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Comenzó reunión en Cuba Nueva etapa en la batalla contra el ALCA

OSVALDO MARTÍNEZ Comité Organizador III Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA

Por tercera vez nos reunimos en esta Sala, en el marco de los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA para reflexionar sobre la marcha de esta lucha y concertar acciones que contribuyan a la derrota de ese proyecto de anexión elaborado por el gobierno de Estados Unidos para disfrute de sus empresas transnacionales y afianzamiento de su dominio imperial sobre América Latina y el Caribe.
Por tercera vez el Comité Organizador cubano les da la bienvenida en este Encuentro a los representantes de los movimientos sociales que animan la campaña anti-ALCA y les expresa que nuestra mayor satisfacción es facilitarles las condiciones organizativas y logísticas para que este III Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA sea una efectiva contribución a la victoria en nuestra lucha y un paso en dirección hacia esa otra América mejor y sin duda, posible, sin ALCA, sin neoliberalismo, sin gobiernos lacayos, con solidaridad, con desarrollo compartido, en fin, la "América nuestra" que reclamó José Martí.
Entre el Encuentro anterior efectuado en noviembre del 2002 y el actual, media todo el año 2003 y en él ocurrieron sucesos de gran importancia que debemos examinar para extraer las conclusiones que nos permitan ser más certeros y efectivos en esta batalla por la vida y el desarrollo.
En el pasado año se definieron con mayor claridad las tendencias a la acción unilateral y guerrerista del gobierno de Estados Unidos.
La guerra de agresión contra Iraq, desatada utilizando justificaciones mentirosas sobre armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y haciendo añicos la legalidad del sistema de Naciones Unidas, fue la plasmación de una concepción de corte fascista: el imperio se adjudica el derecho, ya no a dar una respuesta rápida a cualquier agresor, sino a atacar primero a cualquier país, "en cualquier oscuro rincón del mundo", que un pequeño círculo de neoconservadores fanáticos decida atacar.
El terror impuesto con el pretexto de la guerra contra el terrorismo y la intimidación basada en el poderío militar esgrimido como garrote frente a todos los no incondicionales, fueron sellos característicos del pasado año.
En América Latina el año 2003 convirtió en estrepitoso e inocultable lo que ya sabíamos desde antes: el neoliberalismo solo desarrolla las fortunas de las transnacionales y de algunos oligarcas nativos, en tanto que bloquea el desarrollo socioeconómico de nuestros países, hace crecer la pobreza, multiplica la desigualdad, convierte en elitista la educación y la salud y empobrece las culturas nacionales.
También en el pasado año la batalla en torno al ALCA registró acciones destacadas de los movimientos sociales que están aquí representados, así como acontecimientos relevantes en la negociación gubernamental. En ésta tuvo lugar el llamado fracaso de la reunión ministerial de la OMC en Cancún, que fue un éxito para la Alianza Social Continental y los pueblos latinoamericanos y caribeños.
En la negociación gubernamental surgió también una nueva forma y una nueva táctica para hacer tragar a nuestros pueblos el anzuelo del ALCA, ahora presentado como ALCA suave o "a la carta" y acompañado de la nueva pieza estelar en el esquema de dominación: los Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio.
En relación con el tortuoso accionar de la política neoliberal, el gobierno de Estados Unidos insiste en la defensa de lo indefendible. Manipulando estadísticas, omitiendo lo evidente, mintiendo como sistema y recurriendo a una retórica simplista, continúan presentando a la política neoliberal consagrada en el Consenso de Washington como el único posible camino hacia el desarrollo, aunque la terca realidad demuestre exactamente lo contrario.
Aplicando la política neoliberal durante más de dos décadas con rigor dogmático, homogeneizaron en alto grado la política económica y la mentalidad de muchos gobernantes, para intentar ahora encerrarlos a todos en el ALCA bajo las mismas disciplinas y haciendo del neoliberalismo un compromiso jurídico de los estados.
En el pasado año el PIB regional por habitante fue inferior al del 1997 como expresión del retroceso en el crecimiento, hay 20 millones de latinoamericanos pobres más que en 1997 y la tasa de desempleo promedio se elevó casi a 11% para llevar la cifra de desempleados urbanos a 17 millones.
De nuevo aumentó la precariedad laboral y disminuyó el salario real.
