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La Fogata, Marzo 2001 - Marzo 2019, 18 años..

"NUESTROS SUEÑOS, NO CABEN EN SUS URNAS"

Bolivia: un levantamiento popular aprovechado por la ultraderecha

por
Raúl Zibechi

La Fogata

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El levantamiento del pueblo boliviano y de sus organizaciones fue lo que en última instancia provocó la caída del gobierno. Los principales movimientos exigieron la renuncia antes de que lo hicieran las fuerzas armadas y la policía. La OEA sostuvo al gobierno hasta el final. La crítica coyuntura que atraviesa Bolivia no comenzó con el fraude electoral, sino con el sistemático ataque del gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera a los movimientos populares que los llevaron al Palacio Quemado, al punto que cuando necesitaron que los defendieran, estaban desactivados y desmoralizados.
1.- La movilización social y la negativa de los movimientos a defender lo que en su momento consideraron “su” gobierno fue lo que provocó la renuncia. Así lo atestiguan las declaraciones de la Central Obrera Boliviana, de docentes y autoridades de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), de decenas de organizaciones y de Mujeres Creando, quizá la más clara de todas. La izquierda latinoamericana no puede aceptar que una parte considerable del movimiento popular exigió la renuncia del gobierno, porque no puede ver más allá de los caudillos.
La declaración de la histórica Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), cercana al gobierno, es el ejemplo más claro del sentimiento de muchos movimientos: “Presidente Evo ya hiciste mucho por Bolivia, mejoraste la educación, salud, le diste dignidad a mucha gente pobre. Presidente no dejes que tu pueblo arda ni te lleves más muertos por encima presidente. Todo el pueblo te va a valorar por esa posición que tienes que tener y la renuncia es inevitable compañero Presidente. Tenemos que dejar en manos del pueblo el gobierno nacional”.
2.- Este triste desenlace tiene antecedentes que se remontan, en apretada síntesis, a la marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) en 2011. Luego de esa acción multitudinaria, el gobierno empezó a dividir a las organizaciones que la convocaron.
Mientras Morales-García Linera mantuvieron excelentes relaciones con el empresariado, dieron un golpe del Estado contra el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) y la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), dos organizaciones históricas de los pueblos originarios. Mandaron a la policía, echaron a los dirigentes legítimos y atrás llegaron, protegidos por la policía, los dirigentes afines al gobierno.
En junio de 2012 CIDOB denunció “la intromisión del gobierno con el único propósito de manipular, dividir y afectar a las instancias orgánicas y representativas de los pueblos indígenas de Bolivia”. Un grupo de disidentes con apoyo del gobierno desconocieron a las autoridades y convocaron una “comisión ampliada” para elegir nuevas autoridades.
En diciembre de 2013, un grupo de disidentes de CONAMAQ, afines al MAS, tomaron el local, golpearon y expulsaron a quienes allí se encontraban con apoyo de la policía, que permaneció resguardando la sede e impidiendo que las legítimas autoridades pudieran recuperarla. El comunicado de la organización asegura que el golpe contra CONAMAQ se dio para “aprobar todas las políticas en contra del movimiento indígena originario y del pueblo boliviano, sin que nadie pueda decir nada”.
3.- El 21 de febrero de 2016 el propio gobierno convocó un referendo para que la población se pronunciara a favor o en contra de la cuarta reelección de Morales. Pese a que la mayoría dijo NO, el gobierno siguió adelante con los planes de reelección.
Ambos hechos, el desconocimiento de la voluntad popular y la expulsión de las legítimas direcciones de movimientos sociales, representan golpes contra el pueblo.
Más grave aún. En la mañana del miércoles 17 de febrero, días antes de la celebración del referendo, una manifestación de padres de alumnos llegó hasta la alcaldía de El Alto. Un grupo de cien manifestantes ingresó por la fuerza al recinto provocando un incendio en el que murieron seis personas. Los manifestantes que se escudaron en la movilización de los padres pertenecían al oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).
Este es el estilo de un gobierno que denuncia “golpe” pero una y otra vez ha actuado de forma represiva contra los sectores populares organizados que enfrentaron sus políticas extractivistas.
4.- Las elecciones del 20 de octubre consumaron un fraude para la mayoría de las personas en Bolivia. Los primeros datos apuntaban hacia una segunda vuelta. Pero el conteo se detuvo sin explicación alguna y los datos que se ofrecieron al día siguiente mostraban que Evo ganaba en primera vuelta, ya que obtenía más de 10% de diferencia aunque no llegara a 50% de los votos.
En varias regiones se producen enfrentamientos con la policía, mientras los manifestantes queman tres oficinas regionales del tribunal electoral en Potosí, Sucre y Cobija. Las organizaciones ciudadanas convocan a una huelga general por tiempo indeterminado. El día 23, Morales denuncia que está en proceso “un golpe de estado” por parte de la derecha boliviana.
El lunes 28, se intensifica la protesta con bloqueos y enfrentamientos con la policía, pero también entre simpatizantes y opositores del gobierno. Como en otras ocasiones, Morales-García Linera movilizan a las organizaciones cooptadas para enfrentar a otras organizaciones y a personas que se oponen a su gobierno.
El 2 de noviembre se produce un viraje importante. El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, que mantenía una alianza con el gobierno de Morales, Luis Fernando Camacho, llama al ejército y a la policía a “ponerse del lado de la gente” para forzar la renuncia del presidente, invocando a dios y la biblia. El viernes 8 se amotinan las primeras tres unidades policiales en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz, y los uniformados fraternizaron con los manifestantes en La Paz. Dos días después, con un país movilizado, el binomio ofrece su renuncia verbal, que no escrita.
5.- En este escenario de polarización, debemos destacar la notable intervención del movimiento feminista de Bolivia, en particular el colectivo Mujeres Creando, que encabezó una articulación de mujeres en las principales ciudades.
El 6 de noviembre, en plena polarización violenta, María Galindo escribió en el diario Página 7: “Fernando Camacho y Evo Morales son complementarios”. “Ambos se erigen en representantes únicos del ‘pueblo’. Ambos odian las libertades de las mujeres y la mariconada. Ambos son homofóbicos y racistas, ambos usan el conflicto para sacar ventaja”.
No sólo exige la renuncia del gobierno y del tribunal electoral (cómplice del fraude), sino la convocatoria de nuevas elecciones con otras reglas, donde la sociedad esté involucrada, para que “nadie necesite nunca más de un partido político para ser escuchad@ y para hacer ejercicio de representación”.
La inmensa mayoría de las personas que habitan Bolivia no entró en el juego de la guerra que quisieron imponer Morales-García Linera cuando renunciaron y lanzaron a sus partidarios a la destrucción y el saqueo (en particular en La Paz y El Alto), probablemente para forzar la intervención militar y justificar así su denuncia de un “golpe” que nunca existió. Tampoco entraron en el juego de la ultraderecha, que actúa de forma violenta y racista contra los sectores populares.
6.- La izquierda latinoamericana, si es que aún queda algo en ella de ética y dignidad, debemos reflexionar sobre el poder y los abusos que conlleva su ejercicio. Como nos enseñan las feministas y los pueblos originarios, el poder es siempre opresivo, colonial y patriarcal. Por eso ellas rechazan los caudillos y las comunidades rotan sus jefes para que no acumulen poder.
No podemos olvidar que en este momento existe un serio peligro de que la derecha racista, colonial y patriarcal consiga aprovechar la situación para imponerse y provocar un baño de sangre. El revanchismo político y social de las clases dominantes está tan latente como en los últimos cinco siglos y debe ser frenado sin vacilaciones.
No entremos en el juego de la guerra que ambos bandos nos quieren imponer.
11 de noviembre de 2019

Fuente: desInformémonos
 


Bolivia: La Noche de los cristales rotos.

por María Galindo
La Vaca

En medio del terror, las hordas y las peores noticias, la artista boliviana María Galindo, fundadora de Mujeres Creando, escribió para lavaca.org esta nota que explica el golpe de Estado en Bolivia, sus consecuencias y también lo que implica para el continente. Lo llama “la etapa fascista del neoliberalismo”, en la cual el fundamentalismo religioso pone el condimento disciplinador de las mujeres. Montando sobre el deterioro de los gobiernos progresistas, irrumpe con violencia, fake news, racismo y discursos de terror. El objetivo: el saqueo. ¿Cómo enfrentarse a eso? Galindo propone su hipótesis.
(Foto AP: Juan Karita)

Quemar las whiphalas -bandera que ha representado en todo el continente a los pueblos indígenas- de todas las instituciones públicas es un acto fascista, pero igualmente fascista es todo embanderamiento de las ideas, los cuerpos y los espacios.
Entrar al Palacio de gobierno con una biblia y una carta en la mano para arrodillarse ante cámaras con ningún mandato popular de legitimidad es un acto fascista y golpista.
Quemar las casas de integrantes del gobierno de Evo Morales es fascismo.
Quemar la casa del rector de la Universidad Publica, Waldo Albarracín, que ha sido siempre un defensor de derechos humanos es un acto fascista de amedrentamiento social contra cualquiera que ose tomar la palabra, asumir una postura disidente contra Evo Morales o cuestionar el fraude electoral.
Estos son algunos de los ejemplos que están inundando las pantallas de televisores y celulares en el mundo entero.
Escribo bajo una lluvia torrencial en una noche que la he bautizado ya como la Noche de los Cristales Rotos, porque está destinada a sembrar miedo, a abrir todas las heridas de una sociedad colonial racista, misógina y homofóbica. El revanchismo ha tomado las calles en busca de sangre, en busca de enemigos.
Hoy en Bolivia lo más subversivo es tener esperanzas, lo más subversivo es el humor y la desobediencia, lo mas subversivo es no tener bando y es a eso a lo que nosotras estamos apostando una vez más.
 
