, se entrevisto con el Che Guevara quien le ofreció ser el Director de la Universidad de la Habana para difundir desde allí el marxismo en toda América. Sin embargo, Silvio, revolucionario integral como el propio Che, rechazó la oferta porque sostenía que el destino de Cuba dependía de la revolución en toda América. Por esta razón optó por regresar de inmediato a  Buenos Aires y participar en la organización de la revolución americana.

De Praxis, ese movimiento juvenil  marxista cuyo rasgo esencial consistió  en  que no era ni estalinista, ni trotskista,  más bien influenciado del espartaquismo alemán de Rosa Luxemburgo, influido por el guevarismo, el fue su mentor y conformó una cantera de cuadros  revolucionarios, la mayoría de los cuales fueron activos en las organizaciones de los setentas.

Frondizi rechazó la identificación de gorila hacia los militantes seguidores de Perón pero lo que rechazo enfáticamente fue la caracterización del Partido Comunista  que afirmaba que el peronismo era fascismo, explicando que mientras el fascismo era un producto del gran capital y su base la pequeña burguesía, el peronismo, en cambio,  era un producto de la burguesía nacional y su base era la clase obrera.  También negó el populismo que trató al peronismo como movimiento de liberación nacional, reconociendo, sin embargo, todo el carácter positivo del peronismo como expresión de la burguesía nacional y sostenedor de la organización obrera, sin dejar de mencionar  sus limitaciones lógicas en una sociedad burguesa,  caracterizándolo como bonapartismo

En 1970  se unió al PRT- ERP  en los frentes de masas de esa organización (el FAS y el MSB) expresiones políticas en la que aplico todas sus teorías para la revolución. Fue el responsable de las denuncias de la masacre de guerrilleros de ERP perpetrada en Catamarca.

El 27 de septiembre de 1974 un comando de la Alianza Anticomunista Argentina irrumpió en su casa de Buenos Aires para secuestrarlo, asesinando a su yerno, que intentó defenderlo. Horas más tarde la Triple A se adjudicó el asesinato, informando sobre la ubicación del cadáver de Silvio, brutalmente golpeado y acribillado por la espalda a través de un comunicado público.

La triple A lo asesino, pero no pudo detener sus ideas. 

Conocí a Silvio, y compartí con él la militancia en Praxis y luego en el PRT-ERP. Gracias a la invitación de Peña Lillo Continente  y la colaboración apasionada de Juan Jorge Barrero se re-editarán sus obras dentro de su colección Pensamiento Nacional el año entrante.

37 años después Silvio Frondizi continúa su lucha.

Un homenaje a un uno de nuestros más dignos intelectuales es recordar sus ideas.

Luis  Mattini


Silvio Frondizi, pensador trágico de la crisis

(Horacio Tarcus, Las palabras y las cosas)

Agosto de 1974. Tras el fallido intento de un comando guerrillero de copar un regimiento en Catamarca, el general Luciano Benjamín Menéndez se convierte en el gobernador plenipotenciario de la provincia. Al mando de una gigantesca operación conjunta, que moviliza unos 2.000 efectivos, el general dirigió una increíble cacería sobre esos 80 hombres, que culmina con la muerte en combate de unos pocos, el aprisionamiento de muchos y el fusilamiento de los restantes.

Se hacen presentes en el feudo de Menéndez los abogados defensores de los detenidos. Todavía regían, al menos formalmente, las garantías constitucionales, y el pequeño dictador no podía negarse a la investigación. Pero podía recurrir a todos los medios de intimidación posibles. La orden para los abogados, ante de permitirles ingresar al terreno de los hechos, era la de desnudarse, como requisito previo de "seguridad".

-Yo no voy a desnudarme -dijo el mayor de los abogados, mirando fijamente a los ojos del general. Y agregó, lacónica pero firmemente:

-Soy Silvio Frondizi.