Como si fuera poco, la inversión extranjera -presentada tantas veces como el emblema de las bondades neoliberales- declinó 25% respecto al año anterior, la transferencia negativa de recursos fue de 29 mil millones de dólares debido a la remisión de utilidades hecha por el capital extranjero y por el servicio de una deuda externa que en varios países supera el 50% del PIB y sobre la cual el ALCA no dice una palabra, a pesar de que para hablar con seriedad del desarrollo económico latinoamericano es imprescindible comenzar por remover ese formidable obstáculo.
Entre los años 2001 y 2003, mientras se efectuaba la negociación del ALCA, en la que el tema de la deuda externa no se menciona, América Latina entregó como pagos por su deuda unos 464 mil millones de dólares, o sea, 154 mil millones anuales.
Tanta explotación y pobreza, acompañada de espesa y hueca retórica de libre mercado condujeron a explosiones sociales en las que desempeñaron un destacado papel movimientos sociales y organizaciones presentes en la Alianza Social Continental, que provocaron el desplome de gobiernos neoliberales en Argentina y Bolivia. Otros gobiernos de obediencia similar se tambalean mientras creen ilusamente que mayor sumisión al imperio puede comprarles la sobrevida.
Es por tanto, una contradicción evidente en la que incurre el gobierno de Estados Unidos al insistir en el ALCA como versión extrema y dogmática de neoliberalismo, cuando esta política marcha inexorablemente cuesta abajo arrastrada por el movimiento popular y por el peso de sus fracasos.
Para Robert Zoellick, el representante de Comercio de Estados Unidos y máximo negociador del ALCA, este proyecto es según el estilo de retórica endulzante del ALCA, "una oportunidad histórica de ampliar el comercio, extender la prosperidad, difundir la democracia y profundizar la asociación hemisférica en medio de la competencia mundial".
Tenemos que agradecerle a Colin Powell haber tenido al menos la brutal franqueza de definir sin retórica y con exac-titud imperialista las verdaderas razones que mueven desde Estados Unidos la propuesta del ALCA.
Según Powell "nuestro objetivo es garantizar para las empresas norteamericanas el control de un territorio que se extiende desde el Ártico hasta la Antártida y el libre acceso -sin ninguna clase de obstáculos- de nuestros productos, servicios, tecnologías y capitales por todo el hemisferio".
Estas razones de dominación y lucro empresarial confesadas por el Secretario de Estado, aparecen muy claras en el desempeño de la economía de Estados Unidos en el pasado año.
Es imposible creer en el señuelo del acceso al mercado de Estados Unidos si advertimos que el déficit comercial de este país alcanzó una marca histórica de unos 500 mil millones de dólares el pasado año y que ese déficit viene creciendo vertiginosamente desde 1992 cuando fue de 35 mil 600 millones.
Junto al crecimiento del déficit ha ocurrido también un aumento de la importancia del comercio exterior para su economía, de modo tal que exportar es un imperativo para ella, debido a la necesidad de reducir el déficit y también por el significado que las exportaciones tienen para el empleo en una economía donde la tasa de desempleo actual de 6% es uno de los más graves síntomas de crisis.
La agresividad comercial estadounidense, expresada en acciones de todo tipo para abrir mercados donde vender productos y servicios es una consecuencia del creciente peso del comercio exterior en la reproducción de su economía.
Si a principios de los años 70 la participación del comercio exterior en el PIB no superaba el 10%, actualmente es de 25%. En la década de los años 90 las exportaciones contribuyeron en algo más de una cuarta parte del crecimiento económico de ese país, sosteniendo unos 12 millones de empleos.
La realidad comercial estadounidense muestra una economía con evidente rezago competitivo que la hace incurrir en enorme déficit comercial que ni siquiera la devaluación del dólar ha logrado frenar, y al mismo tiempo, esa economía está cada vez más volcada hacia el exterior con creciente dependencia de las exportaciones para sostener el empleo y el nivel de actividad.
Muchas transnacionales estadounidenses dependen más y más de los mercados externos para realizar sus ventas. Coca-Cola hace casi el 70% de sus ventas en el exterior. Mc Donalds tiene la mitad de sus 23 mil puestos de ventas en países extranjeros.
Esta peculiar situación explica que las tendencias reales de la economía de Estados Unidos en cuanto al comercio exterior, sean exactamente lo contrario del discurso del libre comercio como medicina para todos los males y el acceso al mercado de ese país como premio tentador.