¿Qué está pasando?
No es fácil de explicarlo porque este conflicto aún no ha terminado. Fue creciendo y metamorfoseándose por horas. El conflicto vació ojos, paralizó tres corazones y apaleó incontables piernas y cabezas hasta convertir las calles de la ciudad de La Paz en un escenario de guerra, que se tranquilizó por pocas horas con un motín policial generalizado.
Evo ha denunciado ante la comunidad internacional que se trata de un golpe de Estado impulsado por la CIA y la oligarquía fascista terrateniente cruceña y eso es en parte cierto, pero es sólo la mitad del conflicto.
Fuimos el 20 de octubre a unas elecciones generales a votar con la mansedumbre dulce propia de estas tierras, pero tanto las urnas como las papeletas estaban mojadas y vacías. Vacías de alternativas reales y mojadas por un fraude cuya magnitud ya ha denunciado la Comisión de observación electoral de la Organización de Estado Americanos y la Comisión de observación electoral de la Unión Europea.
Es por eso que el acto electoral no representó sino la apertura de un conflicto latente en la sociedad boliviana y en la región. La crisis profunda de la democracia liberal representativa y de la forma “partido” como la forma exclusiva y oficial de hacer política.
 
Falsa disputa entre izquierda y derecha
Me cansa volver a repetir que El Movimiento al Socialismo (MAS) está exportando al mundo la idea de que lo que está aconteciendo en Bolivia es un bloque popular progresista contra una derecha extrema y fundamentalista. El gobierno de Evo Morales fue desde hace muchos años el instrumento de desmantelamiento de las organizaciones populares dividiéndolas, convirtiéndolas en dirigencias corruptas y clientelares, haciendo pactos parciales de poder con los sectores más conservadores de la sociedad incluidas las sectas cristianas fundamentalistas a las que les regaló la candidatura ilegal fascista de un pastor evangélico coreano, que fue avalado con el beneplácito del MAS.
Al mismo tiempo Evo Morales fue construyendo en torno de su figura un caudillismo que nos ha llevado al país entero y al propio proyecto masista a un callejón sin salida.
Él es la figura única convertida de forma delirante en el símbolo y la concentración de poder irreemplazable, en la figura portadora del mito del “presidente indígena” cuyo único poder simbólico es el color de la piel, pues lleva adelante un gobierno habitado por un circulo corrupto de intelectuales y dirigentes que lo veneran porque lo necesitan como careta. Tal cual titulaba Franz Fanon en su libro Piel Negra, Máscaras blancas. Evo es el caudillo y la máscara nada más. Todo su contenido popular es meramente retórico y eso ha llevado al hecho de que hoy esté al frente de un proyecto político agotado, vacío y cuya única posibilidad de continuidad ha sido la destrucción de toda forma de disidencia, critica, debate, producción cultural o económica. Su modelo es neoliberal consumista, extractivista, ecocida y clientelar.
Es por esa razón que frente al fraude electoral fue surgiendo rápidamente el repudio concentrado en una generación sub 25, muy joven y urbana, que fue la protagonista de esta resistencia de casi 20 días.

La fascistización del proceso: entre dos caudillos delirantes
En esos días la palabra democracia fue siendo lentamente vaciada de contenido y convertida en un eslogan de grupos fascistas y fundamentalistas.
Evo Morales decidió exaltar las manifestaciones racistas para victimizarse y usarlas de forma perversa, al punto que los actos de racismo cometidos en el paro se convirtieron en parte de la propaganda gubernamental amplificando su discurso y convirtiendo el racismo en un acto eficiente para el propio gobierno. Dado que el movimiento de crítica fue y es exclusivamente urbano, el gobierno también exaltó las contradicciones urbano-rurales, como si el conflicto fuese entre unos y otros. La intención fue usar ambas contradicciones para descalificar las críticas y ganar tiempo. El costo social no les importó.
Frente al caudillismo evista, el proyecto cruceño enfrentó otro caudillo aparentemente antagónico, pero al mismo tiempo complementario. Un hombre blanco, empresario, presidente de un ente “cívico”, que usó el fanatismo religioso y un discurso abiertamente misógino y que entre líneas promete a los hombres de la sociedad la recuperación del control sobre las mujeres. Al punto de que su brazo derecho, abogado y consejero, es el defensor de lo que en Bolivia se ha llamado la Manada boliviana, quienes violaron a su propia amiga en una noche de discoteca. El fundamentalismo religioso del cívico cruceño llamado Camacho vendió la idea de la recuperación de la familia, la nación y la persecución del “mal”; disfrazó sus racismo como interés nacional y su misoginia como interés de la familia.  El antagonismo aparente exacerbó los ánimos, polarizó el conflicto, y sustituyó los argumentos por democracia y los convirtió en puestas en escena de enardecimiento machista. L@s jóvenes empezaron a desfilar con escudos y cuando la policía se amotinó, se convirtió inmediatamente de fuerza represora a héroes armados y protectores del conflicto.
Hoy con muchos millones de dólares de por medio se está garantizando la lealtad del ejercito para alguno de los dos frentes en conflicto. Evo Morales o Camacho.
En ambos casos la salida es conservadora. La fascistización del proceso ha silenciado a la sociedad civil y ha concentrado la decisión en las cúpulas más sanguinarias de Morales o de Camacho.

Parlamento de las mujeres
Esto que les cuento ha sucedido en pocas horas en un proceso confuso de guerra intensa de fake news, que ha exacerbado todos los miedos: miedo a hablar, miedo a tomar posición, miedo a no tener bando.
La capacidad de la población de procesar lo que esta sucediendo ha sido mutilada. No hay espacios de análisis, ni de discusión. La discusión de la salida está nuevamente lejos de la gente y muy confusa. Nadie que no tenga un arma parece tener derecho a hablar.
Es por ello que como parte de una serie infinita de acciones tomadas por Mujeres Creando estos días hemos decidido abrir un espacio deliberativo de mujeres llamándolo “Parlamento de las mujeres”, donde podamos dar voz a nuestras esperanzas, donde se instale un clima de diálogo y argumentación, que es lo que esta fascistizacion nos esta arrebatando.
Hacerlo en medio de un clima que se ha convertido en la pugna entre dos golpes de Estado, entre dos fascismos, representa un esfuerzo de retornar al debate original sobre democracia. Necesitamos pensar, debatir y aportar soluciones concretas: esa es la tarea del Parlamento de las Mujeres, que retoma, pero en condiciones de emergencia, la propuesta nacida en la Grecia de Sypras y planteada por Paul Preciado.
Contra la privatización de la política: la crisis regional
Estoy convencida que los conflictos en Bolivia, Perú, Ecuador y Chile muestran, con diferentes facetas y bajo diferentes contextos, la crisis de la democracia liberal representativa y la privatización de la política.
Todo el proceso neoliberal había ido reduciendo el contenido de la democracia a una suerte de acto burocrático y de aparato eleccionario, y nada más. Este proceso ha derivado en que las elecciones se hayan convertido en actos legitimadores de la exclusión masiva de los intereses de la sociedad, de los intereses de sectores concretos, de las voces complejas que componen una sociedad en espectadores excluid@s legalmente del derecho de hablar, pensar y decidir.
A eso le llamo privatización de la política. Evo Morales, en su renuncia, decía haber nacionalizado los recursos naturales en Bolivia, refiriéndose a la explotación del gas natural. Si bien esa nacionalización es parcial, una cosa que ha hecho es privatizar la política al punto que si no eras del partido ningún derecho tenías a decir nada, pero si eras del partido tampoco, puesto que las decisiones eran y son manejadas por una cúpula cerrada. Eso ha creado alrededor un vacío democrático gigante que es el espacio que el fascismo ha utilizado para instalar un contra-modelo caudillista, que coloque las frustraciones en el plano de una polarización insalvable que solo sea resuelta por la vía del uso del terror, de la mentira, de la lógica del más fuerte.
Esta misma crisis en Chile, Perú o Ecuador tiene características diferentes, pero básicamente expulsa a la sociedad y las luchas sociales por fuera de “la política” y nos aleja de la idea de que las soluciones son “políticas”, son deliberativas o son en base a acuerdos. Se instala la fascistización generalizada, el terror, para convertir las soluciones legítimas y los cuestionamientos sociales en escenarios de contraposición violenta de fuerzas. A eso le vengo llamando la fase fascista del neoliberalismo.
La religión por eso, en todos los casos, adquiere una preponderancia porque al negarle a la política el espacio del discurso se abren los fanatismos alimentados por visiones “religiosas”, la captura de las libertades sexuales y las libertades de las mujeres es la recompensa que estos procesos prometen.

