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ALCA

EL FRACASO DE LA OMC ANUNCIA EL DEL ALCA



La Jornada

La reunión que realiza en Cancún la Organización Mundial de Comercio (OMC) está terminando, como se preveía, con un rotundo fracaso que no es estruendoso porque el ambiente recuerda el velatorio de un mafioso que fue importante, en el que los deudos hablan en voz baja y no saben qué les va a pasar pero negocian ya cómo sacar la mejor partida de la sucesión.

La reunión trató de girar en torno a un acuerdo previo entre Washington y Bruselas para hacer pagar la factura a todos los demás sin abandonar en lo esencial las subvenciones a sus respectivos productos agrícolas -que equivalen al dumping a la exportación- ni su proteccionismo contra los productos de los países que no forman parte del club restringido Estados Unidos (EU)-Unión Europea (UE). Ese mismo club resolvió concentrarse en el intento de dividir a los países del llamado Tercer Mundo, que sufren ese dumping en los alimentos básicos, y se ven agredidos además por el control oligopólico de las grandes trasnacionales exportadoras de semillas transgénicas y de todos los insumos que conforma el paquete tecnológico que las respalda y son prohibitivos para los pequeños campesinos.

Al fin y al cabo ni Europa ni Estados Unidos son propicios para el cultivo de productos tropicales ni los pequeños países donde éstos crecen tienen un gran peso en el mercado mundial y, por consiguiente, es más fácil hacerles algunas concesiones.

Para el conflicto entre la UE y EU se sumó la gran diferencia con el Grupo de Cairns, compuesto por grandes exportadores agrícolas, como Canadá, Autralia, Nueva Zelanda, Argentina y Brasil que, al mismo tiempo son importadores de tecnología industrial. Este grupo condiciona su política hacia Estados Unidos y la Unión Europea a la eliminación de las trabas a sus exportaciones agroganaderas y al cese de la competencia desleal por aquéllos en el rubro de los productos rurales en terceros países, como los del Medio Oriente. O sea, que la discusión se puede resumir en el concepto simple de que "si tú me impides ganarme la vida con los productos en los que soy competitivo, no tengo por qué abrirte mi mercado en los demás rubros (de servicios e industriales)".

El fracaso en Cancún trae así aparejado un golpe duro a las pretensiones de Estados Unidos de lograr que el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) tome forma definitiva dentro de sólo dos años, en el 2005. De este modo, Washington trata ahora de salvar lo salvable y de amarrar a su carro a México y Centromérica, mientras los países del Cono Sur, por su parte, intentan reforzar su Mercosur o acuerdos comerciales entre sí, en contra del ALCA o para negociar desde una posición de fuerza, y todos los países del Grupo de Cairns estrechan lazos, no tanto para reclamar o exigir sino para conquistar también posiciones en el mercado mundial.

La agricultura es lundamental, pues el dominio del arma alimentaria, desde siempre, ha tenido un peso político decisivo y los oligopolios, respaldados por sus gobiernos respectivos, no pueden aceptar el concepto de soberanía alimentaria, que es uno de los ejes de la oposición masiva de los campesinos de todo el mundo a esta globalización al servicio de las grandes empresas trasnacionales y dirigida por el capital financiero internacional.

Por eso la Organización Mundial de Comercio sale de Cancún gravemente herida y el ALCA se aleja en el horizonte en vez de acercarse. El cadáver del campesino surcoreano Lee no sólo le asestó un terrible golpe moral a la OMC, no sólo ganó a la protesta contra ésta millones de conciencias, sino que también constituyó un pésimo augurio para la Organización, la cual apenas sobrevive a su fracaso y podría acompañar en su tumba al campesino que vino de la otra punta del mundo para enterrarla.