El general respondió al desafío. Los dos hombres se miraron, frente a frente, a los ojos. Se sucedieron tensos minutos de silencio. A través de estos dos hombres, de estas dos miradas, se enfrentaban dos tradiciones, dos símbolos, dos países.

-Esta bien. Pase, doctor.

El general había cedido al revolucionario.

Pero en el plano de las fuerzas sociales en que se encarnaban estas personalidades, la resolución del enfrentamiento fue a la inversa. Aquí la fuerza sometió a la razón. Recuperar para las nuevas generaciones y para la memoria colectiva la trayectoria de Silvio Frondizi no es, pues, sólo un acto de justicia con una de las máximas figuras del marxismo olvidado en nuestro país, sino una de las formas de preparar, para futuros combates, la victoria de la razón y la revolución.

 Años de formación

Silvio Frondizi, el doceavo de catorce hermanos, nace en Paso de los Libres en 1907, en el seno de una familia de inmigrantes italianos, relativamente acomodada y culta. Mientras el clan Frondizi se mantuvo reunido, la mesa familiar fue centro de debates filosóficos y políticos. Silvio y Arturo están unidos entrañablemente en los años de niñez y juventud. Juntos llegan a Buenos Aires en 1923, terminan el bachillerato e ingresan a la Facultad de Derecho en 1926.

Pero lo senderos comienzan a bifurcarse: Silvio se concentra largos años en el estudio del derecho y la historia, mientras Arturo hace carrera meteórica. Silvio es un oscuro profesor de historia en la Universidad de Tucumán, en tanto Arturo se convierte en un dirigente radical de primera línea. Silvio prepara, desde Tucumán, su tesis sobre John Loocke; Arturo proyecta un ensayo sobre Maquiavelo. Las tesis del fundador del liberalismo llevarán a Silvio, vía Rousseau, a la senda de Marx. El realismo político del florentino, sus consejos al Príncipe para manipular la ignorancia de sus súbditos, conducirá a Arturo a la senda del poder.

Visión del mundo

Entre 1938 y 1946 Silvio Frondizi sistematiza sus estudios sobre teoría política, mientras enseña en la Universidad de Tucumán. En 1943 ve la luz su Introducción al pensamiento de John Loocke y dos años después El Estado moderno. Aunque tributarias del legado liberal, lo peculiar del liberalismo de Silvio Frondizi es su carácter desgarrado, contradictorio. Entre el individuo y la comunidad, entre el interés público y el privado, entre la libertad y la propiedad, se plantean antinomias irresolubles. Se trata de la visión trágica de un demócrata liberal que constata que "la concepción en que hemos sido educados está en crisis".

Silvio Frondizi pertenece a una generación cuyas nociones de progreso, armonía, democracia, etc., se ven sacudidas doblemente: en el plano mundial, la crisis capitalista, el fin del Estado liberal, el ascenso del fascismo y la Guerra; en el nacional, la crisis del proyecto del ´80, la violación permanente del orden constitucional, la emergencia de la "sociedad de masas ...".

La actitud del intelectual trágico ante la crisis será la de la revuelta ética contra el orden social capitalista, que hace tabla rasa con las mayores conquistas de la historia y la cultura. La función del intelectual consistirá en salvar aquellos valores del humanismo clásico que la barbarie capitalista arrastra en su propio hundimiento. Su solución será: ni repliegue ensimismado en los valores puros, ni aceptación de lo real, independientemente de los valores. Su tertium datur es el de asumir, en su contradicción, valores y realidad, teoría y práctica, objetivo y subjetivo... 

Entendió entonces que la concepción que le permitiría recoger lo mejor del legado democrático-revolucionario y pensar estas contradicciones en el camino de su superación dialéctica, era el marxismo. Pero al no resolverlas formalmente en este nuevo cuerpo teórico, sino al reinstalarlas en él, el marxismo de Silvio Frondizi será uno de los más abiertos y críticos de América Latina.