Lo invisible
El escenario se está moviendo además con fuerzas invisibles no explicitadas que ponen el dinero, las armas, y que diseñan estratégicamente los escenarios de dolor y los relatos. Detrás están los intereses de los proyectos chino, ruso y norteamericano no sobre Bolivia, sino sobre toda la región, pero también la disputa por el yacimiento de litio más grande del mundo, que està sin explotar y sin dirimir en el salar de Uyuni, en Potosí.
En Bolivia se está disputando el control sobre Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, por decir lo menos. Por lo que las protestas se han convertido en el escenario manipulado de las fuerzas que nos están usando.
Desenlaces en lugar de soluciones
En el caso boliviano parece no haber solución: la gente esta presionada a asumir un bando según procesos identitarios fanáticos, según relatos que nada tienen que ver con los hechos, según relatos mesiánicos y caudillistas.
Es por eso que nosotras estamos concentrando nuestros esfuerzos en la discusión más básica, no gastar las energías en tratar de convencer a ninguno de los anillos fascistas que construyen sus respectivos relatos, sino afirmar los espacios sociales que venimos abriendo desde hace décadas.
Retomar el espacio de nuestros propios cuerpos. Por eso la palabra democracia, que despierta ilusiones, puede ser convocante para preservar lo que tenemos, el lugar que ocupamos, las libertades que de hecho y sin permiso alguno ejercemos.
No únicamente desde la activación de ideas, sino desde la activación de afectos, de las emociones. Por eso el humor, por muy irónico que parezca, el humor social, la capacidad de burlarte de los relatos fascistas, ha surgido con mucha fuerza de forma espontánea desde todas las esquinas.
Si han convertido nuestros reclamos en la pregunta de ¿cuál es el más macho, cuál es el más fuerte? solicitamos un ring donde todos los actores en conflicto se agarren en un duelo a muerte entre ellos y a nosotr@s nos dejen en paz.
No somos carne de cañón.

Bolivia Parlamento de las Mujeres


Carta al movimiento antiglobalizador sobre la situación en Bolivia
"Nada de esto hubiera pasado si Evo no hubiera desconocido el referéndum que dijo 'no' a su reelección"

por Pablo Solón

Estimados amigos
El presidente Evo Morales [el miércoles] ha realizado una conferencia de prensa diciendo que hay un golpe de estado en Bolivia y llamando a la solidaridad internacional para defender el proceso de cambio en Bolivia.
Con profunda vergüenza, ya que fui parte del gobierno entre el 2006 y el 2011, debo discrepar profundamente con la afirmación de Evo Morales. Es cierto que en Bolivia hay un estado de extrema polarización y convulsión social. Los edificios de varias cortes electorales departamentales han sido quemados y hay movilizaciones multitudinarias en todo el país.
¿Cuál es el origen de esta convulsión social que puede desencadenar escenarios de gran violencia? ¿Será que ha comenzado en Bolivia la quinta etapa del “golpe suave” contra el presidente Morales promovida por el imperialismo y Carlos Mesa cómo afirma un ex ministro de gobierno de Evo?
La razón que lleva a las calles a cientos de miles de personas es el irrespeto de Evo Morales al referéndum sobre su reelección del 21 de febrero del 2016. El 51,3 % de la población consultada dijo en esa entonces NO a la posibilidad de un cuarto mandato de Evo Morales y Álvaro García Linera. Evo Morales reconoció el resultado de este referéndum vinculante. Nunca lo cuestionó formalmente. Luego lo empezó a desacreditar diciendo que su derrota se había debido a la “mentira de la Zapata”: su ex novia que dijo que tenia un hijo que él mismo reconoció, pero que murió y que ahora dicen que nunca existió. En fin, toda una telenovela ligada a un caso de corrupción ya que la ex novia que ahora está en las celdas VIP de la cárcel, fue gerente de la empresa china CAMC y hacía negocios desde el despacho de la primera dama.
Luego a fines del 2017, los miembros del Tribunal Constitucional sacaron una resolución por la cual establecieron que impedir a Evo Morales y Álvaro García Linera postularse a una nueva reelección viola sus derechos humanos. En consecuencia, el Tribunal Constitucional, desconociendo el resultado del referéndum, dejó sin efecto los artículos de la constitución que prohíben más de una reelección.
A fines del 2018 el organismo electoral y el parlamento aprobaron de manera apresurada una ley para realizar por primera vez elecciones primarias en Bolivia. El objetivo de estas primarias no fue profundizar la democracia interna de los partidos políticos, sino oficializar anticipadamente la candidatura de Evo Morales y Álvaro García Linera. Esa primarias costaron millones de dólares y no sirvieron para nada. En todos los partidos sólo había una candidatura por la cual votar. Posteriormente aunque la ley establecía que no se podía cambiar al candidato ganador de las primarias, el organismo electoral habilitó a personas que no intervinieron en las primarias de sus partidos. Ese es el caso de un candidato evangelista que es una mezcla de Fujimori y Bolsonaro que ahora se ubica en el tercer lugar de la preferencia electoral.
La campaña electoral, por decir lo menos, fue extremadamente desbalanceada: empleados públicos fueron obligados a ir a las concentraciones del partido gobernante, Evo hizo ofrecimiento públicos de obras a cambio de votos, se usaron bienes del estado para la campaña del gobierno, y un largo etc.
A pesar que las semanas previas a los comicios, cabildos masivos en las principales ciudades desconocieron la candidatura de Evo por violentar el referéndum del 2016, la población boliviana fue a votar en casi un 90%.
En las elecciones Evo salió primero y Carlos Mesa segundo. La noche del 20 de Octubre a las 19:40 la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) del Órgano Electoral dijo, con 83% de las actas escrutadas, que Evo tenía 45% de los votos y Mesa 38%. Minutos más tarde la única empresa habilitada por el órgano electoral para hacer conteo rápido, y que había realizado encuestas muy favorables al gobierno, dijo que Evo había obtenido el 44% y Mesa el 39% de los votos. En estas circunstancias, en Bolivia se va a segunda vuelta si la diferencia entre el primero y el segundo es de menos del 10 puntos. Mesa declaró que iría a segunda vuelta. Evo declaró que confiaba en ganar en primera vuelta con el 17% de los votos que faltaban escrutar.
La noche de ese 20 de Octubre, sin explicación alguna, el TREP dejó de actualizar el conteo. El nerviosismo empezó a crecer en sectores de la población. Al día siguiente, 21 de Octubre, a las seis de la tarde, el TREP volvió a funcionar diciendo que con el 96 % de las actas contabilizadas Evo aventaja a Mesa por 10.11%. Es decir que no había segunda vuelta. La indignación estalló en varias ciudades. En Sucre la policía se pasó al lado de los manifestantes. Incendios, violencia, protesta y peleas entre bolivianos. Ese día y el siguiente renunciaron una vocal departamental y el vicepresidente del organismo electoral. Este último cuestionó que se haya paralizado el avance del TREP. Hasta el momento que término de escribir esta carta, el computo oficial está estancado desde ayer en el 96,78% de las actas. La diferencia entre el primero y el segundo es ahora de 9,48% y hay un cumulo de observaciones al trabajo del órgano electoral.
Carlos Mesa es un periodista que fue vicepresidente del gobierno neoliberal de Gonzalo Sanchez de Lozada. Si Evo no hubiera forzado su candidatura a la reelección, Mesa hubiera sido un candidato más o quizás no se hubiera postulado. La población opositora a Evo concentró sus votos en Mesa. Evo creo a su némesis y polarizó a la sociedad alrededor de su reelección. Álvaro García Linera azuzó diciendo que ésta es una pelea entre q’aras (blancos) contra indios. No hay duda que Evo tiene mayor peso en las áreas rurales y Mesa tiene respaldo en las ciudades, pero tanto uno como otro cuentan con rostros mestizos e indios. Es muy peligroso alentar una confrontación bajo parámetros racistas.
Este conflicto, que ya dura varios años, favorece a sectores de la derecha y seguramente la embajada Americana hace planes. Pero la causa primigenia del conflicto está en otro lado. Nada de esto hubiera pasado si Evo no hubiera desconocido el referéndum que dijo NO a su reelección, y forzado esta elección bajo el argumento de que su derecho humano a ser elegido está por encima de la constitución y la voluntad de la población.
No quiero entrar en otros temas que son muy importantes como la situación económica del país, los derechos de la Madre Tierra, la situación de las organizaciones sociales y la reconfiguración de la burguesía en Bolivia. Muy pronto podremos seguir conversando de esos temas, de nuestros aciertos, errores y pronósticos. Por el momento, sólo les pido informarse desapasionadamente de la situación boliviana y tomar la decisión que les dicte su conciencia y sus principios. De mi parte, seguiré el ejemplo del mayo francés, continuaré pidiendo lo imposible que es lo único posible: Que Evo reconozca el referéndum del 21 de febrero y deje de insistir en su reelección antes de que corra sangre.
 