A la economía que realmente funciona en Estados Unidos -que en nada se parece a los discursos del Sr. Zoellick- le interesa exportar hacia todo mercado con alguna capacidad de compra. Le interesa abrir y penetrar mercados externos por cualquier medio y evitar la competencia extranjera dentro de su mercado, para lo cual dispone de un verdadero arsenal de medidas proteccionistas para los productos agrícolas, el acero y otros muchos productos protegidos por subsidios, apoyos internos a la producción, barreras técnicas al comercio, medidas anti-dumping, disposiciones fitosanitarias y muchas otras.
Aquellos que desde los países latinoamericanos sostienen que las economías deben abrirse a ultranza y alcanzar de inmediato el arancel cero para recibir en reciprocidad el acceso al mercado de Estados Unidos, chocan más temprano que tarde, con el desengaño. Pero también aquellos que desde Estados Unidos creen que América Latina será un gran mercado para sus ventas, encuentran que éste es pequeño y limitado porque con 227 millones de pobres, de ellos más de 90 millones en la indigencia y la peor distribución del ingreso en el mundo, el mercado latinoamericano es anémico y la causa de la anemia es la misma política neoliberal que ha abierto los mercados, pero que al mismo tiempo los reduce y empobrece.
En el ámbito financiero la economía de Estados Unidos muestra una realidad bien diferente a la del discurso en favor del ALCA.
Este discurso promete aportes financieros para América Latina gracias a la inversión de capital y repite el conocido estribillo en cuanto a que basta con ofrecer al capital transnacional los grandes privilegios que exige, para que se derramen sobre América Latina las bienhechoras inversiones.
Pero estas inversiones y las remesas de utilidades que provocaron, junto al pago del servicio de la deuda externa, fueron responsables de un abultado déficit de 54 mil 800 millones de dólares en el saldo de renta de factores del balance de pagos de la región en el pasado año.
Esa inversión extranjera disminuyó 25% como expresión del agotamiento en algunos países de las privatizaciones alegres y el rechazo popular a nuevas privatizaciones.
Por otra parte, es bien conocida la transformación de la economía estadounidense en una economía de casino que funciona como una gigantesca aspiradora para financiar sus enormes déficit con los capitales que extrae del exterior. Al ya mencionado déficit comercial de unos 500 mil millones de dólares, se suma el déficit en cuenta corriente del balance de pagos que ascendió a 614 mil millones el pasado año.
Estos desequilibrios, a los cuales habría que sumar el déficit presupuestal que ya alcanza 374 mil millones y se alimenta del cuantioso gasto militar para guerrear e intimidar, son financiados por la función parasitaria que la economía estadounidense viene desempeñando, y que le permite succionar unos 1 500 millones de dólares diarios procedentes de todo el planeta, incluyendo una destacada contribución latinoamericana, para sostener el consumismo desenfrenado y el belicismo amenazador.
Nada hay en la coyuntura objetiva de la economía de Estados Unidos que se parezca al gran mercado dispuesto a comprarle a los latinoamericanos o a la gran fuente de inversión de capitales dispuestos a sumar recursos a los países de la región.
Por el contrario, lo real es la necesidad de búsqueda y penetración de mercados donde las empresas norteamericanas puedan vender y donde obtengan utilidades de inversiones lucrativas y de fáciles movimientos de capital.
América Latina no es una receptora neta de recursos financieros, sino una gran exportadora de capitales que en lo sustancial, van a sostener el consumismo y la economía de casino en Estados Unidos.
Los que creen que con el ALCA y desde Estados Unidos se abrirá el cuerno de la abundancia para los latinoamericanos, deben saber que la abundancia allá es financiada en parte no pequeña por esta región repleta de pobres y excluidos, pero que solo entre 1991 y el 2000 entregó más de 1 millón de millones de dólares por la acción combinada del servicio de la deuda externa, la fuga de capitales y el intercambio desigual.
En los años de políticas neoliberales que ahora se quieren hacer irreversibles con el ALCA, las transnacionales de la mayor economía del mundo recibieron la mejor parte del botín en la compra -muchas veces a precios de remate- de unos 4 000 activos públicos latinoamericanos (bancos, telecomunicaciones, transporte, petróleo, minería, comercio), duplicaron sus tasas de ganancia en relación con las obtenidas en su país, redujeron sus costos laborales entre 70 y 80% con la barata fuerza de trabajo y muchos bancos norteamericanos se apropiaron de los ahorros nacionales y transfirieron miles de millones de dólares mediante la fuga de capitales y variadas formas de circulación de dinero sucio, incluida la dinámica industria del soborno y el narcotráfico.