Bajo el signo de la praxis

Separado en 1946 de sus cargos universitarios abandona Tucumán e instalado definitivamente en Buenos Aires, se entrega a la actividad política y al estudio de la realidad argentina. La persecución ideológica de que fue objeto desde 1943 no lo acerca a la "oposición democrática". Entiende entonces al peronismo como una expresión de la crisis social y política argentina, no como su causa.

En numerosos textos de 1945/46 -como La crisis política argentina- cuestionará a las izquierdas que "no comprendieron el peronismo como un fenómeno social". En lugar de llevar a cabo un frente único contra el enemigo común -"la oligarquía terrateniente y clerical"- ingresaron en la Unión Democrática, una verdadera aventura de las fuerzas reaccionarias del país.

Los mejores frutos de esta etapa aparecerán en la segunda mitad de los ´50, con su obra teórica cumbre, La realidad argentina, y con su organización política, el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria)-Praxis, precursora, a pesar de su efímera vida, de las corrientes del mismo nombre en el resto de América Latina.

Tanto su pensamiento como su grupo fueron pioneros en el planteamiento de un marxismo crítico y antidogmático, de un socialismo antiburocrático y autogestionario, de la necesidad de partidos de izquierda de nuevo tipo, que pusieran en cuestión la escisiones alienantes de la "vieja izquierda": dirigentes/dirigidos, vida pública/vida privada, teoría/práctica.

A través de libros, folletos, periódicos, cursos, intervenciones políticas, Silvio Frondizi fue el maestro de una generación de revolucionarios a los que habló, ya en los ´50, de la "crisis de la vieja izquierda", reformista y burocrática, de la "crítica de la vida cotidiana", del socialismo como recuperación del "hombre total"...

El luchador solitario

La nueva situación creada por la Revolución cubana -Silvio viaja a Cuba en 1960 donde se entrevista reiteradamente con el Che-, sumada a la ilegalización que pesa sobre su grupo, provocan el descalabro del pequeño pero activo MIR-Praxis. Concentrado desde entonces en la actividad docente y en la defensa de presos políticos y gremiales, sólo publicará La Revolución cubana (1960), Argentina: la autodeterminación de su pueblo (1973) y sus Lecciones de derecho político.

Independientemente, desde entonces, se transforma en asesor de innumerables corrientes revolucionarias de América Latina, que desfilan incesantemente por su estudio o por su casa. En 1973 es candidato extrapartidario a senador por el FIP (Frente de Izquierda Popular) que lidera Abelardo Ramos y, al año siguiente integra la Mesa Directiva del FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo) que constituyen el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), corrientes peronistas e independientes de izquierda.

Amenazado de muerte por la Triple A en 1974, después de defender a los detenidos de la masacre de Catamarca, allegados y amigos le recomiendan alejarse del país. El viejo revolucionario se niega: "Este es mi puesto de lucha".

El 30 de agosto una bomba de alto poder incendia su estudio. El luchador solitario sigue, imperturbable, su labor de investigación y denuncia. Más que nunca, la desgarbada figura del viejo abogado recorre las comisarias, las cárceles, los Tribunales.

El 27 de septiembre será el golpe definitivo: un comando de la Triple A, dirigido por el subcomisario Juan Ramón Morales y el subinspector Rodolfo E. Amirón Cena, penetra en su domicilio y lo secuestra, después de golpearlo salvajemente. 

Dos horas mas tarde un comunicado de una organización terrorista se atribuye el crimen e informa que su cuerpo fue arrojado en Ezeiza, donde se encuentra acribillado a balazos por la espalda.

Pero el ensañamiento continúa: las fuerzas policiales que dirige el comisario Villar interceptan, dos días después, el cortejo fúnebre, agreden a los acompañantes y secuestran el féretro por varias horas. Tres años después, fuerzas del Ejército allanan su departamento, secuestran la biblioteca, el archivo y hasta los manuscritos inéditos.