  • Evo se allanó a la OEA mientras que sus simpatizantes agitan “ahora sí, guerra civil”
    Bolivia al rojo vivo

    por César Zelada
    La Fogata

    El 11 de febrero del 2003, se produjo una rebelión policial en La Paz (por demandas de sindicalización y salarios), como preámbulo a la caída del hoy prófugo y ex presidente neoliberal Goñi Sánchez de Lozada, con un saldo de muertos y heridos, en alrededor de Palacio Quemado, que pasó a la historia como “febrero negro”. Diecisiete años después, el motín policial vuelve a aparecer, pero esta vez a nivel nacional y contra el presidente indígena (que durante su gobierno de quince años se jactó de la “alianza militar-campesina” dándole al primero una serie de prebendas y cuotas de poder en las empresas nacionalizadas), y que en medio de una forzada reelección ha polarizado socialmente al país, logrando que los líderes de la oposición capitalicen el descontento popular y demanden su dimisión por haber realizado un “fraude” en las elecciones presidenciales del domingo 20 de octubre.
    El ascenso del sujeto campesino al poder se da en medio de insurrecciones populares
    El ascenso de Evo Morales al poder fue histórico y “progresista” en la medida que se dio en medio de insurrecciones populares (2003/2005), e implicó una revolución política con el sujeto campesino cocalero como líder del “proceso de cambio”, inaugurando un nuevo tipo de “nacionalizaciones” al imponerle a las transnacionales mayores impuestos por la explotación del gas, a cambio de garantizarles la “estabilidad” para sus negocios, desarrollando así un gobierno campesino y corporativista, que terminó excluyendo a los movimientos sociales que no se regimentaban a su política (un sector de mineros, ponchos rojos, cocaleros de Los Yungas, etc.).
    Durante estos años, Evo Morales, tuvo varios conflictos sociales, destacando entre estos el del TIPNIS, los médicos, estudiantes, cocaleros de Yungas, y la entrega de la Chiquitanía al capital agroindustrial brasileño (que operó el golpe de Estado que sacó a Lugo del poder en Paraguay). Esta cuestión se explica por el carácter nacionalista burgués de su gobierno que, por más retórica indígena y antiimperialista, en la práctica, siguió gobernando para los poderes fácticos. Es por eso que a la vez que apoya a Nicolás Maduro, también saluda al “hermano” Bolsonaro (twit Evo, 01/01/19), entregándole al refugiado político de la izquierda italiana Cesare Battisti.
    Las maniobras del gobierno corporativista
    Cuando la Asamblea Constituyente plurinacional del 2008, una de las clausulas principales fue el derecho a una sola reelección presidencial. Evo, acostumbrado a ganar todas las elecciones por el rol bonapartizante que jugo su ascenso al poder (capitalizando las insurrecciones y arbitrando en el conflicto entre las clases sociales en contienda), fue derrotado en el referéndum del 2016 con el 51% de la población en contra de una cuarta reelección. No habiendo formado un sucesor por su carácter caudillesco y teniendo en cuenta de la relevancia del factor indígena en la revolución política, Evo, al estilo de lo que algunos podrían señalar como “fujirmorista”, realizó una interpretación auténtica de la constitución plurinacional, apelando al Tribunal Constitucional y al Tribunal Supremo Electoral (BBC, 05/12/18), que finalmente le dieron carta libre para continuar con un nuevo mandato reeleccionista hasta el 2025.
    Esta maniobra gubernamental contó, al principio, con el apoyo de la burguesía nacional (que iba dividida a las elecciones gracias a la política gramsciana del gobierno de lograr la hegemonía nacional en alianza con líderes de la oposición), y la OEA en declaraciones de Luis Almagro. Y es que durante estos casi quince años de gobierno evista, la clase dominante y las transnacionales han hecho negocios redondos gracias al crecimiento del PBI que bordeó el 5 %. No obstante, si bien es verdad, la crisis política actual tiene características propias, pues, el control de la economía por la Elite y la caída de la demanda de materia prima boliviana, también “alimenta” la crisis.
    Crecimiento económico sin cambios estructurales
    En este sentido hay que señalar que las transnacionales no tienen ningún compromiso para explorar nuevos pozos petroleros (lo cual pone en riesgo las reservas). “…San Cristóbal, la principal mina boliviana dedicada a la exportación, ha pasado a ser cien por ciento propiedad del monopolio japonés Sumitomo; y el gobierno acaba de firmar un acuerdo para entregar gran parte de la producción de litio (mineral en alza en el mercado mundial) a una empresa mixta con la alemana ACI Systems, entre otras expresiones de esta orientación…”, redactó Rafael Santos (prensa obrera, 18/10/19). Además, las RINs de Bolivia, alcanzaron los $ 10.081 millones en el 2016 abarcando el 28% del PIB, una disminución de 17% en comparación con el 2014, lo cual convirtió a Bolivia en sujeto de crédito internacional.
    Bolivia tiene una deuda externa de $10 000 millones (el 25% de su PBI), lo que permite que su economía sea más estable y no llegue al nivel de bancarrota de Argentina, Ecuador o Chile. Sin embargo, ya hay alertas al respecto. Solo en el 2017, la Administración evista contrató 24 nuevos créditos por $ 3.162 000 millones.
    “… Los 23 nuevos préstamos restantes por 2.162 millones de dólares se suscribieron con organismos multilaterales como el Banco Mundial, CAF Banco de Desarrollo de América Latina, Banco Europeo de Inversiones, Fonplata, la OPEP y con acreedores bilaterales. Estas obligaciones tienen una tasa de interés promedio ponderada de 2,5% y un plazo promedio de 21 años con el siguiente desglose por acreedor. La fundación Jubileo advirtió que el Gobierno sigue gastando como en la época de bonanza a costa de endeudamiento. “El crecimiento tan acelerado de la deuda externa podría resultar en una situación de insostenibilidad en el mediano plazo y dejar un peso demasiado grande a las generaciones futuras”, redactó Página 7 (25/03/18).
    Esta cuestión manifiesta claramente que el crecimiento económico boliviano se construye sobre bases capitalistas de endeudamiento y de dependencia a la economía financiera mundial, lo cual, a la vez, expresa (por más retórica antiimperialista que se haga), el carácter semicolonial que sigue teniendo Bolivia bajo la Administración indígena. En otras palabras, “un cambio sin cambios estructurales”.
    Además, Bolivia, es el primer país exportador de Gas Natural de Sudamérica (el 2014 exportó 62% y 37% a Brasil y Argentina, respectivamente, por un valor de $6 030 millones) , el cuarto a nivel de América , y el décimo séptimo a nivel mundial. No obstante, según el jefe del INE, Santiago Farjat, “… la actividad de petróleo crudo y gas natural presentó un crecimiento negativo de 7,82% por la disminución de la demanda de gas natural por parte de Argentina y Brasil…” (América economía, 24/04/19).
    La oligarquía cruceña aprovecha la crisis y prepara el golpe de Estado contra Evo Morales
    Al parecer, esta perspectiva de caída del crecimiento del PBI, es la que detonó el desencanto de las clases medias y que se expresó en el voto en las elecciones pasadas. A la vez, también el deterioro de la economía (caída de precios del gas, soja, cobre, petróleo, etc.), parece ser el que produjo el desencanto de la oligarquía cruceña (donde el MAS ganaba antes con el 54% de los votos), en seguir apoyando al gobierno campesino, y a no seguir pagando los impuestos a los que les había acostumbrado el mandatario.
    Es en este contexto que se desarrolla la actual crisis política, donde la oposición, dividida en un principio (entre un sector cívico ultraconservador con un discurso religioso, putchista y revanchista liderado por Luis Camacho, y otro, más moderado y electoralista liderado por Carlos Mesa), se ha unificado exigiendo la renuncia del mandatario indígena.
    “…La falta de reacción del gobierno muestra que el MAS se fue volviendo una organización excesivamente burocratizada con mucha cooptación oficial y pérdida de dinámica "social" interna. Su confianza en el desempeño macroeconómico (muy bueno) fue excesiva dado que Bolivia es un país "subdesarrollado" y pobre…”, redactó el connotado periodista argentino Pablo Stefanoni (Fb, 09/11/19). Y en efecto, tanto en la conferencia dada por el vicepresidente García Linera, así como en la respuesta a la ofensiva neoconservadora cruceña, se nota la falta de brújula de la Administración indígena.
    Y es que, si bien es cierto, Evo Morales, llamó a la movilización “pacífica” del movimiento popular, pues, toda su estrategia estaba centrada en la auditoría de un organismo que el Che Guevara definió como el “Ministerio de colonias de los yanquis: La OEA”. Es así como a pesar que los intelectuales (Atilio Borón) y sus simpatizantes peruanos, en una confusión y contradicción descomunal, llamaban a desconocer a la OEA y a incentivar la rebelión popular, en Bolivia, el presidente indígena, se allanaba a la “decisión vinculante” de la OEA.
    Talvez la oposición derechista de Mesa, como la de Capriles en Venezuela, no tenía clara la perspectiva de lo que podía pasar el 20 de octubre, pero la oposición ultraconservadora de Camacho y la Media luna sí. Es así como sorprendentemente de desarrollaron los motines de la policía.
    La pérdida de hegemonía del nacionalista Evo y un nuevo liderazgo conservador y pro oligárquico
    “…Bolivia es el paraíso de la lógica de las equivalencias de Laclau: apenas se arma quilombo y se ve débil al Estado todos se suman con sus demandas, indignaciones y frustraciones, que son siempre muchas dado que es un país pobre y con muchas carencias, además de muchos microdespotismos (muchos) en todos los ámbitos del Estado: los motines policiales expresan lo de siempre, encono de sectores bajos con los mandos más altos, por temas de desigualdad económica y abusos de poder entre las "clases" (así fue en 2003, luego en el motín de 2012, etc.)…”, redactó Pablo Stefanoni (Fb, 09/10/19).
    Esta cuestión aunada a la perdida de la hegemonía política “gramsciana” (haciendo alianzas con candidatos de la derecha cruceña), la “revolución democrática y cultural” (sin romper con la estructura/superestrcutura de dominación capitalistas), y el “capitalismo andino” que el vicepresidente García Linera, defendía, en las conferencias que daba en todo el mundo, y el contradecirse, al forzar una cuarta reelección de Evo Morales, produjeron la situación crítica en la que se encuentra Bolivia.
