Cuadro explicativo de las dos teorías antagónicas 
  sobre el contexto mundial: la burguesa neoclásica, marginalista y neoliberal 
  y la marxista 
  
   
Iñaki Gil de San Vicente 
  
  Las páginas que siguen sólo son un intento de facilitar el debate 
  pedagógico entre personas interesadas por acceder a una interpretación 
  no oficial y sí muy marginada y silenciada, cuando no reprimida, de lo 
  que sucede en la actualidad. Mientras que a diario oímos y leemos la 
  palabra "globalización" varias decenas de veces, y mientras se nos asegura 
  por todos los lados que la "globalización" es una cosa además 
  de buena también ya instaurada e irreversible, aguantando todo este chaparrón, 
  nosotros carecemos de una guía interpretativa, una especie de mapa, que 
  nos permita orientarnos mal que bien por el enrevesado y abstruso pantanal mediático 
  e ideológico.
  Además de la ignorancia teórico-política, impuesta sistemáticamente 
  por los medios de alienación social masiva --"educación"-- para 
  mantener el sistema opresor y explotador actual, el capitalista, además 
  de esto, también interviene en contra de la emancipación humana 
  otro factor tanto o más dañino porque se presenta con aires de 
  "normalidad". Me estoy refiriendo a la enorme confusión teórico-política 
  existente y a la dominación de una forma simple y mecánica, metafísica, 
  de pensamiento empobrecido e incapaz de cualquier crítica creativa. Se 
  presenta como "normal" esta confusión porque nos han "educado" --nos 
  han impuesto-- un sistema de pensamiento que apenas es capaz de crear un método 
  dialéctico que además de ver la totalidad de un problema, también 
  lo vea como algo concreto y, a la vez, como una totalidad concreta en movimiento 
  permanente causado por sus contradicciones internas. Esta metodología 
  general y básica del pensamiento científico-crítico, perfectamente 
  aplicable en y a todos los problemas de la vida cotidiana de cualquier persona, 
  es sin embargo permanentemente ocultada y silenciada, cuando no desprestigiada 
  y combatida, por el sistema "educativo" --alienador--.
  Una característica de este sistema es que embota tanto la natural capacidad 
  creativa y crítica de la especie humana que, unido a otras presiones 
  y agresiones como la aplicación del terror material o simbólico, 
  concreto o difuso; la desnacionalización brutal al obligarnos a emplear 
  lenguas extranjeras y, por no extendernos, la imposición de la dictadura 
  del pensamiento patriarcal, estas y otras limitaciones socialmente impuestas 
  a nuestra capacidad crítica, logran que padezcamos una total confusión 
  y desorientación paralizante cuando nos enfrentamos a problemas complejos. 
  Peor aún, el sistema dominante aumenta la complejidad aparente y no real 
  de muchos problemas para provocar el desconcierto y la pasividad temerosa, y 
  para hacer que las masas oprimidas renuncien a su propio pensamiento y se dejen 
  guiar por el del poder opresor o por el de grupos reformistas. En lo relacionado 
  con la famosa "globalización" sufrimos una situación así.
  Para facilitar una recuperación de la cualidad del pensamiento en este 
  importante problema, en la primera parte del texto presentamos un cuadro 
  con su explicación posterior; en la segunda parte, un resumen 
  muy sintético de las dos grandes teorías sobre el problema del 
  valor, problema crucial pues define la misma existencia material de la especie 
  humana; en la tercera, un resumen de la línea maestra de la extrema 
  derecha capitalista; en la cuarta, del socialismo utópico y del 
  marxismo; en la quinta, de la socialdemocracia, el stalinismo y eurocomunismo; 
  en la sexta, del keynesianismo, y en la séptima, de un 
  bloque de críticas progresistas. Por último, es deseable que el 
  estudio sea colectivo, con debates sobre problemas reales padecidos por la gente, 
  y que se comprenden desde las explicaciones propuestas en el texto.
 
 
  
ACLARACION DEL CUADRO:
  
  Cada teoría va seguida de un número con la doble intención 
  de, primero, facilitar su rápida localización en el texto y, segundo, 
  ayudar a seguir la lógica de la línea evolutiva. Ahora bien, no 
  ha dado tiempo para exponer más en detalle cada teoría, sino muy 
  resumidamente. Por ejemplo, no se ha podido extender más la muy importante 
  teoría del imperialismo, como las múltiples precisiones que hay 
  que hacer de sus diversas corrientes por las aportaciones que pueden hacer en 
  la actualidad, así como con la teoría del desarrollo desigual 
  que juega un papel muy esclarecedor en la comprensión del capitalismo 
  contemporáneo. Tampoco ha dado tiempo a precisar más las múltiples 
  matizaciones que existentes entre las teorías, como por ejemplo las diferencias 
  en Lenin sobre su aceptación lógicamente marxista de la ley del 
  valor-trabajo pero a la vez la importancia que concede a los monopolios; de 
  igual modo, tampoco decimos nada sobre la teoría del imperio, actualmente 
  en boga, y sus relaciones un tanto peculiares con la teoría de la ley 
  del valor-trabajo mundializada.
  Estas y otras obvias y clamorosas limitaciones de este texto son debidas tanto 
  a sus objetivos inmediatos y directos arriba enunciados como a la ausencia material 
  de tiempo para extendernos en la solución de esas y otras deficiencias. 
  Una laguna especialmente grave es la inexistencia de un apartado sobre las relaciones 
  entre el método dialéctico y el método histórico 
  en el estudio materialista de la teoría político-económica. 
  No es casualidad que desde finales del siglo XIX las críticas al marxismo 
  se dirijan, en síntesis, contra todo lo relacionado con la ley del valortrabajo, 
  contra todo lo relacionado con la dialéctica y contra todo lo relacionado 
  con la teoría del Estado y de la democracia socialista. Estos tres componente 
  iniciales que formaron una totalidad y que luego se enriquecieron con otros 
  componentes, han sido negados una y otra vez hasta la actualidad. Ningún 
  debate serio entre el marxismo y las corrientes ideológicas burguesas, 
  sean reformistas o ultraconservadoras, ha eludido jamás estas cuestiones 
  capitales, eminentemente prácticas como todo lo que guarda relación 
  con el marxismo.
  Por tanto, cuando una y otra vez a lo largo del texto se cite tanto la teoría 
  de la ley del valortrabajo como a las teorías burguesas antagónicas, 
  en realidad se está haciendo referencia a la totalidad del cuerpo teórico 
  marxista y a la totalidad del burgués. Solamente cuando se exponen las 
  teorías del centro, las reformistas, y las un poco a la derecha del marxismo 
  y en la parte de la arriba, en concreto la (9), la (9-1) y la (11), solamente 
  entonces deberíamos ser más precisos en las cuestiones negadas 
  o criticadas, pero no tenemos tiempo para tanto. La razón de esa exigencia 
  metodológica incumplida estriba en que de un modo u otro esas corrientes 
  han cuestionado total o parcialmente la teoría del valor-trabajo, la 
  dialéctica y la democracia socialista, y o bien las han tergiversado 
  y negado o bien las han "corregido" con ideologías burguesas reformistas 
  o abiertamente reaccionaras, como son los casos de la teoría de la preferencia 
  subjetiva, del neokantismo y mecanicismo y del durkheimianismo y weberianismo.
  La importancia de este debate se comprende con más facilidad al estudiar 
  la incidencia práctica que han tenido y tienen las ideologías 
  en las opresiones de las mujeres, de las naciones y de las clases trabajadoras.
  Por ejemplo, las mujeres vascas, pieza clave del pueblo trabajador euskaldun, 
  que a su vez es la fuerza consciente emancipadora de Euskal Herria, sufren por 
  ello mismo una triple explotación, opresión y dominación 
  solamente explicable desde una perspectiva científica si con el método 
  marxista enriquecido por las aportaciones feministas, descubrimos el papel de 
  la economía política burguesa en la negación de la explotación 
  sexo-económica de la mujer; el papel de la filosofía idealista, 
  a lo sumo agnóstica, y mecanicista burguesa en la misoginia del sistema 
  de pensamiento patriarcal, y el papel del nacionalismo imperialista sociológico 
  francés de Durkheim y el papel de la sociología imperialista alemana 
  de Weber en la legitimación intelectual de los Estados burgueses francés 
  y español. Si, además, enriquecemos la reflexión sobre 
  este ejemplo añadiendo las críticas ecologistas que tan perfectamente 
  se ensamblan en y son absorbidas por el cuerpo teórico marxista, y estudiamos 
  críticamente cómo la expansión del sistema patriarco-burgués 
  franco-español ha ido unido a la destrucción de las formas sociales 
  de imbricación preindoeuropea de la mujer vasca en una Naturaleza que 
  además ha sido mercantilizada y reducida a simple valor de cambio, si 
  hacemos este quíntuple pero unitario análisis marxista sobre la 
  mujer trabajadora vasca, vemos cómo se relacionan dialécticamente 
  todos los componentes del método marxista --sin citar a otros como la 
  psicología crítica, etc.-- en el análisis concreto de un 
  problema concreto.
  Nos hemos extendido algo en este ejemplo para mostrar cómo, desde la 
  teoría básica marxista, que se enriquece con cada avance humano, 
  no se pueden separar sus diversos componentes, como si fuera una sopa de tropiezos 
  a la que podemos añadirle o quitarle algunos a gusto del consumidor y, 
  sobre todo, del poder opresor existente en cada caso. Esto no niega sino que 
  lo exige, que en cada caso de estudio se deba priorizar el empleo metodológico 
  de tal o cual componente sobre los demás, como es obvio, pero sí 
  exige que inmediatamente después dentro de una simultaneidad sólo 
  rota por la prioridad del tema concreto, apliquemos los demás componentes 
  críticos de la totalidad del problema que estamos estudiando. Por último, 
  sobre todo y lo que es decisivo es que a la hora de la resolución práctica 
  del problema, en ese momento crucial en el que se confirma o se niega la validez 
  del análisis teórico anterior, hay que elaborar una síntesis 
  coherente integradora de todos los componentes internos del marxismo como método 
  y guía de acción revolucionara.
  Hemos colocado en la base del cuadro las tres corrientes teóricas decisivas 
  y básicas, dos de las cuales pertenecen a los intereses de la misma clase, 
  la burguesía, en cualquier debate sobre economía porque sin tenerlas 
  presente no se entiende nada de nada de lo que ocurre en la actualidad, y en 
  la historia del capitalismo. A la derecha está la teoría más 
  reaccionaria de las dos burguesas, y a la izquierda la más revolucionaria, 
  la marxista,. En el centro, está la amplia corriente burguesa, reformista 
  y progresista. Conforme una teoría concreta está más a 
  la izquierda es, a nuestro entender, más revolucionaria y también 
  más acertada científicamente. Y cuanto más a la derecha, 
  más reaccionaria y errónea. Naturalmente, en tan poco espacio 
  no se puede precisar casi nada, pero las ideas básicas quedan algo precisadas.
  A la vez, conforme se sube hacia arriba, transcurre el tiempo y complejiza el 
  capitalismo y tiende a aumentar el número de teorías derivadas 
  de las dos básica y antagónicas, que lo combaten o defienden. 
  Las flechas ascendentes muestran las lógicas evolutivas de las teorías 
  anteriores e iniciales a las posteriores. Cuando no existe ninguna línea 
  entre dos teorías es que, a nuestro entender, tampoco existe una continuidad 
  lógica cualitativa entre ellas, pero sí sucede que puede existir 
  entre ellas una continuidad mediante una segunda teoría intermedia; es 
  decir, que la teoría inicial, situada más abajo, ha tenido ciertos 
  cambios más o menos importantes al concretarse en otra teoría 
  posterior, de la cual surge luego una tercera teoría. Cuando las flechas 
  suben en línea recta es que conservan los principios elementales y definitorios 
  de la corriente en la que se inscriben. Y cuando giran hacia la derecha es que 
  van perdiendo ese contenido y van adoptando otros contrarios, que se distancian 
  de las bases decisivas sobre la interpretación del valor, que es el problema 
  esencial y vital. Cuando giran a la izquierda es que van ganando en radicalidad 
  y en capacidad científica.
  Esta afirmación se sustenta en la propia naturaleza de la ley del valor-trabajo 
  y de su función en el modo de producción capitalista. La ley del 
  valor-trabajo hace que el capital fluya de una rama productiva a otra según 
  los intereses particulares de la burguesía, de sus diferentes fracciones, 
  siempre a la búsqueda del máximo beneficio particular pero siempre 
  bajo las presiones de las pérdidas que obtienen en ramas productivas 
  menos rentables. Esta ley demuestra y confirma por tanto la anarquía 
  esencial del capitalismo, anarquía que surge de que si bien cada capitalista 
  busca racionalizar su propio negocio para aumentar su beneficio el choque de 
  todos los capitalistas bajo las presiones de los menores beneficios genera la 
  irracionalidad colectiva. Para salir de este agujero, cada empresario ha de 
  aumentar la explotación de sus trabajadores porque, como muestra la ley 
  l valor-trabajo, sólo en la obtención de plusvalía radica 
  la posibilidad de enriquecimiento de capital. Ello es así porque sólo 
  la fuerza de trabajo humana es capaz de crear bienes nuevos. Y la fuerza de 
  trabajo se divide en trabajo concreto, el que realiza el ser humano en particular, 
  y en trabajo abstracto, que es la cualidad común interna a todo trabajo 
  concreto, al margen de su forma y plasmación exterior.
  Por ejemplo, hay trabajo abstracto acumulado en las pinturas rupestres de Ekain 
  como lo hay también en la fabricación de un tornillo en un taller, 
  o en una escultura trabajada por una prisionera vasca, o en una cocina limpiada 
  por una mujer cuando vuelve de su trabajo asalariado y precarizado en la calle. 
  Los cuatro son trabajos concretos, pero todos ellos tienen en común que 
  son resultado de la aplicación de la fuerza de trabajo humana abstractamente 
  considerada.
  En el capitalismo esta fuerza de trabajo, esta capacidad humana de crear cosas 
  que tienen un valor interno porque son expresión de un trabajo abstracto, 
  es puesta en funcionamiento por la clase dominante, por la burguesía 
  propietaria de los medios de producción. Al cabo del proceso entero de 
  producción, circulación y venta, y realizadas ya todas las cuentas 
  y los pagos anteriores, al cabo de este proceso, el capitalista ha terminado 
  con más dinero, con más capital, del que tenía cuando comenzó.
