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ALCA

21 de noviembre del 2003

Las victorias políticas de la resistencia irakí

Fernando López D'Alesandro
Prof. Fernando López D'Alesandro
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Las informaciones sobre la situación en Irak revelan un salto cualitativo de la resistencia. En las primeras dos semanas de noviembre las bajas sumaron más de cincuenta y un sinnúmero de heridos. La situación se está volviendo contra el gobierno del presidente Bush, que según las últimas encuestas ve peligrar su reelección. El aislamiento político de Washington, la desmoralización de las tropas, y el goteo constante de muertos y heridos eran los objetivos buscados por la resistencia iraquí para obtener réditos políticos que se traducen en victorias, ante la imposibilidad de derrotar por las armas al mayor ejército del mundo.

En una nota de Los Ángeles Times Esther Schrader sostiene que las bajas americanas llegan a 400 desde marzo, pero que los heridos ya sobrepasan los 7.500, casi colapsando el Hospital Militar Walter Read. El promedio de ingresos al hospital es de 20 heridos diarios y de los 250 que atiende, 50 perdieron piernas o brazos. El promedio de edad es de 23 años. Los voluntarios del Walter Read no ven un número tan grande de heridos y mutilados desde la época de Viet Nam.

Las casi 8.000 bajas americanas eran algo no previsto por los halcones de la Casa Blanca. Si bien el número de muertos y heridos representa el 6% del total de efectivos destinados por Washington -los muertos son apenas el 0.31%- en este caso, cantidad no es calidad. Las muertes están demasiado lejos de los casi 17 mil de 1968, cuando se lanzó la ofensiva de Tet, pero los efectos políticos pueden llegar a ser tan terribles como los que sufrió Lindon Johnson.

Caer en comparaciones mecanicistas es un error. Sin duda Viet Nam e Irak son dos guerra distintas en muchos sentidos. Mientras aquella enfrentó a dos países, fue en una selva y en el marco de la Guerra Fría, la ocupación de Irak se produce contra la casi totalidad de la comunidad internacional, en un desierto y las fuerzas de la resistencia son guerrillas que golpean y se ocultan, más parecida a la lucha de Argelia contra Francia en la década del cincuenta. Sin embargo, los golpes de la resistencia iraquí resultan políticamente devastadores. Este tipo de estrategia no puede triunfar militarmente, lo que busca es cambiar el accionar del enemigo, desgastarlo y generar resultados políticos. En ese sentido, la resistencia está ganando.

Es evidente hoy que en marzo y abril Sadam entregó el campo a la coalición. Incapaz de vencer a la mayor potencia militar y tecnológica del mundo, perdió la guerra formal para pasar a una guerra de desgaste, donde con el dominio del terreno, el apoyo de la población y con la ayuda de la brecha cultural que separa a los americanos de una población árabe, logra que el goteo diario de las bajas y que la periódicas acciones terroristas espectaculares, atenten contra la intención americana de estabilizar la situación y desmoralicen a la tropa. Según Barras y Estrellas, el periódico del Army, la desmoralización afecta al 35% de los soldados. Montserrat Radigales entrevistó en Bagdad a varios: "La situación está cada vez peor y no parece que vaya a mejorar. No sé por qué, pero creo que nos vamos a tener que tragar una parte de nuestro orgullo", dice un militar que pide no ser identificado. "La versión oficial es que la moral de las tropas es alta" afirma un suboficial que, al amparo del anonimato, no se muerde la lengua. "Yo le diré qué significa para nuestros superiores 'la moral alta'. Significa que yo, por la mañana, no me niego a levantarme de la cama y que no tienen que obligarme a punta de pistola a ponerme al frente de una patrulla".

Los resultados de las guerrillas

Los atentados terroristas contra la ONU, la Cruz Roja y el Hotel Al Rashid, sede de las fuerzas de ocupación, lograron su objetivo. El retiro de Naciones Unidas y de casi todas las ONG que estaban en Irak, dejaron a EEUU más aislado. A los pocos días, España, el aliado incondicional, decidió retirar su personal diplomático hacia Jordania, sumándose así a la casi totalidad de los países europeos. Gran Bretaña puso su representación en un cuartel americano desde el principio del conflicto.