    Luego continúa Stefanoni, “…Potosí, enfrentado con Evo desde hace años por sentir que sus riquezas (ahora el litio) se esfuman y ellos siguen siendo siempre pobres también se sumó a la rebelión; y lo mismo sectores disidentes de todas…Luego de varios años de impotencia política y electoral de la oposición tradicional -los viejos políticos como Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina o Carlos Mesa- aparece un "liderazgo carismático" nuevo, Fernando Camacho, producto de una crisis previa en el cruceñismo que le abrió paso a la dirección del Comité Cívico- y con su discurso de Biblia, "pelotas" y audacia personal- expandió su liderazgo a Occidente -por primera vez si quitamos a Banzer…La decisión del gobierno de dejar-que-todo-pase luego de la crisis del conteo de votos -que actualizó el desconocimiento del referéndum y mezcló "fraude" e "ilegitimidad" - resultó funcional al "macho Camacho" y sacó de juego a Mesa, que se transformó en convidado de piedra en la fase de radicalización…”, (Ibid).
    Es así como se puede comprender que, aun estando Evo Morales y García Linera en el poder del Estado capitalista, hayan obtenido solamente el 46% de los votos en las últimas elecciones cuando antes el MAS ganaba de lejos. En el 2005 ganó con el 54% de los votos. En el 2009 ganó con el 64% y en el 2014 ganó con el 61% de los votos. Estamos hablando de casi un 20% de votos menos que antes.
    Asistimos al derrumbe de las tesis políticas de García Linera sobre la revolución democrática/cultural y el capitalismo andino boliviano. Es decir, una polarización entre el nuevo nacionalismo pro burgués del MAS (con una base cocalera, campesina, etc.), y la vieja derecha oligárquica clásica expresada en la figura de Mesa y Camacho.
    Por su lado, la oligarquía cruceña/brasileña con su actual líder Camacho, utilizó bien la retórica religiosa y dejo sin iniciativa contundente al gobierno evista, al viajar Camacho hacia La Paz para entregarle una carta con la biblia en la mano. García Linera respondió con otra biblia, pero desencajado, sin seguridad de lo que decía, y avizorando un futuro turbulento y poco beneficio para la dupla de Palacio Quemado. Por su puesto que Camacho nunca llegó a salir del aeropuerto de El Alto gracias a los bastiones de simpatizantes del MAS.
    En medio de este desarrollo de la crisis política, las polarizaciones a los extremos iban ganando “terreno”. Las casas de los gobernadores de Sucre y Cochabamba, así como la de la hermana del presidente Evo fueron incendiadas, obligando a los dos primeros a renunciar. Anteriormente, la alcaldesa de Vinto (Cochabamba) fue agredida brutalmente, por sectores racistas de la oposición política. Estas cuestiones, además del amotinamiento policial, que a medida que pasaba el tiempo, iba desarrollándose a nivel nacional, produjo un viaje inesperado de Evo Morales a su base histórica cocalera en el Trópico de Cochabamba.
    Hay rumores de que la base cocalera estaba partida en tendencias. Algunas queriendo radicalizar la resistencia mientras que otras querían conciliar. Hay que recordar que, el movimiento cocalero, además de ser la base social del que se valió Evo para llegar al poder por la vía democrática burguesa, es también un sector combativo y corporativista. Evo a la vez que fue presidente de la Nación boliviano ejerció la presidencia de la Federación de Cocaleros. Así las cosas, pareciera que el viaje del mandatario, fue tan solo para echarle más paños fríos al fuego de la rebelión popular ya que éste se había comprometido a respetar la decisión de la OEA.
    Evo se allanó a la OEA y convoca a nuevas elecciones
    Y en efecto, en un “… informe señala que "la existencia de 1.575 actas TREP en el cómputo final corresponde a un aproximado de 350.000 votos. El margen de victoria en primera vuelta es menor a 40.000 votos. Por lo tanto, una irregularidad de estas dimensiones es determinante para el resultado. Por estas razones el equipo auditor no puede validar una victoria en primera vuelta". A esto se agrega la existencia de más de 170 actas con firmas falsificadas y otras irregularidades en el sistema…”, (La Razón, 10/11/19), la OEA, resolvió convocar a nuevas elecciones. De la cual Evo Morales, desencajado, se hizo eco inmediatamente.
    En verdad, con el aparato policial amotinado, las FF.AA. declarando que, “…no iban a enfrentarse con el pueblo…”, y la renuncia de varios gobernadores, embajadores y ministros de gobierno, el poder de Evo estaba derrumbándose como un castillo de naipes. Ahora, la pregunta es si él va a volver a postular o si la oposición camba de la Media Luna cruceña, con, Luis Camacho a la cabeza, va a recular en su propuesta de que “Evo debe renunciar” o va a allanarse a la OEA. Lo más probable es que Camacho no acepte la convocatoria de nuevas elecciones con el MAS en el poder y va a solicitar un gobierno de transición o en su defecto la unidad de toda la oposición política con una sola candidatura (Mesa quedó segundo con más del 35% de los votos mientras que el descendiente koreano y religioso Chi Hyun Chung sacó alrededor del 8% de los votos).
    La respuesta de la OEA se da en medio de una profunda crisis del régimen político que ha polarizado más a los bandos en pugna, con el bloqueo de delegaciones de los Comités Cívicos (jóvenes universitarios, profesionales y pobladores de periferia, etc.), hacia la Paz; así como el incendio de la comisaría de El Alto, y el incendio de la casa de Masistas en el oriente y centro boliviano, etc. con la estrategia de tratar de descomprimir la ola de violencia que se está desarrollando. No obstante, no es seguro que pueda pararla.
    Bolivia, está marcada por las Tesis de Pulacayo de los 40s, la revolución de 1952, la guerra de guerrillas del Che Guevara, la Asamblea popular de los 80s y las insurrecciones del 2003/2005, donde el rol de la Central Obrera Boliviana (COB) en el imaginario colectivo pesa bastante.
    La renuncia del Evo y la “pacificación del país”
    No obstante, fue la COB, la que también le exigió al gobierno de Evo Morales su renuncia a la presidencia para lograr la “pacificación del país”. Esta cuestión aunada a la demanda de renuncia al presidente por parte de las FF.AA., dejaron sin “piso” al líder indígena, obligándolo a dimitir.
    En su mensaje a la Nación, Evo, volvió a plantear la “pacificación del país” y a la vez que denunció un golpe de Estado en su contra, llamó a la derecha golpista a respetar las propiedades de los demás en alusión al MAS y su familia. Sin embargo, es iluso pensar que al golpismo le va importar “respetar” no solo los bienes sino la vida a los simpatizantes del evismo. El golpismo ahora se siente fuerte y va a ir por la revancha que se teñirá de sangre obrera, campesina y popular. Ya hay anuncios de Camacho pidiendo la aprehensión de Evo Morales.
    Es poco probable que Evo vuelva bañado en popularidad al menos que lo arresten y lo mantengan vivo. La derecha va a exigir un juicio de responsabilidades sobre los tres muertos y las decenas de heridos en los conflictos de esta semana. En verdad, Evo, tiene poca correlación de fuerzas. Varias provincias como Potosí, Oruro, etc. que antes eran parte de su correlación de fuerzas, ahora, se han pasado al bando opositor gracias a las políticas pragmáticas y soberbias del evismo de gobernar para Dios y para el Diablo.
    Ironías de la vida. Fue Evo Morales, quien en el 2005 capitalizó las jornadas revolucionarias que terminaron con el gobierno de Carlos Mesa Gisbert. Hoy 2019, es Carlos Mesa, quien es parte de la dirección que logró la renuncia de Evo Morales.
    Un amigo desde la Paz, escribió, “…Ahora bien, la analogía puede perder su potencia: lo que pasa una vez como tragedia se repite después, como farsa. Los movimientos sociales convertidos en grupos de choque de hoy carecen del aura romántica y emancipadora que adornaba a las milicias del MNR, “semillas de un nuevo poder revolucionario”, elementos constitutivos del “poder dual” de la COB, ejército paralelo que, si todo lo otro fuera exagerado, contaban al menos con el mérito y el orgullo de haber vencido al Ejército rosquero con sus propias manos, prácticamente desnudas, en las jornadas de Abril. Tampoco el MAS, pese a todas sus similitudes, es el MNR, pues éste no solo nacionalizó la industria extractiva, como él, sino que, además, fue responsable de la reforma agraria, impuso el voto universal, “inventó” Santa Cruz, etc…”, redactó Fernando Molina, (La "crisis de octubre": analogías históricas, Brújula digital).
    Luego, continúa, “…No obstante, si hoy hubiese un golpe militar en contra del gobierno, ¿no lo apoyaría esta clase?”, Una pregunta queda: cómo evolucionará el MAS respecto a la clase media tradicional en el futuro. Parece bastante difícil, por su raigambre social, que imite la trayectoria del MNR, esto es, que pase de continente de los sectores populares indígenas a instrumento estratégico de las élites blancas del país. ¿Quedará entonces, congelado, como el enemigo histórico de la clase media? Y… ¿podrá sobrevivir así caracterizado? Otra pregunta es si el MAS seguirá representando monopólicamente a las clases populares y, por tanto, seguirá siendo predominante en la correlación general de fuerzas. El MNR contaba con los campesinos, pero, a partir de 1964, estos se fueron pasando al bloque barrientista. Cierto que el MAS tiene una fuerte raigambre campesina y popular, pero ningún monopolio está garantizado para siempre, como hemos comenzado a ver en esta crisis. Quizá el caso de Potosí, en donde fuertes sectores populares se alinean con la oposición, esté mostrando un fenómeno en desarrollo…”, (Ibid).
    Estas elucubraciones, aunque pueden revertirse de perseverar la reacción oligárquica, son elocuentes en cuanto al derrumbe del MAS y la era Post Evo.
    En Perú, los simpatizantes del MAS, se olvidan de la máxima mariateguista del sujeto político revolucionario y terminan decepcionados o confundidos por la estrategia evista de allanarse a la OEA. Observan estupefactos el “punto final” del desarrollo dialéctico y no se preguntan cómo llegamos a esta situación. Igual que cuando se cayó la URSS o el Muro de Berlín o Allende, acusan esquemáticamente solamente a la CIA, cómo si ésta hubiera podido derrotar a la revolución cubana a pesar de ser económicamente más vulnerable.
    Para los que editamos la revista La Abeja, las explicaciones están en todo el proceso de desarrollo dialéctico del MAS, el liderazgo evista, su programa y las tesis del ex EGTK y vicepresidente García Linera. Los mariateguistas creemos en la fuerza auto organizada del pueblo y la intervención de la clase obrera como sujeto político revolucionario. El Encuentro Obrero, Estudiantil y Popular apunta en ese sentido. Y la estrategia de autodefensa armada del pueblo, así como el desarrollo de la consigna “ahora sí, guerra civil” a través del “poder popular”, será clave para derrotar al golpismo pro imperialista.
    César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate).