  El capitalista ha buscado un negocio rentable, ha calculado los precios anteriores 
  de todo el proceso, ha contratado a obreros y les ha impuesto una disciplina 
  de explotación de su fuerza de trabajo, ha hecho circular en el mercado 
  los bienes producidos hasta venderlos, ha cuantificado las ganancias, ha descontado 
  los costos generales anteriores y ha reservado dinero para volver a empezar 
  el negocio, y entonces, después de todo, cuenta sus ganancias, sus beneficios 
  exclusivos y se siente feliz porque es más rico que antes, porque ha 
  ampliado su capital privado, porque ha acumulado más. Si ve que hay otro 
  negocio más rentable, aunque genere paro y destrucción de la naturaleza, 
  no dudará en abandonar el anterior y en ir al más rentable para 
  él.
  Si ve que este negocio, o los recursos y materias que necesita, está 
  en otro país, lo invade militarmente, o le impone toda serie de exigencias 
  bajo chantaje y amenaza para que "abra sus fronteras". Si la clase obrera interna 
  y externa, resiste a la explotación, endurecerá las disciplinas, 
  las condiciones de trabajo, empeorará los servicios sociales, hará 
  intervenir al Estado para que reprima al movimiento obrero y también 
  privatice empresas públicas en su beneficio exclusivo, y en el de su 
  clase, etc.
  La ley del valor-trabajo está por debajo de tanta barbarie, alimentándola, 
  impulsándola. Subirla a la superficie. Descubrir sus terribles efectos 
  sociales y contra la naturaleza, demostrar que mientras esté vigente 
  no puede haber un desarrollo cualitativo y autoconsciente, esta tarea científico-crítica 
  es la condición previa inexcusable para avanzar en la racionalización 
  colectiva de la vida social. Pero ello es inseparable de la simultánea 
  desaparición histórica de la mercancía y del dinero, y 
  sobre todo, de la explotación de la fuerza de trabajo. Descubrir el funcionamiento 
  social de la ley del valor-trabajo es descubrir la necesidad de acabar con el 
  capitalismo. Y ese avance científico-crítico es esencialmente 
  revolucionario, izquierdista. No es entonces nada sorprendente el que la intelectualidad 
  burguesa tenga profundas impotencia racionales e irracionales para avanzar en 
  esa tarea.
  Como vemos en el cuadro, el grueso de los cambios han sido hacia la derecha, 
  es decir, abandonando o debilitando la teoría marxista de la ley del 
  valor-trabajo y aceptando más o menos algunas de las dos teorías 
  burguesas. Y, también, debilitando o abandonando la teoría burguesa 
  del costo de producción para aceptar la más burguesa de preferencia 
  subjetiva, que es la base sobre la que descansa toda la corriente contrarrevolucionaria 
  que va en línea recta ascendente del neoclasicismo a los marginalismo 
  duros y a los diversos neoliberalismos para acabar en la apología criminal 
  de la globalización positiva. Solamente en la segunda mitad del siglo 
  XVIII parte de la intelectualidad burguesa, que no toda, se atrevió a 
  avanzar ligeramente en un estudio más crítico del capitalismo 
  que los anteriores, desarrollando algunas cuestiones importantes que demostraban 
  los límites históricos de este modo de producción. Pero 
  casi al instante, también otra corriente burguesa volvió a girar 
  a la derecha.
  La razón de esta deriva derechista de buena parte de las teorías 
  económicas y de la permanencia de una corriente contrarrevolucionaria 
  actualmente dominante, hay que buscarlas además de en el poder de absorción 
  del sistema capitalista sobre las burocracias políticas, sindicales, 
  culturales e intelectuales universitarios, funcionarios o privados, también 
  en la propia estructura interna de la ideología dominante, la burguesa; 
  y, por último, con más peso de lo que sospechamos, en la permanente 
  presión, censura y hasta represión que el sistema capitalista 
  ejerce implacablemente contra quienes lo estudian críticamente, para 
  sacar a la luz pública las explotaciones sobre las que se asienta. Hay 
  que ponerse en el lugar cotidiano, diario, de trabajo incluso asalariado de 
  decenas de intelectuales, profesores y académicos, para comprender las 
  condiciones y presiones permanentes en las que desarrollan su trabajo intelectual. 
  Pero previamente hay que tener en cuenta que la mayoría provienen de 
  las llamadas "clases medias" incluso de la alta burguesía, pero muy pocos, 
  sólo una muy reducida minoría, de las clases trabajadoras y menos 
  aún del campesinado.
  Desde esta posición crítica previa, debemos comprender cómo 
  funciona en la práctica el sistema educativo capitalista, desde la primera 
  infancia hasta la selectiva y elitista designación de los principales 
  puestos de responsabilidad ideológica y teórico-política. 
  En las páginas siguientes veremos algunos casos significativos de la 
  pertenencia de clase conscientemente asumida de famosos críticos del 
  marxismo. Cuando a esto unimos que es la intelectualidad no sólo de la 
  clase dominante sino también de la nación opresora --cuando existe 
  opresión y explotación nacional-- y, siempre desde que surgen 
  las políticas económicas, del sexo y del género dominante, 
  del hombre en concreto, quedando totalmente excluida y negada la realidad de 
  la explotación sexo-económica de la mujer, entonces, comprendemos 
  el conjunto de intereses conscientes e inconscientes que actúan dentro 
  de la ideología burguesa en general y en concreto de sus interpretaciones 
  económicas. Si además tenemos en cuenta la mercantilización 
  de la Naturaleza y la obsesión consumista inherente al capitalismo, viendo 
  así el problema que tratamos conocemos mejor lo difícil que resulta 
  separar lo "objetivo" de lo "subjetivo" en estas cuestiones.
  Ninguna teoría económica es "neutral" y "apolítica". Todas 
  ellas son esencialmente políticas y tienen efectos sociales precisos. 
  Otra cosa es que ese contenido sociopolítico sea aireado y reconocido 
  públicamente o negado con insistencia. Conforme más ideológica 
  y menos teórica y científica es una corriente político-económica, 
  más oculta su naturaleza burguesa. Por el contrario, conforme más 
  crítica y válida teóricamente es, más abiertamente 
  reivindica su contenido y sus objetivos sociopolíticos. Esto nos lleva 
  en directo al problema de la "objetividad" del pensamiento humano cuando analiza 
  SEGUNDO: Para comprender porqué sucede esto, debemos exponer muy brevemente 
  los dos grandes bloques antagónicos existentes en la economía 
  política, advirtiendo de que uno de ellos, el burgués, tiene dos 
  corrientes internas que no son antagónicas aunque tienen diferencias 
  formales que explican que, según cómo evolucione la situación 
  social en general o en particular, el capitalismo en su conjunto o las diversas 
  burguesías puedan optar por una u otra alternativa, o por diferentes 
  combinaciones de ambas.
  El bloque burgués tiene en la TEORIA DEL COSTE DE PRODUCCIÓN su 
  primera baza ideológica fuerte de justificación del sistema capitalista 
  sin analizar en serio, científicamente, la existencia o inexistencia 
  de la explotación. Es la teoría inicial del pensamiento burgués 
  ante la necesidad de racionalidad los efectos de la rápida expansión 
  económica en la segunda mitad del siglo XVIII y sobre todo ante la revolución 
  industrial que avanzaba en Gran Bretaña. Sostiene que las ganancias provienen 
  de que el empresario obtiene un excedente al final del proceso económico, 
  excedente que no es otro que la diferencia entre el precio de la venta última 
  y el precio total de todo lo gastado anteriormente en la producción, 
  máquinas, energías y materias, sueldos a los trabajadores, etc. 
  De aquí se deduce que, al no existir contradicciones de explotación, 
  los problemas aparecen en el reparto y distribución social del excedente. 
  Para solucionarlos, para repartir con más "justicia" el excedente, debe 
  intervenir el Estado democrático vigilado por los partidos y los ciudadanos, 
  que también desarrollan una política evolucionista y reformista 
  de paulatina mejora del reparto, de aumento salarial, etc.
  La segunda baza ideológica burguesa, la TEORÍA DE LA PREFERENCIA 
  SUBJETIVA, cogió fuerza más de medio siglo después, aunque 
  sobre bases existentes mucho antes. Cogió fuerza por tres razones: una, 
  porque habían cambiando las formas externas del capitalismo y hasta ese 
  momento no se habían cumplido los miedos sobre el futuro que anunciaba 
  la primera baza ideológica y que advertían de que, por su misma 
  naturaleza objetiva, el capitalismo llevaba en sí mismo la crisis interna 
  periódica; dos, porque se había extendido la ideología 
  mecanicista, matematicista y fisicalista en la interpretación del método 
  científico, con una sobrevaloración de su influencia en las ciencias 
  sociales; y tres, porque además de avanzar la organización y lucha 
  de los obreros, también avanzaba la teoría socialista y concretamente 
  su versión marxista, cosas que ponían muy furioso al capitalismo.
  La reacción fue retroceder a una ideología subjetiva, individualista 
  e idealista de lo económico, según la cual lo decisivo es la voluntad 
  de consumo racional y consciente del individuo plenamente libre y con dinero. 
  La ganancia proviene así del margen, de la diferencia marginal que resulta 
  entre el costo del producto y lo que ha querido pagar el consumidor individual, 
  capaz de elegir correctamente, seleccionando la mejor relación calidad-precio 
  y no cayendo en las trampas de todo tipo. Para que este sistema funcione hay 
  que dejar que el "ciudadano consumidor" haga lo que estime conveniente, sea 
  "libre" en suma para elegir. El Estado, por tanto, no debe intervenir públicamente, 
  sino sólo facilitar que los negocios individuales evolucionen por sí 
  mismos, sin trabas reguladoras, sin impuestos directos y restrictivos de la 
  capacidad de enriquecimiento de los más aptos y dotados por la naturaleza, 
  sin gastos sociales que favorecen a los vagos y quitan dinero privado al mercado 
  todopoderoso al hacerlo público.
  Irreconciliablemente opuesto a estas bazas ideológicas, que se fusionan 
  en la explotación social, el bloque antagónico, la TEORÍA 
  DEL VALOR-TRABAJO, se formó gracias a la superación dialéctica 
  de la primera ideología burguesa, la menos reaccionaria y la que más 
  se acercaba a las contradicciones del sistema. No podemos explicar aquí 
  cómo esa superación fue realmente dialéctica, es decir, 
  cogió lo mejor de las ideas económicas pero también políticas, 
  sociales, filosóficas, culturales y científicas de la época 
  hasta construir una teoría nueva en todos los aspectos, cualitativamente 
  diferente a las anteriores. Según esta teoría, la ganancia proviene 
  de la plusvalía, es decir, del hecho de que la fuerza de trabajo del 
  ser humano permite crear más valor que el contenido en las máquinas, 
  materias y energías, etc., necesarias para la producción.
  La burguesía gana cuando tras pagar todos los costos anteriores incluido 
  el salario obrero, se queda con una cantidad extra, con un beneficio, que no 
  es sino la realización de esa plusvalía.
  Existe pues una explotación de la clase obrera y del pueblo trabajador 
  por la clase burguesa, clase que se apropia privadamente de la mayor parte del 
  excedente socialmente creado.
  No existe ni puede existir nunca, jamás, eso que llaman "salario justo". 
  Todo salario es objetivamente una injusticia impuesta por la fuerza invisible 
  y visible del capitalismo. Salario y explotación son procesos parciales 
  pero inseparables del proceso global del capitalismo y necesarios para su existencia. 
  Dada la naturaleza necesaria de la explotación y del salario siempre 
  injusto, el capitalismo necesita de un instrumento que garantice su continuidad, 
  y ese instrumento es el Estado burgués. No existe Estado neutral sino 
  Estado de clase. Y dado que el capitalismo se asienta siempre sobre la anterior 
  explotación de la mujer, es siempre un Estado patriarco-burgués. 
  Y dado que muchos capitalismos explotan, oprimen y dominan a otras naciones 
  para sangrarlas y expoliarlas, también en estos casos es un Estado nacionalmente 
  opresor.
  TERCERO: Comprendemos así el porqué del antagonismo irreconciliable 
  entre esta teoría y la burguesa.
  Para analizarla con más detalle y para comprender mejor que por debajo 
  del aparente e interesado galimatías actual sobre las múltiples 
  "globalizaciones", existe una verdad simple y cruda, brutal, que nos remite 
  a la explotación de la mayoría por la minoría como esencia 
  invariable pese a sus cambios de forma externa en la evolución del capitalismo 
  histórico, para descubrirlo, vamos a exponer uno a uno los diversos momentos 
  históricos de las corrientes que aparecen en el cuadro. Seguiremos el 
  orden expuesto.
  (1) MERCANTILISMO: desde el siglo XV hasta la primera mitad del XVIII las burguesías 
  comercial y preindustrial, frecuentemente unidas, pensaban que la riqueza era 
  el dinero, y que este se obtenía mediante el comercio, cambiando en el 
  mercado y sobre todo en mercados con precios inferiores. Un Estado, un reino, 
  era más rico cuanto más dinero obtenía en el comercio externo 
  e interno, y para ello debía intervenir su marina de guerra, su ejército, 
  la entera burocracia estatal y hasta poderosas empresas privadas pero apoyadas 
  por el Estado. A la vez, había que asegurar y proteger el mercado propio, 
  interno, pero había que abrir y desproteger los externos, recurriendo 
  a la fuerza militar si se resistían sus pueblos. Se lograba así 
  una enorme expoliación y transferencia de valor del exterior al interior, 
  y se aseguraba la línea ascendente del MARCANTILISMO a la ECONOMIA VULGAR 
  O NEOCLASICA.
  (2) FISIOCRACIA: la burguesía del Estado francés, mucho más 
  débil que la inglesa en desarrollo protoindustrial, y más interesada 
  en ganarse el apoyo del campesinado alto y medio, desarrolló en buena 
  parte del siglo XVIII la tesis según la cual la creación de riqueza 
  provenía de la agricultura y no de la protoindustria, que ponían 
  en segundo lugar. Esta teoría, sistematizada por Quesnay (1696-1794) 
  tenía de bueno su insistencia en la producción de valores de uso 
  y no en el comercio y en el dinero, o sea en la circulación.