Los sucesivos ataques contra el Al Rashid mostraron que las guerrillas tienen la suficiente audacia como para penetrar cuando quieren en la "zona verde" de seguridad que rodea al comando americano y que estuvieron a diez metros de matar la sub secretario de defensa Paul Wolkowitz, dejando en evidencia que el Imperio es vulnerable.

Desde el inicio de las operaciones volaron los principales oleoductos, evitando que el petróleo sea utilizado para financiar la ocupación y a la vez, haciendo inviable cualquier inversión que el capital privado -siempre en busca de seguridades- quiera hacer en un país convulsionado y al borde del descontrol.

Las bajas constantes y los golpes de los primeros días de noviembre tuvieron su efecto político inmediato. Un helicóptero Chinook cayó el 2 de noviembre, matando a 16, cinco días después un helicóptero Black Hawk caía en Tikrit dejando siete muertos, entre ellos a un general. El 15, otros dos Black Hawk cayeron en Mosul matando 18 soldados. El 12 un camión bomba destruyó el cuartel de los carabineros italianos en Nasiriya, matando a 18 italianos y a 13 iraquíes. Agreguemos a este panorama las muertes diarias de soldados por las bombas regadas por todo Irak, los ataques contra la fuerzas de la coalición en Mosul, Karbala, Samarra, Mahmudiyah y el descontento creciente que se traduce en acciones populares, como la quema del ayuntamiento y de una estación de policía en la ciudad de Haditha el martes 12, muestran a las claras que el conflicto está generalizado y que Estados Unidos sobreestimó sus posibilidades.

El cambio de planes

El Pentágono tuvo una peculiar evolución en la interpretación del conflicto. En julio Donald Rumsfeld se negó a llamar guerrilla a algo que era notorio para todos los observadores. Rendido ante la evidencia, quiso hacernos creer que las acciones se ejecutaban sólo en la zona central del país. Bastó que Bush nombrara por primera vez esta tesis, para que la resistencia realizara una acción rápida en el norte. Así, la Casa Blanca centró su discurso en el "triángulo sunni" a pesar que las bombas y los muertos caían en vastas zonas de Irak. O la interpretación está equivocada o Washington inventó un triángulo de siete lados. Finalmente, ante los desastres de noviembre, los aliados aislaron a los halcones, regalándole una victoria más a la resistencia. Japón decidió no enviar sus 1.500 soldados, porque no hay "condiciones", Corea del Sur se sumó a la medida, en tanto que la intervención de Turquía, luego de un duro debate donde apenas se autorizó el despliegue, fue rechazada por el gobierno títere de Bagdad. Su presencia no es bienvenida. Y para peor, en un confuso episodio, el 10 de noviembre las fuerzas del Partido Kurdo del Trabajo, chocaron con soldados americanos en la zona de Kirkuk, hasta ahora tan tranquila. El domingo 16 desconocidos hirieron de gravedad al vice gobernador del Kurdistán iraquí y el lunes 17 una bomba estalló en un centro islámico en Kirkuk.

El caos generado por la resistencia hizo reaccionar a los ocupantes, pero de nuevo en base a premisas equivocadas. Luego de reuniones y tensiones internas decidieron sacarle la responsabilidad de la reconstrucción a Rumsfeld y nombrar "coordinadora" a Condolezza Rice. El 13 el virrey Paul Bremer viajó de urgencia de Washington y debatió la mejor forma de resolver la situación incontrolada. Las encuestas ya no son favorables a George W. Bush que se juega su puesto en noviembre de 2004 y, al parecer, no tiene nuevas posibilidades de hacer fraude. Por tanto, estabilizar Irak, anular el efecto de las bajas y mostrar resultados menos vietnamitas, es fundamental para su futuro político. Pero el detonante para el giro en la estrategia de la Casa Blanca fue el informe secreto de la CIA filtrado -por alguna buena razón- al Philadelphia Inquirer, donde se deja en claro que la situación se está escapando de las manos, que la población nos los apoya, que día a día la resistencia gana más adeptos y que se deben aplicar medidas correctivas inmediatas.