    Bolivia: ni el caudillismo machista, ni la derecha fascista

    Otra noche de terror

    Por A.C.

    Los últimos hechos me han terminado de convencer que ya estoy muy vieja, no solamente por lo que me ha tocado vivir en cuerpo, sino también por la memoria de mi padre y mi madre.

    Me queda en la memoria los relatos que mi viejo me hacía de su vida como pongo de una hacienda en Tupiza, la prohibición de hablar quechua porque era un idioma que sólo te llevaba al atraso, su alegría en el 52… me queda también los relatos de mi madre en la masacre de la noche de San Juan en Catavi y Siglo XX, por eso ahora al escuchar los aviones militares me hizo apagar la luz y poner colchones en las ventanas. He pasado la dictadura de García Mesa, recuerdo aún los planfletos que mi papá escondía y alguno que otro universitario que se quedaba bajo la cama de la habitación en la que todos dormíamos. Muy joven y como parte de la Cruz Roja fui parte del comité de abastecimiento de la Gran Marcha por la Vida el 85, vi llorar a los mineros de regreso y destrozar la vanguardia minera.

    Años más tarde como dirigente estudiantil me plegué a la gran Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, ahí conocí a Evo Morales, Fernando Untoja y otros dirigentes, estuve en varios congresos cuando se intentaba construir el Instrumento Político del MAS y he acompañado al menos dos marchas de los cocaleros, he tenido el honor de marchar con Leonida Zurita y otras valerosas mujeres cocaleras, he compartido con ellas la angustia de dejar a nuestras wawas al cuidado de alguien, así que se bien que la foto de Morales de su última noche en el Chaparé es cualquier cosa, las hermanas le guardaban siempre la única cama que encontrábamos donde nos tocaba dormir, porque al hermano Evo siempre se le cuidaba.

    Como parte de Derechos Humanos, me ha tocado estar en Patacamaya durante la guerra del gas, el mismo día que llegaban los mineros y estar presente cuando las avionetas sobrevolaban y mataban al menos a dos, he visto sus cuerpos inertes y la rabia y la impotencia de todas y todos… he odiado a los milicos y pacos siempre.

    He sido parte de la fundación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qullasuyo (CONAMAQ) y he marchado con mis hermanos y hermanas por la nueva constitución y he llorado con ellos el día de su aprobación… de igual manera he participado activamente de VIII Marcha Indígena en contra la carretera por el TIPNIS, he visto a mis hermanos y hermanas ser golpeados, amedrentados, ninguneados… igual he visto como destrozaron el CONAMAQ luego de su apoyo militante a la Marcha contra el TIPNIS, he visto a los grupos de choque del MAS destruir, golpear y tomar junto a la policía sus oficinas, peleando entre hermanos, golpeando a nombre del proceso de cambio…
    Y aquí estoy ahora, en medio de una barricada barrial y un despliegue militar preguntándome contra quién peleamos, de quién nos tenemos que defender…

    A lo largo de estos años ha muerto mucha gente, muchos han quedado heridos y mutilados para siempre, pero no he visto justicia, Goni no paga ninguno de sus crímenes, Chaparina (la represión a la Marcha de TIPNIS) no tiene a nadie procesado, ya no recordamos los nombres de los muertos de la guerra del agua, tampoco hay nadie procesado por la brutal represión al pueblo Guarani Tacobo Mora el 2015.