  También insistieron en los problemas del capital fijo y circulante de 
  tanta importancia para una agricultura sometida a la incertidumbre del clima, 
  por lo que intentaron crear una teoría explicativa capaz de asegurar 
  la producción anual. Por estos logros su influencia ha sido grande en 
  el ascenso crítico de la FISIOCRACIA a la ECONOMIABURGUESA CLASICA y 
  al MARXISMO. Pero a la vez, por sus intereses e ideología burguesa, defendía 
  el poder absoluto de la propiedad privada, de la libre competencia y la libertad 
  de comercio exterior, para lo que apremiaban a la marina de guerra francesa 
  que fuera tan criminal o más que la inglesa. Así se explica la 
  línea recta que sube de la FISIOCRACIA a la ECONOMÍA VULGAR O 
  NEOCLÁSICA.
  (3) ECONOMÍA BURGUESA CLÁSICA: en el último tercio del 
  siglo XVIII la industria manufacturera británica se enfrentaba a crecientes 
  dificultades de racionalización teórica debido al envejecimiento 
  del MERCANTILISMO, superado por la evolución económica, y a la 
  obvia incapacidad de la FISIOCRACIA para entender el peso cualitativo de la 
  industria creciente. Los primeros clásicos, nucleados alrededor de Adam 
  Smith (1723-1790), criticaron duramente al MERCANTILISMO por su desprecio de 
  la esfera de la producción, es decir, de la industria, lugar en donde 
  según los clásicos se producía el valor. Esa crítica 
  cierta le llevó a plantear la existencia de dos clases diferentes, la 
  trabajadora y la patronal, pero al no poder avanzar en una descripción 
  más exacta de la producción del excedente, de qué es lo 
  que permite que el trabajador produzca al final más de lo que recibe 
  por su salario, por eso no pudieron sentar las bases definitivas de la crítica 
  del capitalismo. Sin embargo, este logro era muy importante para su época 
  y explica la línea ascendente hacia la izquierda que engarza con la ECONOMIA 
  BURGUESA CLÁSICA (4) y, tras en ser enriquecida por esta, con el MARXISMO. 
  Pero sus mismas limitaciones y contradicciones al ofrecer definiciones opuestas 
  del valor y de la ganancia, sobre todo al definir el valor como simple pago 
  justo del trabajo y la ganancia como compensación del riesgo en la inversión 
  privada, estos y otros errores explican su línea ascendente hacia la 
  ECONOMIA VULGAR O NEOCLÁSICA (5).
  (4) ECONOMÍA BURGUESA CLÁSICA: las revoluciones burguesas de 1776 
  en los EEUU y de 1789 en el Estado francés desequilibraron el orden mundial 
  y especialmente el británico por sus efectos totales. El grueso de la 
  burguesía industrial británica comprendió que se le abrían 
  enormes posibilidades de enriquecimiento aprovechando su decisiva superioridad 
  industrial si dirigía la guerra mundial contra Napoleón y extraía 
  lecciones de la derrota en los EEUU. El capitalismo británico, definitivamente 
  industrial, salió como la potencia mundial en 1815, cuando el Congreso 
  de Viena. Pues bien, dos años después David Ricardo (1772-1823), 
  teórico clave de la reflexión burguesa, publicaba su obra decisiva. 
  Su éxito como ideólogo oficial de la burguesía industrial 
  provenía del hecho de que la realidad demostraba al grueso de esta fracción 
  de clase que una cosa es el precio de una mercancía y otra es su valor; 
  que el valor de la mercancía lo determina el trabajo invertido en ella 
  y que, esa determinación la marca el tiempo de trabajo. Avanzó 
  en la ley del valor-trabajo y en la diferencia entre beneficio empresarial y 
  salario obrero, es decir, en la explotación. Estos y otros logros explican 
  la línea ascendente hacia el MARXISMO, pero sus dificultades para definir 
  teóricamente la diferencia entre fuerza de trabajo y trabajo, para captar 
  el proceso de cuota media de ganancia, para superar la errónea tesis 
  de la fertilidad decreciente del suelo, estos y otros errores explican la línea 
  derechista ascendente hacia la ECONOMÍA BURGUESA NEOCLÁSICA.
  (5) ECONOMÍA VULGAR O NEOCLÁSICA: pero no toda la burguesía 
  británica estaba de acuerdo con lo anterior. Hay que tener en cuenta 
  que además de las revoluciones burguesas vistas, de la expansión 
  industrial y político-militar británica a escala mundial, también 
  se había producido una explosión demográfica impresionante 
  y una áspera lucha de clases que incluso había zarandeado el malestar 
  de la marina de guerra británica a finales del siglo XVIII. La todavía 
  poderosa burguesía terrateniente y muchos sectores de la comercial, que 
  dependían de la agricultura y del comercio mundial, defendían 
  posturas más duras, incluso brutales para con las masas trabajadoras, 
  como la de Malthus (1766-1834), representante máximo de esta corriente 
  todavía entonces minoritaria pero que se haría dominante, que 
  exigía que el Estado dejase de reconocer el derecho de los pobres a recibir 
  ayuda pública, que exigía abolir la Ley de Pobres, que afirmaba 
  que la caridad pública y privada no podían resolver la falta de 
  previsión de los pobres para ahorrar, trabajar y aprender a gastar. Insistía 
  en que, por el contrario, había que potenciar el consumo de las clases 
  ricas, iniciando la teoría de la demanda efectiva tan valorada después 
  hasta por Keynes. La reacción antipopular incitada por Malthus tuvo éxito 
  y el Estado suprimió derechos asistenciales. Tal vez por esto y por el 
  empeoramiento del clima social, un segundo vocero de la ECONOMIA VULGAR --tal 
  cual la definía Marx-- o NEOCLÁSICA, fue Mill (1806-1873) que 
  suavizó algo la ferocidad de sus predecesores pero insistiendo en la 
  importancia de la esfera de la circulación sobre la de la producción. 
  La razón por la que Marx definió como vulgar a esta escuela es, 
  por tanto, simple de comprender.
  (5-1) MARGINALISMO DURO: la burguesía industrial no tuvo empacho en seguir 
  algunos métodos antiobreros y antipopulares de Malthus, pero ello no 
  significaba el triunfo de la ECONOMÍA VULGAR. Prácticamente hasta 
  el último cuarto del siglo XIX no renace esta corriente. Incluso cuando 
  Gossen publicó en una fecha ya tardía como 1854 sus tres célebres 
  "leyes" económicas --utilitarismo, consumo y matematización--, 
  tenidas por muchos como la primera exposición plena del marginalismo 
  y del neoliberalismo, incluso entonces su obra fue condenada al olvido, teniendo 
  que transcurrir 35 años para que se reeditara en 1889. Ya hemos dicho 
  antes que existían tres razones para el resurgir de esta variante ideológica 
  burguesa, como son el aparente incumplimiento de los negros augurios de Ricardo 
  sobre el futuro capitalista, la fisicalización de las ciencias sociales 
  y el miedo burgués al ascenso del movimiento socialista obrero.
  Para cuando estalló la larga crisis del último tercio del siglo 
  XIX ya estaban formados los puntos decisivos de esta corriente por obra de Jevons 
  (1835-1882), Walras (1837-1910), Menger (1840-1921) y Pareto (1848-1923). Además, 
  su aire de cientificidad al usar masivamente las matemáticas, descontextualizadas 
  de toda problemática sociohistórica, le protegía de las 
  críticas y, por último, el ascenso del movimiento obrero socialista 
  y anarquista, pero sobre todo marxista, como veremos luego, aseguraban su continuidad 
  mal que bien al carecer el capitalismo de otra ideología más adecuada, 
  aunque la elaboraría al poco tiempo. Lo esencial de esta corriente radica, 
  como se ha dicho, en la creencia de que el mercado libre, perfecto y autorregulado 
  sin injerencias estatales, permitía al "ciudadano consumidor" escoger 
  la mejor relación calidad-precio. De este modo, pese a problemillas de 
  ajuste secundario, en un tiempo relativamente corto se impondría el equilibro 
  general del sistema. Esta ley debía cumplirse al margen de las voluntades 
  e intervenciones humanas, siguiendo la lógica fisicalista enunciada por 
  Jevons según la cual la economía se parecía mucho a la 
  ciencia de la mecánica estática, y tenía que aplicar los 
  mismos principios matemáticos que la ciencia física (5-2) MARGINALISMO 
  BLANDO: efectivamente, no tardó mucho en surgir una variante del marginalismo 
  más realista para con la situación burguesa. Aunque en esencia 
  esta variante defendía lo mismo que su antecesora, sin embargo difería 
  sobre todo en cómo aplicarla en los nuevos tiempos y en situaciones tan 
  diferentes según los países. Marshall (1842-1924) no dudó 
  en salir en defensa de Ricardo y contra las críticas de Jevons, defendiendo 
  además una mayor agilidad y adaptación sociohistórica de 
  la matemática evitando el mecanicismo fisicalista de Jevons. Consciente 
  de la complejidad sociohistórica intentó meter dosis de realismo 
  en la teoría matriz y hasta propugnó que se ampliasen sus relaciones 
  prácticas con la política económica incluso con algunas 
  reformas y negociaciones, lo que no siempre fue bien visto.
  Por su parte, Böhm-Bawerk (1851-1914) fue el marginalista que más 
  atención prestó a la crítica burguesa del MARXISMO, crítica 
  que en la que ya había profundizado el ortodoxo Walras. Böhm-Bawerk 
  se esforzó por salvar de la crítica marxista los problemas del 
  interés y del fondo de salarios, a la vez que pasó a la ofensiva 
  contra Marx, ataque que ha sido desde entonces un pilar del dogma antimarxista. 
  Para lograr su triple objetivo, desarrolló aún más el componente 
  idealista y subjetivista del marginalismo, reduciendo al mínimo el peso 
  de la realidad sociohistórica para sobrestimar el de los factores psicológicos 
  individuales. No podemos extendernos en Veblen (1857-1929) y sus intentos por 
  mejorar el marginalismo mediante una síntesis de evolucionismo no mecanicista 
  y de la psicología social con los datos estadísticos que se obtienen 
  mediante las instituciones burguesas. De todos modos, para acabar, no deja de 
  sorprender el que mientras la economía política burguesa divagaba 
  sobre estas cuestiones, el MARXISMO avanzaba impresionantes teorías sobre 
  el imperialismo y la mundialización, que veremos en su momentos.
  (5-3) NEOLIBERALISMO: la superioridad del marginalismo y de la teoría 
  neoclásica se esfumó con la crisis estructural iniciada en 1929 
  y que, con altibajos y recuperaciones, se prolongó hasta 1939. A partir 
  de ahí la relación de fuerzas sociales en lucha no era la más 
  adecuada para la vuelta de esa política económica. Al contrario. 
  Por un lado, los destrozos inmensos de la guerra de 1939-45 en Europa occidental 
  y la necesidad de apuntalar la incipiente recuperación en los EEUU; también 
  las lecciones extraídas por el movimiento obrero sobre el comportamiento 
  pro-nazi de las burguesías europeas y, por último, la presencia 
  de la URSS y del stalinismo, todo esto en sentido general, más las condiciones 
  concretas en cada país, imposibilitaron la vuelta de la ferocidad marginalista. 
  Veremos más adelante que la solución transitoria fue, en general, 
  el matrimonio estatal entre el reformismo socialdemócrata y el KEYNESIANISMO. 
  Pero cuando ésta unión se demostró incapaz de salvar al 
  capitalismo de finales de la década de 1961 de una pavorosa crisis, entonces 
  las burguesías no tuvieron ningún reparo en empezar a aplicar 
  una versión moderna del marginalismo, se trataba del neoliberalismo. 
  Se aplicó muchas veces con una mezcla de KEYNESIANISMOS BLANDOS y cada 
  vez más débiles y con el apoyo del reformismo político-sindical 
  de los EUROCOMUNISMOS.
  Hay que insistir, porque ahora se olvida interesadamente, que el NEOLIBERALISMO 
  en cuanto tal partía con la ventaja de los previos ataques demoledores 
  contra el movimiento obrero lanzados por el reformismo. Sobre esta ventaja, 
  el NEOLIBERALISMO aplicó sus cuatro principios básicos y comunes: 
  uno, controlar la inflación, reducir la intervención estatal en 
  gasto público y volcarla en el apoyo a la burguesía, privatizando 
  empresas públicas para beneficio privado; dos, reducción de salarios 
  directos e indirectos, ataque a la centralidad obrera y derechos sindicales, 
  flexibilización y debilitamiento de clase; tres, intervención 
  ideológica autoritaria y reaccionaria para potenciar el individualismo 
  acorde con la tesis del interés del consumidor, para destruir la conciencia 
  colectiva y desprestigiar los derechos sociales, y, cuatro, buscar inversiones 
  exteriores mediante la liberalización, facilitar los movimientos de capitales, 
  propiciar la devaluación cuando sea necesario, etc.
  El grueso de estas ideas venían siendo re-elaboradas desde la mitad del 
  siglo XX por autores cono von Mises, von Hayek, y otros, y readecuadas poco 
  después por Arrow, Friedman, Brittan y otros. Especial importancia tuvo 
  en este proceso la paciente militancia organizada de los marginalistas desde 
  1945-1947, cuando von Hayek creó un grupo de propaganda selectivamente 
  orientado a influir en los núcleos burgueses, grupo organizado alrededor 
  de la Sociedad de Mont-Pelerin. Esta paciente y rigurosa militancia apenas conocida 
  públicamente fue extendiendo su influencia hasta que en 1980 fue capaz 
  de organizar una convención internacional en el Hoover Institute de la 
  Universidad de Stanford, en los EEUU, a la que acudieron alrededor de 800 economistas 
  e invitados.
  Hemos citado esta significativa intervención organizada para mostrar 
  cómo es imposible separar la evolución teórica de una corriente 
  económica de la militancia política organizada de sectores decididos, 
  sean burgueses o proletarios.
  (5-4) NEOLIBERALISMOS: pero conforme transcurrían rápidamente 
  la década de 1981, se iban notando las debilidades de fondo del dogma 
  neoliberal, pese a los esfuerzos en aplicarlo. La crisis creciente de la URSS 
  permitió ocultar la crisis del capitalismo mundial que sólo podía 
  recuperarse en muy contadas zonas del planeta. La implosión del stalinismo 
  dio otro respiro propagandístico y político a la burguesía, 
  que además se había lanzado en los EEUU a una recuperación 
  de su debilitada hegemonía mundial y en Europa que avanzada en su unificación 
  capitalista mientras que el resto, desde un Japón que se estancaba, unos 
  países tan importantes como México, Rusia, los "cuatro tigres 
  asiáticos", Argentina, etc., se desplomaban sucesivamente durante la 
  década de 1991, tanto en crisis industriales como financieras, hasta 
  llegar a la actual situación de entre el año 2000 y lo que va 
  del 2002 en los EEUU y la UE. Pues bien, las distintas burguesías han 
  experimentados las variantes más estrambóticas del dogma neoliberal, 
  fanáticamente aplicadas pese a sus inhumanas consecuencias. Así 
  los diversos monetarismos estatales, las diversas aplicaciones de la teoría 
  de las expectativas racionales, las múltiples economías de oferta, 
  los permanentes llamados a la confianza del inversor racional, etc., todas ellas 
  vulgares adecuaciones a la crisis actual de los mitos marginalistas del siglo 
  XIX, como hemos visto, todos estos intentos, han fracasado uno tras otro.