La primera reacción frente a la escalada de violencia fue, obviamente, equivocada y a favor de la resistencia. Es claro que al recrudecer sus ataques, las guerrillas estaban provocando a Estados Unidos y que era esperable una reacción dura. Bush entró en el juego y decidió dar muestras de fuerza volviendo a tácticas convencionales, bombardeando Bagdad con la aviación desde del miércoles 12. ¿Cuántas nuevas víctimas civiles se habrán sumado a las más de 20 mil denunciadas? Si el informe de la CIA dejaba en claro que la resistencia obtiene cada día más apoyo ¿cuántos nuevos adherentes habrán logrado gracias a los bombardeos? Y además ¿qué eficacia pueden tener los F-16 en reprimir una guerrilla que serpentea por todas las ciudades? La sumatoria de los muertos atizó la protesta internacional. "¿Cuántas muertes serán necesarias para entender que es vital el cambio de actitud?" preguntó el canciller francés, Dominique de Villepin el 12 de noviembre, para agregar que si se devolvía el poder a los iraquíes su país se dispondría a colaborar con la reconstrucción.

La reacción de Washington fue inmediata, variando su intransigencia inicial de "devolver" el poder sólo luego de elecciones libres, a una estrategia escalonada con la conformación de un "gobierno de transición" supuestamente independiente. En una primera fase las actuales autoridades redactarían un documento con las leyes y los derechos fundamentales y fijarían una fecha para las elecciones. Luego, en primavera, se crearían "comités centrales" (¿quién los elige?) en cada una de las 18 provincias, que elegirían delegados en proporción a su población para conformar una "asamblea interina" que elegirá el "gobierno de transición" al que se le transferirá la "soberanía". El "gobierno de transición" tendrá plazo hasta el 2006 para redactar una constitución y llamar a elecciones. Por supuesto que esto debería terminar con el retiro de las tropas americanas en junio próximo, pero se deja en claro que las nuevas autoridades "soberanas" pueden "invitar" a Estados Unidos y a otros países a continuar en Irak para garantizar la "seguridad". Varias conclusiones se desprenden de estas medidas. En primer lugar, la precipitación. Arrinconados por las muertes cotidianas, Washington apela a una medida teatral, donde se cumplen las formas, pero se esquiva el contenido. Elegirán de forma sospechosa un "gobierno de transición" y luego llamarán a elecciones entre bombas y balazos para que un pueblo multiétnico, con milenarias divisiones religiosas y sin claros representantes políticos, elija un gobierno que va a estar sostenido por el ejército norteamericano, pues Bush anunció que no se retirarán hasta que no encuentren a Sadam, aceptando por adelantado la "invitación" que seguramente le harán los futuros gobernantes. El nuevo "gobierno de transición" ¿Cuánto poder tendrá? ¿Con cuanta legitimidad se podrá presentar al ser respaldado por los invasores? No creo que por arte de magia los guerrilleros acepten este tipo de democracia. Seguramente, con o sin "transición", la violencia seguirá hasta que los americanos se retiren, por lo que al probable fracaso se sumará el evidente ridículo.

En segundo lugar, la "invitación" a ocupar -amparada en las resolución 1511 del Consejo de Seguridad- busca convocar a las potencias europeas que rechazaron la guerra, para hacer más llevadera la campaña iniciada por los halcones. Ahora bien, el nuevo "gobierno" y su aliado americano ¿estarán dispuestos a devolverle a la empresa franco belga Totalfina las concesiones petroleras que le otorgó Sadam? ¿Harán lo mismo con los contratos firmados con la rusa Lukoil por 30 mil millones de dólares? ¿Le devolverán las opciones de explotación a la Petrolera Nacional China? ¿Volverán a tener, total o parcialmente, las reservas monetarias en euros como en la época de Sadam? Si el nuevo gobierno "soberano" o de "transición" accede a eso, quizá tendremos nuevos contingentes militares en el Medio Oriente y masivas protestas por las calles europeas. Pero si las petroleras anglo americanas deciden proteger su botín de guerra, Chirac, Schröeder y Putin seguirán siendo los adalides del pacifismo "antiimperialista". Además ¿aceptarán los europeos ponerse bajo el mando de Estados Unidos, según la resolución 1511 de la ONU?

Mientras tanto, faltan siete largos meses para el establecimiento del nuevo gobierno según el plan de Paul Bremer, durante los cuales la resistencia seguirá acumulando fuerzas y victorias estratégicas. Y siete meses en estas coyunturas significan mucho tiempo, muchas muertes y muchos cambios políticos.

fld19@hotmail.com