    Entonces ¿quién es el enemigo? ¿Quién tiene la verdad?

    No dudo que hay muchos intereses detrás, los Estados Unidos, China, Rusia, las corporaciones, los de siempre, siempre los de siempre, con nuevas caras, pero los mismos discursos y al otro lado el pueblo, el que siempre tiene que poner la sangre.

    Tengo mi Whipala hace mucho, compañera de marchas y rituales… y hoy más que nunca me reconozco como hija de dos grandes naciones los Chichas y los Charkas Qara Qara, algo que sabíamos con absoluta claridad con el proceso constituyente es que independientemente de todo, las cosas ya no retrocederían, por eso no me sorprende todos los actos de repudio a la quema de la Whipala, creo que muchas y muchos tenemos claridad que está lucha en particular no es, ni ha sido una lucha para apoyar a la derecha, ni al fascismo galopante que anda de la mano de la biblia y la misoginia. Pero, ¿quién dio poder al caudillismo del facho Camacho?, un don nadie que de pronto se presentó como el salvador de un fraude, quién impulso el juego de las cartas, quién empezó a darle el papel de héroe – víctima…

    A pesar de mi largo camino, no tengo militancia política, más de una vez me han dicho que de buenas intenciones está empedrado el infierno, porque no basta ser buena gente para pelear… no tengo la verdad, pero tengo la certeza de que nunca me he equivocado de lado, siempre a pie con mis hermanos y hermanas. Desde ese caminar sé que no hubo un golpe de Estado, llegamos a este momento luego de violar una y otra vez las mismas reglas con las que se juega a la democracia… las reglas que se inventan una y otra vez.

    Me pregunto si las al menos 4 muertes de estos días serán juzgadas, si son juzgadas ¿quiénes irán a la cárcel? ¿Los autores materiales que igual es gente de base? ¿Vale la pena matar, golpear por gente que no se va ensuciar los zapatos en al menos ir a verte a la cárcel? ¿Vale la pena morir por alguien no ira ni a tú velorio?

    Estos días he tenido mucha rabia, mucha bronca… y es que ya estoy cansada de ver a mis hermanos y hermanas ser usados como carne de cañón, una y otra vez, aferrándose a cualquier caudillo con un hilo de esperanza, me he cansado de ver a los héroes que se proclaman salvadores de indios, mientras humillan a las mujeres públicamente y firman acuerdos con las transnacionales y conceden minas sobre territorios indígenas (Evo aprobó 207 contratos mineros días antes de las elecciones, eso sin mencionar que firmo acuerdo con la transnacional canadiense Prophecy Developmet Corp para explotar Pulacayo)… sí, la whipala no volverá a esconderse, pero no olvidemos que en este pedazo de mundo hay más pueblos que han sido pisoteados una y otra vez y no hemos escuchado las voces de defensa a sus derechos, no se han indignado contra el hermano Evo por mandar a apalear a mujeres, wawas y ancianos… a riesgo de que me linchen me pregunto ¿será que un símbolo vale más que los cuerpos de estas hermanas y hermanos?

    Cómo hemos hablado con varias y varios. Toca volver a tejer, toca volver a construir, toca mirarnos y reconocer las viejas heridas… entre tanto y mientras cae un poco de lluvia seguimos en vigilia, en mi cuadra viven dos funcionarios de algún ministerio, un señor que vive de vender plantitas en el mercado, dos comerciantes, la tendedera de la esquina, un chofer de mini bus… nosotros y los vecinos de las cuadras paralelas estamos aquí… protegiendo nuestras casas, defendiéndonos y aún no sé de quién nos defendemos…

    Mi única certeza en este momento, es que ni el caudillismo machista, ni la derecha fascista tienen ya cabida en nuestras vidas.

    Jallalla

    Fuente: Chaski Clandestina


    ¿Cómo derrocaron a Evo?

    por Pablo Stefanoni y Fernando Molina
    Revista Anfibia

    El gobierno de Evo Morales fue una revolución política antielitista. La situación actual no estaba en el horizonte de nadie y habla de un movimiento contrarrevolucionario. El líder visible es Luis Fernando Camacho, un empresario de 40 años que no participó en el proceso electoral y llegó al Palacio Quemado con una biblia y una escolta policial. Mientras festejaba en La Paz el derrocamiento del presidente, en la calle quemaban Whipalas y gritaban “echamos al comunismo”.