El asesinato de Silvio Frondizi parece cerrar así una vida signada por la tragedia. Tragedia de un país que el intelectual revolucionario -el liberal consecuente, el marxista crítico- decidió asumir hasta las últimas consecuencias, pues, como planteaba el joven Luckacs, la vida trágica está indisolublemente unida a la muerte en cada uno de sus acontecimientos. Así, trágicamente, vivió, pensó y murió Silvio Frondizi.


Espejos e interrogantes desde el Parque Isiboro Sécure

Elizabeth Peredo Beltrán

Las voces que crecen en torno de la construcción de la carretera del TIPNIS han colocado una importante tensión en el proceso iniciado hace más de un quinquenio en el país.

El proceso actual boliviano empezó con un cuestionamiento al neoliberalismo y al colonialismo. Se inició hace un par de décadas con la marcha indígena por tierra y territorio y por una nueva constitución, colocando como una de las piedras fundacionales la legitimidad de los derechos de los pueblos indígenas y la necesidad de un nuevo pacto social. La Guerra del Agua, las jornadas de Febrero y Octubre 2003, la épica Guerra del Gas fueron también momentos fundacionales de creación de una narrativa articulada a la defensa de la vida que sentaron bases fundamentales para salir del letargo neoliberal.

Desde entonces hasta ahora, los movimientos y activistas sociales bolivianos han luchado por los derechos indígenas, por los derechos de la mujeres, por el valor de la vida, por una integración solidaria, por recuperar la soberanía, contra el libre comercio, contra la mercantilización del agua, contra los transgénicos, contra las mega represas, contra el racismo, contra la exclusión… Con esas agendas hemos llegado a la Asamblea Nacional Constituyente dando lugar a una de las Constituciones más interesantes de América del Sur que incluye el principio del “vivir bien”, el “Suma Qamaña” planteando al menos la intuición de que el desarrollismo, el extractivismo y la lógica del capital no son los caminos para construir un país que pretenda ser soberano y que pueda brindar una inspiración a los pueblos del mundo en la transformación urgente y necesaria que se requiere en el planeta.

Por ello, es fundamental a estas alturas hacer una pausa para mirar el camino recorrido y hacer un balance, hablar del proceso, no sólo del gobierno, aunque éste haya optado por banalizar los atisbos de crítica de la sociedad polarizando lo que debería ser más bien una práctica de debate amplio. Debemos pues asumir la mirada al espejo y tomar consciencia de a dónde vamos y de lo que estamos convirtiéndonos.

El TIPNIS es una herida que nos duele. Y nos duele más porque estamos reaccionando tarde, cuando ya los tramos están avanzados y sólo queda la “rayita” del tres en raya, aquella que marca una triste victoria y confina finalmente ese territorio a ser carcomido dejando sangrar la selva, el cuerpo de la Madre Tierra. Aquí siempre nos dijeron que el IIRSA era un cuento, que no había ni plata para hacerlo, pero resulta que se estaba incubando en cada gobierno de América del Sur aunque se llamara de izquierda o progresista y responde a la dinámica expansionista de las economías fuertes de la región, proyectos que no descansan en consolidar un modelo y una infraestructura regional al servicio de las grandes transnacionales y de un crecimiento depredador que podría tragarse el continente.

El TIPNIS es un tema nacional y de la mayor trascendencia pues tiene que ver con qué tipo de país queremos construir, qué tipo de integración aspiramos a tener, cómo debemos encarar y concebir los proyectos de desarrollo, cómo la infraestructura debe ayudar a cumplir las deudas del estado con los más pobres y al mismo tiempo cómo recuperamos o mantenemos los equilibrios con la naturaleza, cuál debería ser la relación con las empresas y el gran capital que parece ahora adelantarse a los preceptos que acordamos en la constitución… De hecho, el contrato con la empresa Odebrecht y el financiamiento del BNDES ya está acordado antes de proceder a la consulta previa establecida en la Constitución, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU suscrito por el estado boliviano. El análisis de conflictividad que se hace es claro al mostrar los diferentes vértices que acompañan este proceso y que están en una tensión entre lógicas de integración regional e integración nacional, la problemática de la tierra, la cuestión de los modelos de desarrollo y los múltiples temas derivados de una realidad social y política muy compleja.