  (5-5) GLOBALIZACIÓN POSITIVA: se trata de la última moda o, peor, 
  de la última trampa de la corriente ideológica que pervive desde 
  el MERCANTILISMO inicial, pero con variantes lógicas por la evolución 
  capitalista. Consiste en la creencia de que la economía mundial ha entrado 
  en una fase definitiva de resolución de sus problemas gracias a la extensión 
  de las llamas "nueva economía", "economía informacional", "economía 
  intangible", etc. Se cree que las nuevas tecnologías, la rapidez de circulación 
  mercantil, la "desaparición del espacio y del tiempo", o la "economía 
  de tiempo real", permitirán que en muy corto espacio de tiempo cada vez 
  más sectores de la humanidad se vayan beneficiando de las aperturas de 
  nuevos mercados, de nuevas fuerzas productivas, de créditos muy baratos, 
  de una cultura tecnológica a disposición de todos... Ahora se 
  trata de acabar cuanto antes con algunas dificultades que lastran este marcha 
  triunfal, y uno de esos obstáculos que ya prácticamente ha desaparecido 
  --dicen-- es la transformación de la clase obrera en una "nueva clase".
  Reaparece así el mito del "capitalismo popular", según el cual 
  hasta los trabajadores se convierten en rentistas y accionistas al invertir 
  y negociar en Bolsa sus acciones. Este mito, que muchos creen nuevo, no viene 
  sólo del período de 1951-68 en los EEUU, sino también, 
  como veremos, del reformismo inglés de comienzos del siglo XX. La ideología 
  bolsista afirma que "el dinero crea dinero", es decir, que la riqueza no viene 
  de la producción material sino de la circulación de dinero en 
  el mercado, del "juego en Bolsa", etc., sin que intervenga la fuerza de trabajo 
  humana. Como hemos dicho, reaparece así lo sustantivo del MERCANTILISMO 
  que despreciaba la producción de valor y se centraba en el manejo y circulación 
  comercial, de dinero y de acciones.
  CUARTO: Hemos repasado muy rápidamente la línea ascendente que 
  desde la derecha y extrema derecha originarias acaba en la derecha y extrema 
  derecha actuales tras un largo recorrido que mantiene sus bases pese a los cambios 
  externos. Frente y contra esta corriente ideológica que, insistimos, 
  es la decisiva en la burguesía siempre que puede aplicarla y siempre 
  que necesita aplicarla para acelerar la acumulación ampliada de capital, 
  contra y frente a ella surgió una corriente antagónica situada 
  en el extremo izquierda, el MARXIMO, a la que se llega mediante la línea 
  ascendente directa de la ECONOMÍA BURGUESA CLÁSICA (4) y mediante 
  la línea directa hacia la izquierda que surge del SOCIALISMO UTÓPICO. 
  Debemos detenernos un poco en esta corriente por su decisiva importancia histórica, 
  no sólo con respecto al MARXISMO y toda su evolución posterior, 
  sino también porque es de ella de donde surgen varios componentes que 
  se mantendrán evolucionando hasta la tesis de la GLOBALIZACIÓN 
  CONTROLADA, que es una de las grandes trampas del reformismo actual.
  (6) SOCIALISMO UTÓPICO: generalmente se menosprecian las críticas 
  al capitalismo realizadas por el socialismo utópico, sin tener en cuenta 
  que, en una primera fase, elaboraron conceptos que luego Marx retomó 
  y mejoró, y que, en una segunda fase, marcaron buena parte del anarquismo. 
  La primera fase corresponde al primer tercio del siglo XIX, cuando la industrialización 
  está destrozando al pueblo trabajador y éste reacciona con las 
  primeras luchas desesperadas. Aunque son varios los autores, debemos destacar 
  a Hall (1740-1820), Tompson (1783-1833), Hodgskin (1787-1869) y Gray (1799-1883), 
  y sus tesis coinciden en resaltar y desarrollar las tesis críticas de 
  Ricardo, en especial las que conciernen a su definición del valor-trabajo, 
  limpiándola de adherencias burguesas y resaltando su contenido socialista; 
  también desarrollan la tesis ricardiana de la distribución del 
  excedente, de las rentas, insistiendo en que las ganancias se quedan con más 
  rentas que los salarios; lógicamente, si han llegado hasta aquí, 
  no tienen dificultad alguna en poner sobre sus pies la ley ricardiana del salario 
  mínimo de subsistencia, mostrando que la burguesía tiende siempre 
  a pagar el salario de subsistencia y, por último, resultado de lo anterior, 
  avanzan en la teoría de la explotación del Trabajo por el Capital.
  No se puede negar que estos avances tienen más rigor teórico que 
  las contemporáneas de la ECONOMÍA VULGAR O NEOCLÁSICA. 
  La segunda fase se sintetiza en Proudhon (1809-1865) y es un claro retroceso 
  con respecto a la anterior, aunque da coherencia a varias corrientes anarquistas. 
  Pese a lo impactante de su tesis de que "la propiedad es un robo", su teoría 
  entera en modo alguno cuestiona la lógica esencial del capitalismo, sino 
  sólo la de la clase terrateniente y de la gran burguesía.
  (7) MARXISMO: una ingente tarea de análisis de masas enormes de textos 
  de todas clases y una no menor tarea ingente de síntesis, este trabajo 
  de Marx y Engels, es el que sustenta por una parte el cuerpo teórico 
  de ambos amigos, y, por otra, inseparable de lo anterior, su metodología 
  materialista e histórica. La dialéctica es un constituyente genético 
  de ese método. Afirmaron que el capitalismo es la producción generalizada 
  de mercancías para su venta en el mercado competitivo e impersonal y 
  para la realización de la plusvalía contenida en el valor de la 
  mercancía. La competencia impele al capitalista particular a buscar el 
  máximo beneficio, o a la extinción. Para evitar la extinción, 
  debe invertir lo que en un marco de competencia exige ampliar siempre el capital 
  disponible, es decir, impera la acumulación ampliada de capital. Ello 
  exige inexcusablemente la explotación de la fuerza de trabajo, que tenderá 
  a ser más intensa mediante la plusvalía relativa y/o más 
  extensa mediante la plusvalía absoluta. Para aumentar la explotación 
  y para no desaparecer, el capital particular tiende a concentrarse y centralizarse, 
  arruinando a pequeños y medianos empresario y aumentando la proletarización 
  objetiva de la sociedad.
  Esta misma lógica obliga a aumentar el gasto en costosas máquinas 
  e instalaciones en comparación al gasto en salarios directos, de modo 
  que aumenta la composición orgánica de capital. Pero de este modo, 
  el beneficio tiende a disminuir en relación con el capital total, pues 
  aunque crezca el capital constante, el invertido en máquinas, sólo 
  el capital variable, el invertido en los trabajadores, produce beneficios, así 
  que el capitalista se enfrenta a la ley de la tendencia a la baja de la tasa 
  media de beneficios. Simultáneamente el capitalismo se expande en el 
  mundo y a la vez, en su interior, impone la socialización objetiva de 
  la producción.
  Pues bien, la evolución de estas características, que internamente 
  se relacionan con la lucha de clases y con las resistencias de las masas oprimidas, 
  producen una serie de contradicciones objetivas del capitalismo que explican 
  su traumática y sangrienta evolución.
  Por una parte, la contradicción entre los esfuerzos de racionalidad productiva 
  de cada capitalista en busca de su máximo beneficio individual y la creciente 
  irracionalidad global, mundial, del capitalismo realmente existente. Por otra, 
  la contradicción entre la apropiación del excedente social por 
  una minoría junto a la mercantilización privada individual en 
  el mercado, y la producción colectiva e interdependiente de esos productos 
  en cantidades cada vez mayores.
  Además, la contradicción entre el recorte que el capitalismo impone 
  al desarrollo tecnológico y científico, supeditado a sus necesidades 
  exclusivas, y la necesidad imperiosa de la humanidad por un desarrollo impetuoso, 
  democrático e integrado en la naturaleza de la revolución científica. 
  También, la contradicción entre la naturaleza como realidad englobante 
  y el capitalismo como cáncer que destruye esa realidad desde sus mismas 
  entrañas. Y por último, la contradicción entre el Trabajo 
  y el Capital. Como resultado de todo ello, periódicamente, el capitalismo 
  entra en crisis menores y también mayores. Crisis que tienden a concatenarse 
  y estallar en una crisis estructural. Si en ese momento, la conciencia subjetiva 
  del Trabajo está autoorganizada y decidida a impulsar esas tendencias 
  objetivas, si ambas fuerzas se fusionan, estalla la revolución.
  (7-1) TEORÍA DEL IMPERIALISMO: la fuerza teórica de estas tesis 
  ha sido confirmada por siglo y medio, aunque entonces el capitalismo no estaba 
  sino en sus primeros pasos. La razón de dicha eficacia hay que buscarla 
  en el método del MARXISMO. Uno de tantos ejemplos se produjo a los pocos 
  años de la muerte de sus fundadores, cuando el capitalismo daba un decisivo 
  paso a otra fase histórica y cuando todas las ideologías económicas 
  burguesas desconocían que estaba pasando. Nos referimos a la formación 
  de la teoría sobre el imperialismo entre varios autores socialistas y 
  sobre todo marxistas.
  Del principal autor socialdemócrata, Hilferding, ya hablaremos en TEORÍA 
  SOCIALDEMÓCRATA, porque sus innegables aportaciones han sido magnificadas 
  por el reformismo posterior. Ahora nos interesa cuatro marxistas clásicos 
  y decisivos, que elaboraron la TEORÍA DEL IMPERIALISMO.
  Hablamos de una teoría y no de cuatro porque a pesar de las diferencias 
  entre ellos, lo decisivo, lo que ha quedado confirmado básicamente por 
  los acontecimientos posteriores son los puntos clave descubiertos mediante la 
  aplicación del método marxista. Cada uno hizo hincapié 
  en un aspecto del problema y los cuatro, sin proponérselo, elaboraron 
  un cuerpo teórico que ha resistido la prueba del tiempo y que es, con 
  mucho, el que permite desarrollar investigaciones posteriores siguiendo la dialéctica 
  del conocimiento. Lenin (1870-1924) dijo que la expansión capitalista 
  se realizaba mediante la creación de monopolios que aniquilaban la libre 
  competencia y facilitaban el poder del capital financiero. Rosa Luxemburgo (1871-1918) 
  que el excedente no vendido en los capitalismos desarrollados era exportados 
  a los países exteriores. Trotsky (1879-1940) sostuvo que se agrandaba 
  tanto la brecha entre Estados dominantes y dominados que éstos veían 
  muy reducidas sus posibilidades de desarrollo, y que los pueblos revolucionarios 
  no podrían instaurar "el socialismo en un solo país" precisamente 
  por el desarrollo imperialista a escala mundial. Bujarin (1888-1938) sostenía 
  que si bien el capitalismo forzaba la internacionalización también, 
  contradictoriamente, forzaba el proteccionismo de los Estados agudizando los 
  conflictos mundiales, y multiplicando lo que se definía como "problemas 
  nacionales".
  Precisamente fue Lenin el que, además de su aportación específica, 
  supo sintetizar y resumir teóricamente esos aportes individuales en una 
  sola TEORÍA DEL IMPERIALISMO.
  (7-2) TEORÍAS MARXISTAS: una exigencia del método marxista es 
  su historicidad, el hecho de que introduce la real evolución histórica, 
  con sus revoluciones y contrarrevoluciones, dentro mismo de la génesis 
  de la teoría. Sin esta exigencia interna no comprenderíamos absolutamente 
  nada del MARXISMO en general y en concreto de sus elaboraciones teóricas 
  posteriores a los años treinta del siglo XX. En efecto, fueron precisamente 
  las contradiciones materiales tan científicamente descubiertas en la 
  TEORÍA DEL IMPERIALISMO las que destruyeron con sangre la continuidad 
  práctica de esa teoría y forzaron a muchos marxistas a seguir 
  luchando en las peores condiciones imaginables, pero, pese a todo, no se extinguió 
  la creatividad del método. Lenin murió a los pocos años 
  de su obra cumbre sobre el Imperialismo. Rosa Luxemburgo fue asesinada por la 
  contrarrevolución socialdemócrata y Bujarin y Trotsky fueron asesinados 
  por el stalinismo.
  El nazi-fascismo, la II Guerra Mundial y la presión de la URSS y su prestigio 
  en los medios intelectuales y obreros exteriores, limitaron mucho la creatividad 
  del método marxista en el estudio del capitalismo, pero aún así 
  sobrevivieron y crecieron mal que bien tres corrientes que se enfrentaron a 
  la TEORÍA STALINISTA y al capitalismo: los trotskysmos, la corriente 
  consejista y la luxemburguista. Las tres daban importancia al proceso imperialista, 
  al estudio del capitalismo como un mercado mundializado ya en la mitad del siglo 
  XIX, como un todo imperialista a comienzos del siglo XX y como un sistema internacionalizado 
  que tendía a relacionar las luchas de clases en el centro con las de 
  liberación nacional en la periferia; y también la daban a los 
  cambios internos en el capitalismo desarrollado, al análisis concreto 
  de la realidad concreta, distanciándose así cualitativamente de 
  la TEORÍA STALINISTA. Simultáneamente en muchos pueblos del Tercer 
  Mundo las guerras de liberación nacional tendían a superar fácilmente 
  la TEORÍA STALINISTA y a desarrollar los fundamentos dejados por la TEORÍA 
  DEL IMPERIALISMO entre 1910-1926. Simplemente citaremos al Che Guevara (1928-1967) 
  como un representante típico de los logros de las TEORIAS MARXISTAS que 
  mal que bien mantuvieron vivo el método que aplicaban.