En el año 2003 la batalla del ALCA continuó desarrollándose en sus dos grandes frentes: la lucha de los movimientos sociales integrantes de la campaña Anti-ALCA, llevada a cabo en diversos escenarios y formas y la negociación gubernamental bajo la copresidencia de Brasil y Estados Unidos.
En esta batalla el gobierno de Estados Unidos continuó utilizando su arsenal que incluye el dominio económico, la complicidad de oligarquías serviles, el monopolio mediático, las amenazas y presiones para satisfacer su prisa y hacer avanzar a marcha forzada su proyecto de anexión.
No faltaron las declaraciones de voceros oficiales en las que se combinaron la retórica de las grandes oportunidades y el libre comercio bienhechor, con las arrogantes afirmaciones de que marcharían adelante con los que quisieran entrar al disfrute del ALCA, mientras que los otros quedarían aislados y abandonados a su suerte.
Los movimientos populares articulados en la Alianza Social Continental que protagonizan la resistencia al ALCA desarrollaron una variada gama de acciones. En ellas se puso de manifiesto el crecimiento de esa resistencia y se reforzó la interrelación existente entre la lucha contra el ALCA, contra el neoliberalismo como política y pensamiento, contra las instituciones emblemáticas del orden económico mundial neoliberal: el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio y el Banco Mundial, contra los regímenes neoliberales sometidos y contra las variadas formas de dominación estadounidense sobre América Latina.
El accionar de los movimientos sociales integró en la lucha de modo creciente lo que en la realidad actúa como un sistema de múltiples manifestaciones, pero de igual significado esencial: el sometimiento al dominio imperial que se facilita con el neoliberalismo y se profundizaría con el ALCA.
En las acciones de los movimientos sociales se unieron en mayor grado la lucha de trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes, estudiantes, religiosos, explotados, excluidos contra un enemigo cuyo rostro puede asumir formas de ALCA, de FMI, de OMC, de desempleo, de discriminación contra los derechos de mujeres y jóvenes, de explotación redoblada sobre campesinos e indígenas, de depredación del medio ambiente por el afán de lucro, de medicamentos y servicios sociales costosos e inaccesibles, de gobiernos sumisos ante el enojo del amo, de manipulación mediática para introducir la desinformación y la cultura de la dominación.
La Campaña Continental de Lucha contra el ALCA desarrolló la iniciativa de las llamadas consultas populares en Argentina, México, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, Haití, Canadá, con diferentes modalidades en su organización, en un esfuerzo por difundir el verdadero significado del ALCA. En Argentina la campaña contra el ALCA y la deuda externa logró el apoyo de más de 2,5 millones de personas.
La Campaña incluyó entre sus acciones el apoyo y la participación en defensa de los derechos de los campesinos, en encuentros de mujeres, en las jornadas de movilización y protesta con motivo de la reunión de la OMC en Cancún donde la denuncia contra el ALCA y la OMC fueron una misma, en el Encuentro Mesoamericano de Campesinos efectuado en Honduras, el Encuentro Hemisférico contra la Militarización en Chiapas y las acciones efectuadas en difíciles condiciones de represión y control policíaco en Miami, paraíso de la derecha y aspirante a sede del ALCA, durante la reunión ministerial en noviembre pasado.
En la negociación entre gobiernos, Estados Unidos intentó avanzar con el proyecto original del ALCA aplastando toda resistencia a partir de la posición de negarse a negociar sobre agricultura y subsidios agrícolas mientras quiso imponer la negociación acelerada de los temas donde su ventaja y superioridad es absoluta: inversiones, comercio de servicios, propiedad intelectual, compras gubernamentales y política de competencia. Ni más ni menos que una posición en la que quieren todo a cambio de nada.
Esta desmesurada pretensión imperial fue inaceptable para algunos gobiernos de los que no están ahora entre los que esperan con ansiedad la llamada de Estados Unidos para negociar un Acuerdo Bilateral de Libre Comercio.