Y no tenemos las bases de debate y reflexión colectiva que permita aclarar las incógnitas abiertas. Estamos pagando la factura de haber evitado el debate amplio, sincero y por lo tanto de haber debilitado la capacidad colectiva de crítica, reflexión, diálogo e interpelación al sistema que caracterizó la sociedad boliviana hasta 2007. Será que hemos creído ingenuamente que el poder tiene otras virtudes cuando está vestido del ropaje popular? O será que hemos cedido a una dinámica patriarcal sin darnos cuenta, dejando que el silencio se convierta en el síntoma? El debate sobre el desarrollismo no se está dando en Bolivia con las condiciones que debe tener una reflexión de esta magnitud y no estaba instalado totalmente en las épicas jornadas que dieron lugar a la nueva Constitución.

Esto se expresa hoy en la conflictiva situación causada por la construcción de la carretera del TIPNIS. Aunque los movimientos indígenas que encabezan su defensa mantienen con valor la idea de cuidar a la Madre Tierra y preservar el territorio y su biodiversidad, el pliego incluye además otros temas que de igual manera pueden quebrar la coherencia del cuidado de la Madre Tierra con lógicas de mercantilización y usufructo. Cada vez es un desafío mayor el articular los consensos necesarios.

El pliego de la CIDOB, si bien se constituye en un postulado de defensa del territorio del TIPNIS y por tanto recupera un amplio sentimiento nacional de preservar el Isiboro Sécure, incorpora en sus puntos la demanda del pago por los servicios ambientales, es decir que se les pague a los pobladores de esos territorios por cuidar el bosque. Y ese es un tema delicado, porque tiene que ver precisamente con el conflicto global entre la opción de desarrollar sociedades concientes de la problemática ambiental o someter el cuidado de la naturaleza a la lógica del mercado. Es decir, una opción de cuidar la vida y la naturaleza ateniéndose a formas de organización social y de conciencia humana restauradora más allá del mercado o mercantilizar el cuidado de la tierra, adaptando cualquier iniciativa ecológica al comercio y la compensación económica y, por tanto, avalar los mercados de carbono, los proyectos REDD+ y la economía verde que se prepara como una solución arrolladora para mercantilizar todo el planeta y alimentar un sistema que beneficia sobre todo a las grandes economías y a las grandes empresas transnacionales.

Un tema en el que Bolivia como Estado se ha pronunciado en el proceso de negociaciones del clima y el proceso Rio + 20 oponiéndose a la economía verde y los mercados de carbono por constituirse en una falsa solución, pues en lugar de derivar en las reducciones de emisiones necesarias de los países desarrollados crean una burbuja especulativa con la naturaleza transfiriendo además sus responsabilidades a los países del sur a precios más convenientes para ellos. Estamos hablando de un tema que en sus versiones más polarizadas está dividiendo a las organizaciones indígenas y a los movimientos sociales en todo el mundo, dividió a la sociedad civil en las jornadas de Cancún cuando se negociaba la Convención por el Clima de las NNUU en diciembre de 2010.

Es una tensión global en la que debemos asumir un posicionamiento. Y debemos extender las interrogantes hacia el tema del desarrollo y su relación con la sobrevivencia en el planeta.