  (7-3) INTERCAMBIO DESIGUAL: la capacidad del método marxista para responder 
  a las explosivas contradicciones capitalistas tal cual se presentaban a finales 
  de los años sesenta del siglo XX quedó de nuevo confirmada cuando 
  se hundieron en el fracaso todas las restantes escuelas teóricas existentes 
  a su derecha, desde la stalinista hasta la keynesiana. Por un lado, se vio claro 
  que el capitalismo desarrollado había generado nuevas contradicciones 
  internas y había agudizado las estructurales, y por otro, que esas contradicciones 
  no se podían separar de la evolución mundial, que aparecía 
  ya como el factor determinante y estratégico en cualquier práctica 
  revolucionaria. De entra las varias teorías marxistas que analizaron 
  esta dialéctica, destacan las que insistieron en la nueva fase del capitalismo 
  tardío y en la agudización de la explotación de la periferia 
  por el centro. Cada una de ellas daba más prioridad a aspectos concretos 
  pero coincidían en la cuestión clave de la confirmación 
  de la teoría del valor-trabajo como la única que explicaba los 
  nuevos acontecimientos. Así, se desarrolló la teoría del 
  INTERCAMBIO DESIGUAL que explicaba el proceso de explotación de la periferia 
  por el centro, lo decisivo que era para el centro incrementar la expoliación 
  y transferencia de valor producido en la periferia y los cambios estructurales 
  que ello generaba no sólo en el capitalismo mundializado sino también 
  en los comportamientos cada vez más brutales de las burguesías 
  imperialistas.
  Desde la perspectiva del método marxista, lo decisivo es que el núcleo 
  esencial del INTERCAMBIO DESIGUAL ya está enunciado teóricamente 
  en Marx, pese a haber vivido un siglo antes, capacidad contrastada que plantea, 
  además de la vigencia del método, también la necesidad 
  de comprender las nuevas formas de la mundialización de la ley del valor-trabajo. 
  Y aquí surgen los problemas, porque para comprender esa mundialización 
  hay que recurrir también a los conceptos claves en el materialismo histórico 
  de modo de producción y lucha de clases. Como veremos luego, de la teoría 
  del INTERCAMBIO DESIGUAL se desgajó una línea ascendente hacia 
  el centro que formó la teoría del SISTEMA-MUNDO, teoría 
  en la que estos conceptos apenas tienen relevancia.
  (7-4) CAPITALISMO FINANCIERO: la expansión del capital financiero ha 
  sido una constante en las crisis sucesivas del capitalismo, incluso cuando todavía 
  este modo de producción no dominaba definitivamente al carecer aún 
  del fundamental poder estatal y militar. Marx ya estudió con un rigor 
  sorprendente para los datos entonces disponibles el papel del capital-dinero 
  y del crédito en el capitalismo, y esa preocupación ha ido en 
  aumento en los sucesivos estudios posteriores, sobre todo en la TEORÍA 
  DEL IMPERIALISMO y en las aportaciones de Bujarin. Sobre esta base cierta, los 
  estudios posteriores sobre la burbuja financiera, la "economía de casino", 
  la "globalización financiera", etc., están sacando a la luz un 
  componente terrible que desmitifica de raíz toda ideología de 
  la globalización como posibilidad de avance democrático ya que 
  el poder aplastante del capital financiero lo impide. Pero, aparcando esta verdad, 
  la teoría del CAPITALISMO FINANCIERO que defienden algunos autores tiende 
  a olvidar un hecho decisivo cual es el de la primacía última de 
  la esfera productiva sobre la de la circulación. Aunque nadie niega e 
  incluso es difícil valorar correctamente el enorme poder del capital 
  financiero por su imbricación con el industrial y su penetración 
  en muchos sectores, pese e eso, no es menos cierto que lo que rige y determina 
  la acumulación ampliada de capital es la rentabilidad de la producción 
  material.
  Periódicamente, cuando el capital se encuentra en una crisis de realización, 
  cuando tiene excedentes de capital que no puede invertir porque no producen 
  beneficios, entonces los lanza a la especulación, a la inversión 
  de alto riesgo, a la economía criminal, etc. Pero tarde o temprano, este 
  globo hinchado de vacío productivo comienza a desinflarse porque carece 
  de soporte material y porque no es verdad que "el dinero crea dinero".
  Mientras tanto, mientras no se haya producido la crisis, la burguesía 
  y las llamadas "clases medias", crecen al calor de la financierización, 
  obtienen sobreganancias extraordinarias y todo parece indicar que el capitalismo 
  ha superado definitivamente la enfermedad de las crisis cíclicas. Sin 
  embargo, esa época de artificiales vacas gordas termina y la realidad 
  cruda vuelve y las vacas enflaquecen. El CAPITALISMO FINANCIERO se va reduciendo 
  entonces a sectores cada vez más concentrados y centralizados, más 
  poderosos y ultraminoritarios, y aparece el verdadero capitalismo, el de la 
  explotación y el de la miseria. Aún así, esta teoría 
  es más cierta y real que cualquiera de las muchas sobre la "globalización".
  (7-5) TEORÍAS DE IMPERIO, MUNDIALIZACIÓN Y DE LA LUCHA DE CLASES: 
  resulta excesivo reseñar aquí las varias teorías sobre 
  el imperio, la mundialización y la lucha de clases como interpretaciones 
  del capitalismo actual más certeras que las muchas que pululan alrededor 
  de la "globalización". Dejando para el final la teoría del imperio, 
  la más reciente en su aparición, las teorías de la mundialización 
  sostienen, en síntesis, que el capitalismo actual ha agudizado las características 
  del imperialismo --él mismo mundial y mundializador-- resumidas por Lenin, 
  pero además, el grueso de esas teorías añaden que el aumento 
  cuantitativo de cada característica ha supuesto que la totalidad del 
  capitalismo haya entrado en una nueva fase histórica. Esta tesis de las 
  fases es reforzada por algunas corrientes marxistas que insisten en que este 
  modo de producción se mueve en oleadas u ondas largas, fases globales 
  de acumulación que integran múltiples contradicciones y factores 
  en relación dialéctica interna. Un riego de estas teorías 
  es que pueden sobrevalorar más los factores estrictamente económicos, 
  endógenos, de crisis internas del capital, que su dialéctica con 
  los factores estrictamente sociales, exógenos a las crisis periódicas 
  del capital.
  Las teorías de la lucha de clases sostienen que el factor determinante 
  de este proceso no ha sido el desarrollo económico interno, sino la dinámica 
  de la lucha de clases entre el Capital y el Trabajo a escala planetaria primero 
  y luego regionales y locales. No niegan la influencia de su evolución 
  interna, pero insisten en que esta ha de ser integrada dentro de la general 
  confrontación clasista. Estas teorías tienen gran parte de verdad 
  que es sistemáticamente negada por la burguesía u ocultada por 
  el reformismo. La versión más reciente de estas teorías 
  es la tesis del imperio que no sostiene que es el "imperio yanki" el dominante, 
  sino que por "imperio" se entiende la capacidad del capitalismo para perfeccionar 
  múltiples poderes extraestatales y multiestatales destinados a derrotar 
  y detener la oleada de luchas de clases. Se trata de la contraofensiva del Capital 
  que ha comprendido que los Estados anteriores, los correspondientes al imperialismo, 
  han quedado superados por las luchas sociales. Asistimos, en suma, a una reorganización 
  imperial del capitalismo a escala mundial para derrotar al Trabajo a escala 
  también mundial.
  Pero al igual que las teorías de la mundialización tienen el riesgo 
  del economicismo, estas tienen el riesgo del voluntarismo social, es decir, 
  de sobrevalorar la influencia de la conciencia subjetiva autoorganizada del 
  Trabajo. Tienen que afinar mejor la dialéctica entre las crisis endógenas 
  cíclicas del capitalismo, y sus crisis exógenas sociales, políticas, 
  nacionales, etc., integrándolas en la totalidad sistémica que 
  es el capitalismo. Descubrir y describir bien esa dialéctica de la totalidad 
  concreta era una exigencia del método del MARXISMO que sus grandes clásicos 
  han sabido aplicar en los momentos cruciales.
  En lo que sí coinciden ambos bloques de teorías es en que no asistimos 
  a una "desindustrialización", a la sociedad post-industrial, a la "extinción 
  del trabajo físico", a la "desmaterialización de la economía 
  virtual", etc., sino precisamente a lo opuesto, a la masificación del 
  salariado y a la mundialización productiva. Además, estas teorías 
  pueden integrar sin muchos problemas buena parte de las aportaciones ciertas 
  de la TEORÍA DE LA REGULACIÓN, del SISTEMA-MUNDO y de la TEORÍA 
  ESTRUCTURAL, pero no ocurre igual a la inversa porque el método de las 
  primeras es incluyente e integrador --tras una necesaria "depuración" 
  -- por una de las características propias del materialismo histórico, 
  que no podemos explicar aquí, que nos lleva al status ontológico 
  que en esta concepción tiene la capacidad creadora de la especie humana.
  QUINTO: Concluimos aquí la exposición de única corriente 
  antagónica e irreconciliable con la ideología económica 
  burguesa. La línea ascendente que recorre todo el extremo izquierdo de 
  cuadro representa esa corriente opuesta en todo. La diferencia es tan insalvable 
  que cualquier intento de síntesis realizado, y veremos los más 
  importantes, ha tenido que renegar de aspectos decisivos del MARXISMO aceptando 
  componentes de la economía política burguesa. El primer esfuerzo 
  serio de inicial síntesis fue la TEORÍA SOCIALDEMÓCRATA, 
  que sin embargo degeneró muy pronto en un abandono práctico de 
  los contenidos revolucionarios iniciales y en una defensa a ultranza del capitalismo 
  mediante reformas controladas e integradas --funcionales-- en la acumulación 
  de capital. Después se hicieron otros intentos que en su derivación 
  más derechista concluyen si no en la GLOBALIZACIÓN POSITIVA, sí 
  en la GLOBALIZACIÓN CONTROLADA. Resumamos este proceso: (8) TEORÍA 
  SOCIALDEMÓCRATA: se ha magnificado en exceso la influencia del MARXISMO 
  en la socialdemocracia en el último tercio del siglo XIX. En la práctica 
  fue mucho menor, y en la teoría fue sólo apreciable en una cada 
  vez menor minoría. Por el contrario, desde que Lassalle (1825-1864) defendió 
  la teoría del "Estado libre del pueblo" como garante de los derechos 
  de las masas, y protector suyo mediante la alianza con una burguesía 
  interesada en evitar los conflictos que surgirían de la "ley de bronce 
  del salario", desde entonces dominó el reformismo en la socialdemocracia 
  en vida de Marx y Engels pese a sus titánicos esfuerzos en contra. Luego, 
  Bernstein (1850-1932) reforzó y adaptó ese reformismo con su aceptación 
  explícita de contenidos marginalistas aceptados de Walras y Böhm-Bawerk, 
  sobre todo su crítica de la ley del valor-trabajo, y de otros contenidos 
  filosóficos directamente antimarxistas como el kantismo en filosofía 
  y el pacifismo en política, en los que no podemos extendernos ahora. 
  Que se trataba de algo más que una simple influencia ideológica 
  se comprueba por el fracaso del grandioso esfuerzo de Rosa Luxemburgo en la 
  defensa creativa del MARXISMO dentro de la socialdemocracia.
  En la atmósfera reformista cada vez más espesa, las tesis de Hilferding 
  (1877-1941) acerca de la primacía de la esfera de la circulación 
  sobre la esfera de la producción de valor, una de las tesis burguesas, 
  fueron preparando el terreno para que sus tesis posteriores sobre el "capitalismo 
  organizado" no encontraran resistencia al haber sido exterminada la corriente 
  luxemburguista y spartakista desde 1918, y al crecer el furibundo anticomunismo 
  del partido socialdemócrata. Sostenía que el "socialismo" podía 
  aprovechar la "nueva" naturaleza organizada del capitalismo para dirigir pacíficamente 
  su transformación acelerando la desaparición del paro estructural, 
  aumentando los salarios, acabando con las contradicciones del sistema, etc.
  Hay que decir que esta corriente venía de lejos y que no era sólo 
  patrimonio de la socialdemocracia alemana pues estaba activa antes del reformismo 
  fabiano británico, aunque tuvo en Beatrice (1858-1943) y Sidney (1859-1947) 
  Webb, una de las mejores parejas defensoras del gradualismo parlamentario y 
  de una transformación del capitalismo desde dentro, incluso mediante 
  el juego en Bolsa de los "trabajadores accionistas".
  Recordemos que los Webb aconsejaban en la prensa fabiana los movimientos de 
  compraventa de las acciones que tenían muchos obreros sindicados. También 
  recordemos que Beatrice Webb calificaba a la estrategia marxista de los consejos 
  obreros de comienzos de la década de 1921 en las huelgas británicas 
  como "perniciosa doctrina".
  En realidad, como veremos con el KEYNESIANISMO, esta ideología de planificación 
  intervencionista en la economía mediante el Estado regulador estaba en 
  pleno debate porque los logros de la URSS, la intervención estatal del 
  fascismo y las promesas del nazismo, la presión de la crisis y la política 
  de Rooswelt en los EEUU, la ponían a la orden del día. Pero la 
  socialdemocracia no defendía en modo alguno las tesis marxistas. No podemos 
  caer ahora en divagaciones de historia ficción sobre qué hubiera 
  ocurrido a escala europea y mundial si la socialdemocracia no hubiera intervenido 
  sangrientamente en defensa del capitalismo en el crucial período de 1918-23, 
  del mismo modo que su opción general proimperialista en 1914, o su comportamiento 
  de 1929-1933 en Alemania. Tal vez, ahora la historia de la teoría de 
  la economía política sería muy diferente. Pero estas hipótesis, 
  por otra parte muy excitantes, nos obligan a tener en cuenta lo sucedido en 
  la URSS antes seguir analizando la deriva hacia el KEYNESIANISMO.
  (9) TEORÍA STALINISTA: para comienzos de la década de 1931 la 
  inmensa mayoría de los militantes del PCUS desconocían prácticamente 
  todo de las diferentes aportaciones de Rosa Luxemburgo, Trotsky y Bujarin a 
  la TEORÍA DEL IMPERIALISMO. Más aún, para entonces Lenin 
  era idolatrado como momia y desconocido como revolucionario, y la teoría 
  del "socialismo en un solo país" era doctrina oficial pese a negar todo 
  el MARXISMO anterior. En 1927 el PCUS había sancionado la versión 
  stalinista de la Crisis General del Capitalismo, que tergiversaba el uso de 
  esa expresión por Marx en el posfacio a la segunda edición de 
  El Capital de 1873, y que no tenía nada que ver con la visión 
  dialéctica dada por Lenin en varias ocasiones. En 1931 Stalin aseguró 
  que en poco tiempo la URSS superaría económicamente al capitalismo 
  más desarrollado. De este modo, para esa década decisiva la URSS 
  disponía ya de una concepción global del capitalismo y del socialismo 
  según la cual el capitalismo, quebrado internamente por su Crisis General, 
  iría retrocediendo frente al ascenso imparable del socialismo soviético. 