El gobierno de la Revolución Bolivariana de Venezuela ha rechazado con firmeza el contenido neoliberal del ALCA, ha expresado su disposición a someter este proyecto a un plebiscito oficial si fuera necesario y ha planteado bases de significado opuesto al ALCA, para una verdadera cooperación e integración latinoamericana y caribeña. El gobierno de Brasil se negó a aceptar la negociación en los términos unilaterales propuestos por Estados Unidos y expresó que en esas condiciones, el ALCA lesionaba sus intereses nacionales y junto a Argentina defendió una posición de MERCOSUR, a pesar del desagrado y los ardientes deseos de complacer a Estados Unidos, del gobierno uruguayo.
La negociación, en los términos de absoluta desigualdad planteados por Estados Unidos, se estancó y sufrió un golpe adicional cuando en Cancún fracasó la reunión ministerial de la OMC ante la movilización de los movimientos sociales y la resistencia del Grupo de los 20 frente a las pretensiones de los países más desarrollados.
De la reunión de Cancilleres efectuada en Miami surgió un cambio de diseño del proyecto original del ALCA con dos ingredientes: un ALCA "suave" de nebulosos contornos pendientes de precisar, y unos Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio que sigue siendo el ALCA duro y probablemente aún más duro.
Los movimientos sociales integrantes de la Campaña contra el ALCA tienen ante sí esta nueva fase en la batalla y es necesario apreciar el sentido de los cambios ocurridos para adaptar nuestras acciones a las nuevas circunstancias.
Con el ALCA "suave" y los Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio el proyecto anexionista ha cambiado de forma y de procedimientos, pero mantiene su esencia.
La Declaración de la Campaña Continental contra el ALCA ante lo acordado por los ministros en Miami expresa con acierto: "en Miami, estamos constatando el fracaso del proyecto original del ALCA, y a la vez, el surgimiento de una nueva y quizás más peligrosa propuesta de negociación........ Para nosotros, Miami significa que Estados Unidos ha perdido la capacidad de convencer sobre la bondad de su proyecto de libre comercio y al mismo tiempo muestra la fuerza para imponer sus objetivos, aislando a los gobiernos del continente que explicitan una visión diferente".
En efecto, la batalla no ha terminado y la victoria aún no se ha obtenido por lo que, en modo alguno, podemos celebrar un triunfo que todavía no conquistamos y desmovilizar la Campaña Continental.
Es cierto que el movimiento anti-ALCA ha desarrollado acciones destacadas y ha avanzado en la creación de mayor conciencia en el continente sobre la verdadera entraña de ese proyecto. Es cierto que en Cancún el Grupo de los 20, contando con el firme apoyo de los movimientos sociales que se manifestaron en las calles, fue capaz de resistir las presiones de los países desarrollados e impedir que el "libre comercio" obtuviera otro éxito que hubiera sido nuestra derrota. Esas palabras "libre comercio" encubren al modelo neoliberal para imponer un comercio que no es libre e introducir también otra larga lista de temas no comerciales que son aún más efectivos que el comercio para completar el círculo de la dominación.
Pero es cierto también que el Grupo de los 20 sufrió deserciones tan pronto Estados Unidos hizo saber su enojo a algunos gobiernos que de inmediato se alinearon en el coro de los entusiastas del libre comercio, y que el ALCA "suave" y los Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio no representan la prueba de la derrota del ALCA, sino una nueva táctica para imponer el dominio sobre América Latina y hacer irreversible la política neoliberal, sea con uno u otro nombre.
El ALCA es mucho más que un acuerdo para crear un Área de Libre Comercio. Es un proyecto de dominación continental, un esquema para el saqueo sistemático de la región, una concepción sobre el desarrollo socioeconómico y sobre la soberanía y las funciones de los estados nacionales.
El ALCA "suave" puede ser más peligroso porque detrás de su aparente suavidad permanece intacta la concepción neoliberal esencial, los temas que conforman la agenda predilecta de los que proponen este proyecto, el espejismo del falso desarrollo mediante una economía y una sociedad de mercado.
Es aun más peligroso porque usando otro carril de la negociación, el gobierno de Estados Unidos traslada su mayor presión hacia los Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio. Con esto evade la mayor complejidad y conflicto que puede derivarse de una negociación colectiva, coloca la negociación en condiciones de la mayor desigualdad a su favor, mientras mantiene el propósito del ALCA total en el plazo de su elección y cerca y aísla mediante una red de Acuerdos Bilaterales a los países que hacen resistencia.