Dónde nos colocamos nosotros en ese gran debate? Como armonizamos (ya que está de moda la palabrita) nuestra demanda por un espacio atmosférico para el desarrollo y al mismo tiempo el cuidado de la Madre Tierra? Cuál es el proyecto de país para caminar en equilibrio en estas dos pistas importantísimas construidas desde el sur: el derecho al desarrollo y el equilibrio con la naturaleza? Finalmente, qué entendemos por desarrollo? Desarrollo para quiénes? Cómo brindamos una alternativa distinta al “desarrollo” impulsado por el Consenso de Washington y sus instituciones destinado al beneficio de las élites y los poderosos? Cómo contraponemos una práctica cultural de cuidado de la naturaleza en el campo y la ciudad –no lo olvidemos-, a una visión de usufructo y mercantilización del cuidado de la misma? Cómo hacemos para defender nuestro territorio no sólo de mega carreteras, sino también de mega represas, de mega proyectos, mega negocios y mega expectativas que con su tamaño empequeñecen cualquier atisbo de vida sencilla y sostenible que podría muy bien concebirse con mayor humildad y consecuencia con la retórica que estamos construyendo?

Siempre hemos dicho que es bueno soñar y luchar por una nueva sociedad. Una forma de reencontrar ese camino para la sociedad boliviana sería quizá encarar con la dulzura que requiere la Pachamama este desafío complejo de ubicarse en un mundo que se despeña hacia la destrucción pero que, a pesar de los pesares, aún mantiene la intuición y las prácticas cotidianas por la vida.

No dejemos que el silencio sea cómplice, no caigamos en la trampa de querer ver la esquina bien terminada, sin mirar la esencia de las cosas que puede estarse evaporando detrás de los muros del éxito aparente. Ahora queda escucharnos entre nosotros y nosotras. Enfrentar el reflejo de los espejos y actuar. Para algunos significará quitarse de encima los fantasmas de la confabulación y asumir la responsabilidad de aportar a los procesos con coherencia, buscando los equilibrios sociales y la equidad. Cuidando y respetando a la Madre Tierra que, por cierto, es Madre Soltera.

Elizabeth Peredo (Bolivia) es Psicóloga Social, investigadora y escritora, activista por el agua, la cultura y contra el racismo.


El coraje de ir contra la corriente

 Raúl Zibechi

l 16 de agosto de 1990 comenzó la Marcha por el territorio y la dignidad, que llegó a La Paz luego de 34 días de caminata desde el oriente de Bolivia. Fue la primera acción colectiva de envergadura de los pueblos de tierras bajas, la Amazonia y el Chaco, que estaban sufriendo el despojo de las empresas madereras que explotaban los bosques y del latifundio que se expandía sobre sus territorios.

Salieron 300 marchistas y llegaron a La Paz más de 800 de pueblos dispersos en los territorios más diversos: 190 del Parque Isiboro-Sécure, 85 del Bosque Chimán, 135 de San Lorenzo, 82 del Ibiato, 25 de San Francisco, 42 de Santa Cruz y varias decenas de otros sitios donde habitan mojeños, yuracarés, guaraníes, mosetenes y otros, según detalla el libro Sociología de los movimientos sociales en Bolivia, coordinado por Álvaro García Linera.

Según el autor, hoy vicepresidente, la marcha fue exitosa y tal fue la presión moral de esta inédita movilización que el gobierno tuvo que emitir apresuradamente ocho decretos, entre los cuales se reconocían cuatro territorios indígenas (p. 218). Uno de ellos es el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), de donde procedían la mayoría de los indígenas.

Sobre esta marcha histórica se ha escrito y reflexionado mucho, ya que representó un viraje en la historia social y política de Bolivia.

Uno: es el comienzo de la recomposición del movimiento popular luego de la derrota obrera-minera-sindical de 1985-1986, que abre el periodo neoliberal-privatizador en Bolivia. En 1990 gobernaba Jaime Paz Zamora y el modelo estaba en su apogeo.

Dos: la marcha visibiliza pueblos que durante décadas estuvieron sumergidos y no estaban organizados más que en sus comunidades, pero sobre todo puso sobre la mesa un nuevo tema: los territorios.

Tres: la marcha es una tecnología de protesta más eficaz que los paros, huelgas de hambre y bloqueos, que permite conseguir apoyos a lo largo del trayecto, como ya había sucedido en 1986 con la marcha de los mineros desde Potosí a La Paz, como señala Félix Patzi.