  En 1943 se planteó en la prensa oficial la tesis de que la ley del valor-trabajo 
  era compatible con el socialismo, y en 1952 Stalin la asumió públicamente. 
  Con esto, terminaba por romperse el último, si quedaba alguno, hilo que 
  conectaba el MARXISMO con la TEORÍA STALINISTA.
  Según esta teoría el mundo estaba dividido en dos bloques socioeconómicos 
  que competían por superarse el uno al otro. Mientras que hasta 1924 la 
  Internacional Comunista admitía que tanto la URSS como el resto de pueblos 
  oprimidos y clases trabajadoras malvivían en un único sistema 
  capitalista mundialmente dominante, esta teoría abandona ese principio 
  estratégico decisivo, y crea la ficción de dos bloques opuestos, 
  rompiendo la unicidad del mercado mundial capitalista, unicidad que era una 
  de las piedras basales desde el Manifiesto Comunista de 1848. Las consecuencias 
  que se desprenden de esa negación directa del método marxista 
  son totales y ya fueron denunciadas dentro mismo del PCUS desde la mitad de 
  la década de 1921, cuando todavía no estaba realizada del todo. 
  Ahora no nos extendemos al respecto porque el veredicto histórico es 
  definitivo.
  Pero en lo que toca a la evolución de la economía política 
  marxista hay que decir que destruyó de cuajo todo su potencial científico-crítico, 
  es decir, dialéctico. Por una parte, dentro de la URSS se impuso un dogmatismo 
  desolador y mecanicista, y fuera de la URSS muchos economistas que seguían 
  sus pautas teóricas, entraron en una confusión total con respecto 
  a aspectos elementales. Comparemos, por ejemplo, la superficialidad de Sweezy 
  (1910-¿?) uno de los representantes teóricos de la izquierda oficial 
  norteamericana y "enriquecedor" de Marx mediante Marshall y Keynes, con un Mattick 
  (1904-1981) y/o un Mandel (1923-1995). Por otro lado, al ser "científicamente 
  correcto" defender que el socialismo es factible en un solo país, y que, 
  como se oficializó desde Kruchev, eso es posible mediante la "competencia 
  pacífica" con el capitalismo, entonces, los demás PCs no rusos 
  podían perfectamente intentar sus respectivos avances al socialismo. 
  Llegamos así a los umbrales del eurocomunismo. Vemos, pues, que la TEORÍA 
  STALINISTA no guardaba ya ninguna relación con el MARXISMO.
  (9-1) EURO-COMUNISMOS: hablamos de euro-comunismos, en plural, para expresar 
  más directamente la dispersión práctica que sufrió 
  el stalinismo en su corriente exterior más fuerte. Hubo otras corrientes, 
  además de la china, como fueron los múltiples marxismoslenisismos 
  que florecieron a finales de la década de 1961, alrededor del mayo'68, 
  y casi inmediatamente entraron en una rápida desaparición hasta 
  quedar reducidos a los colectivos actuales. La diversidad de los euro-comunismos 
  no anula su identidad de fondo, consistente en vender y supeditar el movimiento 
  obrero de sus países a las burguesías dominantes. En cada Estado 
  lo hicieron de una forma particular pero siempre de manera más adecuada 
  y efectiva para el capitalismo concreto existente en esa formación social. 
  La justificación teórica, si se le puede definir así, de 
  tal comportamiento proviene de varias corrientes anteriores, sobre todo de la 
  TEORÍA STALINISTA, pero también de una subterránea conexión 
  nunca superada con el electoralismo y parlamentarismo socialdemócrata, 
  de modo la concepción de fondo no superaba un gradualismo economicista 
  según el cual el movimiento obrero ascendería paulatinamente conquistando 
  cada vez más espacios de poder.
  En el plano socioeconómico, esta concepción era avalada por textos 
  traducidos directamente de editoriales del PCUS, copiando sin ningún 
  cuidado de adaptación los dogmas entonces vigentes en la URSS. Pero también 
  por muy pocos textos redactados por los PCs del país como el famoso Tratado 
  Marxista de Economía Política del PC francés, de 1971, 
  y que sirvió como Biblia para legitimar el comportamiento de este partido 
  en la decisiva década de 1971-80. Después, en 1977, este texto 
  fue traducido al castellano cumpliendo el mismo papel en el Estado español. 
  En uno y otro Estados la teoría oficial servía, además 
  de para legitimar el colaboracionismo de clases, también para legitimar 
  su "unidad nacional" estatal, es decir, para sostener el modelo estatal de acumulación 
  capitalista basado en la explotación interna de naciones por esos Estados. 
  El "socialismo" defendido por esos tratados y manuales es el "socialismo" de 
  la nación opresora. En el caso de Euskal Herria, eso es innegable.
  SEXTO: Pero los efectos del stalinismo en el tema que tratamos, la evolución 
  de las diversas corrientes político-económicas, fueron mayores 
  que la desertización teórica interna que sufrió el PCUS 
  y toda su corriente. Directa e indirectamente según los casos, el stalinismo 
  ayudo a legitimar la alternativa socialdemócrata de la burguesía 
  europea, y, a la vez, el prestigio de las políticas de intervencionismo 
  keynesiano que, en realidad, fueron unidas a la imposición de nuevas 
  disciplinas de explotación laboral representadas por el taylor-fordismo. 
  Antes de pasar a las teorías que actualmente intentan explicar la situación 
  capitalista mundial sin caer en los tópicos de la globalización 
  pero tampoco sin alcanzar el contenido revolucionario del método marxista, 
  hay que detenerse en la línea que surge de la socialdemocracia y que 
  asciende y va derivando hacia la derecha. La razón es doble pues esta 
  línea se ramifica en varias interpretaciones que intentan, por un lado, 
  evitar la tosca y burda apología de la barbarie capitalista que hace 
  la GLOBALIZACIÓN POSITIVA, y por otro, presentar una alternativa "progresista" 
  de GLOBALIZACIÓN CONTROLADA, es decir y como veremos, de maniobrar siempre 
  institucionalmente para hacer que los aspectos "positivos" de la globalización 
  se impongan sobre los "negativos", o sea, cabalgar al tigre.
  (10) KEYNESIANISMO DURO: la necesidad de una reforma interna del capitalismo 
  era creciente en Gran Bretaña conforme se constataba su decadencia imperial 
  a lo largo de la década de 1921. Antes de la Gran Crisis de 1929, Keynes 
  (1883-1946) ya había discutido con amigos suyos del Partido Liberal cómo 
  debería ser esa reforma, pero él mismo no había perfilado 
  aún plenamente su teoría. Incluso cuando se atemperó bastante 
  la crisis en 1933, seguía sin concretarla definitivamente. En realidad, 
  no se puede separar la culminación del keynesianismo en 1936 del influjo 
  de cuatro procesos previos: uno, las reflexiones colectivas de liberales y laboristas 
  británicos con quienes se relacionaba Keynes; dos, las experiencias prácticas 
  y teóricas sobre el intervencionismo estatal que se realizaban en prácticamente 
  todos los capitalismos concretos para salir de la crisis y en la URSS; tres, 
  su propia experiencia como propietario de una empresa de seguros, su enriquecimiento 
  con la especulación bursátil y el comercio de arte, su larga experiencia 
  política en defensa del imperio británico, etc. ; y, cuatro, la 
  influencia exterior de las aportaciones de Kalecki, un economista polaco estudioso 
  de Marx y, por ello, mucho más capaz que Keynes --que despreciaba el 
  MARXISMO-- para adaptar a la reforma del capitalismo determinados componentes 
  marxistas, previamente "desinfectados".
  Aún y todo así, hizo falta la II Guerra Mundial para que el keynesianismo 
  fuera aceptado por las burguesías. Recordemos, por ser breves, que la 
  URSS salió victoriosa e inmensamente prestigiada por su decisiva contribución, 
  más importante que la de los EEUU; que el movimiento obrero y popular, 
  y las organizaciones de izquierda, habían liderado la resistencia antinazi 
  mientras las burguesías colaboraban activa o pasivamente, y que en el 
  Tercer Mundo ascendías las luchas de liberación nacional. En este 
  nuevo contexto, agravado por los riesgos de una crisis económica, las 
  burguesías comprendieron que los viejos dogmas neoclásicos y marginalistas 
  no servían en absoluto. Keynes tuvo que superar sus iniciales dependencias 
  con el marginalismo blando y con Marshall al ir dándose cuenta de su 
  fracaso.
  Visto lo anterior, que desmitifica bastante el artificialmente hinchado mito 
  Keynes, se entienden perfectamente las razones sociohistóricas del capitalismo 
  imperialista para aplicar el KEYNESIANISMO DURO caracterizado por, primero, 
  intervenir estatalmente con apoyos directos en ayuda de las grandes empresas; 
  segundo, militarizar la economía, apoyar a la I+D, multiplicar el gasto 
  público en infraestructuras económicas que aceleren la acumulación 
  de capital y luego, en gastos sociales; tercero, aumentar los impuestos para 
  llenar las arcas estatales; cuarto, controlar los salarios directos, lograr 
  la colaboración sindical mediante concesiones en los salarios indirectos 
  y frenar la lucha de clases y un aumento de las reivindicaciones; quinto, asumir 
  un aumento de la inflación controlada e intervenir en la política 
  monetaria; sexto, potenciar primero y sobre todo el consumo de la burguesía 
  y, luego, el de las clases populares, y séptimo, perfeccionar el poder 
  de manipulación psicológica de masas del Estado burgués 
  para intentar controlar las crisis de sobreproducción, achacadas a factores 
  psicológicos de los consumidores y no a las contradicciones objetivas 
  de capitalismo.
  Estas medidas fueron efectivas pero no por su supuesta valía intrínseca, 
  sino por el contexto mundial del capitalismo y en especial el del centro. La 
  reconstrucción de los destrozos tremendos de la guerra den Europa exigió, 
  además de la supeditación a los EEUU y su "ayuda, de un sobreesfuerzo 
  de las clases trabajadoras inicialmente fuertes y concienciadas pero luego despolitizadas 
  y desmovilizadas por la izquierda reformista y el stalinismo. A la vez, la destrucción 
  masiva, de una magnitud que se olvida y que no podemos detallar, creó 
  enormes mercados de reconstrucción que exigieron la ampliación 
  del sector primario, el de la producción de bienes de producción 
  --decisivo en el capitalismo-- y posteriormente del sector secundario, el de 
  producción de bienes de consumo. A la vez, el capital financiero y el 
  sector servicios tuvieron que responder a las necesidades creadas. Por su parte, 
  los EEUU dispusieron en grandes ventajas sobre el resto del planeta por su posición 
  hegemónica dentro del sistema capitalista.
  Sin embargo, es muy significativo que el país cuna del KEYNESIANISMO, 
  Gran Bretaña, no pudiera mantener su anterior hegemonía imperialista 
  y decayese imparablemente. La razón hay que buscarla, en primer lugar, 
  en que la teoría de Keynes está circunscrita al marco estatal, 
  en que no tiene ninguna visión mundial de la economía excepto 
  la que deriva a la fuerza de la posición internacional de la Gran Bretaña, 
  que ya no era, en la práctica, la potencia dominante. El KEYNESIANISMO 
  piensa la economía desde y para los ámbitos estatales y sólo 
  secundariamente para los extraestatales, y ello debido a posición que 
  ocupa en la jerarquía imperialista el Estado de turno y por las relaciones 
  entre la economía y la guerra, es decir, por el complejo industrial-militar. 
  Semejante debilidad estructural explica la segunda razón a una escala 
  más amplia, y es que cuando el capitalismo como economíamundo 
  entra en crisis entre 1969-1973, el KEYNESIANISMO no pueda detener la catástrofe 
  pese a todos los esfuerzos por aplicarlo más intensamente durante los 
  años posteriores pues, además de paradigma constreñido 
  al límite del Estado burgués, también se le añade 
  una segunda y decisiva debilidad, cual es su incapacidad para integrar largo 
  tiempo al movimiento obrero.
  Su paradigma estatalista, es decir, su incomprensión del capitalismo 
  en cuanto totalidad mundial, y su desprecio de la ley del valor-trabajo, es 
  decir, si negativa a resolver el problema último de la plusvalía 
  y de la explotación, incapacitaban al KEYNESIANISMO para contrarrestar 
  la caída tendencial de la tasa media de beneficio. Según el MARXISMO 
  conforme la crisis adquiere contenidos graves su desarrollo va fusionándose 
  con el de la lucha de clases, y es misma lucha se transforma en la síntesis 
  de las contradicciones objetivas y subjetivas del capitalismo. A la vez, dicha 
  imbricación mutua e interrelación se acrecienta conforme aumenta 
  la mundialización capitalista y conforme cada Estado va perdiendo poder 
  de influencia y va endureciendo su política interna y externa para recuperarlo. 
  En esa espiral la lucha de clases fusiona sus contenidos sociopolíticos 
  con sus contenidos socioeconómicos. El KEYNESIANISMO, como paradigma 
  que sufre las dos limitaciones estructurales, va quedando ineluctablemente superado. 
  Las burguesías son plenamente conscientes de ello y, si pueden, es decir, 
  si la lucha de clases interna y el contexto externo, se lo permiten, hace un 
  más o menos cambio brusco imponiendo medidas neoliberales o debe limitarse, 
  durante un tiempo, a aplicar KEYNESIANISMOS BLANDOS: (10-1) KEYNESIANISMOS BLANDOS: 
  o neliberalismos blandos, porque en realidad fueron un conjunto de mezclas impuestas 
  en cada Estado según la relación de poder existente en cada uno 
  de ellos. No llegaron a la ferocidad del ataque neoliberal estricto aplicado 
  en los EEUU y en Gran Bretaña, pero sí se acercaron bastante en 
  tres objetivos básicos: uno, debilitar política y económicamente 
  a la clase trabajadora para poder aplicar luego peores medidas neoliberales; 
  dos, transferir a la burguesía enormes masas de capital inmovilizados 
  por estar dentro de servicios públicos y sociales, en fondos de pensiones, 
  etc., y tres, adaptar el Estado a la creciente competitividad mundial. Que las 
  burguesías eran conscientes de la crisis keynesiana se comprueba en la 
  especial insistencia que hicieron en, aplastar al Trabajo mediante la descentralización 
  de los convenios colectivos, la precarización y flexibilización, 
  etc., y en ampliar la supeditación del Estado al Capital mediante las 
  privatizaciones, la reducción de gastos sociales, etc.