El ALCA "suave" no ha surgido por la fuerza de posiciones latinoamericanas para demoler los cimientos del proyecto norteamericano.
El rechazo a negociar los temas de gran interés estratégico para Estados Unidos y que expresan lo más denso de la dominación y el antidesarrollo (inversiones, servicios, propiedad intelectual, compras gubernamentales y política de competencia) no ha sido por el planteo de otra concepción diferente u opuesta, sino como posición negociadora para obtener el acceso al mercado agrícola estadounidense.
Por su parte, los Acuerdos Bilaterales no son más que pequeños ALCAs cortados a la medida de la gran potencia, esto es, aun peores que el original, por ser el resultado de una democrática y justa negociación con formato tiburón-sardina a sardina. Aunque en este caso y para mayor desdicha, las sardinas han adoptado la ideología del tiburón y creen que su destino manifiesto es engordarlo.
Lo anterior destaca la necesidad de mantener y multiplicar las movilizaciones y las acciones contra el ALCA, sea éste en apariencia suave o sean Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio.
Al igual que después de verse obligados a retirar el proyecto de Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) el gobierno de Estados Unidos continuó tratando de introducir sus contenidos en varios escenarios y mediante diversas formas, entre ellas el ALCA, ahora tratan de alcanzar su objetivo de subyugar a América Latina y el Caribe con ALCA "suave" y Acuerdos Bilaterales.
Ningún ALCA -sea suave o duro en su apariencia- en tanto proyecto para consolidar el dominio imperialista, esparcir el antidesarrollo neoliberal, saquear nuestro recursos y empobrecer y humillar a los latinoamericanos, debe ser legitimado ni debe dejar de ser combatido por los que queremos no simplemente un infierno algo más suave, sino otro mundo mejor.
El año 2004 será decisivo para el desenlace de esta batalla contra el ALCA.
Los partidarios del ALCA avanzan firmando Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio y se espera que pongan en claro cómo hacer moverse el llamado ALCA "suave". La Campaña Continental contra el ALCA, como parte integrante de los esfuerzos de la Alianza Social Continental, no puede quedar rezagada en esta competencia por el derecho a la vida.
Debe ser capaz de movilizar a los pueblos estableciendo en cada país los nexos entre los temas continentales y su realidad nacional, así como explicar en términos no académicos al latinoamericano víctima de la política que el ALCA reforzaría, a la legión de pobres y excluidos a los que la manipulación mediática aturde y desorienta, que el ALCA -con cualquier nombre que adopte-, es una tragedia que podemos evitar si lo derrotamos.
La Campaña Continental contra el ALCA ha demostrado ser una fuerza que no puede ser ignorada. En Québec, en Quito, en Cancún, en Miami, desafiando bombas lacrimógenas, balas de goma, vallas de acero, golpizas, detenciones y amenazas de todo tipo, los movimientos sociales con sus modestos recursos han dado lecciones de valor y dignidad.
En Miami las autoridades gastaron 8,5 millones de dólares en un despliegue represivo tan desmesurado, que fue la mejor demostración del miedo que les provoca el movimiento popular.
Las organizaciones sociales cubanas que integran el Capítulo Cubano de la Alianza Social Continental, actuando como Comité Organizador de este III Encuentro les reitera la bienvenida y les expresa nuestra alegría por acogerlos aquí sin vallas de acero ni bombas lacrimógenas, con la confianza y la esperanza depositada en ustedes para que en momento no lejano compartamos todos el mundo mejor y posible sin ALCA, sin neoliberalismo y sin amo, que los cubanos tenemos el privilegio de conocer, pero que sería aun más hermoso si fuera realidad compartida por todos los países de la América nuestra.
El gobierno de Estados Unidos ruge amenazador contra Cuba. Nos incluye como parte del eje del mal, nos califica como violadores de los derechos humanos, como antidemocráticos, y en lo más reciente nos adjudicó otro galardón: el de conspiradores para desestabilizar gobiernos democráticos en América Latina.
Nos abruman de honores con sus mentiras. Ellas son la prueba de que les aterra la posesión por la Revolución Cubana de un arma para ellos devastadora: el ejemplo de un pueblo que durante 45 años lo ha resistido todo y ha demostrado que es posible hacer mucho con muy poco.