Cuatro: cuando los marchistas llegan a la cumbre que separa el Altiplano de los Yungas y la Amazonia, a cinco mil metros de altitud, se produce un encuentro de hermandad entre los pueblos de tierras bajas y los de tierras altas, aymaras y quechuas. El sacrificio ritual de una llama convoca a la construcción de un país confederado de naciones originarias. Ahí nace la Bolivia plurinacional, 18 años antes de ser reconocida en la Constitución.

Cinco: los pueblos de tierras bajas buscan el reconocimiento de sus autoridades tradicionales y la autorrepresentación política que permita eliminar las intermediaciones étnicas con las que por lo general los pueblos indígenas negocian con el Estado (García Linera, p. 255). Esta revolución teórica y política va de la mano de la demanda de autonomía y autogobierno, como señala Héctor Díaz-Polanco.

Seis: la marcha fue un triunfo, tanto por los decretos que el gobierno se vio forzado a emitir como por el masivo apoyo popular que obtuvo; por haber instalado nuevos temas y nuevos actores en el escenario político. Los pueblos de tierras bajas fueron capaces de marchar contra la corriente neoliberal hegemónica, y en esa resistencia activa se fortalecieron y comenzaron a forjar un amplio frente social que con el tiempo derrotó al modelo.

En los años siguientes se sucedieron varias marchas tanto de pueblos de tierras bajas, que exigían la titulación de sus tierras comunitarias, como de otros sujetos que resistieron el neoliberalismo.

El TIPNIS tiene una superficie de 1.2 millones de hectáreas que albergan bosques húmedos que regulan el cauce de los ríos amazónicos que bajan hacia las llanuras, y es una zona de especies endémicas habitada por 64 comunidades de tres pueblos originarios. Tiene una zona colonizada de 125 mil hectáreas, donde viven unos 15 mil colonos, gran parte de ellos cultivadores de hoja de coca. En 2009 el presidente Evo Morales entregó a los indígenas mojeños, yuracaré y chimanes el título colectivo de un millón 91 mil 656 hectáreas, que beneficia a sus 7 mil habitantes.

En abril de 2010 el mismo gobierno aprobó un préstamo del brasileño BNDES para que la empresa brasileña Constructora OAS comenzara la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, de 305 kilómetros, entre los departamentos de Cochabamba y Beni. La obra corta en dos el TIPNIS, forma parte del corredor bio-oceánico de la IIRSA (Iniciativa para la Infraestructura de la Región Sudamericana) y corre en paralelo al bloque petrolero Sécure, sobre el cual la española Repsol adquirió los derechos por 30 años.

El 15 de agosto comenzó la octava Marcha de los pueblos indígenas de tierras bajas, que está siguiendo la misma ruta de la de 1990. Los motivos no son muy diferentes, los pueblos son los mismos y también algunos de los que marchan. Lo que ha cambiado en dos décadas es que al neoliberalismo privatizador le sucedieron las megaobras de la IIRSA para acelerar la circulación y extracción de bienes comunes. Ya son 524 proyectos, por casi 100 mil millones de dólares, que atraviesan el continente.

El segundo cambio es que ahora son los estados, sobre todo Brasil, a través del BNDES y grandes empresas como OAS, una de las principales contribuyentes en las campañas electorales de Lula, quienes promueven estas obras que aumentan la desigualdad entre pueblos, regiones y países.

El tercer cambio es el del propio gobierno de Evo Morales. Dice que las demandas son innegociables, acosa a las organizaciones en vez de debatir argumentos y enfrenta indios con indios al movilizar a los miembros del MAS contra la marcha. No son los impactos ambientales lo que está en el centro, sino el respeto a los pueblos.

Si la marcha de 1990 marcó el comienzo del ocaso del modelo privatizador, la de ahora puede estar mostrando los límites éticos del proceso plurinacional.


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