  Pero también fueron conscientes de la crisis los propios defensores a 
  ultranza de Keynes, que en una fecha tan significativa como 1977 --crisis agudas 
  en Italia, Portugal, Estado español, etc., debilidad del imperialismo, 
  prestigio creciente de la tesis de von Hayek, ascenso del conservadurismo y 
  del republicanismo, intervención de la Trilateral, etc.-- fundaron el 
  Journal of Post Keynesian Economics para reorganizar a los post-keynesianos 
  frente al ascenso neoliberal. Recordemos cómo en 1980 éstos celebrarían 
  su reunión internacional en Stanford, como hemos visto antes. La reacción 
  post-keynesiana fue una especie de "autocrítica" en el sentido de reconocer, 
  primero, que la economía tiene un esencial contenido de realidad y de 
  materialidad, no pudiendo ser reducida a simples fórmulas matemáticas; 
  segundo, que por ello mismo tiene riesgos, inseguridades e incertidumbres en 
  su evolución en vez de ser una especie de mecanismo regulado con bastante 
  exactitud y, tercero, que por ello mismo se deben tener en cuenta también 
  los factores macroeconómicos, los colectivos y de masas, y no sólo 
  los microeconómicos, los individuales y, a lo sumo, de grupos específicos. 
  Sin embargo estos esfuerzos no detuvieron la crisis del KEYNESIANISMO.
  (10-2) TERCERA VIA: a finales de la década de 1991, los efectos devastadores 
  de la ofensiva del Capital contra el Trabajo, del neoliberalismo, habían 
  logrado aumentar las ganancias de la burguesía y adaptar sus Estados 
  a las nuevas necesidades, pero no habían logrado vencer definitivamente 
  a la clase trabajadora. No podemos analizar ahora porqué y cómo 
  desde mediados de esa década se asistía a una activación 
  de la lucha de clases. En 1998 13 de los 15 Gobiernos europeos estaban en manos 
  de partidos socialdemócratas o bajo una alianza de estos con partidos 
  liberales y de centro. Los demócratas gobernaban en los EE.UU. Pero no 
  se detuvo la deriva de los KEYNESIANISMOS BLANDOS hacia la derecha, hacia confundirse 
  prácticamente con el neoliberalismo por dos razones, una, porque las 
  clases obreras no estaban destrozadas como sujetos colectivos capaces de resistir 
  y, dos, porque tampoco el capitalismo mundial entraba en una senda de expansión 
  sino al contrario, cada vez crecía en menos áreas del planeta 
  y se estancaba y agudizaba sus crisis en cada vez más grandes zonas mundiales.
  En estas condiciones aparece la TERCERA VIA como nuevo giro de la socialdemocracia 
  hacia el neoliberalismo. Los debates internos en la socialdemocracia entre los 
  más derechistas y los menos, y en los restos del stalinismo, están 
  siendo realmente pobres y no merece la pena ni siquiera sintetizarlos así. 
  En estos casos siempre es bueno aplicar uno de los principios del método 
  dialéctico marxista consistente en leer a la burguesía, en estudiar 
  lo que dice y hace el Capital: el 23 de marzo del 2001 el diario inglés 
  The Guardian daba la noticia de que la CEOE bajo un Gobierno laborista en Gran 
  Bretaña existía la regulación laboral más laxa de 
  todas, los impuestos más bajos para las grandes corporaciones y los más 
  bajos costo de empleo, incluso más bajos en que los EE.UU. La TERCERA 
  VÍA no es sino la manera en cómo una parte considerable de la 
  socialdemocracia cumple la función de atacar con dureza extrema a las 
  clases trabajadoras para facilitar el beneficio capitalista.
  Los efectos del ataque sobre la moral de lucha tanto de la TERCERA VIA como 
  del resto de la socialdemocracia y del laborismo en Europa han sido tan devastadores 
  que ya han perdido 8 de los 13 Gobiernos en Europa y en los EEUU han llegado 
  al poder los republicanos. Una consecuencia directa de esta recuperación 
  del neoliberalismo y del marginalismo histórico en el tema que nos concierne, 
  es el endurecimiento de las políticas imperialistas en todos los sentidos.
  (10-3) GLOBALIZACIÓN CONTROLADA: según esta teoría la globalización 
  tiene aspectos "negativos" pero también "positivos", y el objetivo de 
  las "fuerzas democráticas" es el de desarrollar los segundos y combatir 
  los primeros. Esta teoría es tiene muchas formas secundarias de presentarse, 
  tantas como corrientes reformistas que existen y han existido a lo largo de 
  la línea que nos conduce hasta la ECONOMIA BURGUESA CLÁSICA. Desde 
  luego son mucho más que las de la GLOBALIZACIÓN POSITIVA, que 
  simplemente expresa la cruda obsesión capitalista por aumentar su beneficio. 
  Ahora bien, en síntesis, lo básico de la GLOBALIZACIÓN 
  CONTROLADA radica en su deseo por controlar la globalización, por evitar 
  que los aspectos "negativos" se desarrollen más y/o se impongan sobre 
  los "positivos".
  Los aspectos "negativos" son la explotación, el hambre, la enfermedad, 
  la ignorancia, las crisis de todo tipo incluida la ecológica, el racismo, 
  el monopolio tecnológico y un largo etc. que dependen de quien elabore 
  la lista. Los aspectos "positivos" son todos los relacionados con las posibilidades 
  implícitas en un desarrollo "democrático" de las "nuevas tecnologías", 
  de los "medios de comunicación en tiempo real", de los "avances médicos", 
  de la "economía del conocimiento", de aumento del "voluntariado social" 
  y de las ONGs., de la "toma de conciencia mundial" de la especie humana, etc. 
  Vemos que existe un contraste absoluto entre lo concreto que siempre resulta 
  el hambre y los aspectos "negativos" y lo abstracto que resulta todos los aspectos 
  "positivos". Lo peor es que no hay forma de resolver este problema porque, a 
  la fuerza, todo lo "positivo" ha de ser abstracto en una concepción basada 
  en la ECONOMIA POLÍTICA BURGUESA.
  Las ventajas relativas y muy reducidas en la práctica, pero siempre algo 
  más positivas para las masas oprimidas del planeta por sus limitados 
  logros reformistas en comparación a la brutalidad neoliberal, que ofrece 
  la GLOBALIZACIÓN CONTROLADA sobre la POSITIVA vienen del mayor desarrollo 
  teórico y del mayor potencial analítico de esta economía 
  política sobre la ECONOMÍA VULGAR y sobre el MARGINALISMO DURO 
  y BLANDO. Al fin y al cabo, siempre se puede elaborar una especie de "teoría 
  suave" y no radical sobre la explotación basada en las ambigüedades 
  y limitaciones de David Ricardo, por ejemplo. "Teoría suave" que será 
  siempre menos mala que la ferocidad implacable de Malthus y de Jevons, e incluso 
  también que la de Marshall. Sin embargo, la teoría de la GLOBALIZACIÓN 
  CONTROLADA es desde el MARXISMO tan contradictoria e imposible como las pretensiones 
  de acabar con el empobrecimiento mediante la caridad; o las de los diversos 
  socialismos cristianos del siglo XIX por "cristianizar" el capitalismo; o las 
  de las asociaciones de comienzos del siglo XX de "humanizar" el imperialismo 
  con los fondos obtenidos con subastas; o la de la pretensión de la Sociedad 
  de Naciones de entreguerras de impedir una nueva guerra mundial.
  SÉPTIMO: Hemos terminado con la otra tendencia burguesa, en este caso 
  derechista si por extrema derecha pura y dura definimos a la línea que 
  asciende del MERCANTILISMO a la GLOBALIZACIÓN POSITIVA. Esta segunda 
  línea evolutiva sirve muy bien a los intereses imperialistas porque oculta 
  la lógica objetiva de la explotación con la verborrea reformista, 
  y hasta puede permitirse pasar de la palabra a algunos hechos reformistas mediante 
  políticas interclasistas que avancen en algunas mejoras sociales, siempre 
  dentro del sistema capitalista. Pero la incapacidad última de esta línea 
  ha hecho que a su izquierda, y aproximadamente en el centro del cuadro arriba 
  presentado, hayan surgido otras teorías alternativas más críticas 
  y más aptas para explicar la evolución real del capitalismo mundial. 
  Sin embargo, como veremos, esas teorías no alcanzan la majestuosa coherencia 
  teórico-política del MARXISMO, aunque sí le han aportado 
  algunos criterios válidos que deben ser integrados en su método 
  materialista histórico y dialéctico.
  Los orígenes de estas teorías nos remiten a la mezcla parcial 
  con otras teorías no marxistas e incluso antimarxistas, y también 
  tendieron a presentarse en la mayoría de los casos con un aura de neta 
  superioridad teórico-académica con respecto al MARXISMO, aunque 
  en realidad se trataba de la versión primero edulcorada y luego tergiversada 
  que de él impuso el stalinismo. Se generó así, o mejor 
  decir, volvió a imperar un clima universitario e intelectual de desprecio 
  que ya había existido antes, cuando el elitista y rico aristócrata 
  austríaco Böhm-Bawerk o después, cuando Keynes, sofisticado 
  y culto especulador en Bolsa y consejero del príncipe de la Casa Real 
  de su Graciosa Majestad Británica, defendían desde diferentes 
  ópticas la superioridad de la ideología burguesa. En contra de 
  lo que se ha hecho creer intencionadamente, el MARXISMO estuvo muy desprestigiado 
  y hasta perseguido directa o indirectamente en la posguerra, y por lo general 
  los textos que contaban con el apoyo de los relativamente fuertes PCs stalinistas 
  tenían más facilidades para salir al mercado. Estos y otros factores 
  explican la aparición de voluntariosos grupos de intelectuales de izquierda 
  que, por razones diversas, no quisieron o no pudieron profundizar en el MARXISMO 
  sino en interpretaciones, edulcoraciones o tergiversaciones ajenas, intentando 
  mejorarlas o enriquecerlas.
  (11) TEORÍAS ESTRUCTURAL, RADICAL, DE LA REGULACIÓN Y DEL SISTEMAMUNDO: 
  tienen en común que no dudan en reconocer el uso que hacen de Marx, aunque 
  también tienen en común que afirman "mejorar" a Marx con aportaciones 
  de otros autores y corrientes. En síntesis, las cuatro se caracterizan 
  por no ver en el MARXISMO un método específico propio y cualitativamente 
  diferenciado de las dos grandes ramas que aquí estamos analizando. Como 
  hemos dicho en la presentación, en la historia de las políticas 
  económicas y de sus correspondientes lazos internos con la historia mundial 
  sucede lo mismo que con la historia de las ciencias sociales, en la que se aprecia 
  nítidamente que el grueso, la mayoría, de las versiones académicas, 
  oficiales a institucionales no quieren o no pueden reconocer que el MARXISMO 
  es un caso único no catalogable ni siquiera como "ciencia social" en 
  el sentido que por tal se ha tenido desde Comte hasta ahora. Bastan los ejemplos 
  de cómo han sido empleados los sociólogos burgueses Durkeim y 
  Weber para "enriquecer", "mejorar", "ampliar" y "actualizar" a Marx, siempre 
  en beneficio de la burguesía, para darnos cuenta de las limitaciones 
  de esos esfuerzos. Con las teorías económicas sucede otro tanto, 
  según sus grados de oposición al capitalismo.
  Desde esta precaución previa podemos comprender mejor las reales aportaciones 
  de estas cuatro teorías. La primera de ellas, la ESTRUCTURAL, surge del 
  esfuerzo de adaptar un concepto básico en Marx y que fue una aportación 
  de los fisiócratas y de Quesnay, el de estructura, al capitalismo contemporáneo 
  pero añadiendo las aportaciones de otras corrientes, desde las econometrías 
  hasta el sociologismo francés. Esta teoría se caracteriza además 
  de por un ecleticismo preocupante también por inflar el globo del estructuralismo 
  de modo que, según ella, se puede ser estructuralista sin ser marxista 
  pero al ser marxista se es estructuralista. Desaparece así la especificidad 
  del MARXISMO que es reducido, como en las versiones oficiales de la sociología 
  a una corriente sociológica más, con "sus aciertos y sus errores". 
  Lo mismo hay que decir de las vulgatas oficiales sobre filosofía, economía, 
  antropología, etc. O sea, no hace falta ser marxista para hacer una crítica 
  ESTRUCTURAL del capitalismo.
  La teoría RADICAL, por su parte, es algo más "radical" y valga 
  la tautología ya que asume más activamente sus lazos con Marx 
  aunque también se reclama deudora de Polanyi (1886- 1964), de un Keynes 
  leído desde la izquierda, de Sraffa (1898-1983) y de otros. Esta teoría 
  surge precisamente en 1968, al calor de las críticas izquierdistas a 
  la socialdemocracia y al stalinismo, críticas inseparables del ascenso 
  de la fase de luchas de clases que entonces se producía. En una primera 
  fase, hasta finales de la década de 1971-80, sus críticas al capitalismo 
  se basan en la existencia de la explotación, aceptando la existencia 
  de colectivos explotados, el papel del Estado burgués, de las ideologías 
  sociales, etc., pero, sin embargo, no aceptaban la teoría marxista del 
  valor-trabajo por lo que todo su radicalismo carecía de una base sólida. 
  En efecto y por eso mismo, en una segunda fase, a partir de comienzos de la 
  década de 1981-90, coincidiendo con el declive de la lucha obrera y el 
  ascenso del neoliberalismo más duro, sobre todo en los EEUU de donde 
  son la mayoría de los miembros de esta corriente, comienzan a aceptar 
  la teoría de que dentro del capitalismo se pueden realizar cambios importantes. 