    Empecemos por el final (o por el final provisorio de esta historia): el domingo en las últimas horas de la noche, el líder cruceño Luis Fernando Camacho desfiló arriba de un carro policial por las calles de La Paz, escoltado por policías amotinados y vivado por sectores de la población opositores a Evo Morales. Se escenificaba así una contrarrevolución cívica-policial que sacó del poder al presidente boliviano. Morales se parapetó en su territorio, la región cocalera de El Chapare que lo vio nacer a la vida política y donde se refugió de los riesgos revanchistas. Es una parábola –al menos transitoria– en su vida política. De este modo, lo que comenzó como un movimiento en demanda de una segunda vuelta electoral tras la polémica y confusa elección del 20 de octubre terminó con el jefe de las Fuerzas Armadas “sugiriendo” la renuncia del presidente.
    Una sublevación contra Evo Morales no estaba en el horizonte de nadie. Pero en tres semanas, la oposición se movilizó con más firmeza que las bases “evistas”, que tras casi 14 años en el poder fueron perdiendo potencia movilizadora mientras el Estado iba reemplazando a las organizaciones sociales como fuente de poder y burocratizando el apoyo al “proceso de cambio”. Y en pocas horas, lo que fue el gobierno más fuerte del siglo XX en Bolivia pareció desmoronarse (hay varios ex funcionarios refugiados en embajadas). Ministros renunciaron denunciando que sus casas eran quemadas y los opositores mostraban a los tres muertos de los enfrentamientos entre grupos civiles como prenda de indignación frente a lo que llaman la “dictadura”. Finalmente, el domingo Evo Morales y Álvaro García Linera renunciaron y denunciaron un golpe en marcha.
    ***
    El Movimiento al Socialismo (MAS), formado en los años 90, fue siempre un partido profundamente campesino –más que indígena– y eso se trasladó en muchos sentidos al gobierno de Evo Morales. El apoyo urbano fue siempre condicionado –en 2005 una apuesta a un nuevo liderazgo “indígena” frente a la profunda crisis que vivía en país; luego porque Evo mantuvo muy buena performance económica–, pero los intentos de Morales de permanecer en la presidencia –sumado a sustratos racistas de vieja data y la sensación de exclusión del poder– alentaron a las clases medias urbanas a salir a la calle contra Morales. Objetivamente hablando, el llamado “proceso de cambio” no favoreció a la clase media tradicional ni al estamento “blancoide” –como se suele denominar a los “blancos” en Bolivia–, y, en cambio, les quitó poder. La de Morales fue revolución política antielitista. Por esto chocó contra las élites políticas anteriores y las sustituyó por otras, más plebeyas e indígenas. Este hecho desvalorizó hasta hacer desaparecer el capital simbólico y educativo con que contaba la “clase burocrática” que existía antes del MAS. Entretanto, sus victorias electorales con más del 60 por ciento le permitieron copar todo el poder el Estado.
    Morales pareció sellar una victoria de la política sobre la técnica. Si el neoliberalismo creía en el derecho de los “más capaces” a imponer sus visiones al conjunto, el “proceso de cambio” creía en el derecho de la Bolivia popular de imponerse sobre los “más capaces”. Para actuar recurrió a la política (igualitarismo) y al reparto corporativo de cargos entre diversos movimientos sociales antes que a la técnica (elitismo). Por esta razón no llenó de manera meritocrática las vacantes dejadas por el repliegue de la burocracia neoliberal. Y tampoco recurrió sistemática y ampliamente a las universidades para proveerse de un capital cultural que, en cambio, consideraba prescindible. Esto agrió a la clase media, especialmente a su segmento académico-profesional, cuya expectativa máxima era lograr un claro reconocimiento social y económico de los saberes que posee.
    Y finalmente, el MAS fue crecientemente estatista. El enfoque siempre estatista con que el gobierno abordaba los problemas y necesidades que iban surgiendo en el país lo llevó a ignorar y a menudo a chocar con los pequeños emprendimientos privados, esto es, con los emprendimientos de la clase media. Por esta razón había roces entre el “proceso de cambio” y los sectores emprendedores no indígenas y no corporativos (los que sí se beneficiaban de los aspectos políticos del cambio e indignaban a los “clasemedieros”). Es cierto que existía un pacto de no agresión y de apoyo táctico entre el “proceso de cambio” y la alta burguesía o clase alta, pero este se fundada en razones políticas antes que empresariales o económicas.
    Por otra parte, varias medidas adoptadas por Evo Morales desestabilizaron la dotación de capitales étnicos, perjudicando a los blancos: si bien no hizo una reforma agraria, benefició a los pobres con la dotación de tierras fiscales; hubo una redistribución del capital económico –mediante infraestructuras y políticas sociales– en favor de sectores más cholos y populares; la política educativa implementada por el gobierno mejoró la dotación de capital simbólico a los indígenas y los mestizos, mediante la revaloración de su historia y su cultura pero, al mismo tiempo, el gobierno hizo muy poco para elevar el nivel de la educación pública y, por tanto, para arrebatar el actual monopolio blanco de la educación (privada) de alta calidad. Así, las élites anteriores perdieron espacios en el Estado, vieron debilitados de sus capitales simbólicos y sus vías de influencia en el poder. En síntesis: el Club de Golf perdió cualquier relevancia como espacio de reproducción de poder y estatus.
    Diversas encuestas ya mostraban la desconfianza de los sectores medios respecto al presidente. No por la gestión, que aprobaban, sino por la duración del dominio de la élite que Evo dirigía. Tal era la cuestión que importaba a la clase media, una cuestión que la persistencia en la meta reeleccionista de Morales hicieron imposible de resolver, precipitando a la clase media a la sedición. Y a esto se sumó que el “proceso de cambio” no debilitó los microdespotismos presentes en toda la estructura estatal boliviana. El uso de los empleados públicos en las campañas electorales y, más en general, en la política partidaria del MAS debilitó el pluralismo ideológico entre los funcionarios incluso de menor rango.
    ***
    Bolivia es un país casi genéticamente antirreeleccionista: ni Víctor Paz Estenssoro, conductor de la Revolución Nacional de 1952, logró dos periodos consecutivos. En parte esta tendencia parece una suerte de reflejo republicano desde abajo y en parte la necesidad de una mayor rotación del personal político. Y cuando alguien no se va limita el acceso de los “aspirantes”. Todos los partidos populares que llegan al poder tienen el mismo problema: hay más militantes que cargos para repartir. El Estado es débil pero es una de las pocas vías de ascenso social.
    Bolivia es también el paraíso de la lógica de las equivalencias de Laclau: apenas la situación se sale del carril y se ve débil al Estado todos se suman con sus demandas, indignaciones y frustraciones, que son siempre muchas dado que es un país pobre y con muchas carencias. Así también fue esta vez. Los motines policiales expresan enconos de viejo cuño de sectores bajos con los mandos más altos, por temas de desigualdad económica y abusos de poder entre las “clases”: sucedió en 2003, en el motín de 2012 y en el del fin de semana pasado. Potosí, enfrentado con Evo desde hace años por sentir que desde la Colonia sus riquezas –ahora el litio– se esfuman y ellos siguen siendo siempre pobres, también se sumó a la rebelión. Y lo mismo pasó con sectores disidentes de todas las organizaciones sociales (cocaleros Yungas, ponchos rojos, mineros, transportistas). Esto se suma a una cultura corporativa que hace que las demandas de región o sector pesen más que las posiciones más universalistas, lo que habilita posibles alianzas inesperadas: en esta última asonada se aliaron Potosí y Santa Cruz, impensable durante las crisis de 2008, cuando Potosí fue un bastión “evista”.
    ***
    Luego de varios años de impotencia política y electoral de la oposición tradicional –los viejos políticos como Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina o el propio Carlos Mesa– aparece un “liderazgo carismático” nuevo: el de Fernando Camacho. Este personaje desconocido hasta hace pocas semanas fuera de Santa Cruz se proyectó primero ocupando un vacío en la dirigencia cruceña, que desde su derrota frente a Evo en 2008 había pactado cierta pax. Aupado en una nueva fase de radicalización juvenil el “macho Camacho”, un empresario de 40 años, se erigió como líder del Comité Cívico de la región que agrupa a las fuerzas vivas con hegemonía empresaria y defiende los intereses regionalistas. Y más recientemente, frente a la debilidad de la oposición, Camacho esgrimió una mezcla de Biblia y “pelotas” para enfrentar “al dictador”. Primero escribió una carta de renuncia “para que Evo la firme”; luego fue a llevarla a La Paz y fue repelido por las movilizaciones oficialistas; pero volvió al día siguiente para finalmente entrar el domingo a un desierto Palacio Quemado –el viejo edificio del poder hoy trasladado a la Casa Grande del Pueblo– con su Biblia y su carta; allí se arrodilló en el piso para que “Dios vuelva al Palacio”.
    Camacho selló pactos con “ponchos rojos” aymaras disidentes, se fotografió con cholas y cocaleros anti-Evo y juró no ser racista y diferenciarse de la imagen de una Santa Cruz blanca y separatista (“Los cruceños somos blancos y hablamos inglés”, había dicho alguna vez una Miss). Y, en una productiva estrategia, Camacho se alió con Marco Pumari, el presidente del Comité Cívico de Potosí, un hijo de minero que venía liderando la lucha en esa región contra el “ninguneo de Evo”. Así, el líder emergente e histriónico terminó siendo el artífice de la revuelta cívica-policial. Para ello desplazó al ex presidente Carlos Mesa, segundo en las elecciones del 20 de octubre, quien al ritmo de la aceleración de los acontecimientos se radicalizó sin convicción ni grandes chances de ser aceptado en el club más conservador por ser considerado un “tibio”.
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    René Zavaleta decía que Bolivia era la Francia de Sudamérica: allí la política se daba en su sentido clásico, es decir, como revolución y contrarrevolución. Pero el país vivió más de una década de estabilidad, un periodo que puso en duda la vigencia del pensamiento de Zavaleta. En 2008 Evo Morales resolvió su pulso con las viejas élites neoliberales y regionalistas que se habían opuesto a su asunción al poder y comenzó su ciclo hegemónico: una década de crecimiento económico, de confianza del público en su porvenir, de aprobación mayoritaria de la gestión gubernamental; un mercado interno con grandes inversiones financiadas a partir de ingresos extraordinarios en un tiempo de altos precios de las exportaciones; y una mejora en el bienestar social.
    Pero la rebelión volvió y se articuló con un movimiento conservador y contrarrevolucionario. A diferencia de Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003, Evo Morales no sacó al ejército a la calle. Movilizó a los militantes del MAS, al tiempo que se expandió a través de las redes sociales y los medios la imagen de las “hordas masistas” –ya no se puede decir campesinas o indígenas–. El informe de la OEA sobre el resultado electoral, alertando sobre alteraciones, minó la autoconfianza del oficialismo: perdió la calle y las redes al mismo tiempo. Esta auditoría, que podría haber pacificado la situación, fue rechazada por la oposición, que consideraba a Luis Almagro un aliado de Evo Morales por haber avalado su repostulación. La organización acaba de pronunciarse para rechazar “cualquier salida inconstitucional a la situación”.
    Una de las razones del insurreccionalismo es el caudillismo, esto es, la ausencia de instituciones políticas consolidadas. No existe más que una lógica inmediatista, de “suma cero”: se gana o se pierde todo, pero nunca se busca acumular victorias y derrotas parciales con la vista puesta en el futuro. Evo Morales no superó esa cultura y por eso buscó seguir en su cargo: pero la oposición hasta ahora tampoco y emerge con otro “caudillo” de derecha como Camacho. No sabemos qué futuro político le aguarda pero ya cumplió una “misión histórica”: que las ciudades acaben con la excepción histórica de un gobierno campesino en el país. No casualmente tras el derrocamiento de Evo se quemaron Whipalas, bandera indígena transformada en una segunda bandera nacional bajo el gobierno del MAS. Y adicionalmente, sacar al nacionalismo de izquierda del poder: “echamos al comunismo”, repetían los movilizados en las calles, algunos con Cristos y Biblias.
    Bolivia no es solo el país de las insurrecciones, sino también de las refundaciones. Solo la idea de una “refundación” permite cohesionar las fuerzas que requieren las salidas insurreccionales y anular la influencia social y política de quienes perdieron. Por otro lado, una “refundación”, y la “destrucción creativa” de instituciones estatales y políticas que le es consustancial, permiten una movilización de promesas y prebendas con la dimensión que los nuevos ganadores requieren para “ocupar” (aprovechar) verdaderamente el poder. Pero la paradoja es que el país cambia poco en cada refundación. Sobre todo en términos de cultura política.
    Ahora el péndulo quedó del lado conservador, veremos si la fragmentada oposición a Evo Morales logra estructurar un nuevo bloque de poder. Pero las heridas étnicas y sociales del derrocamiento de Evo serán perdurables.

    Pablo Stefanoni, es jefe de Redacción de la revista Nueva Sociedad. Fernando Molina es periodista.

     


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