  Conviene recordar que en 1993 el demócrata Clinton llega a la Casa Blanca 
  aupado en gran medida por la reacción popular contra el reaganismo, reacción 
  que se verá defraudada en su segundo mandato cuando las "reformas" desde 
  dentro del capitalismo agudizan la explotación, la pobreza y las diferencias 
  sociales en los EEUU. El fracaso de esta corriente y de todas las que defienden 
  lo mismo, lo vemos al estudiar la evolución de la desigualdad social 
  y de la apropiación privada del grueso del excedente por una minoría 
  en los EEUU entre 1983-1998: el 1% más rico obtuvo el 53%, el 19% siguiente 
  obtuvo el 39% y la enorme masa del 80% --lo que en términos marxista 
  se define como pueblo trabajador-- sólo obtuvo el 9% restante.
  La teoría de la REGULACIÓN sostiene que el capitalismo evoluciona 
  mediante una sucesión de cambios en las formas de regulación de 
  la economía. Esta corriente surge a mediados de la década de 1981-90, 
  cuando es patente ya la crisis preagónica de la URSS pero también 
  la dificultad del capitalismo mundial para abrir otra onda larga expansiva. 
  Por eso afirman que el "marxismo" está fosilizado y que el capitalismo 
  en una nueva crisis de regulación. Según esta corriente, desde 
  finales del siglo XIX hasta 1929-31, o hasta 1933, regía un modo de regulación 
  competitivo, sin apenas intervención estatal pública y con unas 
  disciplinas laborales cada vez más superadas por las resistencias obreras. 
  Desde esas fechas se va imponiendo otro modo de regulación en el que 
  el Estado interviene masivamente, las disciplinas laborales se perfeccionan 
  mediante el fordismo y el taylorismo, y la competencia libre anterior deja paso 
  a la competencia entre monopolios. Es la larga fase de regulación taylor-fosdista 
  y keynesiana. Desde la crisis de 1968-1973 en adelante, se introduce la flexibilización 
  toyotista, se limita la acción estatal, se expande la financierización, 
  etc.; es decir, estamos entrando en otro modo de REGULACIÓN. Sin embargo, 
  esta tesis aunque reconoce la incidencia de la lucha de clases, apenas valora 
  la realidad objetiva de las crisis económicas en cuanto tales, no domina 
  la esencia del MARXISMO al aceptar tesis neoclásicas, no domina el materialismo 
  histórico al recurrir mucho a Braudel (1902-) y desde la segunda mitad 
  de la década de 1981-90 integra a la teoría RADICAL yanki como 
  una de las escuelas que forman la teoría de la REGULACIÓN.
  La teoría del SISTEMA-MUNDO surgió de una derivación del 
  INTERCAMBIO DESIGUAL más otras derivaciones provenientes de diversos 
  "marxismos", de la teoría histórica de la Escuela de los Annales 
  y de Braudel, más un fuerte peso de Weber. Esta teoría sostiene 
  que el capitalismo es un SISTEMA-MUNDO debido al crecimiento absorbente del 
  capital que van estructurando el mundo en centros, semiperiferias, periferias 
  y una arena mundial. El mercado siempre expansivo va imponiendo las relaciones 
  de dependencia y absorción a lo largo de sucesivas fases o etapas que 
  marcan el crecimiento del SISTEMA-MUNDO. En la actualidad vivimos, según 
  esto, en un momento muy importante de cambio con varias alternativas que no 
  podemos exponer aquí. Sin embargo, a nuestro entender esta teoría 
  tiene un fuerte determinismo economicista y mecanicista centrado en la sobrevaloración 
  del mercado y en la subvaloración de la esfera productiva.
  Esto es debido a que no usa el concepto central de modo de producción 
  capitalista sino el de mercado capitalista, e incluso el anterior, el de economía 
  de mercado. Todo ello confluye en una muy débil presencia o incluso en 
  una ausencia de referencias fuertes a la lucha de clases y a la teoría 
  del valor-trabajo, y en una presencia de concepciones weberianas y de una historia 
  cíclica y mercantil típica de los Annales. De este modo, lo que 
  podía ser una teoría muy productiva en la crítica radical 
  del capitalismo y en la potenciación de prácticas revolucionarias 
  dotadas de una perspectiva histórica sólidamente asentada, queda 
  devaluado en un interesante progresismo intelectual.
  (12) OTRA GLOBALIZACIÓN: estas cuatro teorías, situadas en lo 
  que podría ser una especie de izquierda mixta, situada entre el centro 
  y la extrema izquierda marxista, están en la amplia corriente que de 
  un modo u otro defiende lo que aquí se define como OTRA GLOBALIZACIÓN. 
  De hecho, esta es la consigna --"por otra globalización"--de muchas de 
  las movilizaciones internacionales contra la globalización actual, por 
  ejemplo la de Sevilla de finales de junio del 2002. Otra globalización 
  quiere decir, si no nos equivocamos, que es posible desarrollar otro modelo 
  de relaciones mundiales. Hasta ahí no hay problema alguno porque nos 
  movemos en el vacío de lo abstracto. Los problemas comienzan cuando hay 
  que hacer cosas concretas que llenen ese vacío.
  No hay posibilidad alguna de desarrollar OTRA GLOBALIZACIÓN del mismo 
  modo que no hubo posibilidad de desarrollar otro imperialismo, sino sólo 
  la de destruir el concreto imperialismo en zonas concretas mediante heroicas 
  revoluciones y guerras de liberación nacional. Incluso las conquistas 
  sociales logradas por ásperas luchas reivindicativas, son siempre conquistas 
  transitorias e inseguras, sometidas a una vigilancia atenta y amenazante por 
  parte del Capital, dispuesto a hacerlas retroceder hasta exterminarlas, como 
  lo ha demostrado la historia reciente. Ello es debido, en resumidas cuentas, 
  a la dictadura ciega de la ley del valor-trabajo que fuerza a la burguesía 
  mundial a imponer las más atroces explotaciones a la humanidad trabajadora. 
  Y lo hace aplicando diversos instrumentos, sistemas y recursos de dominación, 
  algunos de los cuales ya ha analizado, entre otros, Samir Amin: No hay posibilidad 
  alguna de desarrollo de OTRA GLOBALIZACIÓN porque las clases dominantes 
  del centro imperialista se han reservado para sí el monopolio de las 
  fuerzas productivas, en primer lugar. Por mucho que los pueblos y las clases 
  oprimidas reivindiquen otra forma de relaciones, mientras las fuerzas productivas 
  sean propiedad privada de una muy reducida elite humana, que no llega al 1% 
  de la población, y que con el apoyo de un bloque social interesado en 
  mantener ese sistema, no llega al 10% de la población mundial, mientras 
  siga este monopolio es imposible superar la globalización porque ella 
  misma es además de efecto de ese monopolio privado de las fuerzas productivas, 
  también una imposición suya para avanzar en la concentración 
  y centralización del capital.
  Además, en segundo lugar, la propiedad privada de las fuerzas productivas 
  conlleva la propiedad privada de las tecnologías y el expolio correspondiente 
  y necesario de la fuerza de trabajo cualificada de los pueblos oprimidos y empobrecidos 
  por las grandes corporaciones y por los Estados imperialistas. El poder tecnocientífico 
  se ha convertido es un componente fundamental del capital constante y, más 
  aún, del de las grandes corporaciones industrial-militares. El centro 
  imperialista, jerarquizado en tres imperialismos, no puede permitir jamás 
  que este decisivo instrumento se democratice, se generalice y caiga en poder 
  de las masas oprimidas. Y no puede haber ninguna experiencia de emancipación 
  que no desarrolle por su parte un modelo cualitativamente superior de praxis 
  científico-crítica y de tecnologías liberadoras. Ninguna 
  OTRA GLOBALIZACIÓN puede asentarse siquiera un corto lapsus de tiempo 
  si carece de independencia tecnológica y científica suficientes.
  Por si fuera poco, en tercer lugar, OTRA GLOBALIZACIÓN es igualmente 
  imposible dentro del sistema financiero actual, que es él mismo una de 
  las causas directas del surgimiento de la globalización financiera actual. 
  La financierización corresponde, en sentido general, a la lógica 
  interna del capitalismo para contener la tendencia a la baja de la tasa media 
  de beneficio y, en sentido particular y contemporáneo, a la deliberada 
  política de los EEUU desde mediados de la década de 1981-90 para, 
  además de otras medidas, recuperar la relativamente debilitada hegemonía 
  mundial del imperialismo yanki. El capital financiero actual, absolutamente 
  monopolizado por los tres grandes Estados-cuna del dinero en todas sus formas, 
  no está dispuesto a permitir políticas financieras opuestas dentro 
  de su poder mundial.
  Por otra parte, en cuarto lugar, ni la propiedad privada de las fuerzas productivas, 
  ni el control absoluto de la tecnociencia, ni el monopolio financiero mundial 
  durarían mucho tiempo sin el control monopolístico por el centro 
  imperialista, por los EEUU en primer lugar, de la Naturaleza y de sus recursos 
  cada vez más debilitados y finitos. Si el control de las materias primas 
  y energías estratégicas ha sido una constante obsesión 
  en el capitalismo y en las economías dinerarias anteriores, desde el 
  último tercio del siglo XX, tal obsesión se ha convertido en una 
  necesidad imperiosa de subsistencia de un modo de producción incompatible 
  con la Naturaleza. Es ridículo pensar que OTRA GLOBALIZACIÓN puede 
  sostenerse durante un tiempo sin suprimir radicalmente la propiedad privada 
  capitalista de la Naturaleza. Y tengamos en cuenta que la especie humana es 
  ella misma especie natural, especie animal, parte interna de la Naturaleza. 
  Por eso, en esta cuestión, el imperialismo ni quiere ni puede dejar que 
  la Naturaleza se le escape de su poder, porque entonces se le escapa la fuerza 
  de trabajo humana y por tanto se le escapa el beneficio.
  Pero, en quinto lugar, para luchar contra estas contradicciones estructurales, 
  el centro imperialista dispone de la capacidad de manipulación alienadora 
  de sus industrias políticomediáticas, --"prensa"--. Un ejemplo 
  aplastante del poder del que hablamos --"medios de comunicación"--, lo 
  tenemos en que muy frecuentemente son esas industrian las que producen la alienación 
  masiva, las que con sus trabajadores asalariados intelectuales lanzan campañas 
  apologéticas del capitalismo y de la GLOBALIZACIÓN POSITIVA. No 
  lo hacen sólo por agradar al poder político, que también, 
  sino a la vez para obtener beneficios propios ya que la industria político-mediática 
  produce mercancías alienadoras que necesitan de un mercado mundial cosificado 
  y enajenado para vender sus productos. Su hambre se junta a sus ganas de comer, 
  y ambas a la obsesión del máximo beneficio. Además, el 
  capital financiero se está introduciendo cada vez más en esas 
  industrias, y sus beneficios dependen cada vez más de innovaciones tecnológicas 
  aceleradas. A su vez, los imperialismos necesitan de la cobertura de las industrias 
  para justificar sus atrocidades, ocultarlas o negarlas, y también, cada 
  vez más, para retransmitirlas en directo, en tiempo real. Es iluso creer 
  que OTRA GLOBALIZACIÓN es posible respetando esta producción generalizada 
  de mentiras y falsedades.
  Por si, en sexto lugar, estas medidas de control y chantaje fallan, son desbordadas 
  y superadas por la humanidad trabajadora, por los pueblos oprimidos, el capitalismo 
  se reserva el monopolio aplastante de las sofisticadas y masivas armas de destrucción 
  y muerte. Armas que no son sólo los artefactos típicos aunque 
  sean de alta tecnología, sino también el uso bélico de 
  las reservas alimenticias, de la sanidad burguesa mundial, de las ayudas para 
  paliar catástrofes socionaturales, etc. El hambre y la enfermedad han 
  sido instrumentos bélicos de muchos imperios precapitalistas, y con este 
  modo de producción, que ha industrializado la agricultura y la salud, 
  y que ha creado empresas privadas que comercian con las plagas y las devastaciones, 
  ese empleo criminal ha llegado a niveles insospechables e increíbles 
  hace un tiempo. Cualquier OTRA GLOBALIZACIÓN que desprecie la autodefensa 
  popular, que no quiera reconquistar la tierra propia, que siga dependiendo de 
  la "ayuda humanitaria", etc., es en sí misma suicida e irresponsable. 
  Pero el problema es más grave ya que estas cuestiones básicas 
  y todas las anteriores chocan frontalmente con el reformismo izquierdoso de 
  quienes hablan de OTRA GLOBALIZACIÓN.
  Por último, en séptimo lugar, una de las bazas más reaccionarias 
  y retrógradas que pueda tener el capitalismo es, además de las 
  dictaduras sociopolíticas, también la dictadura de género, 
  el endurecimiento de la explotación de las mujeres en todo el planeta. 
  Padecemos una ofensiva global --nunca mejor dicho-- del sistema patriarco-burgués 
  con las mujeres de todo el planeta. Bajo mil excusas sociobiológicas, 
  socioeconómicas, culturales y religiosas, el poder patriarcal está 
  reforzando sus alianzas vitales con diversos poderes para descargar sobre las 
  mujeres, y a través de ellas sobre las personas mayores y la infancia, 
  tanto los costos de la crisis como las medidas para intentar paliarla. La mujer 
  es la más golpeada por la globalización realmente existente. Es 
  reaccionaria cualquier OTRA GLOBALIZACIÓN que no combata radicalmente 
  al patriarcado en todas sus manifestaciones concretas y diferentes, pero esto 
  es plantear una cuestión que sólo es tratada con la boca cerrada.
  En resumen, y para acabar, estos siete instrumentos de opresión que monopoliza 
  el centro imperialista, y que los aplica también contra las naciones 
  y clases que oprime dentro de su epicentro, aunque con otras modalidades secundarias, 
  anulan toda factibilidad a la teoría de la OTRA GLOBALIZACIÓN. 
  Y la anulan, sobre todo, porque ellas son la base común sobre la que 
  se desenvuelve a escala mundial la ley del valor-trabajo. Actualmente, en el 
  capitalismo que hoy padecemos, y además de la explotación del 
  Trabajo en el centro imperialista, estos siete recursos son los definidores 
  internos de la operatividad de la ley del valor-trabajo. Toda merma o todo debilitamiento 
  de uno de ellos supone un correspondiente y obligado debilitamiento en la obtención 
  de beneficio capitalista, una falla y quiebra en la dinámica de explotación 
  mundializada del Trabajo por el Capital, una traba al desarrollo criminal de 
  la ley del valor-trabajo. Las teorías político-económicas 
  burguesas y reformistas no pueden decir nada serio ni sólido al respecto, 
  y el marxismo sí dice cómo hay que destruir el sistema capitalista 
  de producción.
  
  EUSKAL HERRIA 2002/VI/25